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Este era el desafio del miedo, la jactancia de la cobardía, una ridicula esclamacion de la vanidad y de la miseria. Era sofocar un grito para sentir una desesperacion.

Pero en los niños se observa el fenómeno de querer apresurar la marcha del tiempo mas que en las otras edades. Su deseo inquieto y permanente es el de llegar á ser hombres. ¡Inocentes! ¡Si supiérais lo que quereis! Quereis trocar el bien per el mal, la alegría por el dolor, la paz por las inquietudes y el eden por el infierno. Quereis arrojar vuestros dias de dicha y de esperanza á esa gran sima que todo lo traga, como arrojais al viento las cometas fabricadas por vuestras manos. No pensais que en estas recojeis el hilo cuando os cansais y en que el tiempo que huye no vuelve nunca.

Pero volvamos á la educacion de la infancia. ¿Es preferible apresurarla amontonando las ciencias, las enseñanzas y los preceptos en cabezas tan tiernas y delicadas, en que el volúmen es siempre la confusion, ó da mejores resultados esperar á que la razon aparezca y se desenvuelva, esperar á que el pensamiento sirva de guia al pensamiento y la inspiracion caiga del cielo, en vez de llamarla y casi forjarla con nuestra voz perdida é impotente? Ejemplos podrán presentarse en favor de uno y otro sistema; pero yo veo que los grandes hombres se han formado casi por sí mismos, que son una planta espontánea que crece y se desarrolla á la vista del mundo admirado cuando la mano de la Providencia la ha dejado caer sobre la tierra. El génio se revela en las ciencias como en las artes. El pintor que atenido á las reglas no haga mas que copiar cuadros que otros trazaron, dará nunca esos golpes atrevidos y felices que valen una reputacion y una fortuna. La inspiracion nos viene de adentro, y no la enseñan ni los libros, ni los hombres.

no

Pero lo que sí es una gran ventaja es haber recibido las primeras impresiones en medio de los campos, ó lo que es lo mismo, en el seno de la naturaleza. La sociedad proporciona á un niño distracciones; la soledad le envia pensamientos. En aquella se goza, en esta se siente. En la primera todo se sujeta á

la costumbre; ca la segunda todo es libre y primitivo. Allí hay enseñanza, aqui hay inspiracion. Allá es el niño lo que son los otros, acá es él y solo él. Allí se vacia en un molde preparado, aqui no tiene mas guia que su alma, ni mas moderador que su corazon, ni mas consejero que su conciencia, ni mas limites que los del pensamiento, ni mas cuadro que el de la naturaleza, ni mas pincel á la vista que el de Dios, que ha trazado millones de maravillas sobre el gran lienzo que forma el universo. Los libros enseñan las formas del pensamiento; pero este está en nosotros, y se desarrolla en nuestras cabezas mejor que á la vista de unos renglones impresos en papel frágil y reducido, á la presencia de ese gran libro que ha escrito el supremo Hacedor, en que cada línea es un alarde de su omnipotencia y cada letra un portento que abisma nuestra pequeñez. En las sociedades, el alma y el corazon duermen al compás de los arrullos del mundo; en la soledad el alma y el corazon velan, se mueven, gozan, respiran libremente, sienten y lloran, y sus lágrimas son el rocío bienhechor que hace brotar el gérmen de los grandes hombres: no esa grandeza equívoca ó comprada, frecuentemente confundida con la impotencia ó con la miseria, sino la grandeza de los instintos, la elevacion del espíritu, la virtud de la abnegacion, el vuelo del génio que se separa del mundo para remontarse á los cielos, que son su mansion privilegiada. ¿Dónde recibió Chateaubriand ese soplo de inspiracion que dá á sus obras un valor que no perecerá? En los bosques de Combourg. ¿Dónde empezó Lamartine á fabricar sus pensamientos, esos pensamientos que son una contínua y sentida poesía que habla siempre al corazon por medio de las imágenes? En los campos de la pequeña aldea de Milly, donde corria su infancia ociosa y descuidada. Los hombres forman á los niños á imágen de la sociedad en que viven, pero solo las soledades pueden formar hombres por el sentimiento; hombres verdaderamente á la imágen de Dios.

Pero no es solo que el retiro engendre al pensamiento, que debe recorrer el mundo como una saeta el espacio, para poblar

lo con sus ecos sublimes. Es tambien que revela al alma el conocimiento de la divinidad, y le inspira los principios de una religion bienhechora y comun. Al contemplar el cuadro que la naturaleza ofrece a nuestros ojos, el hombre se postra en los trasportes de su entusiasmo, y esclama profundamente conmovido:-Hay un Dios. Tantos prodigios no pueden ser hijos del acaso, tanto órden y regularidad que se suceden y perpetúan sin desmentirse jamás, necesita obedecer á una mano reguladora que arregle sus movimientos.-Entonces adora á Dios en sus obras, que son su magestad, en la naturaleza, que es su altar inmenso, y en el espacio, que es su verdadero templo. Entonces se siente por los demás esa simpatía misteriosa, esa adhesion intensa y dulce que los enlaza á todos por un vínculo fraternal. Mas los hombres, que todo lo desfiguran y lo alteran, han sustituido á esa adoracion del corazon, única aceptable, salmodias aprendidas y no inspiradas, que se repiten maquinalmente, prácticas inútiles, privaciones estériles é infecundas, que de ningun bien son para la humanidad. No: la verdadera religion es la fé; la verdadera virtud es la caridad.

TOMO VI.

8

LA JUVENTUD.

Hemos llegado á esa edad dichosa y atormentadora á la vez, á esa situacion que no se define, porque mal podria definirse lo que no se acierta á comprender ni menos á esplicar. Como los juegos son la ocupacion de la niñez, el amor es la ocupacion de la juventud, que cuesta algunas veces la vida y casi siempre la felicidad de todo un porvenir.

No me propongo hablar para esas almas frívolas ó vacías que no conocen el sentimiento, que si alguna vez lo conocen no llegan á comprenderlo, y para las que el amor no es mas que un espectáculo á que se asiste con vista distraida y que se olvida en el momento que ha concluido. Hablo para esas otras almas menos fáciles de hallar, y acaso tambien menos felices, para las cuales el amor es una religion, y en las que aun despues de haberse desvanecido, queda siempre un altar, un recuerdo y muchas lágrimas para la memoria de lo pasado, un culto secreto, una palabra dolorosa que ya no pronuncia el labio, pero que suena lastimera y profunda en el solitario albergue del corazon.

Mi juventud fué borrascosa. Mi alma era una pura fantasia y mi corazon una sima sin fondo: y basta decir esto para comprender que no habré encontrado muchas almas en el mundo dispuestas á seguirme en un vuelo que aleja de la tierra, y en una concentracion que hace rodar á los abismos. El mundo tiene otros hábitos, otros pensamientos y otro diccionario. Prefiere un giro tranquilo y variado en derredor de todo lo que es bello; prefiere los festines al recogimiento, y para él solo son amor la corrupcion ó la locura.

Yo he comprendido este sentimiento de un modo muy diferente. Acaso le comprendia en formas exageradas; pero he querido siempre que la grandeza de la idea correspondiese á la

grandeza del objeto. He creido que el amor es la vida; mas que la vida, porque es el sentimiento; no ese sentimiento rápido y fugaz que se evapora con las distracciones, que se apaga con los ruidos, que muere con el tiempo; sino ese otro sentimiento intenso, profundo, inmortal como el corazon de que nace, infinito como las encantadas regiones en que se pierde. Al recordar esa crónica, no sé si esperimento dolor ó vergüenza. Soplo un carbon casi apagado, pero todavía me queman las chispas que estallan á mi aliento, y me hace saltar las lágrimas la ceniza que cae sobre mis ojos. ¡Triste antitesis de la vida! Se ama para ser desgraciados, y deja de amarse para dejar de ser hombres. El amor es por lo comun un martirio; pero un martirio que se busca con afan, que se saborea con el ardor del delirio y que atestigua todo lo sublime y santo de la religion, de que forma parte (1).

(1) La última enfermedad del señor Lopez obligó á este á suspender el presente trabajo, que publicamos como un fragmento lleno de bellezas.

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