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penetró en este reino y comenzó á talar los términos de Valencia y de Murviedro, hoy Sagunto, pero cesaron en tan salvaje empresa, al saber que el Rey había regresado á Barcelona despues de haber ganado la isla de Me

norca.

Habiendo decidido el Rey celebrar una entrevista con el de Inglaterra, fuera del reino, la Union volvió á enviarle otra embajada como si se tratase de igual á igual y de potencia á potencia, para que este asunto se resolviese con consejo de la corte, regresando á Zaragoza ó á una de las villas de Tarazona, Calatayud, Daroca ó Teruel, para tomar consejo sobre aquel viaje y dar órden en las cosas del estado y gobierno del reino. Contestó el Rey por escrito, que no le parecia contravenir á lo que el Privilegio disponia y tenía jurado, por haher concertado vistas con el Rey de Inglaterra, porque él mismo no sabía lo que en ella se había de tratar, y procuraba sólo encaminar sus negocios lo mejor que podía á provecho suyo y de sus reinos, á pesar de lo cual no tenía inconveniente en que le acompañasen los ricos hombres y mesnaderos de Aragon. La Union no se satisfizo con esta respuesta,

y requirió al Rey para que regresase á Zaragoza á tener Córtes para ordenar el estado del reino, añadiéndole que buscarian y demandarian toda ayuda y defensa que haber pudiesen, por cualquier manera, de suerte que lo contenido en el Privilegio y su juramento tuviese efecto, y que entre tanto no irian ni se hallarian en su servicio, ántes le tendrian embargadas prendas y las rentas que tenía en el reino de Aragon y en Ribagorza y los lugares que pudiesen en el reino de Valencia. Además reclamaron la libertad de doña Inés Zapata y de D. Fernando su hijo. El Rey contestó desde Calatayud y convocó Córtes en la villa de Alagon, donde los comisionados volvieron á reproducir sus agravios, lo cual fué contestado por el Rey en los mismos términos que lo habia hecho antes en el Castellar, determinacion que agravió mucho á los de la Union, que regresaron á Zaragoza descontentos é insistiendo en que si no se acudia á sus demandas y agravios, embargarian las rentas y derechos reales.

El Monarca aragonés realizó su entrevista con el Rey de Inglaterra en Olorón, y los confederados, segun la opinion del cronista Zu

rita (1), estaban tan engañados y ciegos con la pasion de lo que decian ser libertad, cuyo nombre, aunque es muy apacible, siendo desordenada, fué causa de perder grandes repúblicas, que con recelo de que el Rey procediera contra ellos por razon de sus embajadas y demandas y de los otros excesos, deliberaron procurarse favor con que se pudieran defender del Rey y de quien les quisiese hacer daño contra el Privilegio y juramento de la Union, enviando embajadores á Roma, Francia, Castilla y moros fronterizos de Valencia para concertar con todos tregua y favor. Estos acuerdos pusieron al reino en tanta turbacion, que estuvo á punto de perderse, y áun hay quien asegura, que se llegó á decidir, se prestase obediencia á Cárlos de Valois hijo del Rey de Francia, á quien el Papa había concedido la investidura del reino.

Terminada la conferencia del Rey con el de Inglaterra, regresó D. Alonso III á Tarazona y estando en ella, fueron presos algunos vecinos principales de esta ciudad contra toda órden y disposicion de Fuero, y despues de confiscarles

(1) Tomo 1, página 316.

sus bienes, les condenó á muerte. Semejante resolucion, que no vacilamos en calificar de imprudente, y el procedimiento y secuestro contra D. Fortuño de Vergua, obispo de Zaragoza, mas dado á las armas y negocios seglares que á la religion, produjo grandes turbaciones y escándalos en el reino, y cuenta la crónica, que durante estas alteraciones hubo algunos encuentros entre los partidarios de ambos bandos y que fueron talados gran parte de los términos de Zaragoza y presos muchos vecinos de esta ciudad y de sus aldeas.

A la vista de estos estragos, el Rey quiso reanudar negociaciones con los de la Union, á que ésta respondió, que si regresaba personalnalmente á Zaragoza y mandaba dar cumplida satisfaccion y enmienda de las muertes y daños que en su reinado se habian hecho contra los Fueros y privilegios jurados por él y por su padre y cumplia con lo que por ellos estaba puesto á conocimiento de la Córte, se hallaban dispuestos á recibir aquellas enmiendas y de allí en adelante servirle, como leales vasallos deben servir á buen señor y leal. Añadieron además, que no debia tener en su Consejo ni admitir en la Córte general á los que habian

sido leales al Monarca. No accedió el Rey á estas pretensiones y habiendo partido para Cataluña, revocó en secreto en la ciudad de Tarragona las donaciones y mercedes que habia otorgado á varios ricos hombres y á las ciudades de Zaragoza, Valencia y villas de Játiva y Murviedro y otros lugares de este reino que pretendian ser juzgados á Fuero de Aragon. Reprodujéronse las negociaciones entre ambas partes, y los de la Union consignaron por escrito sus pretensiones, en que además de reiterar las antiguas, introducian otras nuevas que subsanasen los últimos agravios recibidos. Pedian principalmente enmienda de los males y daños que los del reino de Valencia habian hecho en Aragon; que se restituyesen los bienes á los vecinos de Tarazona, y se diese satisfaccion de las muertes que se habian ejecutado por mandado del Rey, pues la guerra se habia movido por culpa suya; que de allí en adelante no pudiera matarse ó herirse á ninguno de los de la Jura, sin que precediera sentencia del Justicia de Aragon, con consejo de la Córte reunida en Zaragoza; que esto se había de otorgar en Córte general, congregada en Zaragoza, y jurar todos los ricos hombres y

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