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españoles que á cargo los llebaban, sino fueron dos, el uno mataron y el otro abrazóse conmigo por escaparse la vida, y así fué, que yo le salvé, porque conoscí que adelante nos habia de ser bueno; y en esto colamos por el monte por una parte que plugo á Dios sernos buena, porque salvamos de la albarrada y caimos dentro con ellos y arremetió la gente á ellos con tan buena voluntad, que plugo á Nuestro Señor los desbaratamos, y con las ballestas se les hizo algun daño, aunque nos hirieron tres hombres y el uno murió; esta gente era arriba de tres mil hombres; plugo á Nuestro Señor que Treviño y Villoria se nos habian quedado atrás, que yo pensé abellos los indios muerto, despues de desbaratados, antes los guardó y ayudó á que un indio, hombre principal, de los que iban huyendo, lo prendieron en el camino, é bolbiéndolos yo á buscar, llegaron con este dicho indio; todos juntos nos fuimos al pueblo, fallámosle quemado, y en una fuente que tenia muy poca agua estubimos, y prometo á Vuestras Mercedes que era el quarto del alva, é no habian bebido los caballos, porque aquella es muy pobre de agua; aquí estubimos en gran confusion si pasaríamos adelante 6 volveríamos atrás, é por no dexar la demanda de hir á donde nuestro Gobernador estaba, confiando en la ayuda de Dios que nos ayudaria en el peligro que adelante se pudiese hallar, determinamos de seguir nuestro camino, y otro dia, los heridos curados y en los caballos, caminamos una jornada de tres leguas; yendo cerca de dar en otra albarrada mas fuerte que la pasada, el indio que digo que tomaron los dos compañeros, nos avisó que no fuésemos por aquel camino, porque sin duda nos matarian ó nos darian muy grand guerra en una albar

rada questaba ay junto; llevónos por otra senda, que la rodeamos, y ellos huyeron de vernos pasados delante; todo aquello tubimos por bueno, pensando que así fuera toda la otra jornada; por causa de los heridos estobimos dos dias en este pueblo, empero, siguiendo nuestra intencion, partimos dél, aunque supimos que adelante nos esperaban, andobimos dos leguas, llegamos á dar en una albarrada muy fuerte é muy poblada de gente, tanto, que no la podimos romper, aunque con ellos se peleó arto espacio de tiempo; hiriéronnos onze hombres, fuénos forçado retraernos donde habíamos partido, con arto temor que los indios nos siguieran, porque nos hizieran muy gran daño é nos acabaran; plugo á Nuestro Señor que no osaron; é llegado do habíamos salido, yo hablé al señor que se habia abrazado conmigo por escapar la vida, al qual representé la muerte que habia de pasar, si él con otro indio que se habia preso no nos daban algun camino para pasar al pueblo de Chable sin pasar albar radas; plugó á Dios queste indio era un mercader que habia andado toda aquella tierra, é dixo que él sabia por do podíamos ir por camino secreto, que era muy trabajoso, de monte; posímoslo por obra, porque toda la tierra era de aquel arte, y en amanesciendo, partimos y pasamos una laguna de agua con arta pena; estando de la otra parte, llegó toda la gente de guerra, y llamámosles que viniesen á pelear á un raso que estaba allí, y no osaron, antes proveyeron de volverse á su albarrada y de embiar un esquadron de gente á un camino por do pensaron que les rodeáramos su fortaleza; y ellos vueltos, nosotros caminamos, y viniendo por nuestro camino, otro dia damos en la gente de guerra, la qual plugo á Dios que huyo, y nosotros, de cansados, no podimos se

guilla, antes con un señor de los que prendimos seguimos nuestro camino para Chable, y en dos dias entramos en él por parte que las mujeres y gente del pueblo estaban seguros, y la gente de guerra con sus valedores estaban en la albarrada que tenian hecha en el camino por donde habíamos salido, é llegados, desiziéronse todos y huyeron; y otro dia en amanesciendo, porque no nos atajasen un camino falso que sabia un compañero de nuestra compañía, partimos para ir á Macanahao, que era el pueblo cerca de do nos habíamos de embarcar para volver á nuestra villa; plugo á Dios que entramos en él seguros, y antes que llegásemos, sálennos los indios á recibir de paz, los quales rescibimos, é los esperamos dos dias á ver si nos salian de guerra, porque ya quisiéramos que nos atacaran é los venciéramos, antes que llevar quebradas las piernas del monte por ir huyendo; no osaron, sino antes nos sirvieron con todo lo que les pedimos, é nos dieron nuestras canoas en que nos embarcamos y fuimos á la villa, á do despues de llegados, así los que estaban, como los que fuimos, dimos muchas gracias á Dios é tobimos por muy gran milagro la llegada; estando todos juntos en la villa, é visto el mal aderezo que habia para poder nosotros pasar á saber de nuestro Gobernador, acordamos de procurar de prender algun señor, é fué así que yo envié á Martin de Villarrubia á tomar unas canoas de que tuve noticia que estaban en el rio para pasar á Ulúa, y en ellas se prendieron ciertos hombres muy principales, entre los quales uno un hijo de un señor de Tapaen venido á mi poder; yo les dixe que no hubiesen miedo de la prision, porque no queria dellos sino que me hiciese llevar unas cartas al señor Gobernador, y que venida la respuesta, que yo los soltaria y les

daria toda su mercaduria, y aun más, de preseas que yo tenia, con que pudiesen comprar otro tanto; concertaron conmigo que envíasen á llamar á su padre para que ellos le hiciesen saber lo que decia por su ruego; solté dos de los presos y fueron á llamarlo y vino, al qual hablé de la manera que á su hijo, y acetólo lo que le pedí y rescibió mis cartas con término de treinta dias, que volveria con la respuesta, y que venidos, soltaria á su hijo y á los otros, los cuales quedaron conmigo haciéndoles tan buen tratamiento como si verdaderamente fueran cristianos; en este término, veniánlos á ver é hablar é contratar con este señor, de que me ponia confianza que la respuesta vernia; pasó el término de la venida de las cartas y cesaba su contratacion, que me ponia mala sospecha; acordé con su mismo hijo que soltásemos otro de los presos é fuese á llamar al padre, el qual vino é dió por respuesta que los mensajeros no eran venidos, sino que antes creia que los indios de guerra los habian muerto; visto que era mentira lo que decia, yo acordé de prenderle con los que con él vinieron, y puestos en prision de tormento, algunos dellos confesaron que las cartas no habian ido, sino que las tenia en su casa con pensamiento que los presos se soltarian; prové á ver si el hijo ternia más amor al padre que el padre tuvo á él, y por consentimiento dellos solté al hijo y dile mis cartas, y otro tanto término como al padre; quedó el padre conmigo, y el hijo fué, con prometer que volveria en el término con la respuesta; pasado el término é visto que no volvian, sino antes procuraban de venir al puerto do yo estaba y hurtarnos unas canoas, yo fui á su tierra, y allá, de ciertos indios que se prendierón, supe cómo no habian levado las cartas, sino que se estaba el hijo en su casa

sin tener tal pensamiento, antes supe destos mesmos indios cómo se juntaba gente de guerra para venir á nosotros á la villa, é por poner recaudo y hallarnos juntos, yo volví lo más presto que pude á la villa y estuve en ella esperando si viniese; pasados dias hartos que no vinieron, envié á Francisco Vazquez en unas canoas, por maiz, con cierta gente, y en tanto que él estuvo allá, vinieron diez y nueve canoas, con obra de doscientos hombres, al puerto do nuestras canos estaban, é do no hallaron qué llevar hiciéronse á la larga; otro dia vino Francisco Vazquez y, con dos canoas de las nuestras que habian desembarcado en otra puerto, Villarrubia salió á ellos é no los topó, y en el camino una de las canoas en que unos compañeros iban adelantóse sin querer esperalle, y á la entrada del puerto topó con los indios, empezaronlos á flechar é mataron dos dellos, y si de la villa no fueran socorridos, matáranlos á todos; con el socorro que salió, los indios fuyeron y recojóse la gente que atrás venía, y juntos en nuestro pueblo, esperamos si algo nos quisieran volver á buscar; pero como allí había buen aparejo para los caballos, no osaron acometernos; habiéndonos sucedido todo esto que á Vuestras Mercedes habemos dicho, considerando el mal aderezo que había para poder saber de nuestro Gobernador por cartas llevadas por vía de indios, por estar así toda la tierra alçada, y mirando la poca posibilidad que nosotros teniamos para ir por tierra, á causa de ser la tierra tan fragosa de monte y piedra, y mirando que si la mitad de los que estábamos quisiéramos tomar la empresa de volver por el camino otra vez, era imposible, porque, de treze caballos que yo saqué de la villa de Sa lamanca, donde quedaba el señor Adelantado, á Maldo.

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