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llevó la mayor parte de la Costanilla con toda la gente é riquezas que alli avia, é todo se hundió con todos los barrios cercanos; y en Medina del Campo el arroyo de Çapardiel hizo muy gran daño, y en Sevilla creció tanto el rio de Guadalquivir, que llegó dos cobdos menos de junto á las almenas del adarve, é la cibdad se cercó á la redonda de agua, é las gentes se metian en naos, caraveJas é barcos para se guaresçer, é calafetearon las puertas é agujeros de los adarves, y en quarenta dias no uvo moliendas con la demasiada agua, syno era de atahonas, por lo qual murió en el reino mucha gente de hambre.

En este año de 1435 tuvo nuevas el conde de Niebla como Hernand Alvarez de Toledo, señor de Valdecorneja,, é Gonçalo de Guzman, señor de Torija, el obispo de Jaen é Juan de Padilla, é Pedro de Quiñones fueron á escalar la villa de Huelma, y el primero de una escala fue el mismo Hernand Alvarez; mas porque fueron sentidos, no se ganó la villa. Despues entraron á hazer tala en la vega de Guadix con mill é quinientos de cavallo é seis mill peones, é salieron á ellos dos mill é quinientos moros de cavallo é quarenta mill moros de pie, é los xpianos pelearon con tanto animo que vençieron los moros é mataron é prendieron muchos de ellos, é tuvieron lugar de hazer la tala á su plazer.

Tuvo tanbien nuevas el conde de Niebla como, viniendo el rey Don Alonso de Aragon y el rey Don Juan de Navarra, y el infante Don Henrrique y el infante Don Pedro, sus primos, de Napoles á Aragon, con catorze naos gruesas é onze galeas é seis galeotas, encontraron en la mar con los genoveses, sus contrarios, que traian trezc carracas de extraña grandeza, muy bien artilladas é fornecidas de gente; é queriendo ir su viage en paz, no los dexó el Rey de Aragon, sino dióles la batalla, en la qual

los reyes é su flota fueron vençidos é presos, é perdieron onze naos é una galea quemada y otra anegada. El infante Don Pedro se escapó con algunas galeas. Fueron presos el Rey de Aragon, el Rey de Navarra y el infante Don Henrrique, hermanos, y el conde de Atalaençera, de Çeçilia, con veynte cavalleros; mosen Boy de Valencia con veynte é quatro cavalleros; el conde de Pallares con diez y nueve cavalleros; el duque de Sesa, de Napoles; el principe de Taranto, el conde de Campobaro, el conde de Olivia, el conde de Norata, el hijo del duque de Sesa, el hijo del Camarlengo, el hijo del conde de Lorito; Don Juan de Sotomayor, maestre que fue de Alcantara, dos hijos del condestable Don Ruy Lopez de Avalos, Don Diego Gomez de Sandoval, conde de Castro, y veynte y dos cavalleros de cuenta, castellanos. Fueron llevados presos á Italia al duque de Milan, el qual tratándolos no como á presos, sino como á reyes, hizo una extraña mananimidad, quel dia que entraron en Milan se salió del castillo y aposentó en él al Rey de Aragon, é lo servian con toda la cerimonia que si estuviera en su reino, y entregándole las llaves del alcaçar y de las puertas de la cibdad hizo que todos los pregones que en aquel tiempo se dieron en la cibdad de Milan dezian desta manera: «Manda Don Alonso, Rey de Aragon, de Napoles, de Secilia, señor de Milan, esto y esto. »

Todas las dinidades, beneficios, alcaydias, corregimientos y otros oficios que en este tienpo vacaron en todo el estado de Milan, los proveyó el Rey Don Alonso, porque nunca otra cosa quiso el duque de Milan que se hiziese, y en las provisiones dezia lo que en los pregones: «Don Alonso, Rey de Aragon, señor de Milan.» Finalmente, despues de les aver hecho grandes servicios y dado muchas joyas los soltó sin ningund rescate, y ellos se vinieron á Napoles, é despues no perdió el duque de

Milan esta buena obra, porquel Rey Don Alonso se lo conosció en cosa grande, como se dize en su coronica.

CAPITULO DEZIMOCTAVO.

De cómo Don Henrrique de Guzman, conde de Niebla, determinó de ir á combatir é ganar la cibdad de Gibraltar á los moros, é cómo murió en la demanda.

Don Henrrique de Guzman, conde de Niebla, fue sien pre muy excelente principe, en quien moraron muchas partes de bondad; era manifico en sus cosas, cortés, gracioso con todos, grand gastador, honrrador de los buenos, é hazia liberalmente por los que á él se encomendavan. Era muy buen ginete é muy dado á aquel exercicio, costoso en los arreos é atavios de lo que en aquel tienpo se usava; su casa muy poblada de muchos cavalleros muy prençipales, y llevavan dél acostamiento muchos señores de vasallos del Andaluzia, cuyos descendientes han llegado ahora á tener grandes estados; porque como el conde de Niebla era deçendido de real sangre," preciavase de si é de su casa, é de tener grandes cavalleros, á quien dava grandes partidos. Fue muy montero y caçador, deseoso toda su vida de guerrear á los moros, especialmente tenia gran lastima de que la cibdad de Gibraltar (1) que su bisabuelo Don Alonso Perez de Guzman avia ayudado á ganar á los moros, la ovicsen tornado á cobrar, como la cobraron en tienpo del Rey Don Alonso el Onzeno, bisabuelo deste conde; é viviendo con este deseo, determinó, aunque era viejo, de edad de çincuenta y nueve años, de cometer aquella empresa

(1) En lugar de Gibraltar, como hoy dia decimos, el autor escribe siempre Geblaltar y Giblartar. No hay necesidad de advertir que esta pronunciacion se acerca mas de Gibel-Táric, ó monte de Táric, como le llamaban los moros.

contra Gibraltar, paresciendole que si la ganaba, hazia gran servicio á Dios, al Rey é al reino; é si muriese en la demanda, era muerte mas bien enpleada, de la quél sabria escojer; é comunicando esta intincion con algunos cavalleros de Sevilla é de Xerez de la Frontera, onbres sabios y espirimentados en la guerra, todos juzgaron de á él, antes que á otros señores de Hespaña, ser liçito aquella jornada, por vengar la muerte del Rey Don Alonso su bisabuelo, que murió alli, é por cobrar la cibdad que su bisabuelo Don Alonso Perez avia ayudado á ganar; é porque si aquel pueblo ganase á los moros, quitándoles aquella baya, surgidero de naos y de galeras que alli tienen, asegurava mucho las villas de Bejer, Chiclana, Conil é las Almadravas, quel conde de Niebla tenia en la frontera de Gibraltar.

Y esto fue en consejo muy secreto, hasta que se determinasen lo que harian, é determinados, llamó un dia á todos sus deudos, amigos, criados é algunos vasallos, y en una sala de sus casas de Sevilla, les habló de esta

manera:

«Quanto mas dañosa sea la paz que la guerra para los onbres, vemoslo por los antiguos romanos, que tanto quanto se exercitaron en la guerra tuvieron el universal señorío del mundo, el qual perdieron en la paz, porque con ella puestos en oçiosidad, se dieron mas á los deleytes

y

á buscar sus intereses particulares, que no á mirar por el bien comun de la patria, por donde el universal señorio perdieron en la paz, que como industriosos é guerreros avian ganado, mientras les sustentó la guerra, mediante la qual eran virtuosos, vençieron sus enemigos, sostuvieron la republica, multiplicaron el bien della, é quedaron la fama de sus nonbres é hechos encomendados á la eternidad. Pues sy tales é tantos bienes suelen nasçer de la guerra, justa y nesçesaria cosa es que nosotros

los xpianos la emprendamos contra los moros, porque con ella desecharemos los vicios, siguiremos las virtudes, destruyremos los persiguidores de nuestra fe, é procuraremos de cobrar algunas de las tierras questos moros encmigos de nuestra fe nos tienen usurpadas, pues para ello tenemos clara é justa cabsa; y llevando delante la verdad y la justicia, espero en la infinita bondad de nuestro Señor que nos dará vencimiento, é tornaremos con honrra á nuestras casas, y si allá murieremos seran nuestras almas herederas de la gloria, ques lo que mas se ha de procurar é desear. Para donde avemos de ir no conviene. al presente que se diga, porque los moros no sean avisados, y aquel terná en mi mas parte que con mayor deligencia solicitare las cosas desta jornada.»>

Todos le loaron el buen proposito y se ofrecieron que de buena voluntad le acompañarian hasta morir en su servicio. Y luego se començaron á hazer muy grandes aparejos de guerra, á conprar naos, galeras, galeotas, fustas, vergantines y á cargallos de artilleria, armas, harina, cevada, vino, viscochos, yngenios y pertrechos de guerra; pero como luego se supiese en el Andaluzia como el conde de Niebla, un tan grand señor como él, aparejaba una tan grande armada para yr sobre Gibraltar, como la cosa estaba ya derramada, vinieron muchos cavalleros de Cordova, de Eçija, de Xerez é de toda el AndaJuzia para hazer con él aquella entrada, é juntó dos mill de cavallo é tres mill peones de gente escogida, ansi de los pueblos de su estado como de los de Sevilla, é con toda esta gente fue á Sanlucar donde mandó yr á su hijo Don Juan de Guzman con los dos mill de cavallo y mill peones por tierra, y mandó que cercasen á Gibraltar por tierra, quél con otros dos mill onbres que llevaba en que vba la flor de los cavalleros cercaria con su flota á Gibraltar por la mar; é puesto que á la partida se vieron

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