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mejores planes quedaban frustrados por la ninguna cooperacion de los jefes, que se tenian por superiores á los otros: ninguno de ellos desplegó talento ni la fuerza de alma capaz de consumar la revelucion. Se iba cumpliendo lo que, con motivo de haber sido sorprendido en Chincha un piquete de Granaderos montados, dijo el brigadier Carratalá año antes á su jeneral en jefe: el Señor Sán Martin es uno de los mas vivos ajentes de nuestro gobierno para proporcionarnos armas y municiones de toda clase; pues que desde el 7 de Abril pásado, y desde Ica hasta Chincha ha puesto á nuestra disposicion un número considerable de ellas. Esperemos que en otros puntos repita este obsequio, que aceptaremos mui breve.

La noche que el ejército peruano desocupó la villa de Oruro, el jeneral Lanza se retiró con su jente y algunos otros que le quisieron seguir á la provincia de Cochabamba, y se apoderó de la ciudad. El jeneral Olañeta, encargado de conservar en estas provincias el dominio del Rey, mar chó desde la ciudad de la Paz por los Yungas en busca de Lanza: éste salió de Cochabamba á encontrarlo; y el 16 de Octubre de 823 por la mañana se trabó en el campo de Alzuri un sangriento combate, en el que por primera vez fué derrotado el caudillo D. José Miguel Lanza.- Volvió éste á situarse en el valle de Ayopaya con los restos de su jente.

Dando Olañeta parte de la acción al Virrey

derse, menos los 200 mil pesos que casi todo en oro se sacaron de la Paz, y con tiempo fueron embarcados, en

del Editor.

Arica. Nota

el mismo dia y del campo de batalla, le dijo: "avisado de su aprocsimacion (la de Lanza) marché á atacarlo: en cuanto se puso á medio tiro de fusil su línea compuesta de caballería é infanteria rompí el fuego. Duró la accion media hora con la obstinacion mas infernal que puede imajinarse, hasta el término de cesar los fegos y atacarse á la bayoneta: mas el valor de los Señores jefes, oficiales y tropa arrolló con la turba de desesperados traidores, y á no ser que el escuadron de Tarija estaba desmontado con dificultad hubiera escapado uno. Queda el campo cubierto de cadáveres; han dejado en mi podrer como 500 fusiles con otros tantos correajes, treinta lanzas, todo su parque, y los pocos que se salvaron se han dispersado para la cordillera."

Las desgracias se precipitaban unas tras otras. El contraste de Ica y las sangrientas derrotas de Torata y Moquehua habian malogrado los grandes esfuerzos de arjentinos y chilenos, y casi aniquilado sus fuerzas: 317 jefes y oficiales peruanos se habian pasado á las filas realistas; y para colmo de fatalidades, el gobierno republicano de Lima estaba en secretas intelijencias con el jeneral Canterac sobre el modo de seducir y corromper la guarnicion de los castillos del Callao, y los últimos restos del ejército que San Martin llevó.-La causa de la independencia sucumbia irremediablemente en el Perú, si por dicha de la patria no la hubiese tomado á su cargo el Libertador de Colombia. (-)

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(-) I hubieran sucumbido en el Ecuador, en Chile y en las provincias Arjentinas, de donde en odio al Gobernador Güemez llamaron al Jeneral Olañeta para que los mandase á nombre del Rey. El Editor.

CAPÍTULO OCTAVO,

El jeneral Olañeta proclama al Rey absoluto.-Se sustrae de la obediencia del Virrey La Serna.—Se apodera de las guarniciones de Potosí y la Plata.-Entrevista de los jenerales Valdez y Olafieta.- Declaracion de guerra contra Olañeta.— Resultados de esa campañia.—Noticia de la derrota de Ayacucho. Año de 1824.

En el mes de Enero del año 823 llegaron á manos del jeneral Olañeta dos comunicaciones remitidas por una persona respetable residente en Montevideo. En la primera le adjuntaba una órden de la rejencia de España instalada en Urjel, en la que con fecha de Agosto del año anterior se le prevenía proclamar el gobierno absoluto del Rey, tal como habia sido ejercido en los últimos siglos; y que hiciese la guerra á los constitucionales, cuya conducta acriminaba con asperesa. Aseguraba hallarse el Rey sin libartad, insultado y en peligro de perder la vida afrentosamente, como Luis XVI en Francia: que para contener el torrente deniagójico que amenazaba una destruccion jeneral, se habian hecho jestiones cerca de los soberanos residentes en Verona, implorando su proteccion á merito del tratado de la Santa Alianza; y que se les habia ofrecido hacer pasar á España las tropas francesas que formaban el cordon al otro lado de los Pirineos. El presidente de la rejencia, en carta particular, prometió al jeneral Olañeta los despachos de Virrey de Buenos-Ayres, advirtiéndole que po

dia tomar desde luego el título de capitan jeneral de las provincias del Rio de la Plata.

La segunda comunicacion era reducida á avisarle, que los individuos de dicha rejencia se habian visto en la necesidad de refujiarse en Francia, á causa de que el jeneral Mina habia ocupado militarmente el principado de Cataluña y la plaza de Urjel. Le hacia convenientes prevenciones sobre la conducta que debia observar, y prometia mandarle succesiva y oportunamente avisos de cuanto ocurriese en la peninsula Olañeta abrazó la idea con entusiasmo, y misteriosamente se disponia para llevarla á efecto.

Es de advertir que el jeneral Olañeta recibia las noticias de España tres ó cuatro meses ántes que el Virrey La Serna, porque se las mandaban por la via de Buenos-Ayres directamente y sin la menor demora; mientras que para llegar á uno de los puertos intermedios de la costa del Perú tenian que doblar el Cabo de Hornos, valerse de buques estranjeros, y tomar otras precauciones para no caer en algun crucero de la escuadra republicana que dominaba el mar del sud.

Mas tarde se le avisó á Olañeta la vuelta de la rejencia, que con el ejército frances al mando del duque de Angulema habia entrado en España, á principios del mes de Abril de 823: que las partidas armadas en todo el reino para derrocar la constitucion se habian unido á los franceses; y que estos en cincuenta ó sesenta dias de una marcha triunfal se habian puesto frente de Cadiz, á donde las cortes habian llevado á Fernando VII en calidad de prisionero, despues de haberlo declarado en la ciudad de Sevilla incapaz de reinar, y en su virtud constituido rejentes del reino.

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Entretanto la gaceta oficial del Cuzco titulada El Depositario vituperaba la conducta de la Francia, la del duque de Angulema y de los franPublicaba al mismo tiempo la creacion del imperio peruano desde Tupiza á Tumbes, esclamando.-O La Serna establece el imperio peruano, ó nadie lo preserva de infinitos estragos: luego añadía.-Permita el Cielo que logre sus deseos para que militar y políticamente digamos un dia: nadie ha hecho tantos beneficios al Perú como el último de sus Virreyes. En otro número se espresaba así— Los dias se acercán, y acaso en el Cuzco se datarán unos actos que recuerden con gratitud las futuras jeneraciones.

Escribiendo á Oleñata los realistas del Cuzco le decian, que La Serna trataba de negar la obediencia al Rey, y de proclamar la independencia del Perú, para proporcionarles un asilo á los costitucionales de la peninsula. Que habiendo llegado á traslucir su correspondencia con los absolutistas de ultramar, daba orden para que se le formase cuusa por contrabandista; y le metian tales cuentos que agriaron demaciado contra los constitucionales el ánimo de ese jeneral, bastante enaje nado ya.-Antes de la guerra Olañeta habia sido minero y comerciante en Tupiza y Jujui; pero su consagracion al servicio de las armas no le dió lugar para ocuparse en otra cosa, menos todavia el año 23 que lo acababa de pasar en espediciones á la costa de Tarapacá, á Oruro, á la Paz y Cochabamba.

Supo Olañeta por último que Fernando VII habia salido de Cadiz, y que el duque de Angulema lo recibió en el puerto de Santa Maria el dia 1.o de Octubre de 823: que desde el momento en

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