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Este es un contraprincipio que apenas se concibe cómo hayan podido acreditarlo la arbitrariedad y la lisonja. A proporcion que el crímen sea mas enorme, se hace menos creible. La ley misma de los bárbaros pedia tres testigos para convencer delitos atroces, en tanto que bastaban dos sobre las faltas comunes; y de seguir es el consejo de un sábio que á este propósito ha dicho: «Aprovechémonos de la verdad donde quiera que se encuentre, sean ó no bárbarcs los pueblos que la proclaman, porque el mayor enemigo de la verdad no es la ignorancia, sino el error.»>

Nuestra legislacion práctica y viva parece calcada sobre el mismo espíritu. Dos testigos pide la ley de Partida para prueba, y añade que uno solo no baste como no sea emperador ó rey. Aquí no hay ni siquiera un testigo, y sin embargo se pide la pena inmediata á la de la vida y pérdida perpétua para el honor. No hay, se repite, sino indicios, y así lo ha confesado el fiscal en cien lugares de la causa. No contestará el defensor á su pretensiond esmedida; dejará que por él responda la ley, tanto á los militares como á los que no lo son, y con sus palabras literalmente trasladadas se cerrará esta defensa. «Criminal pleito (dice la ley) que sea movido contra alguno en manera de acusacion ó de riepto, debe ser probado abiertamente por testigos ó por cartas ó por conoscencia del acusado, y no por sospechas tan solamente. Ca derecha cosa es que el pleito que es movido contra la persona del hombre ó contra su fama, sea probadò y averiguado por pruebas tan claras como la luz, en que no venga ninguna duda.» Y todavía añade: «Porque mas santa cosa es quitar al hombre culpado contra quien no pueda hallar el juzgador prueba clara y manifiesta, que dar juicio contra el que es sin culpa, aunque hallasen por señales alguna sospecha contra él. Esta ley parece dictada como en profecía para este caso. Ella responde á todo. El fiscal podrá insistir en su juicio abiertamente contrario á estas máximas tutelares; mas que piense antes de sostenerlo que no es contra el acusado contra quien se dirige su conclusion, sino contra la ley que lo ampara y

TOMO VI.

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que prohibe pueda ser condenado por indicios ó sospechas. Mas podemos decir todavía. Cuando hay prueba en pró y en contra, y perplejo entre unas y otras, el ánimo de los jueces no sabe á cuál inclinarse, la ley manda que absuelvan. «Porque los juzgadores (dice), deben ser siempre aparejados mas para quitar al demandado que para condenarlo, cuando hallaren derechas razones para hacerlo.». Por tanto, y repitiendo que se ofrece prueba sobre los estremos de haber acudido en todas ocasiones de movimiento ó agitacion el brigadier D. Gregorio Quirona y Frias, á los puntos en que tenian lugar para enterarse de la realidad de los hechos y en seguida ir á presentarse á la autoridad militar, como tambien de ser de estatura mas que regular y no haber llevado nunca patillas, el defensor, cumplida su mision como lo está, entrega la suerte del acusado á la rectitud del tribunal, confiado en que sabrá apreciar las consideraciones espuestas y dictar la sentencia que hacen inescusable las leyes y principios que se han enunciado repetidamente.

Pido y suplico al consejo en mérito de todo, se sirva absolver libremente al brigadier Quiroga, declarando que esta causa no perjudique á su honor y buen nombre en el caso de no remitirla á los tribunales civiles, ni pueda perjudicarle en una carrera en que hasta ahora ha seguido grangeándose la estimacion confianza de sus gefes, y que pueda continuar prestando servicios al pais y á las instituciones que felizmente lo rigen. Madrid 21 de Octubre de 1841.

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ESPOSICION RAZONADA

de los principales sucesos políticos que tuvieron lugar en España durante el Ministerio de 9 de Mayo de 1843, y despues en el Gobierno provisional, escrita por Don Joaquin Maria Lopez.

ADVERTENCIA PRELIMINAR.

Empecé á escribir esta obra á fines del año cuarenta y cuatro. En el anterior me habia hallado á la cabeza del Ministerio de Mayo, y despues del Gobierno provisional. A poco de haber desaparecido este de la escena política, y de haberse declarado á nuestra Reina mayor de edad, se hizo sentir la reaccion mas injusta y mas cruel contra los hombres y contra las ideas liberales, y la persecucion, la violencia y la venganza, imprimieron su horrible sello sobre cada uno de los dias, sobre cada una de las horas de tan malhadada época. Yo habia sido colaborador y ejecutor de un designio noble, aunque funesto, estendiendo un velo de olvido y un manto de clemencia sobre pasados estravíos, y procurando incardinar la suspirada era de reconciliacion y de concordia. Pero la

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ingratitud y la injusticia me hirieron, como á otros tantos, con su espada esterminadora, y fuí envuelto en la persecucion que sin motivo el mas remoto y con fines conocidamente maquiavélicos, se lanzó contra los señores Cortina, Madoz y otros esclarecidos patriotas. Terminado aquel período de luto, y cuando parecia haber remitido algun tanto la fiebre contínua que devoraba á los hombres del poder, busqué en la soledad y en el retiro, si no un consuelo á mis pesares, un preservativo al menos contra nuevas tropelías. Allí no se ofrecian á mi vista las escenas-horrorosas del drama sangriento que se estaba representando; pero llegaban á mis oidos, y despedazaban mi corazon los ayes de los perseguidos, como resuena en la abandonada playa el grito desesperado del náufrago que se está ahogando.

Para fijar la exactitud de hechos mal conocidos ó siniestramente interpretados, y buscarme al mismo tiempo alguna ocupacion en mi vida melancólica y monótona, comencé este trabajo, de que pude adelantar una buena parte; pero trasladado despues á la córte, la necesidad de dedicarme al foro, de cuya profesion vivo casi esclusivamente, me róbó muchas horas é interrumpió mis anteriores tareas. Entre tanto inserté en el Clamor Público el prólogo y el capítulo 15 de mi obra: el primero para hacer el reto mas general y mas provocativo á los hombres de todas las clases y categorías en el partido moderado, á fin de que dijeran si jamás ninguno de ellos se acercó al Ministerio de Mayo ni al Gobierno provisional con indicaciones de acomodamiento é inteligencia de ninguna especie: el segundo para poner en evidencia mis ideas respecto á lo que se llama la situacion, y para que se viera el insondable abismo que separa mis principios políticos de las teorías estériles y funestas de los que se apellidan conservadores.

Concluido ya este escrito, quise esperar algun tiempo á publicarlo, para dar lugar á que las pasiones entrasen en calma y la imparcialidad y la razon recobrasen su ascendiente y poder. Temia y temo aun que al despertar recuerdos enojosos, se avivasen los odios mal apagados, y que al proclamar la ver

dad con noble independencia, se revelasen contra ella el amor propio ofendido y el ciego espíritu de bandería. Pero estos inconvenientes subsisten hoy y existirán probablemente mañana: las cosas marchan á mi ver á un desenlace tan pronto como triste, y yo no debo dejar ignorados sucesos que deben ser de todos conocidos. Están ademas en ello empeñados mi honor y mi palabra, y la palabra y el honor son antes que todo.

Harto perjuicio me ha ocasionado ya la demora en la publicacion, Habia empleado cinco estensos capítulos, que formaban la mayor parte de la obra, en tratar de la reforma constitucional hecha por las actuales Córtes, y habia dado á mis ideas sobre este punto toda la estension y toda la libertad que permite el exámen mas analítico y rigoroso. Sancionada como lo ha sido últimamente aquella reforma, y formando ya parte del Código fundamental de la nacion, no me es lícito hablar sobre ella en los varios puntos de vista en que yo la consideraba, y han tenido que desaparecer de mi trabajo los tratados que debian hacerlo mas útil é interesante, y en que yo habia puesto mas esmerada atencion. Hasta en esto me ha perseguido la suerte. Así, una obra que era algun tanto voluminosa, ha venido á quedar reducida á muy pocas páginas.

Pero si por este lado he perdido, creo haber ganado en punto á oportunidad. Las distancias se van estrechando cada dia, y es tanto mas patriótico y honroso, cuanto mas arriesgado, hacer frente con la razon á un poder que encuentra la respuesta á todas las razones en el título insultante de su omnipotencia. Decir la verdad es espuesto aun en tiempos serenos y bonancibles. Decirla á despecho de un gobierno, cuando este se halla en el punto culminante de su delirio y levantado el brazo que fulmina las persecuciones y el esterminio, es entregarse á todas las consecuencias de la saña reaccionaria.

Estamos presenciando tropelías inauditas. Escritores públicos acaban de ser arrancados del seno de sus familias por la órden arbitraria de un ministro. Los tribunales han presenciado en silencio este sacrilego insulto que se ha hecho á su auto

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