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engendra el desaliento y la desesperacion de los infelices que lo derraman. (Bien, bien.)

El señor Lasagra ha reconocido el principio de la propiedad de las aguas, pero lo quiere en combinacion con la tutela é intervención del gobierno. Llamada la comision á esponer una idea sobre la materia de que nos ocupamos, ha querido poner al frente de su sistema la máxima justa é incontradecible de la propiedad sobre las aguas de la manera mas absoluta. Sin la propiedad, señores; sin ese carácter distintivo; sin ese gérmen generador del trabajo; sin ese título de seguridad y confianza; sin ese escudo, que proteje á quien lo tiene contra las agresiones de los demás, no podria aspirarse sino á una posesion incierta y precaria, y ni los afanes serian tan constantes y obstinados como debieran serlo, porque todo se resiente de la inestabilidad, ni aunque lo fueran podrian dar resultados grandes y Lisongeros, porque todo viene afectado de esa marca funesta de incertidumbre y oscilacion. La vida social entonces no es mas que la triste y miserable parodia de la vida nómada ó salvage. (Bien, bien. Aplausos.)

Si pues el agua aumenta nuestro patrimonio; si cede á nuestros cálculos y deseos; si ensancha la periferia de nuestra riqueza y de nuestros goces; si cambia de todo punto en beneficio nuestro el estado de las cosas, convirtiendo en tierras feraces, pobladas de flores y de frutos, los terrenos que antes se negaban á nuestro cultivo y esfuerzos, necesario es convenir en que debe escribirse en el catálogo de las demás propiedades.

Reconocida la propiedad de las aguas, la comision se ha ocupado de su distribucion justa y equitativa. En esta parte no ha hecho otra cosa que seguir la escala del interés. Primero se conceden al abastecimiento de las poblaciones, porque la primera necesidad es vivir, y sin agua no se vive. Luego se ha concedido á la agricultura, porque despues de vivir, lo que mas interesa es crear productos. Luego se ha concedido á los canales de navegacion, porque una vez creados los productos se necesitan trasportar á donde exijan las circunstancias del pais y de la

época. Por último y en postrer término, se ha aplicado á los ar→ tefactos, ya porque estos ocupan la última grada en la escala del interés, y tambien porque los artefactos tienen como agentes el aire y el vapor, en tanto que la tierra no tiene otro recurso que el riego fecundante y bienhechor. (Aplausos.)

Establecida esta gradacion en el aprovechamiento de las aguas, se nos presenta una cuestion grave en primer término. ¿Deberán concederse por motivos de inmediacion, ó por el de mayor ventaja comun? La comision ha estado por esto último, porque el universo, los pueblos todos no son mas que una gran familia, y es el cimiento de los gobiernos representativos principalmente, que la voluntad y el interés de los menos ceda y se sacrifique á la voluntad y al interés de los mas.

Y colocados los derechos en la misma línea, ¿cuál deberá ser preferible? El mas antiguo sin disputa, porque todos los nuevos establecimientos, todas las nuevas concesiones llevan la condicion espresa ó tácita de que se entiendan sin perjuicio del derecho de los primeros poseedores. De este principio surge inmediatamente una consecuencia; y es que cuando las aguas minoran de modo que no bastan al riego antes concedido, deben perder los últimos á quienes se concedieron, porque en esta parte son muy respetables y sagrados los derechos adquiridos con an terioridad, que vienen recomendados por la religion misma de su vejez. (Aplausos. Bien, bien.)

El señor Musso se ha ocupado de las penas que deben imponerse á los infractores de los reglamentos. La comision entiende que se necesita mucho tacto para establecerlas á igual distancia de los estremos, porque si son demasiado suaves y benignas no retraen al hombre en el camino del crímen, y si son demasiado duras, el corazon del juez se resiste á imponerlas, y esta estraviada demencia se convierte en un manto nocivo de

impunidad. (Aplausos.)

Señores; por una estraña coincidencia, se ha venido á des batir nuestro dictámen el último dia y á última hora, de modo que nuestra reunion es hoy á la vez de discusion y de despedi

da. Inmensos bienes deben resultar de nuestros trabajos, si se miran como otros tantos caminos de esploracion para hacer lugar á grandes reformas y á útiles adelantamientos. La agricultura, fielmente representada por tantos órganos, ha reducido á una fórmula clara y precisa las necesidades que la aquejan, la causa de su abatimiento y el lastimero grito de su miseria. (Aplausos. Bien.) Nosotros vamos á separarnos, pero es necesario que nos mantengamos unidos en el mismo pensamiento, y que procuremos inculcarlo á los demás. Es necesario que pensemos que nuestra nacion es esencialmente agrícola, y que del suelo debemos sacar nuestra riqueza, sin ir á buscarla á remotos climas, siguiendo el rumbo y los caminos que nos abrieron las afortunadas naves de Colon. (Aplausos.) Es necesario que pensemos en el cuadro triste y lastimoso que ofrece nuestra agricultura, y que en tanto que preparamos un banquete, que solo puede hacer justificable el plausible deseo de celebrar nuestra emancipacion de tantos errores, y trabas, y la inauguracion de dicha y de ventura; en tanto, digo, que preparamos.ese banquete, millares de agricultores tienen que arrastrarse para penetrar en sus pagizas chozas, que en ellas no tienen un pedazo de pan que llevar á su boca con sus escuálidas manos, que apenas cuentan algunos harapos para cubrir su desnudez y preservarse del rigor de la estacion que adelanta, y que no tienen para descansar de la fatigas del dia, sino unas pobres pajas, inferiores en esta parte en mucho á algunos perros y caballos á quienes ha cabido mejor suerte. (Bien, bien. Repetidos aplausos.) Este cuadro, señores, triste, tristísimo, desgarrador, pero demasiado exacto por desgracia, debemos tenerlo siempre grabado en . nuestra memoria y en nuestros corazones. (Bien, bien.)

Por lo demás, vosotros habeis cumplido con los deberes que os impone la confianza de que sois depositarios; y al volver á vuestros hogares, vuestros conciudadanos se aplaudirán de haberos encargado una defensa que tan bien habeis sabido desempeñar, y confiádoos unos intereses que tan bien habeis sabido proteger. (Repetidos aplausos.)

MANIFESTACION

escrita por el señor Lopez, en nombre del partido progresista, y publicada en el Eco del Comercio.

Llamado el pais á decidir la cuestion política en la próxima contienda electoral, interés y aun deber es de los partidos esponerle sus doctrinas, demostrándole el gérmen de prosperidad que encierran y que debe ser el resultado inmediato de su aplicacion. Otra circunstancia particular decide hoy al partido verdaderamente progresista á dirigir su voz á los electores. Despues de haber pasado por la amargura de ver desertar de sus filas á muchos hombres, que abjurando de sus principios han pretendido conservar hipócritamente su enseña, pudiera suceder que en la natural y justa impaciencia por el bien, producida por la esperanza, tantas veces burlada como crédulamente concebida, en el recuerdo amargo de tantos desengaños, se creyera que las doctrinas del progreso son estériles ó infecundas, confundiendo los que así pensasen, con las teorías que nunca engañan, los errores de los que solo las invocan para desacreditarlas. Funesto sería para el pais que esta equivocacion se arraigase é influyera en el ánimo de los electores. La apostasía de los hombres no daña nunca á la santidad de los principios, ni sobre esto debe recaer la censura que refleja entera sobre la frente de los impostores.

Comisionados los que suscriben para desempeñar este trabajo en una reunion de progresistas envanecidos con este título, firmes y consecuentes en sus creencias, se limitarán á esponer los hechos de la manera mas desapasionada y sencilla, porque la historia que ha vivido con nosotros, harto desconsoladora de suyo, no necesita comentarios, y porque para condenar ese padron de decepcion é ilegalidad que encierran sus páginas, basta el impulso, y aun el instinto del patriotismo y de la lealtad.

Publicada en 1837 la ley fundamental que nos rige, y que mas veces ha sido para los hombres del poder objeto de un culto hipócrita que de una adoracion sincera, empezóse á bastardear por leyes secundarias inconciliables con su espíritu, y por una marcha tortuosa que acabó con el sufrimiento de los pueblos, alzados en masa para vengar tantos ultrages en 1.o de Setiembre. En aquel dia se pronunció la condenacion mas solemne contra las ilegalidades y los abusos; en aquel dia se presentó la nacion imponente á la par que generosa con sus opresores; en aquel dia se postró todo ante la decision heróica del pueblo; mas cuando debia creerse que en aquel dia se incardinara tambien una nueva época de libertad, de justicia y de desarrollo intelectual y material, tan anhelado por los que acababan de hacer tan costosa conquista, pronto pudo advertirse que solo se habia mudado la decoracion por cortos instantes, y que nuevos actores se encargaban de continuar los mismos papeles y el mismo drama que habia despertado el odio y la cólera popular.

Una reina habia dimitido de hecho la regencia de que estaba encargada: los ministros que hasta allí la habian aconsejado, se veian dispersos y fugitivos: la nacion tocaba una de esas grandes crisis en que el instinto de conservacion descuella sobre todas las convenciones; pedia de todas partes una junta central que reasumiese su pensamiento y lo materializara; pero los mismos hombres que poco antes proclamaban el principio de la soberanía nacional en todo tiempo y circunstancias, entonces no vaci

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