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NÚMERO OCTAVO.

Representacion dirijida al jeneral Sucre por todo el pueblo potosino, inclusas las mujeres y hasta las comunidades relijiosas.

Exmo. Señor Jeneral en jefe.

UESTRO deber para con la Patria, el deseo de nuestra propia conservacion y la de nuestros desendientes, que son las primeras obligaciones de la naturaleza y de la sociedad, nos estrechan é impelen á importunar la atencion de V. E. con el lenguaje de la verdad. El temor de ser degradados del rango de hombres libres, y la prevision de las desdichas que se nos preparan con el retiro de V. E. y su tropa al norte del Desaguadero, exitan en nuestros pechos mociones, que aunque es imposible describirlas no por eso las queremos ocultar. El silencio en esta ocasion vendria á ser una infidelidad imperdonable.

Desde que infortunadamente el jenio de la discordia sacudió en las provincias Arjentinas su fatal tea, los pueblos se han visto impulsados á decretar el aniquilamiento de sus mas ilustres compatriotas, de sus amigos y hermanos. La intriga y los pérfidos amigos de la libertad han trabajado en esclavizar y oprimir la Patria; y de un estremo á otro han rezonado los gritos dolorosos de tantas víctimas, que el ancia de mandar ha inmolado: sus hermosos campos, empapados en la sangre de sus moradores, han sido igualmente peligrosos y desgraciados para los enemigos como para los

amantes de la libertad. Una obscura orda de ambiciosos ha promovido incesantes trastornos, con la interesada mira de apropiarse sus ventajas: combates sangrientos se han sostenido entre los diferentes enemigos del órden, y la anarquía ha reducido á sus habitantes á vivir encorbados bajo el yugo de una ignominiosa servidumbre. El desenfreno es contajioso, y sus síntomas han aparecido ya en el Alto-Perú desde el año quince.

¿Cual será el caos en que queden sepultados estos pueblos si V. E. se marcha antes que se reuna la asamblea convocada, ó antes que ésta desida de su suerte? Estas provincias se hallan dependientes de V. E. mientras sus representantes fijen su futuro destino, y semejante deliberacion no puede tener unidad ni órden sino bajo los auspicios y proteccion de V. E. Abandonados, y espuestos á estraordinarias escenas de calamidad por el choque de las pasiones, fabricaremos con nuestras propias manos nuestra destruccion, produciendo la desgracia de nuestros hijos: nos pondremos á discrecion de tantos tiranos como son los deseos violentos que fatigan el corazon humano; y buscando la felicidad en la encantadora posecion de los derechos del hombre que V. E. ha conquistado, la inconstancia é inquietud de nuestro carácter ó miras inicuas, finjiendo cooperar con nosotros al logro de esta grande empresa, reducirán los pueblos á una obediencia mucho mas dura que la que antes los oprimia.

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No podemos disimular la ignorancia que reina en nuestros pueblos, particularmente sobre todo aquello que mas les conviene saber. Tampoco debemos ocultar la existencia de jenios díscolos que, traspasando los lìmites de la razon, violan las leyes de la justicia y de la humanidad, sin las cuales la libertad no es mas que una licencia mil veces mas funesta que la misma esclavitud. Cualquiera comandante de un cuerpo armado se hará superior á todo gobierno civil, disolverá la. asamblea de un modo imperioso, y por fin seremos arrastrados á las acciones atroces á que se han precipitado los fautores de esas republiquetas, llamadas federales por

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ironia, y á cuyo solo nombre se estremeserán los venideros,

Si su Exelencia nos abandona vendrá á ser, sin quererlo, quien contribuya á sumerjir estos pueblos en un espantoso abismo de amarguras; y sus heroicos servicios, tan recomendables para con la patria, se trasmitirán con indiferancia á nuestra posteridad. Para eso mejor habria sido no traernos el inestimable presente de la libertad, y dejarnos con el antiguo gobierno español; á lo' menos allí habia un órden ó rutina, y el sentimiento de nuestra condicion se mitigaria por la ignorancia y por el hábito.

La resolucion que V. E. ha tomado de retirarse con el ejército libertador hasta Arequipa antes de la reunion de la asamblea, ha llenado de melancolia á todo el pueblo potosino, y parece que se han detenido los sentimientos de alegria que inspiró la presencia de su libertador. En tal situación se ha determinado á suplicarle no salga del Alto-Perú hasta conclucir la obra de nuestra rejeneracion política: en ella está empeñado su honor, su palabra y su nombre esclarecido. Señor, cuando ha sufrido toda especie de privaciones y ha hecho tantos sacrificios para proporcionarnos la independencia: cuando ellos han conducido al templo de la inmortalidad el gran cuadro de sus dias, haga este último para salvarnos. La posteridad que contempla las acciones de los hombres, al tiempo de describir las de V. E. divisará magnánimos afanes y tareas tal vez sin ejemplo; y nuestras futuras familias, que desde ahora pertenecen al Héroe de Ayacucho, bendecirán su tierna memoria, sin cesar de repetir en su honor himnos de gratitud. Potosí 9 de Abril de 1825.

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NÚMERO NOVENO,

Acta de independencia de las provincias del Alto-Perú.

ANZANDOSE furioso el Leon de Iberia desde las columnas de Hércules hasta los imperios de Motezuma y də Atahualpa, es por muchas centurias que ha despedazado el desgraciado cuerpo de América y nutridose con su sustancia. Todos los estados del continente pueden mostrar al mundo sus profundas heridas para comprobar el dilaceramiento que sufrieron; pero el Alto-Perá aun las tiene mas enormes, y la sangre que vierten has-, ta el dia es el monumento mas auténtico de la ferocidad de aquel monstruo.

Despues de diez y seis años que la América ha sido un campo de batalla, y que en toda su estencion los gritos de libertad, repetidos por sus hijos, se han. encontrado los de los nos con los de los otros, sin quedar un ángulo en toda la tierra, donde este sagrado nombre no hubiese sido el encanto del Americano, y la rabia del español; despues que en tan dilatada lucha, las Naciones del mundo han recibido diferentes infor-. maciones de la justicia y legalidad con que las rejio-; nes todas de América han apelado, para salvarse, á la santa insurreccion; cuando los Jenios de Junin y de Ayacncho han purgado la tierra de la raza de los déspo-. tas; cuandu enfin grandes naciones han reconocido ya la independencia de Méjico, Colombia y Buenos-Ayres, cuyas quejas y agravios no han sido superiores á las del Alto-Perú: sería supérfluo presentar un nuevo manifiesto justificativo de la resolucion que tomamos.

El mundo sabe que el Alto-Perú ha sido en el con-1. tinente de América el ara donde se virtió la primera sangre de los libres, y la tierra donde ecsiste la tumba del ultimo de los tiranos: que Charcas, Potosi, Co

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fundamentos con que despues de las mas graves, prolijas y detenidas meditaciones, hemos creido interesar á nuestra dicha no asociarnos, ni á la República del Bajo-Perú, ni á la del Rio de la Plata, si los respetables: Congresos de una y otra, presididos de la sabiduría, desinteres y prudencia no nos hubiesen dejado en plena libertad para disponer de nuestra suerte. Pero cuan-, do la ley de 9 de Mayo del uno, el decreto de 23 de Febrero del otro muestran notoriamente un jeneroso y laudable desprendimiento, relativamente á nuestro futuro destino, y colocan en nuestras propias manos la libre y espontánea desicion de lo que mejor conduzca á nuestra felicidad y gobierno; protestando á uno y otro estado eterno reconocimiento con nuestra justa consideracion, y ardientes votos de amistad, paz y buena correspondencia, hemos venido por unanimidad de sufrajios en fijar la i siguiente

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DECLARACION.

La Representacion Soberana de las provincias del Alto-Perú, profundamente penetrada del grandor é inmenso peso de su responsabilidad para con el Cielo y con la tierra, en el acto de pronunciar la futura suerte de sus comitentes, despojandose en las aras de la justicia de todo espíritu de parcialidad, intereses y miras privadas; habiendo implorado llena de sumicion y respetuoso ardor la paternal asistencia del HACEDOR SANTO del Orbe, y tranquila en lo íntimo de su conciencia por la buena fé, detencion, justicia, moderacion y profundas meditaciones que presiden á la presente resolución, declara solemnemente á nombre y absoluto poder de sus dignos representados: que ha llegado el venturoso dia en que los inalterables y ardientes votos del Alto-Perú por emanciparse del poder injusto, opresor y miserable del Rey Fernando VII, mil veces cor

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