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los Reyes Católicos, puesto que tomada Granada en 2 de Enero de 1492 habian ensanchado sus dominios y sus recursos, y que en la suposicion de que el Tesoro de Aragon hiciese algun sacrificio, mayor lo hizo Castilla que procuró las carabelas, las dotaciones y las franquicias para realizar la gloriosa empresa de descubrir un nuevo mundo; con la especialísima circunstancia de que entre los treinta y siete españoles que Colon dejó en la Isla española y encontró muertos por los indios. cuando volvió á poblarla en 1493, no habia uno solo aragonés, sino todos castellanos; prueba evidente de que no fué à Aragon, sino al patriotismo de Luis de Santangel, á quien hay que agradecer el auxilio que prestó para la realizacion de una empresa que ha de ser siempre gloria nacional de España. Por consi

proporcionada con la poca substancia del reino en aquella época. Nada tenía de extraño, pues, que los Reyes Católicos empeñaran en 1487 y en 1500 las alhajas de la Reina Católica en Valencia, ni que los descubrimientos y conquistas del Nuevo Mundo se realizasen principalmente con las fuerzas y tesoros castellanos, como lo reconocen Marichalar y Manrique en la Historia de la Legislacion, tomo ix, pág. 10.

guiente no la empañarán jamás, mientras la Historia nos suministre pruebas de la verdad, los que, partiendo de una suposicion que nadie ha sostenido, quieren pasar plaza de sinceros monárquicos, poniendo en duda uno de los rasgos más sublimes del reinado de Doña Isabel la Católica.

De todos los gloriosos recuerdos del reino. de Aragon, grandes con relacion á los tiempos que pasaron, muy pequeños para los presentes, sólo se desprende como verdad incontestable, que el sentimiento católico, que inspiró la epopeya de nuestra reconquista, vale él solo tanto como los ejércitos más formidables, y basta por si sólo para cambiar la faz del mundo; que el principio monárquico fué tambien la bandera de nuestros restauradores, emblema de victoria para la guerra y de libertad para la paz, porque hasta que los Monarcas aragoneses cimentaron la libertad política en las leyes y procuraron que fuesen obedecidas, no hubo verdadera libertad en Aragon. Por eso cuando las Córtes de 1451 decian al Rey: «Siempre havemos oydo dez ir antigament é se troba por esperiencia: que atendida la grand sterilidad de aquesta tierra,

é pobreza de aqueste regno, si non fues por las libertades de aquel, se yrian á bivir y habitar las gentes á otros regnos é tierras mas fructiferas,» no podian referirse á otras libertades que á aquellas que consienten las leyes, y de las cuales dependen la felicidad de los pueblos; aquellas libertades que las Córtes aragonesas declararon por iniciativa de los Monarcas, para destruir el poder feudal de los señores y dar al estado llano participacion en la gobernacion del reino. El poder casi omnipotente de las Córtes de Aragon, que compartieron con el Rey su soberanía, era la verdadera garantía de su libertad política; y el equilibrio de estos poderes venía á destruirlos la magistratura del Justicia, desconocida en todos los pueblos de la tierra que se gobernaban por instituciones monárquicas, con las cuales era incompatible.

La Monarquía católica y las Córtes, compartiendo el poder público con el Rey, esos son los gloriosos recuerdos de Aragon, ese el principio de nuestro régimen constitucional; pero si todo eso bastaba para satisfacer las necesidades de otros tiempos, hoy resultaria, no sólo estéril, sino grandemente perturbador,

porque las Monarquías de los tiempos modernos no se consolidan con instituciones como el Justicia mayor, ni con rebeldías como los Privilegios de la Union; sino con el amor de los pueblos, la fiel observancia de las leyes, el profundo respeto á la justicia y el constante interés por la felicidad pública.

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