Del manzanares al DarroGil Blas, 1922 - 245 páginas |
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Página 13
... brazo que restalla la traya , qué energía en las voces , qué agi- lidad en las piernas del zagal , que corre castigando al tiro , aga- rrado a uno de los tirantes ! Y por otra parte , ¡ qué inteligencia despierta en las bestias , qué ...
... brazo que restalla la traya , qué energía en las voces , qué agi- lidad en las piernas del zagal , que corre castigando al tiro , aga- rrado a uno de los tirantes ! Y por otra parte , ¡ qué inteligencia despierta en las bestias , qué ...
Página 20
... brazos y hace caer las armas de las manos . Un arroyo , menguado por los calores , arrastra su misera- ble caudal por medio del campo de batalla . Los sedientos soldados se lanzan a él , y allí arrecia la lucha , y amontona la muerte ...
... brazos y hace caer las armas de las manos . Un arroyo , menguado por los calores , arrastra su misera- ble caudal por medio del campo de batalla . Los sedientos soldados se lanzan a él , y allí arrecia la lucha , y amontona la muerte ...
Página 21
... brazos cántaros y alcarrazas ; entre las balas y la metralla acuden al sediento , renuevan las fuerzas del desfallecido , que torna con más bríos a la batalla . Así en los tiempos bíblicos el pueblo de Israel combatía por su liber- tad ...
... brazos cántaros y alcarrazas ; entre las balas y la metralla acuden al sediento , renuevan las fuerzas del desfallecido , que torna con más bríos a la batalla . Así en los tiempos bíblicos el pueblo de Israel combatía por su liber- tad ...
Página 38
... brazos , y un mote arábigo que los orientalistas inter- pretan : « El imperio es de Dios , todo es suyo . » Dimos vuelta alrededor de la mezquita admirando de nuevo sus nobles proporciones , su elegancia y solidez y su fisonomía bien ...
... brazos , y un mote arábigo que los orientalistas inter- pretan : « El imperio es de Dios , todo es suyo . » Dimos vuelta alrededor de la mezquita admirando de nuevo sus nobles proporciones , su elegancia y solidez y su fisonomía bien ...
Página 56
... brazo y alces el codo blandiéndole con pau- sa y compás . Pero vendrá el sábado , y el precio del trabajo de la semana , en vez de ir a alegrar la casa de la cigarrera entrando en ella como una bendición de Dios , caerá en la codiciosa ...
... brazo y alces el codo blandiéndole con pau- sa y compás . Pero vendrá el sábado , y el precio del trabajo de la semana , en vez de ir a alegrar la casa de la cigarrera entrando en ella como una bendición de Dios , caerá en la codiciosa ...
Términos y frases comunes
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Pasajes populares
Página 147 - Este despedazado anfiteatro, impío honor de los dioses, cuya afrenta publica el amarillo jaramago, ya reducido a trágico teatro, ¡oh fábula del tiempo!, representa cuánta fue su grandeza y es su estrago, ¿Cómo en el cerco vago de su desierta arena el gran pueblo no suena?
Página 147 - ¡oh fábula del tiempo!, representa cuánta fue su grandeza y es su estrago, ¿Cómo en el cerco vago de su desierta arena el gran pueblo no suena? ¿Dónde, pues fieras hay, está el desnudo luchador? ¿Dónde está el atleta fuerte?
Página 42 - Con mis lágrimas regué las palmas que el Forat riega, pero las palmas y el río se olvidaron de mis penas, cuando mis infaustos hados y de Alabas la fiereza me forzaron a dejar del alma las dulces prendas; a ti de mi patria amada ningún recuerdo te queda, pero yo triste no puedo dejar de llorar por ella.
Página xxii - Las aguas corrientes no son riqueza sólo; son vida del paisaje. Porque el agua posee los tres accidentes del vivir: luz, voz y movimiento; luz reflejada, como la luz de la pupila; voz ligera y amorosa, soñolienta y grave, como la voz de la garganta humana. No hay soledad donde el agua corre; no hay tristeza donde el agua mana; no hay desierto do'nde el agua vive. Fecunda el suelo y despierta el alma, arrulla el dolor, ensancha la alegría, es compañía y música, medicina y deleite; sobre sus...
Página 119 - Maestre, la muerte del hijo tierno, la prisión de Doña Blanca, sirven de infame proceso. Algunos pocos leales dan voces, pidiendo al cielo justicia, pidiendo al rey, y mientras que dicen esto, «Los de Enrique», etc.
Página 42 - Tú también, insigne palma, Eres aquí forastera; De Algarbe las dulces auras Tu pompa halagan y besan: En fecundo suelo arraigas, Y al cielo tu cima elevas: Tristes lágrimas lloraras Si, cual yo, sentir pudieras.
Página xxvi - Escalante vaga, misteriosa y melancólica sinfonía, que sugiere al alma mucho más de lo que con palabras expresa. Ambos han visto la Montaña como nunca ojos humanos la habían visto antes que ellos; ambos la han amado con amor indómito y entrañable, y puede decirse que su obra se completa para gloria de nuestra gente, que, después de haber guardado un silencio de siglos, habló al fin por sus labios inmortales.
Página 42 - Tú también, insigne palma, eres aquí forastera, de Algarbe las dulces auras tu pompa halagan y besan, en fecundo suelo arraigas y al cielo tu cima elevas, tristes lágrimas lloráras si cual yo sentir pudieras.
Página 44 - No admitas sentencia ajena Que nos tase el desagravio, Que sólo es buen juez Castilla Para el honor castellano. »No pienses en la riqueza, Ni en si está el Tesoro exhausto, Porque el más rico tesoro Es el honor bien guardado.
Página xiv - Los obras de este incomparable escritor aspiran un aliento verdaderamente poético; las sentencias son agudas, deleitosas y graves; las palabras, propias y bien sonantes; los modos de decir, escogidos y cortesanos; los números, aunque generosos y llenos, son blandos y regalados; el...