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mo defendia de palabra y por escrito, que las promesas y juramentos prestados á los insurjentes á nadie ligaban, y que no solo era lícito sino de necesidad faltar á ellos. Aconsejaba la violacion de la buena fé, la conducta doble y fraudulenta, el engaño bajo el sagrado de la seguridad ofrecida; en una palabra, la perfidia abominable aun entre los mismos malhechores. Y lo que causa todavía mas horror, vilipendiando la relijion católica, se afanaba en persuadir á los Curas en un folleto que hizo circular, que si los sacerdotes descubrian en el sacramento de la penitencia á un insurjente, debian denunciarlo á la autoridad civil, porque el sijilo sacramental no les obligaba respecto á tal individuo. Estas fueron las doctrinas de los que se decian defensores de los derechos del Altar y del trono.

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Faltando abiertamente al honor y á las obligaciones que, aun entre salvajes se reputan sagradas, se detuvo en la villa de Oruro á los soldados, oficiales y jefes juramentados en Salta, y todos volvieron á tomar las armas: todos con mui raras ecepciones. Esta pérfida violacion del tratado determinó á 400 jóvenes de la ciudad de la i Plata á armarse, equiparse y salir al mando del te- i niente coronel D. Juan Antonio de Asebey en alcance del jeneral Belgrano á Potosí, para ser ent rolados en su zejército.

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Belgrano demoró su marcha á las provin-J cias del norte por haber contraido en Jujui una fiebre intermitente, y porque su segundo el jeneral Diaz Velez se curase de la herida que recibió en el combate de Salta. A Potosí entró el 19 de i Mayo y se detuvo allí, no solo organizando los cuerpos de su ejército, que sufrieron quebrantos 'con->

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siderables el 20 de Febrero, sino tambien por1ba-:-cer arreglos en todos los ramos de la administracion, que quedaron abandonados. La tardanza le fué mui perjudicial, porque dió. lugar á que el ene-migo recibiese ausilios de toda especie. Litt a Envió el jeneral Belgrano á Santa-Cruz de la Sierra á dos coroneles D. Santiago Carreracy D. Ignacio Warnes; al primero en clase de gobernador, y al segundo para que levantára y disiplinase uno ó dos batallones enese pais.

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T El gobierno de Buenos-Ayres, pidió desde su instalacion á las provincias del Alto-Perú diputados para concurrir á la junta: repitió la órden, y en virtud de ella fueron elejidos por los cabildos el dia 12 de Julio, en Potosí los doctores D.. Diego Ferreyra y el presbítero D. Simon Ramila, én Chuquisaca los doctores D. José Mariano Serrano y D. Anjel Mariano Toro; en Cochabamba los doctores D. Pedro Carrasco y D. Pedro Ignacio de Rivera.ob

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in Mandó el Virrey Abascal al brigadier D. Joaquin de la Pezuela para relevar á Goyeneche, y llegó sá Oraro á principios de Agosto trayendo diez piezas de artillería y un batallon del Real de Li

Como en esa villa todo estaba preparado pa-:: ra abrir la campaña, salió el ejército peruano el 15 de Setiembre por Challapata y Condo: salió tambien de Potosí el jeneral Belgrano; y caminaron los dos ejércitos buscándose uno al otro.

Se encontraron el dia 1.0 de Octubre de 1813 á las ocho y media de la mañana en la pos-ta y llanura dé Vilcapujio, donde se trabó un sangriento combate. Las tropas de las provincias del Rio de la Plata arrollaron el ala izquierda enemiga mandada por el coronel D. Miguel Tacon;

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arrollaron tambien él centro donde quedó herido el coronel Lombera; la reservà huyó, y Pezuela con Tacon no paráron hasta el pueblo de Condo. Cuando los patriotas creían concluida la accion en su favor y aun festejaban su triunfo, el te, niente coronel D. Saturnino Castro apareció con su escuadron de partidarios, y batió la línea de Belgrano por retaguardia de su flanco derecho que perseguia á los derrotados.-Castro se hallaba á las seis leguas de Vilcapujio, estuvo destacado desde el 27 de Setiembre en el pueblo de Ancacato, para contener á los indios que bajo el mando de Baltazar Cárdenas hostilizaban al ejército de Pezuela: oyó los disparos de la artillería y sin órden alguna se encaminó al lugar del combate, y arrebató la victoria del jeneal Belgrano. Este se retiró á las cuatro de la tarde á los altos llamados del Toro, abandonando la mayor parte de su artillería, municiones y bagajes. El campo El campo sembrado de dos mil heridos y novecientos cadáveres quedó por Castro, y el jeneral Picoaga que mandando la derecha de la lí nea peruana sostuvo el fuego por esa parte (-):

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El 6 de Octubre remaneció Diaz Velez en la villa de Potosí, y se ocupó con mucho afan en meter á la casa de moneda víveres, jente y en disponer otros preparativos, con el designio de hacerse fuerte en ella. Mas llamado por Belgrano salió en su alcance el 29, conduciendo tres piezas de artillería, 300 fusileros y muchas municiones.

Pezuela regresó á Oruro, dando órdenes para que se recojiesen sus soldados dispersos por todos esos campos. Mientras tanto Belgrano se di

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(Entre los muertos se encontró al perjuro coronel D. Felipe de la Hera.

rijió al pueblo de Macha con el objeto de que se le reunieran dos escuadrones del Vallegrande, que marchando mas de cien leguas se hallaban á esa inmediacion. En este pueblo estuvo recibiendo caballos, hombres, víveres y otros ausilios que le mandaron de Cochabamba, Potosí y la Plata,

El domingo 14 de Noviembre de 1813 se dió otra batalla en el punto de Ayuma distante tres leguas de Vilcapujio; y otra vez fué derrotado el ejército de estas provincias. Belgrano y Diaz Velez entraron á Potosí el 18 y salieron para el sud el 19. Don Saturnino Castro que con su escuadron bien montado les picaba la retaguardia entró el 20; y aunque luego salió en busca de ellos, volvió rechazado por Diaz Velez y cuarenta húzares que le acompañaban.

Muchos vecinos de Potosí y de la Plata emigraron para las provincias del sud: mas los de Cochabamba con el gobernador D. Juan Antonio Alvares de Arenales se retiraron á Santa Cruz de la Sierra, con el fin de sostener allí la causa de Buenos-Ayres.

CAPITULO QUINTO,

Persecucion à los patriotas.-Combate de la florida.Lebantamiento de los partidos de ayopaya, Tarija, Cinti, Vorco y la Laguna.- Toma de la Paz por Pinelo, y combate eu chalcaltaya.—En

0

t:ada del Reg Fernando VII en
España, acciones de la venta
del medio y del Wilhu-

ma, años de 1814

y 1815.

Memorable fué el año de 1814 por

el desen

renos.

freno de pasiones deshonrosas, y por los actos de injusticia cometidos bajo la máscara de Fernando VII. Los pueblos de Chayanta fueron saqueados. Los prisioneros se enviaron á las costas del Perú y se vendieron por esclavos á los dueños de viñas y cañaberales, especialmente los pardos y moDerramados los peruanos por las provincias de Cochabamba, Potosí y la Plata, faltan espresiones capaces de manifestar con ecsactitud la inhumanidad con que trataron á sus habitantes: muchas personas distinguidas fueron ultrajadas por los soldados en calles públicas, donde se les desnudaba de sus vestiduras, y conducia arvitrariamente á úna prision.

Se confiscaron y vendieron en pública subasta los bienes de los emigrados, y otros se destru yeron por solo el bárbaro placer de hacer daños Se creó comisiones militares, que bajo el título de tribunales de purificacion ejercian todo jénero dé venganzas, sin la menor reponsabilidad ni 'peligro: se llenaron las cárceles y los presidios con la jen te que creyeron patriota. Un viva la patria espres sado, un suspiro por las desgracias de ésta, fueron crímenes que se castigaron con grandes multas, só ό con azotes sin distincion de sexo ni edad. Se condenó á penas aflictivas á los padres por sus hijos, á estos por aquellos, y á las mujeres por sus maridos.

Pezuela destinó una division de ochocientos hombres de tropa con dos cañones al mando del coronel D. Manuel Joaquin Blanco, para sojuzgar á los disidentes de Santa-Cruz de la Sierra; y de-. jando en las capitales de provincia fuertes guarniciones marchó á reconquistar la de Salta, Conte-b nido por el valor y patriotismo de las milicias de

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