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la Estrella al regreso á su patria, donde murió siendo alférez mayor del rey Don Alfonso II (1); pero en la última circunstancia parece haber alguna equivocacion, pues aunque el rey Ricardo intentó sitiar á Jerusalen no llegó á verificarlo, ni aquella santa ciudad, desde que Saladino se apoderá de ella en el año de 1187, volvió á poder de los cristianos hasta que la recuperó el emperador Federico II en 1228. Muchos fuéron los caballeros portugueses que en las ilustres órdenes del hospital y del temple militáron en la tierra santa : habiendo sido gran maestre de la primera en el en el año de 1195 el Señor Don Alfonso de Portugal, hijo del primer rey Don Alfonso Henríquez (2). Mas adelante tomó la cruz Don Alfonso III para mandar socorros á la Palestina, concediéndole para esto el sumo pontífice Clemente IV los diezmos sobre los bienes de la iglesia y de los eclesiásticos (3). Finalmente no pudiendo el rey Don Dionisio concurrir personalmente á la cruzada, á que exhortaba Nicolas IV á todos los príncipes y católicos de occidente, para recobrar los santos lugares que acababan de ocupar los infieles, mandó en su testamento tres mil libras para que un caballero fuese por él á la guerra santa de ultramar, y que permaneciese allí dos años sirviendo á Dios en sufragio de su alma. En conseqüencia de esta disposicion hecha en el año de 1299, nombró el mismo rey al merino mayor de su casa Don Juan Simaon la , por gran confianza y conocimiento que tenia de su valor y cristiandad (4). Estos hechos prueban suficientemente que los españoles de la antigua Lusitania, sin embargo de ser los europeos mas occidentales, y de estar rodeados de infieles, con quienes tenian que combatir de continuo para propagar el culto de la religion de Jesucristo y asegurar la paz interior del pais y el goce de sus bienes y propiedades , no pudiéron sufocar los estímulos de su valor y religiosidad, hallando medios para distinguirse por sus hazañas en el Asia, mientras que en Europa coronados de laureles y victorias echa

(1) Carvallo, Corograf. Portug. tom. 2, lib. 1, cap. 12. Ferreyra núm. 852 y sigs. (2) Ferreyra, Mem. da ord. dos Templ. part. 1, cap. 8, §. I, núm. 397. (3) Ibid cap. I.

I

cap. 11, núm. 564.

(4) Ibid. cap. 13, núm. 715 y 716.

15.

y enno

ban los fundamentos de una monarquía, que han ilustrado blecido despues con hechos tan gloriosos y memorables. Merece tambien nuestra memoria el cardenal Pelagio ó Pelayo Galvan, obispo abanense, natural de la ciudad de Leon en España, ó de alguno de los pueblos vecinos, á quien el papa Honorio III hizo su legado para la expedicion á la tierra santa, á donde conduxo en el año de 1218 un refuerzo considerable de tropas y muchos príncipes y señores principales de la cristiandad. Dirigió por sí mismo durante 18 meses el sitio de Damieta, y-debiósele enteramente la toma de esta importante plaza, que se verificó en 5. de Noviembre de 1219. Era hombre de mucho espíritu y muy hábil, aunque de un carácter fiero y tenaz; pero así pudo hacerse respetar de los infieles, sabiendo al mismo tiempo conciliarse el amor de los cruzados. Ya estaba de vuelta en Roma el año de 1224, y segun las memorias de la iglesia de Leon falleció á 29 de Febrero de 1230 (1). A principios de aquel siglo pasó tambien á visitar los santos lugares de Roma y Jerusalen el famoso Don Lúcas, despues obispo de Tuy, con cuyo motivo estuvo en Francia, en Italia, en Grecia, en Armenia, en Constantinopla, en Tarso de Cilicia, en Nazareth y en otras varias partes del oriente, como él mismo refiere; adquiriendo en estos viages aquel caudal de erudicion y conocimientos que le proporcionó las mayores dignidades de la iglesia de España y que la gran reyna Doña Berenguela, madre de San Fernando, le nombrase su historiador por el reyno de Leon, para perpetuar las hazañas

de los reyes sus predecesores (2).

16. Todos estos hechos comprueban el entusiasmo que desde los principios se apoderó de los españoles de todas clases para ir á la conquista de la tierra santa : entusiasmo que llegó á ser furor y exceso tan perjudicial que fué necesario que los mismos papas, que por todas partes exhortaban é inducian á la continuacion de aquellas guerras y que parece querian arrancar la Europa entera para trasladarla al Asia, estos mismos se viéron obli

(1) Risco, Esp. sag. trat. 71, cap. 4, §. Hist. des Croisades, lib. IX y X, tom. 3, pág. (2) Florez, Esp. sag. trat. 61, cap. 7, §.

25. (tom. 35, pág. 288.) Maimbourg, 267 y sigs. y tom. 4, pág. 11 y sigs. 18 y sig. (tom. 22, pág. 108.)

gados á expedir sus breves para contener la emigracion de los españoles, á fin de que defendiesen sus propios hogares combatiendo con los moros de la península; concediéndoles para esto las mismas gracias é indulgencias que habian dispensado á los cruzados de la Palestina. Así consta de la bula del papa Pascual II, expedida en San Juan de Letran á 8 de Abril del año de 1109, en que repite las amonestaciones hechas anteriormente á los vasallos de Alonso VI á instancia de este soberano en los años de 1100 y 1105, para que baxo el pretexto de ir á Jerusalen no desamparasen sus domicilios, dexándolos en riesgo de ser presa de los moros, cuyas incursiones amenazaban la pérdida de los paises occidentales de Europa. Por tanto mandaba no solo que desistiendo del viage á la tierra santa regresasen todos á su patria, sino que ninguno fuese osado á infamar ó calumniar á los que así lo hiciesen; ántes bien, resistiendo en el propio pais con todas sus fuerzas á las que presentaban los moros, y cumpliendo así sus penitencias, obtendrian con el favor de Dios los mismos perdones y gracias que los demas cruzados (1).

17.

Desde entonces la guerra de España contra los mahometanos ocupó seriamente, no ménos que la de los santos lugares, la atencion de los concilios de la Iglesia y de los sumos pontífices: y por esto quando el rey de Aragon Don Alfonso I procurando extender sus dominios se apoderó de Zaragoza despues de largo asedio en el año de 1118, el exército sitiador solicitó del papa Gelasio II algunas gracias espirituales; y su Santidad concedió desde luego entre otras indulgencia plenaria y remision de sus pecados á quantos muriesen en aquella empresa ó perseverasen hasta concluirla, y á los que sirviesen con algo al exército y á la reparacion de la ciudad y de su iglesia. En Tolosa hubo concilio en el mismo año de 1118 para alentar á la guerra sagrada de España contra los sarracenos; y el concilio general lateranense I, celebrado en 1123, mandó que volviesen á la cruzada de Jerusalen ó de España los que habiendo tomado las cruces las habian dexado despues. Al mismo tiempo el papa Calix

(1) Hist. Compost. lib. I, cap. 39. en la Esp. sag. tom. 20, pág. 88, Ferreras, Sinopsis hist. part. V, año 1100, §. 3, y año 1105 §. 1.

to II, procurando fomentar eficazmente la guerra sagrada de nuestra península, manifestó sus deseos de alentar al exército con su misma presencia, y no pudiendo cumplirlo sustituyó por su persona á San Olegario arzobispo de Tarragona, nombrándole su vicario y legado à latere, y dirigiendo á todos los fieles una bu la en que exhortaba á los reyes, príncipes, obispos, condes y toda la cristiandad á la guerra de España contra los infieles, concediéndoles las mismas indulgencias que á los defensores de Jerusalen y encargándoles procediesen en todo con acuerdo y resolucion de aquel venerable prelado. Este se halló tambien en el concilio de Claramonte, celebrado con asistencia de Inocencio II á 18 de Noviembre del año de 1130, en el qual se impuso á los incendiarios despues de la excomunion la penitencia de que concurriesen por un año á la guerra santa de Jerusalen ó de España: siendo probable, como ya lo notó el padre Florez, que San Olegario promoviese semejantes decretos por el anhelo que tenia de ver libre y purificada su patria de la secta mahometana. Lo cierto es que estimulados de semejantes llamamientos y gracias concurriéron á militar en estos reynos muchos varones ilustres especialmente normandos y franceses de los quales unos volviéron á sus tierras y otros perseveráron, y aún se avecindáron en nuestra península (1).

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18. El copioso fruto que produxéron estas amonestaciones y gracias de los concilios y de los sumos pontífices, no solo por lo que alentaban á los españoles, sino por el gran concurso de extrangeros que venian en su auxîlio, hizo que los reyes de España solicitasen en adelante de la santa sede la dispensacion de la cruzada para toda empresa de alguna importancia que se intentase contra los moros establecidos en sus dominios. Así la obtuvo Don Alonso VIII de Castilla del papa Inocencio III para la memorable jornada de las Navas de Tolosa en 1212: así la dispenso Clemente IV en 1265 en 1265 á instancia de Don Alonso el sabio y de Don Jayme I de Aragon para evitar los daños que amena

(1) Florez, Esp. sag. tom. 25, trat. 63, cap. 6, núms. 14 y sigs. y tom. 29, trat. 65, cap. 6. Risco, Esp. sag. tom. 31, trat. 67.

zaba la reunion de los moros de Murcia y Granada con la multitud que venia del Africa: así la concedió Gregorio IX al mismo Don Jayme de Aragon en 1229 para la conquista de Mallorca y en 1232 para la de Valencia y aún para la de Ibiza: así á San Fernando en 1247 para la de Sevilla; y del mismo modo la solicitáron y obtuviéron todos sus sucesores para continuar la guerra de España hasta la total expulsion de los moros en 1492, quedando despues perpetuada esta bula para el goce de varias gracias, é indulgencias, hasta haberse erigido el consejo de Cruzada en el, año de 1534 con un comisario general, para cuyo nombramien-, to concedió facultad el papa Paulo III al emperador Cárlos V, que nombró en virtud de ella al obispo de Palencia Don Francisco de Mendoza. Desde entonces se han ido prorogando estas gracias, y establecidose por regalía de la corona la de proponer á su Santidad persona para la comisaría general de cruzada en sus vacantes (1).

19. En Portugal no conocieron la cruzada hasta despues de mediado el siglo XV, quando Mahomet II conquistó á Constantinopla y á todo el imperio de oriente. Entonces el papa Calixto III para contener los progresos de los turcos y salvar la cristiandad, convocó á varios príncipes cristianos, y envió cruzada á Don Alonso V de Portugal para mas animarle en esta empresa. » Lucida flota (dice el historiador Manuel de Faria y Sousa) salió de nuestro reyno para juntarse con las de la liga: Ile"gó á los puertos de Italia, de donde volvió sin efecto, siendo »la causa principal el poco zelo de Pio II, que publicando la "expedicion hizo tesoro para sus intentos de lo que los prínci"pes cristianos le enviáron para aquel: así que el ofrecimiento » fué muy dellos, y muy de Italia aquella resolucion. «Con este motivo hizo fabricar Don Alonso la moneda que llamo cruzados, y unas doblas con el nombre de cruzadas, que valian 150 y 200 maravedis (2). Tal suele ser el término aún de aquellas

(1)_Orígen de la Cruzada en España, cap. I, tom. XXXII' de ms. de la Acad. de la Hist. Riol, Informe sobre la creacion de los Consejos, Tribunales, Archivos, &c, 101 y sig. en el tom. III del Seman. erudito, pág. 173. D

num.

(2) Faria y Sousa, Epít. de las hist. Portug. part. III, cap. 13.

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