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tienda de vender pescado y son tantas y tales las circunstancias que han pasado en este caso, que se podrá hacer una historia amenísima del suceso, que siempre parecerá sueño. En sustancia el pueblo hasta este punto ha descubierto un fidelísimo amor al Rey, y un aborrecimiento grande á la nobleza, y un no poder mas con la infinita carga de las gabelas, y en consecuencia de esto han quemado algunas casas de caballeros y de hombres ricos que han administrado hacienda del Rey; cortaron la cabeza á Pepo Carrafa (1), hermano del duque de Matalon, y le arrastraron públicamente, y tienen la cabeza en el mercado. A los españoles han mostrado afecto, y es de manera que á uno de ellos mismos, que tomo á Francia en la boca, le ahorcaron luego al punto, y le arrastraron. Si Dios es servido. que no pase de aquí, sería posible quedase este reino menos calamitoso que estaba antes; pero el modo es bien ligroso. De presente quedamos con buenas esperanzas; obrelas Dios, que guarde á v. md. De esta ciudad de Nápoles á 12 de Julio de 1647.

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Pax Christi, &c. Parece, segun V. R. me escribe, no ha recibido mis cartas, pues habiendo escrito todos estos correos, y largo, V. R. no da á entender en la suya hayan llegado á sus manos; V. R. se sirva de avisarme para que yo sepa en que topa esto.

De nuevo hay poco que decir. Nuestra armada anda

(1) Hallábase retirado en el convento de Santa María la Nova, donde penetró el pueblo, apoderándose de su persona.

cerca de Barcelona, mas no ha intentado cosa ninguna, porque la materia no debe de haberles dado lugar.

La gente del enemigo está acuartelada como tengo avisado. Estos dias se ha dicho fortificaban un puerto sobre Lérida y Fraga; mas no hay cosa cierta.

Nuestra gente está tambien acuartelada para moverse conforme fuera el intento del enemigo. El de Aytona ha ido de Zaragoza á Sariñena, donde estaba la gente acuartelada por aquel contorno, para visitar los cuarteles, y estar á punto para seguir al enemigo, si diese muestras de ir á alguna parte.

El duque de Villahermosa está dado el Viático y muy de peligro.

Don Fernando Ruiz de Contreras, secretario de Estado, y el que tiene el manejo de los negocios, está tambien malo y de peligro.

Al señor de Lozoya, pueblo cerca de Segovia, mataron sus vasallos de un arcabuzazo. La causa, dicen, fué su aspereza de condicion. Tienen presos al delincuente y á otros muchos, por haber tenido noticia de lo que intentaban hacer, y de hecho hicieron, y á otros por omision en hacer diligencias para prender los delincuentes, como son los justicias y personas á cuyo cargo estaba hacer las diligencias de una muerte tan atroz.

De Badajoz solo se dice, que los portugueses hacian un fuerte real para asegurar el paso de Olivenza, que no le tenian despues que les derribaron el puente.

Item: dicen que de Andalucía les habian metido cien caballos. Esto escribe el P. rector de Badajoz, y añade no se tenia por cierto.

Tambien escribe que aquel matemático que nuestro padre despidió en Portugal, habia estado tres noches cerca de los muros de Badajoz, mirando la fortificacion, y que habia dicho á los portugueses era fácil de ganar, y aña

de el P. rector que en esto tiene por cierto se engaña. El duque de Veraguas, yendo el sábado en la noche á caballo, se arrimó mucho á dos que iban por la calle, y ellos se enfadaron y sin conocerle le trataron mal de palabra; apeóse y riñó con ellos, y le dieron dos piquetes en el rostro, poca cosa.

No se ofrece otra cosa de que avisar á V. R., á quien Nuestro Señor guarde como deseo.

Madrid y Julio 16 de 1647.-Sebastian Gonzalez.=Al P. Rafael Pereyra, de la Compañía de Jesús, en Sevilla.

Nápoles y Julio 16 de 1647.

(Tom. 129, fól. 746.)

Avisos de Nápoles del suceso de 1 de julio de 1647, escritos por un residente en aquella ciudad, á un correspondiente suyo de esta córte.

Este pueblo de Nápoles, que creo es el mas numeroso que hay en cuantas ciudades tiene el mundo, estaba muy oprimido con la necesidad de la guerra; una gabela que el señor duque de Arcos les puso sobre la fruta, ha sido la que mas molestia les ha dado, ó porque el último trabajo se considera mayor, ó porque S. E. fuese en todo poco dichoso; deseó quitarla y no lo pudo conseguir, por culpa de los ministros de cuyo asenso se necesita. El pueblo hacia contínuas instancias y amenazaba á S. E. con papeles que de noche fijaban á las esquinas, si no los complacia en esto; y viendo que las instancias no bastaban se valió de la violencia.

Domingo 7 de Julio, á las dos de la tarde, estando su Excelencia con el electo del pueblo y otros ministros tra

tando de la materia, vinieron delante de Palacio muchos muchachos con çañas en las manos, diciendo: ¡Viva Dios, viva el Rey, y muera el mal gobierno! Con este ruido discurrian por delante de Palacio, y con él llamaron mucho pueblo compuesto ya de personas de mayor edad, y armados de palos y algunas espadas desnudas. Alteróse la compañía de guardia, y S. E. desde una ventana les mandó que no se moviesen. Con esto los del tumulto entraron sin resistencia en Palacio, subieron al cuarto de S. E. á matar al electɔ del pueblo, y rompieron la primera puerta, Salió S. E. á aplacarlos, y todos puestos de rodillas gritaban: «Señor, misericordia, misericordia; quítenos V. E. esta gabela.» «Si, si, hijos, les respondió; esta y todas las demás os quiero quitar.» Pero era tanto el ruido de aquellos muchachos y mozos indiscretos, y tantos los que nuevamente iban entrando, que fué necesario que volviesen á cerrar. Hízolo así, y como iba cerrando puertas, ellos las iban rompiendo. Los ministros que se hallaban allí, se retiraron al cuarto de S. E. la señora duquesa, adónde ellos no quisieron entrar, y el electo se escondió debajo de la cama del Duque en su cuarto; y aunque entraron dentro, iban tan ciegos que no le buscaron allí. Pasando S. E. adelante, cerrando las puertas, salió á una falsa que llaman el caracol, y pidió un caballo para hacerse ver al pueblo sobre él, y no lo hubo. Halló allí un coche y salió en él. Fué tanta la gente que cargó, que el coche no pudo caminar. Salió dél S. E. y con mucho trabajo se entró en San Francisco de Paula, siguiéndole aquel tumulto, gente vil y desnuda, como eran todos, compuestos de la hez del pueblo que se aumentaba por instantes; y no juzgándose bien allí, los que le acompañaban le aconsejaron que saliendo disimulado en una silla por una casa vecina al convento, se fuese á San Telmo, porque ya no era posible volver á Palacio, y por él á Castil Novo, adon

de la señora duquesa con sus hijos y familia se habia retirado.

Mientras pasaban estas cosas, y viendo que no cesaban, quise ir á Palacio, y en entrando en la calle de Toledo, ví sobre mí una inmensidad de hombres, toda gente vil de la ínfima del pueblo y armados, que decian: «¡ Viva Dios, viva el Rey y muera el mal gobierno !» Nunca lo oí (1); no me hicieron mal ninguno. Al fin de la calle que entra en Palacio, estaba el cuerpo de guardia del Sargento mayor que no se habia retirado, y reparándome en él, me informaron los soldados de lo que habia sucedido. Pasé adelante por asistir á S. E. en San Francisco de Paula, á tiempo que ya nuestros soldados, perdida la paciencia, habian llegado á las manos con el pueblo, con muertes y heridas de algunos. Llegué á San Francisco y dijéronme los frailes que no estaba allí S. E., y saliendo por aquella confusion á buscarle, lo hice con tan buena dicha que le encontré en una silla ordinaria, acompañado de dos hombres de bien, napolitanos, que subia á San Telmo por el cuartel de Murtelas, y D. Próspero le seguia en otra silla. Volaban los silleros; yo solo le seguia detrás á pié, reventando, y no me molestaba tanto el cansancio como

afligia el peligro de S. E., porque por donde quiera que pasaba, toda la gente hombres y mujeres, puestos ya en tumulto, le conocian y decian: «Aquí va, él es; » y esto yo solo lo podia oir.

Estando ya fuera de poblado, me alcanzaron dos caballeros españoles, y un paje de S. E., con cuya compañía respiré un poco; y en fin fué Dios servido que llegué salvo á San Telmo. Fueron viniendo despues muchos caballeros napolitanos, tambien algunos españoles y criados de su

(1) En el original «nunca lo hoy," lo cual tampoco forma sentido; quizá debió decir “nunca lo oycra.”

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