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al corriente de los grandes acontecimientos así militares y políticos como eclesiásticos y civiles, que podian de alguna manera satisfacer la curiosidad pública, afectar la quietud, ó acrecentar las glorias de la Monarquía, sin omitir por eso multitud de ocurrencias vulgares ó de carácter mas privado, que no por eso dejan de tener su importancia histórica. Así compuesta, la coleccion puede dividirse en tres partes:

1. Las cartas del P. Sebastian Gonzalez al P. Rafael, escritas desde la Corte.

2. Las que el jesuita madrileño alcanzaba á ver dirigidas á algun compañero, y le parecian dignas de ser comunicadas á su corresponsal.

3. Las que otros PP. de Salamanca, Monterey, Granada, Ecija, Cádiz, Málaga, amigos, discípulos ó compañeros del jesuita sevillano escribian á éste, ó las que venian dirigidas á algun jesuita ó caballero avecindado en Sevilla, y que el P. Pereyra trasladaba para su coleccion.

Tal es en resúmen el orígen, procedencia y naturaleza de la coleccion. Aparte de los sucesos ocurridos en la Corte, y que el P. Sebastian narra con notable candor y veracidad, dotes que no podrá menos de concederle quien quiera compare su relacion con los Avisos de Pellicer y otras efemérides del mismo género; aparte tambien de alguna carta oficial (1) ó documento reservado que el inteligente corres

(1) A este género pertenecen las interesantes cartas del P. Francisco Antonio Camassa, confesor del marqués de Leganés, escritas desde Italia, Extremadura, Aragon y Cataluña, dando puntual noticia de las operaciones militares del ejército al mando de aquel general; las del P. Fran cisco Isidro de Monzon, ingeniero Real en Galicia; las del P. Ignacio Rojo desde Olmuz, refiriendo el progreso de las armas imperiales contra húngaros y sajones, y otras varias que se hallarán esparcidas por los siete tomos de esta coleccion.

ponsal del P. Pereyra lograba procurarse mediante sus buenas relaciones con personas de distincion ocupando altos puestos en la gobernacion del Estado, lo demas de la correspondencia es un mero extracto de lo que las gacetas nacionales y extranjeras contenian que pudiera interesar á España. Ya desde principios de este reinado, aunque no en épocas fijas (1), salian á luz en forma popular y económica ciertos pliegos sueltos destinados á anunciar los grandes acontecimientos ocurridos durante un período dado, las jornadas y cambios de residencia de la Real familia, los progresos de nuestras armas en Italia y Flandes, las provisiones eclesiásticas, militares y civiles, las defunciones y casamientos de señores, entradas solemnes, festejos públicos, procesiones, autos de fe, solemnidades religiosas, y todo cuanto podia interesar á los lectores de uno y otro hemisferio.

La coleccion, pues, adolece de los vicios comunes á todo epistolario de este género. Una misma noticia venida por diferentes conductos se repite á veces hasta la saciedad; no pocas resultan equivocadas ó completamente fal

(1) Las mas antiguas de este género son las que en 1621 empezó á publicar un escritor anónimo, que sospechamos se llamaba D. Andrés de Mendoza, con el título de Cartas que escribió un señor de esta Corte à un su amigo. Hemos visto diez y seis de ellas, impresas entre los años de 1621 y 1624, y publicadas al fin de cada mes. Con posterioridad á aquella fecha se hallan otras varias ya con el título de Gaceta, ya con el de Avisos generales, ya con el mas comun de Relacion, que tambien parecen haber formado série, saliendo á luz en épocas señaladas y dias fijos. Las hay compuestas de seis ó mas pliegos y de letra menuda', que contienen un breve sumario de todo lo ocurrido durante los doce meses del año anterior al en que se publicaban; y las hay, por último, destinadas exclusivamente á nuestras posesiones de Ultramar, las cuales se imprimian en Sevilla á la salida de los galeones, y contenian, además de las noticias de interés general, un estado semi-oficial de las provisiones de beneficios eclesiásticos y empleos civiles y militares para los dilatados reinos y provincias sujeta al dominio español en Asia y América

sas (1), y aunque el principal corresponsal del P. Rafael es muy escrupuloso en rectificar los hechos, siempre que inadvertidamente ó por seguir á otros ha incurrido en error, tambien los hay que no lo son tanto, y cuyas cartas habrán de leerse con la mayor reserva. Alguna vez la fecha misma está equivocada, pues no siempre son originales aquellas sino simples traslados hechos por algun novicio ú escolar inexperto, poco cuidadoso del cumplimiento de su encargo (2). Hállanse los nombres propios, y principalmente los extranjeros, escritos con tal variedad y con tan poca exactitud (vicio casi general de aquella época), que á veces es sumamente difícil, por no decir imposible, determinar quién sea el personaje nombrado. Los mismos ministros, consejeros, generales, obispos y señores titulados están mencionados, segun la usanza del tiempo, de una manera harto vaga, y por lo tanto muy ocasionada á error, si se han de

(1) Sirva de ejemplo la muerte del duque Bernardo de Saxe-Weymar, uno de los principales corifeos de la célebre liga protestante, anunciada ya en varias cartas del año 1634, siendo así que no murió hasta el de 39.

(2) Un mismo sujeto es á veces designado con distintos titulos, como D. Juan Ramirez de Arellano, que fué marqués de San German, conde de Aguilar, y casó además con la marquesa de la Hinojosa; D. Diego de Benavides y de la Cueva, conde à un tiempo de Santisteban del Puerto y de Concentayna en el reino de Valencia; D. Lorenzo de Cárdenas y Valda, que fué sexto conde de la Puebla de Llerena ó del Maestre, y primero de Bacares; D. Jorge de Cárdenas y Manrique de Lara, duque de Maqueda y de Nájera, y otros muchos señores titulados de la espléndida corte de Feripe IV; esto sin contar el caso bastante frecuente de llamar á un individuo, ya por su nombre, ya por su título dentro de una misma carta; como á D. Diego Mexia que fué marqués de Leganés; à D. Jaime de Cárdenas que lo fué de Belmonte; á D. Cárlos de Aragon que usó los títulos de conde do Ficallo en Portugal y duque de Villahermoso en Aragon, y á D. Francisco de Borja que lo fué de Gandía. Otras veces la designacion de un personaje por su título ó dignidad ocasiona cierta confusion, como cuando se dice: El condestable Velasco, el almirante de Castilla, el duque de Alba, el del Infantado, el de Sessa, siendo varios los personajes de la misma familia que gozaron de dichas dignidades ó títulos dentro del periodo que abraza esta correspondencia.

apreciar debidamente los hechos históricos, y atribuir á cada cual el mérito ú desmérito de sus acciones.

Por eso además de las notas que desde luego juzgamos necesarias para la conveniente ilustracion del texto, nós ha parecido oportuno añadir al final de toda la obra otras á manera de epílogo, en que se corrigen algunos de los errores en que inadvertidamente incurrieron los corresponsales del P. Pereyra, y por medio de las cuales se hará mas practicable y útil el copioso índice de Nombres propios y materias que pone cima á nuestro trabajo: índice (1) muy necesario, si se atiende á que las cartas de los PP. jesuitas, á pesar de los defectos que en ellas hemos notado, son un documento importantísimo para la historia de un reinado tan largo y tan fecundo en acontecimientos como el de Felipe IV.

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Varias veces habremos de hacer mencion en las notas á este tomo de cierta historia de Cataluña, inédita y casi desconocida, de la cual creemos necesario dar aquí alguna razon, por ser en nuestro concepto de no escasa importancia para la historia nacional en este período. Consta de tres tomos en fólio, que componen juntos mas de 1,200 hojas, y es, al parecer, obra de algun catalan que quiso ocultar su nombre (2). Comprende los sucesos de Cataluña,

(1) En dicho indice, que hemos hecho tan completo como nos ha sido posible, hemos indicado con una M., y entre paréntesis, la fecha de la defuncion de cada uno de los personajes citados, siempre que en el texto ó en las notas se ha tratado de ella.

(2) La obra que está rotulada por fuera Historia de España carece de prólogo, advertencia preliminar, ó introduccion, comenzando ex-abrupto por el capítulo primero; está dividida en libros, y en ninguna parte tiene nombre de autor. Del texto mismo se colige, sin embargo, que el escritor fué catalan, vecino de Barcelona, y probablemente mercader.

En la advertencia puesta al frente del segundo tomo, dice: «El libro que he concluido da fin á los sucesos de la historia de Cataluña con el rendimiento de Balaguer..... y para que no falte al curioso lector la debida noticia de los demas que en tiempo tan trabajoso vió esta provincia, siendo

desde el año 1626 hasta el de 1660, y empieza describiendo la entrada en Barcelona del rey Felipe IV, el 26 de Marzo de 1626, para jurar los fueros en presencia de las Córtes allí reunidas.» Habiendo sabido (dice) que S. M. entraria en el monasterio de religiosas bernardas de Valldoncella, me fuí yo á la puerta de San Antonio para ver lo que pasaba. Estaba la dicha puerta ricamente adornada; habíase dispuesto una contra-puerta de madera con sus balconadas, y en lo superior una media naranja, de donde, en una granada habia de bajar el niño con las llaves de la ciudad para entregarlas al Rey. En esta contrapuerta estaban con buena órden colocados los cuerpos santos y reliquias que tiene la Ciudad. Estúveme allí una hora, en la cual vi entrar diversas acémilas cargadas y cubiertas con ricos reposteros, todas ellas de la Casa Real: algunas venian muy estropeadas. Dijéronme tambien que habia dos dias que pocas ó muchas entraban de contínuo. Cansado de estar allí por la multitud de gente que habia, salime hácia el lugar de Sanz para ver si venia S. M. Encontré muchas y muy ricas carrozas llenas de caballeros, y otra mucha gente de la Real familia. En el monasterio de Valldoncella vi la repostería y cocina, y entre diversas alhajas, vi un hornillo portátil en que se cocia el pan para S. M.

tan vivo teatro de Marte, ofrezco continuarlos en este segundo volúmen, aunque en idióma poco elegante, pues ni es de mi profesion el subtilizar n pulir narraciones, ni parece que se compadece lo elevado de una retórica, cuando lo principal del asunto convida á la curiosidad y hace mas suave la pena de leer. Y así haciendo esta protesta, entro al discurso de mi intento, que es dar noticia dia por dia de cuanto la pueda alcanzar, &c." En la página 392 del primero se expresa de esta manera: «Aunque paso adelante esta historia en el capítulo siguiente, no quiero dejar de poner antes algunas notas de cosas particulares, que en lo que hasta aquí tengo escrito reconozco haber omitido impensadamente llevado de las ocupaciones de mi casa, pues que habiendo pasado de hijo de familia à dueño della por la muerte de mi padre, me hube de desviar algo de esta empresa."

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