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CARTA ESCRITA, POR Fr. GerÓNIMO DE SANTISTEBAN Á DON ANTONIO MENDOZA, VIREY DE NUEVA ESPAÑA, RELACIONANDO LA PÉRDIDA DE LA ARMADA QUE SALIÓ en 1542 para LAS ISLAS DEL POniente, al cargO DE RUY LOPEZ DE VILLALOBOS.-(Años 1542 á 1547.) (1)

Ilustrísimo Señor.-Gratia tibi et pax à Deo Patre. Cuando comunico con los compañeros ó en mi considero el suceso de la armada en que Vuestra Señoría nos embió, habiendo sido primero tan encomendada á Dios con muchos sacrificios y oraciones y otras obras pías, y abiéndose emprendido despues de muchas consultaciones, y guiándolo principalmente para servicio de Dios, no sé qué dezir sino lo que el apóstol San Pablo... (2) o altitudo divitiarum sapientie et scientie Dei que incomprensibilia sunt judicia ejus et innestigabiles vie ejus; son tantas las causas que á juizio humano fueron causa de se consumir la armada y hacienda que Vuestra Señoría enbió á las islas del Poniente con Rui Lopez de Villalobos, que sea en gloria, que por la brevedad en que se parten las naos no podré dar particular relacion de cada una. Dia de todos Santos del año 42, nos apartamos de esa tierra en el puerto que dicen de Juan Gallego, donde á ocho dias pasamos cerca de una isla despoblada, pequeña; dende á otros tres surgimos cerca de otra, que llamaron la Nublada, porque lo estaba; tomaron allí poca agua y leña porque tenía ra

(1) Archivo de Indias. Patronato, Est. 1.o, Caj. 1.o (2) Blanco.

tos que cortarian los cables; temiase mucho perderse de los navíos; de allí á otros dos ó tres dias vimos otra isla, no se tomó porque estaba á barlovento; dende allí hasta el dia de Navidad no vimos tierra, puesto que en la mar se se veyan muchas señales de estar cerca della; empero el primer domingo de Diciembre, al cuarto de la primera, vieron los que velaban reventar el agua por proa; llama ron al piloto, y visto, mandó tomar á orza y echar la sonda: la nao capitana, que hasta allí y despues salia mal á orza, aquella vez, por la misericordia del Señor, salió muy bien; el que echó la sonda se halló la primera vez en cuatro brazas, y la segunda en siete: hizose farol á las otras naos que iban á caer en el mismo peligro, y pusiéronse de largo, que no osaron payrar, por temor que las corrientes no los echasen sobre los bajos; las is las que vimos el dia de Navidad son bajas, tienen mucho fondo cerca de tierra: el dia siguiente salieron en tierra en una isla pequeña la gente della; pasose á otra, los que pudieron ir en sus canoas, quedaron mujeres y niños escondidos, hízoseles buen tratamiento; la gente es blanca, desnuda, traen las mujeres unos petates delgados, de ménos de una vara en cuadro, con que se cubren lo más deshonesto; una vieja, cuando vió una jícara pintada, mostró haber visto otra algun tiempo; las otras no hacian más cuenta de aquello que de lo deniás que veian; en aquella isla se hallaron gallinas y palmas de cocos y unos árboles que llevaban una fruta como piñas, que aunque eran grandes, tenian poco qué comer; había otros árboles que tienen la hoja como higuera y son altos; entonces no tenian fruta; en otra parte hallamos los árboles con fruta; es grande como las piñas de esa tierra, y menores, es buena vianda guisada y cruda; debe haber poco

pex por allí; pensóse que serian de las islas de los Reyes; estuvimos allí hasta el dia de Reyes; dende á trece á ca-. torce dias vimos una isla pequeña, baja, bien poblada de palmas, vimos las casas, trabajóse de surgir en ella, no se halló modo; los naturales della salieron á nosotros y nos dijeron por salutacion «buenos dias, matalotes»; dende á tres dias vimos otra isla grande, bien cercada de bajos, sallieron á nosotros y dijeron la mesma salutacion; no se surgió allí; á 29 de Henero vimos la isla de Bindanao, San Juan y San Antonio; surgieron á la boca de una baya que les pareció despoblada, y ansi parecen aquellas islas porque está el arcabuco muy espeso en la ribera del mar y esconde las casas aunque estén cerca; despues estuve yo en aquella con un bergantin, y vi que era poblada; las demás naos no pudieron llegar á tierra, y aunque amainaron, á la mañana se hallaron doce leguas descaidos con las corrientes, cerca de otra baya, en un despoblado á do se tomó tierra, y estuvimos quasi un mes esperando mejor tiempo y aderezando las uaos y bateles; antes que llegásemos á los matalotes, con un temporal una noche se destrozó la galeota en que iba por capitan Pero Ortiz de Rueda, que sea en gloria, y fué á varar á Mazaua; en aquella baya se empezó á sentir el hambre y á padecer enfermedades hartas, y de ellas no conocidas de nosotros, como hinchazon de encías y de piernas, con manchas cárdenas; no se pudo aber pobla da do para comprar de comer; embarcados allí, se trabajó lo posible para cobrar lo descaido y subir á mayor altura, y esto muchas veces, y no pudo ser por tener los vientos y corrientes contrarias; fuénos forzado seguir el viento y navegar por la costa de aquella isla al Oeste hasta topar algun poblado, y no le vi

mos hasta que llegamos en frente de dos islas que. están dos ó tres leguas de la isla grande de Bindanao; á la una llaman Sarrangan y á la otra Candingar; llegámonos á Sarrangan, que parecía más poblada y era ansí, salió Martin de Islares en un batel á les decir que nos vendiesen de comer, entendiéronle y no quisieron vendernos cosa de comida, de la cual trayamos mucha necesidad, en especial los enfermos, que eran muchos; antes frechaban á los que iban en el batel, y en tres ó cuatro veces que se lo fueron á rogar, nos hirieron cinco ó seis hombres sin les hacer nuestros compañeros mal alguno, aunque pudieran con los arcabuzes; viendo, pues, el General nuestra estrecha necesidad y la inhumanidad de aquellos bárbaros, juntó en su nao los capitanes y personas principales y parecióles de les tomar la comida por fuerza; la primer semana de Abril saltaron en tierra los compañeros, y aun que los de la isla les defendian la 'entrada, los alanzaron de la isla, ya ansi dueños de toda la isla, salimos todos en tierra y estuvimos allí hasta la primera semana de Noviembre: trabajó Rui-Lopez con aquella gente con ruegos y dádivas de hacer amistad y que volviesen á poblarse á sus casas, y no pudo; luego que allí descargó las naos, envió á Bernardo de la Torre, en Sant Juan, á Bindanao, á comprar comida, dijéronle que sí venderian y que allí halla. rian padre y madre, y que se entrasen dentro del rio; envió la barca á sondar el rio con seis hombres, matáron. le uno y hiriéronle todos los otros, y con eso y una ancla ménos, se volvió porque hubo de haber la comida y no la pudo haber; dos dias antes que llegase Sant Juan, de Bindanao, llegó la galeota y dijo que encima de la cabeza de Bindanao que está al Este, estaban unas islas donde había de comer tanto, etc.; en el mes de Agosto envió á Bernardo

de la Torre con el navio Sant Juan, porqué dijeron los hombres de mar que la capitana y Sant Jorje no se podian aderezar para navegar antes que se pasasen los tiempos; envió á Pero Ortiz de Rueda con él con la galeota, para que en aquellas islas con quien hizo amistad le comprase comida, y ánsí le compró arroz abasto; á 26 de Agosto partió de aquellas islas Bernardo de la Torre y Gaspar Rico por piloto y Tarifeño por piloto segundo; dicen que anduvieron hasta ponerse en 29 grados ó 30, y que hallaron tan grandes mares, que por no se hundir arribaron; viendo Rui-Lopez que la hambre crecia y los comarcanos estaban concertados de no nos vender de comer y que despoblaban los lugares que estaban cerca de la mar, envió á cojer unos arrozales que estaban en la isla grande de Bindanao; fueron setenta ó más soldados, tardaron allá tres meses y más, trayase algun arroz que todo no pasó de ochenta ó cient hanegas; los de la tierra defendian sus sementeras; allí murió Francisco Merino de una muy pequeña herida de frecha que traya yerba como la usan en todas aquellas islas; enviaron el navío Sant Jorge à traer la gente y el arroz, y una legua de donde estavan los compañeros dió al través y se perdió en él parte de la artillería y mucho bato de los compañe ros, porque estava cargada para irnos á donde la goleta dijo que habia comida, que ya no se buscava oro; volvió la goleta á veinte y tantos de Otubre, y dende á cinco dias la tornó á enviar con un vergantinejo, para que comprase comida, para todos en las islas que dije; mientras estuvimos en Sarragan, dieron allí al través S. Antonio y la fusta, escapóse la capitana con mucho trabajo; querer yo escrebir à Vuestra Señoría en particular las hambres, necesidades, trabajos, enfermedades, muertes que pa

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