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mandaba formarles causa en averiguacion del grado de criminalidad que hu biera habido en su conducta, y se sujetaba á las viudas de los que hubieran perecido en la expatriacion á la vigilancia de las autoridades en los pueblos en que se estableciesen (8 de agosto). Y pocos dias más adelante (22 de agosto), con motivo de una consulta hecha acerca de los intendentes nombrados por el rey iatruso, se les reprodujo la prohibicion absoluta de regresar á España.

Verdad es, y la imparcialidad exige decirlo, que en este período, y espccialmente durante el ministerio de Cevallos, advertíase al gobierno menos ocupado en la tarea de perseguir hombres y opiniones, y mas dedicado á premiar los servicios hechos al país en la pasada lucha, á reorganizar la nacion, aunque sobre los principios y máximas del antiguo régimen, á promover algunos intereses materiales, y á mejorar el estado lamentable en que por efecto de tantos trastornos habian quedado ciertas clases de la sociedad y ciertos establecimientos benéficos. Menudeaban los reales decretos otorgando mercedes de títulos de Castilla, condecoraciones, ascensos, grados, pensiones, y otras distinciones y gracias á los que se habian señalado en acciones de guerra, y en las defensas de las poblaciones y de las plazas fuertes, y el rey tomamaba á su cargo (21 de julio, 1816) la reedificacion de la ciudad de San Sebastian, incendiada y destruida por los ingleses del modo atroz que en otra parte hemos referido. Restablecíanse conventos, colegios mayores, y otros establecimientos é institutos que la reforma habia suprimido. Dictábanse algunas medidas útiles encaminadas al fomento de la agricultura; se promovia Ja beneficencia domiciliaria; se creaban juntas de caridad, y se discurrian algunos otros medios de proveer á la manutencion y subsistencia de los expósitos y de las clases proletarias.

Era no obstante lastimoso el estado del crédito y de la hacienda, mal administrados los escasos recursos del reino, faltando para suplir á la riqueza nacional las remesas de América, emancipadas ó insurrectas las colonias, creciendo cada dia la deuda pública, debiéndose á la marina, al ejército y á los empleados civiles porcion de mensualidades de sus sueldos ó haberes, no viéndose como ni de dónde poder subvenir á los crecientes apuros y ahogos. El rey aunque al principio estableció en la real casa cierta economía que rayaba en mezquindad, suprimiendo prodigalidades y larguezas que se acostumbraban en los reinados anteriores, y hasta las pequeñas dádivas con que contaban como gajes los palaciegos, después no se mostraba escrupuloso ni en gastar más que sus antepasados, ni en recibir para ello las sumas que, so pretesto de ahorros, le regalaban los jefes de la administracion, y que sufragaban no solo para sus atenciones sino para ir colocando sobrantes en los

bancos extranjeros, como economía y como recurso para una eventualidad. Habíase entretanto verificado uno de esos acontecimientos, que sobre distraer agradablemente los pueblos regidos por monarquías, les hacen comunmente concebir esperanzas de cambios lisonjeros y prósperos: táles son los matrimonios de los reyes. En la primavera de este año (1816) se habia ya concertado el segundo matrimonio de Fernando con la princesa doña María Isabel de Portugal, y al mismo tiempo el del infante don Cárlos con doña María Francisca, hermana de aquella. En el concierto de este doble enlace anduvo mezclado y tomó parte activa un fraile franciscano llamado Fr. Cirilo Alameda, á quien verémos ocupar altas dignidades y representar papeles y cargos de grande importancia en el reinado de Fernando VII., y que al tiempo que esto escribimos ocupa la silla primada de las Españas, investido de la púrpura cardenalicia. Fué el ajuste de aquellos enlaces promulgado y solemnizado con gran pompa y con públicos festejos y alegres demostraciones, y en los muchos meses que todavía mediaron hasta su realizacion, apenas pasaba dia sin que se estampase en la Gaceta alguna noticia de las augustas princesas, ó alguna felicitacion de particulares, de pueblos ó corporaciones. Desde que se embarcaron para venir á España, durante su permanencia en Cádiz, donde se celebraron los desposorios por poderes que para ello llevó de los dos príncipes españoles el duque del Infantado, presidente del Consejo Real, y en su largo y pausado viaje á la capital del reino, el diario oficial salia cada dia lleno de individuales noticias y pormenores acerca de las dos augustas desposadas, y la nacion entera parecia no pensar más que en este fausto suceso.

Una semana permanecieron en Cádiz (del 4 al 14 de setiembre 1816), recibiendo agasajos y obsequios de todo linaje, y tanto en aquella ciudad como en el viaje á la córte, en que invirtieron mas de quince dias, fué la reina acogida como un iris de paz y como un astro de benéfico influjo, á cuyo juicio ayudaba lo agraciado de su fisonomía. La entrada en Madrid (28 de setiembre 1816), acompañada del rey, de los infantes y de una espléndida comitiva, por enmedio de arcos de triunfo, recargados de emblemas y de inscripciones laudatorias en verso, con prodigalidad estampadas (1), fué de lo mas esplendente y lucido que habia visto en España en esta clase de fiestas, y el pueblo de Madrid excedió en demostraciones amorosas á todos los del tránsito. En aquel mismo dia se celebraron las dobles bodas, siendo padrino en ambas el infante don Antonio.

A pesar de la penuria pública, de los ahogos del tesoro y de la ruina completa del crédito, prodigáronse con motivo de las reales nupcias merce(1) Todas ellas seran obra del poeta don Secretaría de Estado. Juan Bautista Arriaza, entonces oficial de la

TOMO XIV.

des y gracias sin cuento; tanto á las clases eclesiástica y civil como á las del ejército y armada, títulos de Castilla, ascensos, empleos, honores, grandes y pequeñas cruces, bandas y grandezas de España. Dos Gacetas extraordinarias se publicaron en un solo dia (13 de octubre 1816), cuyas columnas llenaban exclusivamente los nombres de los agraciados por la real munificencia. Baste decir que se dieron nueve collares del Toison de oro, trece grandes cruces de Cárlos III., se nombraron cuatro capitanes generales de ejército, diez y siete tenientes generales, cuarenta y dos mariscales de campo, setenta brigadieres; en igual proporcion se otorgaron ascensos á las demás clases del ejército de mar y tierra: bandas de María Luisa, encomiendas, cruces, pensionadas y supernumerarias, llaves de gentiles hombres, etc., etc. (1).

Entre las distinciones honorificas que en aquel tiempo se otorgaron nin❤ guna tan señalada como la que el monarca dispensó á su primer ministro don Pedro Cevallos (15 de octubre, 1816); no tanto por el privilegio que le concedió de añadir á los blasones del escudo de armas de su familia el honroso lema ó mote: Pontifice ac Rege æqué defensis, cuanto por los relevantes elogios con que en el real decreto ensalzaba y encarecia sus servicios y merecimientos. Pocas veces un soberano habia adulado á un súbdito en un documento oficial, público y solemne, con alabanzas tan lisonjeras y exquisitas (2). Y sin embargo, á los quince dias justos (30 de octubre, 1816) á este mismo ministro le admitió la dimision que hizo de las secretarias que desem

(4) A Fr. Cirilo Alameda se le dieron los honores del tribunal de la suprema Inquisicion, y una pension eclesiástica de 15.000 reales.

(2) Atendiendo (decia) á los importanetes y distinguidos servicios que por espacio ade muchos años me habeis hecho á mi ay á mi augusto padre, tanto en el desemepeño de los graves negocios puestos á vues«tro cuidado, cuanto en la conducta sábia, aleal y circunspecta que habeis observado «en las delicadas circunstancias de quererse atropellar calumniosamente mi inocencia, cen las de mi exaltacion al trono por renun«cia de mi amado padre, en las de mi viaje «á Bayona, y en las que en esta ciudad ofreació al mundo con escándalo el mayor de los tiranos Bonaparte, á quien hicisteis «frente, y contra quien sostuvisteis con «energía y firmeza de carácter mis derechos ay los de la nacion española: en atencion <tambien å la gloria universal de que os ahicieron digno los dos manifiestos que en

diferentes épocas publicásters con tanta «oportunidad, que corrísteis á la faz de la «Europa el velo que cubria las perniciosas y <desmoralizadas máximas del mismo i rano, «escritos que sin duda influyeron a que fuese conocido, y á que se tratase sériamente de su ruina; y en consideracion por último á los servicios que en la actualidad «me estais haciendo como mi primer secre«tario de Estado y mi despacho, y á vuestra «constante lealtad y amor á mi persona, «siendo mi real ánimo que méritos de esta «naturaleza no se oscurezcan ni espongan «al olvido, antes sí que se perpetúe su me

moria honoríficamente en vuestra ilustre acasa, he venido en concederos privilegio, «etc.-No conocia el buen Fernando que aplaudir y encomiar á Cevallos por su conducta en los sucesos de Bayona y en la defensa de sus derechos contra Napoleon, era deprimirse y condenarse á sí mismo, que babia seguido un conducta diametralmente opuesta.

peñaba, en propiedad la de Estado, la de Gracia y Justicia interinamente, confiriéndolas en los propios términos á don José García de Leon y Pizarro. Y aquel mismo ministro partia luego á Santander, y de allí á la embajada de Viena, dorando con este cargo su honroso destierro.

La situacion desdichada en que habian puesto á la hacienda los desaciertos del reinado anterior, la pasada guerra, la ignorancia económica y las prodigalidades de éste, obligaron á Fernando á prescindir por un momento de las opiniones absolutistas que exigia como primera condicion en todos sus servidores, y á encomendar la gestion de la hacienda pública, en reemplazo de don Manuel Lopez Araujo, al célebre don Martin de Garay (23 de diciembre, 1816), como al único que podia remediar el deplorable estado de la administracion y levantar de la postracion el crédito, por su fama de buen rentista, no obstante ser conocido por afecto al sistema constitucional y á la monarquía representativa con dos estamentos, como perteneciente á la escuela de Jovellanos.

Con este nombramiento, y con las esperanzas que se habian fundado en la influencia y suave ascendiente que se suponia habia de ejercer en el ánimo del rey la bella alma y el natural atractivo de su agraciada esposa, sustituyendo al maléfico influjo de vulgares y corrompidos palaciegos, alentáronse los hombres ilustrados y de ideas templadas, creyendo y como presagiando un cambio feliz en la marcha del rey y del gobierno en direccion opuesta á la que hasta entonces habian llevado. Pronto veremos cómo en el año entrante salieron fallidos los cálculos de los que así pensaban y táles mudanzas manifestaban preveer.

CAPITULO III.

FUNESTO SISTEMA DE GOBIERNO.

NUEVAS CONSPIRACIONES.

Do 1817 á 1820.

Laudable conducta de la reina.-Mala correspondencia del rey.-Escenas deplorables.-Lozano de Torres ministro de Gracia y Justicia.-Elevacion escandalosa.-Sigue el sistema de opresion.-Conspiracion de Lacy en Cataluña.-Trágico fin que tuvo.-Censurables manejos en el proceso y en la ejecucion de la sentencia.-Muere Lacy arcabuceado en Mallorca.-Fallecimiento del infante don Antonio.-Eguía segunda vez ministro de la Guerra.-Infructuosos esfuerzos de Garay para la mejora del crédito y el arreglo de la hacienda, y sus causas.-Lastimoso estado del reino.-Miseria pública. -Plaga de malbechores y bandidos.-Medidas para su persecucion.-Estancamiento de los elementos de riqueza por efecto de las absurdas leyes prohibitivas.-Lamentos de los pueblos.-Política esterior.-Remédiase en algo, aunque tarde, el derecho de España lastimado en el Congreso de Viena.-Malhadada compra y adquisicion de una escuadrilla rusa.-Interior: clasificacion de la deuda del Estado.-Bula pontificia para aplicar á su extincion ciertas rentas eclesiásticas.-Disgusto y enemiga del clero y del partido absolutista contra Garay.-Su caida y destierro.-Salida y reemplazo de otros ministros.-Dolorosa y sentida muerte de la reina Isabel de Braganza.-Triste situacion en que otra vez se encuentran los liberales.-Tiranías y atropellos de Elío en Valencia. -Conspiracion de Vidal.-Suplicio de Vidal y de otros compañeros de conjuracion.Heroismo del joven Bertran de Lis.-Luto grande en Valencia.-Muerte de María Luisa y de Cárlos IV., padres del rey.-Su hermano el infante don Francisco casa con la princesa Luisa Carlota de Nápoles.-Tercer matrimonio de Fernando VII. con la princesa María Amalia de Sajonia.-Carácter de la nueva reina. Empréstito de 60 millones.→ Malestar del reino.-Mudanza de ministros.-Salida de Lozano de Torres.-Ministerio de Mataflorida.-Antecedentes y conducta de este personaje.-Auméntase el disgusto público.-Conspiracion en el ejército. -Síntomas y esperanzas de una sublevacion

general.

La reina Isabel de Braganza hacia en efecto laudables esfuerzos, no solo por captarse el cariño de su régio esposo, sino tambien por apartar de su lado y alejar del alcázar las maléficas influencias que conducian á Fernando

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