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Código, agregándose una quinta ley en la que se pretende introducir nada menos que la institucion del Justicia Mayor de Aragon; y esta opinion, no sostenida por Briz Martinez, la defiende el Doctor D. Diego Morlanes, jurisconsulto aragonés, deduciéndose del criterio de ámbos, y áun de otros, que al nombramiento de García Ximenez como Rey de Sobrarbe, precedió un conjunto de leyes idénticas á las que se formaron ántes de su exaltacion al trono de Pamplona: lo cual abona la opinion de la casi simultaneidad de eleccion y semejanza de condiciones para ella, si no se ha de creer que se confundiera una y otra en un solo acto, el que á porfía se han atribuido recíprocamente aragoneses y navarros. La misma oscuridad que se advierte en el origen de los Reyes de Pamplona y Sobrarbe, se aumenta al querer investigar el origen del reino de Aragon, que andando los tiempos había de ser uno de los más poderosos, florecientes y renombrados de la Edad Media. El concienzudo cronista Jerónimo de Zurita, á quien más de una vez hemos de citar en este trabajo, despreció cuanto habian dicho sus antecesores respecto del orígen de este reino, y fijó su principio en el Rey

Iñigo Arista, sobre cuyo nombre y genealogía tanto han disputado los eruditos: de la misma opinion es Martin de Viciana.

Entre las diversas fábulas que se han inventado para suponer otros Reyes anteriores á Iñigo Arista, sólo puede aceptarse como fundado, que lo que se llama Reyes anteriores, fueron más bien caudillos y capitanes valientes que guerrearon con los moros y que se impusieron naturalmente á los demas por su valor ó su talento. El Arzobispo D. Rodrigo había dicho que cuando Castilla, Leon y Navarra sufrian su ruina con varias entradas de los árabes, vino del Condado de Bigorra un varon llamado Iñigo, acostumbrado desde su infancia á guerras y correrías que, por ser áspero en las batallas, tenía el renombre de Arista, el cual vivía en las partes del Pirineo, y despues, bajando á los llanos de Navarra, hizo allí muchísimas guerras, por lo que tambien, segun los naturales, mereció el Principado del reino. Tuvo un hijo llamado García, á quien casó con Urraca, hembra de sangre real. Los Monarcas don Jaime el Conquistador, D. Pedro el Ceremonioso y D. Alonso el Sabio, el Príncipe de Viana D. Cárlos y el Conde D. Pedro de Por

tugal, que podian y debian saber cuál era el origen del reino que disfrutaban, todos tienen á D. Iñigo Ximenez Arista por su primer ascendiente, cuya eleccion se realizó en Arahuest de Ribagorza, de lo cual se deduce que era electiva la Corona, como, segun Morales, lo fué en Leon y Astúrias hasta el Rey D. Ramiro. Todos nuestros cronistas aseguran, que no podía existir ley alguna de sucesion directa y que estaba en la costumbre general el que fuera electiva la Monarquía, siguiéndose en esta eleccion el mandato de que el agraciado, á quien se otorgaba el cetro, perteneciese á la más alta nobleza de la gente goda.

Indicado el origen de los reinos de Navarra, Sobrarbe y Aragon, preséntase al historiador y al jurisconsulto el deber de averiguar qué leyes observaron los que, guarecidos en toda la cordillera del Pirineo, iniciaron nuestra gloriosa reconquista. El escritor aragonés Briz Martinez asegura que, segun opinion general, en Navarra, lo mismo que en Sobrarbe y Aragon, se abandonaron las leyes góticas inmediatamente despues de la invasion sarracena,

sin

que nadie sepa fijamente las que sustituyeron, pues el que más adelanta sobre esto,

se atreve á decir, que los señores ó jueces nombrados por los sobrarbienses en su primera separacion de los navarros, gobernaron en su tiempo las cosas de la paz y de la guerra sin leyes escritas, remitiéndose todo el cumplimiento de justicia al arbitrio de estos magistrados o á la fuerza de la costumbre, que es ley aprobada por toda la república, sin tinta ni papel, y en este reino se llama Observancia. De acuerdo con esta opinion, indicó el señor Moron (1) que, en su concepto, no existió jamás el reino de Sobrarbe figurado por los aragoneni hasta D. Sancho el Mayor, en el siglo XI, el fuero que suponen, en el modo y forma con que describen su redaccion. Los documentos históricos no hacen mérito alguno del territorio de Sobrarbe, ni aparece la Monarquía de Aragon, hasta que D. Sancho Mayor de Navarra dió este reino, á la sazon pequeño, á D. Sancho Ramirez. Moron añade, que en el siglo XII no se sabía siquiera lo que era el Fuero de Sobrarbe. El archivero de la Diputa cion de Navarra, Sr. Yanguas, en su Diccionario sobre las antigüedades de este reino,

ses,

(1) Historia de la civilizacion, tomo iv.

dice, hablando del Fuero de Sobrarbe: «Si oscura es la materia que acabamos de explicar, no lo es ménos la del origen de dicho Fuero y el tiempo en que se estableció, porque el Fuero primitivo no existe, y son muchos los códices que andan manuscritos, casi todos de diferente contexto, variados y adicionados... Yo sospecho que el Fuero original de Sobrarbe contenía muy pocos artículos, reducidos principalmente á la forma de levantar Rey, su juramento, y las prerogativas de la nobleza y del país de Sobrarbe, á quien parece se concedió; de manera que podía titularse el Fuero de los Infanzones, como lo indica el Fuero de Tudela, de que luego nos ocuparemos.>>

Ante la rotunda afirmacion de que el Fuero primitivo no existe, el erudito y concienzudo historiador Sr. Lafuente (1) califica de apócrifas las inscripciones sepulcrales de San Juan de la Peña, uno de los grandes fundamentos de la historia de dicho Fuero; recuerda que ha sido calificado expresamente de igual manera el texto de este Fuero que insertó Pellicer en castellano antiguo en sus Anales

(1) Historia de España.

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