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Apresurando á no volver (4) las horas,
Robó con ellas su vigor al numen.
Sé que negáis vuestro favor divino
A la cansada senectud (2), y en vano
Fuera implorarle; pero en tanto, bellas
Ninfas del verde Pindo (3) moradoras,
No me neguéis que os agradezca humilde
Los bienes que os debí. Si pude un día,
No indigno sucesor de nombre ilustre (4),
Dilatarle famoso (5), á vos fué dado
Llevar al fin mi atrevimiento (6). Solo
Pudo bastar vuestro amoroso anhelo
A prestarme constancia en los afanes
Que turbaron mi paz, cuando insolente
Vano saber, enconos y venganzas,
Codicia y ambición, la patria mía
Abandonaron á civil discordia.

Yo vi del polvo levantarse audaces
A dominar y perecer, tiranos:
Atropellarse efímeras las leyes

Y llamarse virtudes los delitos.

laba, el verso desaparece. Hay casos en que es indiferente acentuar en una u otra parte. Ejemplo:

7

-He reñido à un hostelero.

-¿Por qué? ¿cuándo? ¿dónde? ¿cómo?

-Porque cuando donde como

Sirven mal, me desespero.

(1) A no volver: para no volver.

(2) Ya se dijo en otro lugar, que para los grandes poetas envejecer es crecer.

(3) Monte frondoso y amenísimo del Parnaso.

(4) Del de su padre D. Nicolás Fernández de Moratín, inferior al hijo en la comedia, pero superior à él en inspiración y dotes poé ticas.

(5) Es cierto: sus triunfos en la escena le dieron gran nombradía. (6) Al fin deseado; esto es, à la fama.

Vi las fraternas armas nuestros muros
Bañar en sangre nuestra, combatirse
Vencido y vencedor, hijos de España,
Y el trono desplomándose al vendido
Ímpetu popular. De las arenas

Que el mar sacude en la fenicia Gades (1)
A las que el Tajo lusitano envuelve
En oro y conchas, uno y otro imperio
Iras, desorden esparciendo y luto,
Comunicarse el funeral estrago;

Así cuando en Sicilia el Etna (2) ronco

Revienta incendios (3), su bifronte cima (4)
Cubre el Vesubio (5) en humo denso y llamas;
Turba el Averno sus calladas ondas;
Y allá del Tibre en la ribera etrusca
Se estremece la cúpula soberbia (6)
Que da sepulcro al sucesor de Cristo.

¿Quién pudo en tanto horror mover el plectro?
¿Quién dar al verso acordes armonías,
Oyendo resonar grito de muerte?
Tronó la tempestad, bramó iracundo
El huracán y arrebató á los campos
Sus frutos, su matiz, la rica pompa
Destrozó de los árboles sombríos:
Todas huyeron tímidas las aves

Del blando nido, en el espanto mudas (7);

No más trinos de amor. Así agitaron

(1) La fenicia Gades: la primitiva Cádiz, Málaga, Sevilla y Córdoba fueron fundadas por los fenicios.

(2) Volcán de la isla de Sicilia.

(3) Revienta incendios: expresión impropia y de mal gusto literario.

(4) Bifronte: que tiene dos frentes ó dos cumbres.

(5)

Vesubio: famoso volcán inmediato á Nápoles.

(6) La cúpula de San Pedro, en Roma.

(7)

En el espanto mudas: con ó por el espanto mudas.

Los tardos años mi existencia, y pudo
Sólo en región extraña (4), mi oprimido
Ánimo hallar dulce descanso y vida (2).

Breve será, que ya la tumba aguarda
Y sus mármoles abre á recibirme;
Ya los voy á ocupar... (3). Si no es eterno
El rigor de los hados, y reservan
A mi patria infeliz mayor ventura,
Dénsela presto, y mi postrer suspiro
Será por ella... Prevenid en tanto
Flébiles tonos, enlazad coronas
De ciprés funeral, Musas celestes;
Y donde á las del mar sus aguas mezcla
El Garona (4) opulento, en silencioso
Bosque de lauros y menudos mirtos
Ocultad entre flores mis cenizas (5).

(1)

En Francia, donde hubo de refugiarse como otros muchos afrancesados.

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(3) Con efecto, murió pronto; siendo ésta probablemente su última composición.

(4)

Grande y navegable rio de Francia, que pasa por Burdeos, en cuya ciudad residia el autor.

(5) Ocultad entre flores mis cenizas. Falleció en Paris, (21 de Junio de 1828) y fué sepultado en el cementerio del P. Lachaise. El 5 de Octubre de 1853 fueron trasladados sus restos à Madrid y depositados en la bóveda de San Isidro.-Lo mejor de esta Elegia es el principio y los versos finales.

PROCLAMA DE UN SOLTERÓN

Á LAS QUE ASPIREN Á SU MANO (1).

(Sátira. De D. José Vargas Ponce.)

No son todos los maridos
De una suerte bien tratados,
Ni querría más ducados

Que los que hay arrepentidos.
(Castillejo.)

Frescas viuditas, cándidas doncellas,

Al veneno de amor busco triaca (2);
Ya más no quiero ser Perico entre ellas (3);
A la que guste ofrezco mi casaca.

Hoy, si hacen migas (4) nuestras dos estrellas,

(1) Sin duda alguna esta sátira es la más graciosa que en nuestro idioma existe. Las mismas mujeres celebran la pintura que el autor hace de sus defectos; pues en ella no hay acritud ni la menor dureza, sino el chiste y desenfado propios del género. Todo agrada en esta composición: el plan, que es ingenioso y bien trazado; el lenguaje naturalísimo, sin degenerar en rastrero; las octavas reales, llenas, sonoras y ricas de expresión; y hasta las frecuentes alusiones á cosas de su tiempo y las reminiscencias de los clásicos latinos y franceses, con quienes compite sin desventaja en varios lugares el poeta gaditano.-Pero esta composición, por su naturaleza especial, pedía réplica, y en 1863 la dió publicando otra sátira contra los hombres la discreta señorita doña Micaela de Silva, con el título de Un novio á pedir de boca.--Las notas que llevan esta señal * del autor de la Proclama.

(2)

son

Triaca: del latin theriaca: medicamento: en sentido metaforico según lo usa el autor, se llama asi todo remedio sacado del mismo mal.

(3) Perico entre ellas. Asi suele apellidarse al galán que de continuo mariposea entre las jóvenes, sin preferir á ninguna y sólo para pasar el tiempo.

(4) Si conciertan nuestras inclinaciones, gustos y costumbres.

Mano por mano, juego á toma y daca.
Niñas, ojo avizor; hoy me remato.
¿Cuál es la que echa el cascabel al gato?

¿Están ustedes muchas? ¡Jesús, cuántas!
Y allí viene un tropel... ¡Vaya! Esto es hecho.
¿Será posible con tan lindas plantas
Que yo me quede hogaño (1) de barbecho?
¡Qué coro celestial! Como unas santas
No miran si soy tuerto ó contrahecho.

¿A flor tan ruin acude tal enjambre?

¿Y dirán que hay mal pan, si es buena el hambre?
Pues callen, si es posible, breve rato,

En cuanto aplico mi cabal medida:
Con la que al justo venga, me contrato,
Y maridito cuente de por vida.
Si me aprieta, renuncio á tal zapato;
Suelto me lameré. La despedida
Disimule el desaire y no se ofenda,
Que no es para envidiada tal prebenda.
Oigan en rimas á la pata llana

(Y rabie la hermandad del verso grifo) (2)
Porque no quiero en zarzas ver mi lana,
El pacto marital con que me rifo.
Rubia guedeja peinará la rana,

Y antes habrá coplero sin Rengifo (3),
Que me atrape ninguna, si no hallo

·(1) Hogaño: de hoc anno: este año. Por extensión aplicase á todo lo actual, aunque abrace mayor periodo.

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(2) Y rabie la hermandad del verso grifo; esto es, los aficionados al verso oscuro, enmarañado y altisonante. Alusión á los sectarios de la escuela culterana y conceptista.

(3) Alude al Arte poética española, compuesta por D. Juan Diaz Rengifo, que es una de las más disparatadas obras del ingenio hu mano. Se publicó en 1703, y tuvo mucho crédito entre los copleros. También Moratín (hijo) la cita en su Derrota de los pedantes, Fué reimpresa en Barcelona: 1759.

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