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ridad, y en tanto las víctimas relegadas á remotos climas, sin formacion de causa, sin defensa y sin legal fallo, sufren su desgracia y exhalan sus suspiros entre los sordos rumores de una reprobacion universal. ¿Qué defensa, qué escudo queda ya á la inocencia? Ninguno y yo reconozco esta verdad desconsoladora al tiempo de arriesgar mi publicacion. Seré acaso por ella nuevamente perseguido. No importa: hay épocas en que las persecuciones honran, y yo deberia estrañar la que se me lanzára menos que otros, porque estoy mas acostumbrado á ver arbitrariedades, y porque tambien las ilusiones y la fatalidad suelen tener su espiacion.

PRÓLOGO.

Cuando á fines del año 1843 cambió el semblante de nuestra marcha política, merced á la intriga y á la ingratitud mas negra, y aparecieron en la escena ideas y hombres reaccionarios que hicieron temerlo todo en daño de la libertad, creí que era de la obligacion y del interés de los individuos que formaron el Gobierno provisional, y antes el Ministerio de 9 de Mayo, escribir una historia sucinta, pero exacta, de los principales sucesos que abrazaron aquellas épocas. La necesidad de descanso despues de unos meses de tanta inquietud y ansiedad; la persecucion injusta de que fuí víctima en Febrero inmediato; y luego el estado de mi salud, que me hizo salir de Madrid para tomar baños, me impidieron por algun tiempo realizar aquel pensamiento. Hoy pongo la mano a mi obra desde la oscuridad y el retiro á que me ha traido el prudente recelo de que pudieran en otra posicion menos aislada repetirse en mi persona iguales 6 parecidos atentados.

No escribiré una obra estensa, tanto porque deseo la mayor circulacion, y esta no se concilia fácilmente con lo voluminoso de un escrito, como porque carezco de libros, papeles y demás datos. tan necesarios para un trabajo detenido. Me encuentro reducido á mi memoria y entregado solo á los recuerdos amargos de una época señalada por la generosidad y por la justicia, pero que ha

traido mil desgracias, y que solo puede ya inspirarnos pesar y arrepentimiento. No se crea, sin embargo, que los males que hoy afligen á nuestro pais sean el resultado de la administracion de los hombres que en Mayo y despues del movimiento nacional, dirigieron los negocios públicos. Mas fácil es condenar á ciegas, que poner en accion el pensamiento para discurrir con una severa critica; y si á ésto se añaden innobles sentimientos de venganza, arraigados odios y el interés mal entendido de partido en demoler nombres, que aunque unidos en las creencias políticas figuraron algun dia bajo distinta bandera, natural es que se estravie la opinion y que se lastimen reputaciones sin mancha. No es justo dar siempre la culpa al piloto por las averías del barco fiado á su direccion; debe examinarse si en otra parte, 6 en el poder incontrastable de los elementos, ha estado la causa del infortunio. Mas injusto es aun condenar al que llevó el bajel hasta una playa segura, si despues entregado á distintas manos ha venido á naufragar en diverso derrotero.

Pero la prevencion ciega condena sin escuchar, y la calumnia dirige á mansalva sus tiros contra la inocencia, cuando esta se contenta con abroquelarse bajo el escudo de una conciencia pura, ostentando su seguridad con el arma repulsiva de un silencio desdeñoso. Entonces es necesario dirigirse á la razon imparcial, é imponer á la maledicencia con la voz austéra de la verdad, que siempre triunfa de la rastrera impostura.

Hé aquí uno de los principales motivos que me han movido á escribir esta sucinta reseña. Para los que son idolatras de un buen nombre, adquirido á través de los conflictos de una vida pública, siempre azarosa y siempre sin mancilla; para los que miran su reputacion como el único patrimonio, poco importa que se pierda todo, con tal que se conserve ilesa la fidelidad de sus principios y la inmutabilidad de sus convicciones. Nadie podrá suponer con razon ó con motivo siquiera aparente ó equívoco, que las personas que formaron el Ministerio de 9 de Mayo y despues el Gobierno provisional, cedieran el campo á las ideas moderadas ó preparasen su triunfo, ya fuese por impericia, ó ya

por débil y criminal condescendencia; y si alguno en los arrebatos ciegos de una pasion delirante llegase á formar una suposicion tan falsa como injuriosa, los hechos le desmentirian; y los hechos no están sujetos á vagas y caprichosas interpretaciones. ¿Seria por deseo de mando, por ambicion del poder? No: que algunos lo habian ejercido mas de una vez y renunciádolo con complacencia. No: que en Mayo como en Noviembre de 1843 mostraron bien claramente su desprendimiento, prefiriendo su honor y su dignidad á la conservacion de las sillas. Dejaron las carteras en el primero de aquellos meses, á los diez dias de recibidas, teniendo á su favor una mayoría y un voto de gracias en el Congreso, que à haber querido, les hubiera facilitado el medio de prolongar su mando. Dejáronlo apenas se declaró mayor á S. M., cuando esta augusta persona les instaba vivamente á que continuasen, repitiéndoles que obtenian toda su confianza, y cuando las Córtes les prestaban su mas decidido apoyo. ¿Seria, por ventura, por abjurar de sus principios, sostenidos siempre, así en la prosperidad como en la desgracia, con tanto peligro como gloria? No: que esos principios han sido y son el alma de su vida pública, y por ellos han sufrido recientemente algunos, y todos están dispuestos á sufrir la persecucion, y si necesario fuese, hasta el martirio. ¿Seria por adquirir las gracias, distintivos y títulos pomposos, que por nuestro mal sirven tantas veces á recompensar la flexibilidad de los transfugas? No: que siempre desdeñaron esos atavíos insignificantes; y los que no quisieron recibirlos de su misma Reina, no podian envilecerse hasta el punto de tomarlos como precio de una venalidad asquerosa de mano de sus mismos enemigos. ¿Seria por mejorar su posicion y labrar una fortuna que les asegurase contra las eventualidades de la suerte? No: que pobres subieron al poder, y pobres lo dejaron. Alguna de aquellas personas ha muerto ya, quedándole apenas con que ser enterrada; las demás viven en la mediocridad, ó se han retirado á cultivar el pequeño patrimonio que heredaron de sus padres, en cuya ignorada ocupacion pasan una vida tan llena de amargura, como exenta de remor

dimientos. Compárense estos hechos; compárese esta conducta con tantas fortunas improvisadas, con tantos trenes, en que se mira á la vez la impudencia de quien los usa, y un sacrilego insulto à la miseria y á la esclavitud de los pueblos, y pronúnciese despues el fallo, abierto el libro de la justicia y de la moralidad. Yo desafio á todos los hombres del partido moderado, desde el mas insignificante y oscuro hasta el que ocupe la posicion mas elevada; y les desafio en el momento en que su odio debe ser mas encarnizado contra mi persona, por el lenguaje y las revelaciones de este escrito. Que digan si ninguno de ellos se acercó jamás á los individuos del gabinete de Mayo, y despues del Gobierno provisional, á hacerles la menor proposicion de transaccionó connivencia; que digan si los vieron jamás vacilantes en sus principios progresistas; que digan si se propusieron otro objeto que el de conciliar la integridad de sus máximas y la severidad de su fè politica, con la realizacion del programa aclamado por la nacion, y de que despues se ha abusado tan escandalosamente en perjuicio de la libertad ; que digan, por último, si en el padron de defecciones, en que habrán colocado á los hombres sin pudor y sin conciencia que se han pasado á sus filas, figura escrito, ni pueden esperar que figure jamás, el nombre de ninguno de los individuos que por su mal fueron llamados á regir los destinos del pais en circunstancias de terrible prueba.

Desde luego puede conocerse á dónde me dirijo con mi trabajo; á esclarecer hechos que muchos ignoran; á desvanecer errores y á romper las armas alevosas de la maledicencia. No me será posible ceñirme al papel de mero historiador, porque necesito entrar en esplicaciones y pormenores para que las cosas sean mejor conocidas, y para que cada cual quede en el lugar que le corresponda. No descenderé al campo de las personalidades, porque no quiero prostituir la verdad, trayéndola al terreno inmundo de la pasion. A pesar de este propósito, creo que me será difícil muchas veces observar la ley de circunspeccion que me he impuesto, porque no siempre es dado detener la pluma y evitar que se deslice al papel la hiel que rebosa el corazon.

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