Imágenes de páginas
PDF
EPUB

CAPITULO XXI.

INSURRECCION DE CATALUÑA.

LA GUERRA DE LOS AGRAVIADOS.

1826-1827.

Instalacion del nuevo Consejo de Estado.-Temeraria invasion de emigrados.-Los hermanos Bazan.-Su exterminio.-Fusilamientos.-Privilegios á los voluntarios realistas. -Influencia teocrática.-Lamentable estado de la enseñanza pública.-La hipocresia erigida en sistema.-Escepcion honrosa.-Célebre y notable esposicion de don Javier de Burgos al rey.-Efecto que produce.-Ascendiente del conde de España en la córte. -Viaje de SS. MM. á los baños de Sacedon.-Sucesos de Portugal.-Muerte de don Juan VI.-Conducta del infante don Miguel.-Renuncia don Pedro la corona en su hija doña María de la Gloria.-Otorga una carta constitucional al reino lusitano.-Disgusto y agitacion en los realistas portugueses y españoles.-Proteccion de Inglaterra á doňa María de la Gloria.-Manifiesto del monarca español.-Movimientos en España con motivo de los sucesos de Portugal.-Consejos del gobierno francés á Fernando.-Son desoidos.-Exigencias de los realistas exaltados.-Don Carlos y su esposa.-Los agraviados de Cataluña.-Federacion de realistas puros.-Se atribuyen maliciosamente los planes de rebelion á los liberales emigrados.-Estalla la primera rebelion realista en Cataluña.-Es sofocada.-Fusilamiento de algunos cabecillas.-Proclamas y papeles que descubren sus planes.-Indulto.-Segunda y más general insurreccion.-Reuniones de eclesiásticos para promoverla.-Junta revolucionaria de Manresa.-Pónese á la cabeza de los sediciosos don Agustin Saperes (a) Caragol. - Alocuciones notables.-Bandera de los agraviados.-Proclaman la Inquisicion y el exterminio de los liberales.-El clero catalan.-Levantamiento de Vich.-Cunde la insurreccion en todo el Principado. -Resuelve el rey pasar en persona á Cataluña.-Vá acompañado de Calomarde.-Su alocucion á los catalanes.-Refuerzos de tropas.-El conde de España general en jele. -Van siendo vencidos los insurrectos.-Sorpresa grave del conde de España en un convento de Manresa.-Resultados de aquel suceso.-Huida de Jep dels Estanys. -Entrada del de España en Vich.-Diálogo notable con aquel prelado.-Derrota de los rebeldes. -Curioso episodio de la célebre realista Josefina Comerford.-Pacificacion de Cataluña. -La reina Amalia es llamada por el rey.-Recibela en Valencia.-Festejos en esta cindad.-Misteriosos y horribles suplicios en Tarragona.-Pasan á Tarragona el rey y ia reina-Prision y castigo de Josefina.-Vá el conde de España á Barcelona.-Evacuan

la plaza las tropas francesas.-Trasládanse á Barcelona los reyes,-Cómo son recibidos y tratados.-Primeras medidas del conde de España contra los liberales.-Síntomas de grandes infortunios.

Por suplemento á la Gaceta de Madrid de 17 de enero (1826) se anunció haberse instalado solemnemente el dia anterior el nuevo Consejo de Estado, creado por real decreto de 28 de diciembre último, presidiendo el rey la ceremonia y ocupando la silla del trono, y teniendo á sus lados á los infantes don Cárlos y don Francisco. El duque del Infantado, como primer secretario de Estado y del Despacho, pronunció un discurso, del cual fueron las más notables las frases siguientes:

«De todas nuestras atenciones ningunas más sagradas que la de ser unos «vigías constantes de la seguridad del trono, y la de conservar ilesos los legi<timos derechos que V. M. heredó con la corona de las Españas, evitando que por persona ni so pretesto alguno sean desconocidos ó menoscabados. Sí; ju<«ramos y prometemos á V. M. que no descansarémos mientras nos conste que «existen enemigos de vuestra soberanía, cualquiera que sea la máscara con «que se disfracen, ó do quiera que se oculten; aun en las cavernas tenebrosas «de su malignidad, allí los descubriremos, y los presentarémos á la innata «clemencia de V. M.» Y concluia protestando que el Conssjo llenaría su mision con calma, con prudencia, con la más estricta imparcialidad, y libre de todo espíritu de partido.

Quiso la mala suerte para los liberales, que los primeros que dieran ocasion al gobierno para desplegar nuevamente su fiero rigor contra los que consideraba enemigos de la soberania, fuesen de la clase de los constitucionales emigrados, que preocupados con una idea, ciegos en su delirio, y desconociendo desde el estranjero las circunstancias y el verdadero espíritu de su país, fascinados con la ilusion de que los aguardaban para unírseles á su llegada numerosos partidarios, se lanzaban á temerarias empresas, soñando facilidades y triunfos halagueños. Tál les sucedió al coronel don Antonio Fernandez Bazan y su hermano don Juan, que con algunos otros jefes y sobre sesenta individuos que los seguian, desembarcaron una noche en la costa de Alicante (18 á 19 de febrero, 1826), y cercaron al amanecer el pueblo de Guardamar. Muy pronto se abrieron sus ojos al desengaño. En lugar de los numerosos adictos que confiaban habian de levantarse en su favor, echáronseles encima los voluntarios realistas de la comarca, como ansiosos de devorar la presa que se les venia á las manos. Quisieron los invasores reembarcarse, mas como se lo impidiese el contrario viento, buscaron amparo en la áspera y quebrada sierra de Crevillente. Los gobernadores militares de Orihuela, Alicante y Múrcia, todos enviaron fuerzas contra ellos; los realistas

de Elche los alcanzaron, y mataron al teniente coronel don José Selles, haciendo varios prisioneros. Perseguidos y acosados los demás por la sierra, don Juan Bazan cayó mortalmente herido; desesperado el don Antonio, intentó acabar con la vida de su hermano y con la suya propia disparando dos pistolas, mas con tan mala suerte que en ambas le falló el tiro. Abalanzáronse sobre ellos sus perseguidores, y ambos fueron hechos prisioneros con bastantes de los suyos. Bazan fué fusilado en Orihuela sobre las mismas parihuelas en que habia sido conducido por sus heridas (4 de marzo, 1826), sufriendo con a Imirable serenidad la muerte (4). En Alicante corrió la sangre de veinte y ocho víctimas; la de algunas más tiñó el suelo de otros pueblos.

El artículo de oficio, en que se anunciaba por Gaceta extraordinaria este suceso comenzaba: «Una nueva gavilla de aquella ralea de desalmados foraagidos á quienes no escarmienta la esperiencia, etc.» Así eran tratados y calificados oficialmente los que, si bien con ligereza y con indiscrecion, obraban muchas veces á impulsos de una idea política, y guiados por un fin á sus ojos patriótico y noble. Cada chispa de estas que saltaba daba pié para que arrec iáran los furores de la persecucion, y para que se apretáran los resortes de la máquina. Estendíanse á nuevas clases las purificaciones. Mudábanse los capitanes generales de las provincias (2). Nombrábase un inspector general de voluntarios realistas (3); concedíanse á estos cuerpos nuevos privilegios, como los de exencion de cartas de seguridad, y de libre introduccion por las provincias

(4) Escribian de Orihuela, al tiempo de noticiar la muerte de este desgraciado, que habia pedido la imagen de la Virgen, y orado ante ella con las lágrimas en los ojos, admirando y enterneciendo á todos los cireunstantes, y que había suplicado siempre al confesor que no le desamparase ni un instante. No cabe duda, añadian, en que ba muerto como un buen cristiano.-Gaceta del 23 de febrero, 1826.

Pero en la Gaceta del propio dia se estampaba la siguiente correspondencia, que repugna á la cultura, á la humanidad, y hasta al buen sentido: «Ayer fué ahorcado aen esta Antonio Caso, alias Jaramalla: muarió impenitente, y dejando consternado al <numeroso concurso que asistió á este hor<rible espectáculo, haciéndolo más espantoso un terrible torbellino que se observó al «espirar este malvado, quien salió de la cáracel blasfemando, y diciendo táles palabras aque no se pueden referir sin vergüenza; y «á pesar de haberle puesto una mordaza, repetía como podia: «viva mi secta, viva la

institucion masónica:» así fué arrastrado aá la cola de un caballo hasta el patibulo. «Por más diligencias que han hecho sacer«dotes de todas clases, no han podido conaseguir que ni siquiera pronunciase el nomabre de Jesús y de Maria, antes bien los despreciaba con injurias é inauditas blas«femias: despues de muerto se le cortó la «mano derecha para ponerla en el sitio de asus delitos, y arrastrando su cadáver lo «condujeron al muladar. Así concluyen mi«serablemente su vida estos proclamadores «de la libertad, y esta es la felicidad que «prometen á los que los siguen, ir á parar «donde van las bestias.»-¡Así se escribia oficial y semi-oficialmente en la Gaceta del gobierno!

(2) En esta ocasion pasó de Castilla la Vieja á Navarra el duque de Castroterreño; fué destinado á Castilla la Vieja don Francisco Longa, á Aragon don Felipe SaintMarch, y á Valencia don José O'Donnell.

(3) Lo fué don José María Carvajal, que mandaba la provincia de Valencia.

exentas del armamento que necesitasen, con lo cual crecia su orgullo, y se iban considerando como los señores privilegiados del reino, aparte del clero, que era la clase y el poder dominante, pero uniéndose admirablemente las dos influencias para los mismos fines.

Confiada á los frailes la enseñanza de las universidades y seminarios; dirigidos por los jesuitas los colegios mayores; designados para libros de testo los que contenian doctrinas más favorables á la teocracia y al poder absoluto de los reyes; prohibidos por los obispos los libros en que pudiera aprenderse algo de filosofía, ó de economía política, ó de crítica histórica, siquiera no se rozasen ni con la religion ni con la moral (1); sujetos á purificacion, no solo los profesores y alumnos de todas las clases y escuelas, sino tambien las maestras de niñas, la educacion de la juventud tomaba un tinte de oscurantismo y de hipocresía, que amenazaba sumir á la nacion en la más ruda ignorancia. Decimos de hipocresía, porque hacíase particular estudio y poníase singular esmero en prescribir y hacer ejecutar ciertas prácticas esteriores de devocion, á que se procuraba dar todo el aparato y toda la publicidad posible. Señalábanse ciertos dias para que los estudiantes todos de cada establecimiento confesáran y comulgáran en cuerpo y como procesionalmente. Hacian lo mismo los voluntarios realistas por batallones y con sus jefes à la cabeza; la tropa, los empleados públicos de cada departamento, los jueces, magistrados y curiales. Daban ejemplo el monarca y los príncipes, el nuncio y el patriarca, marchando á la cabeza de las cofradías. Y como el 4826 fuese Año Santo, á causa del jubileo concedido por el Sumo Pontifice á los que visitasen las iglesias, la España, como observa un escritor, parecia haberse convertido en una procesion continuada que se cruzaba en todas direcciones, y se estendia desde la capital de la monarquía hasta el más despreciable lugarejo.

No faltó, en medio de todo, algun español ilustrado, que levantára con energía su voz contra aquella política, contra aquel sistema de gobierno, y principalmente contra las rudas persecuciones y la proscripcion de los hombres liberales, y que la hiciera llegar desde larga distancia hasta el trono mismo. Hizo este servicio, con un valor raro en tiempos de tiranía, el distinguido literato don Javier de Búrgos, en su célebre Representacion al rey de París en 24 de enero de 1826. Hallábase Búrgos en la capital de Francia desde 1824, comisionado por el director de la Caja de Amortizacion para remover ciertos obstáculos que impedian la realizacion del empréstito Guebhart

(1) Entre infinitas obras prohibidas se contaban, por ejemplo, el Informe sobre la Ley agraria, de Jovellanos; la Historia Criti ca de España, de Masdeu; la Teoría de las

des

Córtes y el Ensayo de la Legislacion, de Marina, y otras todavía más inocentes y más estrañas á la religion, á la política y á la moral.

contratado por la Regencia que habia presidido el duque del Infantado. Despues de allanadas algunas dificultades, que permitieron entrasen al año siguiente 170 millones en las arcas del tesoro, confió á Búrgos otras comisiones el gobierno español, y como en sus comunicaciones y respuestas hiciese siempre aquél indicaciones y reparos sobre la errada marcha política del gobierno, mereció que se le excitara de real órden á formular esplicitamente lo que no hacia sino indicar. Por respuesta á tál escitacion envió su famosa Esposicion á Fernando VII., denunciando los males que aquejaban á España en aquella época, y proponiendo las medidas que para remediarlos podia adoptar el gobierno.

Las cuestiones que en ella se propuso Búrgos resolver fueron las siguientes:-1.¿Aquejan á España males gravísimos? 2.a ¿Bastan á conjurarlos los medios empleados hasta ahora? 3. Si para lograrlo conviene emplear otros, ¿cuáles son éstos?-Resolvia estas cuestiones, proponiendo, entre otros medios, una amnistía ilimitada; poner en venta 300 millones de bienes del clero, con arreglo á una autorizacion otorgada ántes por el Sumo Pontífice; separar de las atribuciones del Consejo de Castilla la administracion superior del Estado, y confiársela á un ministerio especial, denominado de lo Interior. La Memoria era estensa, llena de elevadas máximas políticas y de principios administrativos, espuesto todo con raciocinio lógico, elegancia y energía de estilo, lenguaje vigoroso y franco, raro y'admirable en un período de espantosa reaccion, y constituia una especie de programa de gobierno, que el autor tuvo más adelante, como habremos de ver, ocasion de plantear. Hiciéronse y circularon en prodigioso número copias manuscritas de esta célebre esposicion (1); la opinion liberal la recibió con entusiasmo y le prodigaba aplausos infinitos; el rey pareció haberla acogido sin disgusto, y aun con benevolencia, pues dió á su autor el premio, aunque pequeño, de la cruz supernumeraria de Cárlos III.

Mas á pesar de esta muestra de aprecio, no pareció haber sido bastantes las máximas y consejos de Burgos á mover al rey á cambiar de política, como ha podido observarse por los hechos que hemos referido de este tiempo. El clero y los voluntarios realistas continuaban siendo como los dos poderes del Estado. El conde de España desde la captura y el fusilamiento de Bessières habia tomado un gran ascendiente en la córte: el rey le hizo merced de la grandeza de España, y le dió el mando de la guardia real de infantería. Pero

(1) En julio de 1834 la imprimió en Cádiz un desconocido. Hoy forma el primer Apén⚫ dice á los Anales del reinado de Isabel 1., obra póstuma de don Javier de Burgos.

Habíamos peñŝado trascribir algunos trozos notables de ella, pero es documento que merece ser conocido en su conjunto.

« AnteriorContinuar »