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» ellos en ningun lugar do ellos sean. Entonce Corvalan, que es»taba en su tienda quando vió aquella gente tan desemejada de la » otra, preguntó á Amegdélis é díxole: ¿Sabes tú quien son aque»llos que están apartados? Nunca ví otros tales, ni otra tal gen»te, ni semejante dellos. Dixo Amegdélis: señor, bien lo puedes sa»ber que aquellos son los muy buenos caballeros del tiempo viejo que » conquiriéron á España por el su gran esfuerzo, que mas moros ma»táron ellos despues que nacieron que vos no truxistes aquí de toda "gente: é aunque los otros fuyan del campo, sepas que estos no fui»rán por ninguna manera, que conocen que han logrado ya bien sus » dias: é si les acaesciere querrán ante aquí morir en servicio de Dios » que tornar las cabezas para fuir.« Lo qual causó gran desmayo de ánimo en Corvalan resuelto á no esperar allí tropas tan esforzadas y aguerridas (1).

4. Llevó ademas consigo el de Tolosa á Doña Elvira su muger, teniendo la satisfaccion de que en el castillo de Monte Peregrino que habia levantado el conde delante de la ciudad de Trípoli, le naciese un hijo á quien por respeto sin duda al rey de Castilla su abuelo llamáron Alfonso, así como despues le diéron el apellido de Jordan, por haber sido bautizado en las aguas del famoso rio conocido con este nombre (2). Tan ilustre personage, que es muy conocido en nuestra historia, llegó á ser por sus altas conexiones uno de los magnates de la corte de nuestros reyes, en donde habia fixado su residencia por haberle cedido su hermano Don Beltran, despues de la muerte del padre, los bienes y estados que gozaba en España. Entre los que acompañáron á la condesa en esta expedicion cuentan los historiadores extrangeros (3) varios condes españoles, y aún al arzobispo de Toledo Don Bernardo, en lo qual padeciéron alguna equivocacion, pues aunque es cierto que despues de haber asistido al concilio de Claramonte partió de Toledo en el año de 1096, con la gente que se prevenia para la expedicion de la tierra santa, tambien lo es que habiéndose dirigido á Roma á tomar la bendicion del papa Urbano II, este

(1). Lib. 3, cap. 120, fol. 182.

(2) Florez, Reynas Catol. tom. 1, pags. 181, y 200. Mariana, Hist, Gen. de Esp. lib. X, c. 3.

(3) El P. Maimbourg, Hist. des Croisades lib. 1.

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no le permitió proseguir la jornada, estimando mas útil su presencia entre las ovejas de su grey que entre el estruendo de las armas de los cruzados (1). Constante sin embargo en su propósito de visitar los santos lugares, partió otra vez para Roma en 3 de Marzo de 1105, con ánimo tambien de informar á Pascual II del estado de la iglesia de España, al mismo tiempo que del objeto de su viage; pero extrañando el papa que abandonase su iglesia, quando corria tan inminente riesgo á vista del poder de los almoravídes y de los reyes de Marruecos, le dispensó del voto mandándole volver á cuidar de sus diócesanos, tan necesitados entonces de sus auxilios como de su doctrina. 5. Antes de esta época habia partido para la tierra santa con Guillermo IV conde de Tolosa en el año de 1092 Berenguer Raymundo, que en calidad de conde de Barcelona y en la de tutor de su sobrino Raymundo Berenguer III habia gobernado aquellos estados, de los quales hizo donacion por los años de 1090 á la Iglesia romana en manos del legado Raynero, con la promesa así por él como por sus sucesores de tenerlo en feudo de la santa Sede, con el tributo de un censo de 25 libras de plata; y cediendo despues al sobrino la parte que le pertenecia del condado, emprendió su viage á la Palestina, donde murió el año siguiente sin dexar sucesion (2). Este zelo y devocion por visitar los santos lugares creció mucho mas desde que se publicó la cruzada; y así los del exército del conde Don Ramon de Tolosa se apresuraron á reunirse en Lombardía, y desde allí atravesando la Istria, la Dalmacia y la Grecia por las cercanías de Salónica y Macedonia, llegáron con infinitos trabajos hasta Constantinopla, donde se embarcaron para terminar en el Asia su expedicion (3).

6. Ademas de los muchos españoles que fuéron en estas tropas y en la comitiva de la condesa Doña Elvira, consta por auténticos testimonios que se halláron tambien en aquellas expediciones otros muchos príncipes y caballeros de estos reynos. Zurita tratando

(1) Mariana, Hist. de Esp. lib. X, cap. 3. Escalona, Hist. del Monast. de Sahagun, lib. II, cap. 8 §. 6. Pisa, Hist. de Toledo lib. 3, cap. 6, Ferreras, Sinopsis hist. Part. V, año 1096 §. 7, y año 1105. §. I.

(2) Campillo, De Disquisitione Era christiane, cap. XXXIIII. Diago Hist. de los Condes de Barc. lib. 2, cap. 79. Capinany, Mem. de la Ant. Mar. de Barc. tom. II, apénd. de notas núm. XXVII, pag. 91.

(3) La gran Conquista de ultramar, lib. 1, cap. 209.

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de los de la corona de Aragon dice que era tan grande la devo»cion de aquellos tiempos, que aunque tenian en España los enemigos de la fe casi, como dicen, de sus puertas adentro, y era » tan fiera y obstinada gente en la guerra; pero por mayor méri»to se moviéron muchos señores muy principales, para ir á ser»vir á Nuestro Señor en aquella tan santa expedicion ; y entre » ellos fuéron los mas señalados Guillen conde de Cerdania, que » murió en ella herido de una saeta, y por esta causa le llamáron » de sobrenombre Jordan, y Guitardo conde de Rosellon su pri» mo, y Guillen de Canet (1). Los catalanes cuentan sus primeros viages marítimos á la Palestina desde el año de 1096, quando animados con el fervor de la primera cruzada de Godofredo de Bu llon, partiéron para la Siria con los señores nombrados por Zurita otros varones de Cataluña, cuyo exemplo abrió y facilitó el camino para la tierra santa á muchas personas principales de la provincia, de diferentes sexôs y estados que quisiéron señalar su piedad y su valor (2). Entre estas personas se conserva la memoria de una insigne muger llamada Azalaida, que partiendo para la Siria el año de 1104 con las tropas que se embarcaban en la cruzada, dexó hecho su testamento declarando por último sucesor de sus bienes á la mesa capitular de Barcelona (3). A 6 de Julio de 1110 hizo tambien testamento Guillermo Ramon, ántes de emprender su viage á la tierra santa, dexando quantiosas mandas para diversas obras pias en muchas iglesias de aquella ciudad del y condado (4). Y en aquel año otro caballero llamado Arnaldo Miron, al tiempo de partir para la Palestina restituyó á la iglesia de Barcelona una viña sita en Monjuich (5). En el mismo parage poseía otra heredad el canónigo de Barcelona Guillermo Berenguer, de la que hizo donacion á favor de su iglesia en 3 de Se

(1) Zurita, Anal. de Arag. lib. I, cap. 32.

(2) Capmany Ant. Mar. de Barcelon. part. 1, lib. II, cap. 3, tom. I, pag. 124. (3) Capmany en el mismo lug. nota 2, citando el lib. 3. Antiquit. Eccles. Barc. fol. 32, núm. 87.

(4) Archivo real de Aragon en Barc. pergam. núm. 130. de un leg. que comprehende desde el 101, hasta el 150. y copia en la colec. de mss. de Don Juan Sans y de Earutell, art. I, núm. 1.

(5) Capmany en la misma nota, citando el Arch. S. Sedis Barcinon. aposento de media escalera Armar. I, núm. 60.

tiembre de 1111, hallándose en Trípoli con deseo de servir á Dios en la guerra santa, y satisfacer por sus pecados (como él mismo confiesa) firmando la escritura varios caballeros catalanes que servian entre los cruzados, como Guillermo Jofre de Serviá, Cúculo su hermano, Pedro Guerao, Arnaldo Guillen, Ramon Folch y Pedro Mir ó Miron (1). Consta igualmente por otros documentos, que Arnaldo Valgario, señor de los castillos de Flix, Conques, Figarola, Vallbert, Calaf, &c. partia para la Siria en 1116; que San Olegario obispo de Barcelona y metropolitano de Tarragona, visitó tambien la tierra santa en 1124, habiendo recibido honoríficos obsequios de los prelados del oriente, en especial del obispo de Trípoli y del patriarca de Antioquía; y que en 1143 su sucesor Arnaldo obispo de Barcelona, hizo viage á Jerusalen con el mismo objeto de religiosa devocion (2).

7. No se limitáron los catalanes á satisfacer solo su piedad en estas peregrinaciones, sino que contribuyéron tambien con su valor á la recuperacion de los santos lugares, como consta de varios pasages de nuestra historia de ultramar. Ademas de los que hemos citado anteriormente es notable el que refiriendo el cerco ó sitio de Antioquía, y la distribucion del exército cristiano para custodiar las puertas de la ciudad, dice: E en derecho de aquella » puerta que llaman del Can, posó Don Remon el conde de To"losa é el obispo de Puy é Don Gaston de Bearte, con todos "los provinciales é los gascones: é otrosí lemosines é santdoge» ses é d' Alvernia, é de Peregois, é de Cahors. Eran tambien » con ellos una gran pieza de España la mayor. E todos estos po»saban juntos porque se entendian mejor é se armaban de una » manera : é fué muy mucha gente quando estos todos fuéron » ayuntados: así que tenian bien hasta la otra gran puerta, que » era cerca desa, do posó el Duque Gudufre, é Eustacio su herma„no &c.« Y mas abaxo : » Á la otra puerta cerca aquella dó es»taba un turco que llamaban Carcan, posó el conde Don Re

(1) Florez, España Sagr. Trat. 65, cap. 6, §. 229. tomo 29 pag 250. Capmany en el mismo lugar, citando como Florez el lib. 1. Antiquit. Ecclesia Barcinon. fol. 241, núm. 651. y 652,

(2) Capmany in. loc. cit. Vita Sancti Ollegarii. núm. 11. Apend. XXI. del tom. 29, de la Esp. Sag pag. 479. Florez en el mismo tom. trat. 65, cap. 6, núm. 278, pag. 265. Fr. Jayme Rebullosa, Vida de S. Olaguer, cap. 19, pag. 161. B

» mon de Tolosa é el obispo de Puy, é con ellos Don Gaston » de Bearte é todos los tolosanos é provinciales é gascones, é otro» sí los de Cataloña é de todos los otros reynos de España, que eran »aí gran pieza dellos en la hueste (1). Tambien cita la historia entre los hombres honrados que se distinguiéron en una batalla á Dalúpas de Castro un hombre rico de Cataloña (2): y en el encuentro que, hallándose el exército sobre Antioquía, tuvo el conde de Flándes con un sobrino del soldan de Persia llamado Aliadan, murió peleando con este valerosamente otro caballero de Cataloña llamado Dálmas (3). Finalmente en el año de 1164 falleció en la ciudad de Tiro, Pedro su arzobispo, natural de Barcelona , que habia sido ántes prior del santo Sepulcro y de quien la historia sacra de ultramar dice que era nobilis secundum carnem sed spíritu nobilior; y la castellana del rey Don Alonso expresa, que era hombre bueno é entendido de buena vida, é hizo muchas buenas obras en la tierra (4).

que

8. Ni era menor en Castilla el fervor religioso, ni el espíritu marcial que animaba á sus naturales, para acudir todos personalmente á la conquista de los santos lugares. La crónica latina de Don Alonso VII escrita por un anónimo coetáneo refiere, que el conde Don Rodrigo Gonzalez Giron, que habia combatido heróycamente contra los agarenos de España, hallándose gobernando la ciudad de Toledo y otros pueblos, cayó en la desgracia de aquel monarca, y no pudiendo sobrellevar este disgusto demitió el mando que le habia confiado, y que se proveyó en Rodrigo Fernandez, nombrándole alcayde de aquella ciudad hácia el año de 1134. El conde inmediatamente besó la mano al rey, se despidio de sus parientes y amigos, y marchó á Jerusalen, donde se distinguió en muchas batallas que se diéron contra los infieles. Allí labro un castillo muy fuerte llamado Toron, situado frente de Ascalona, el qual guarneció con tropa de infantería y caballería, y proveyéndolo de muchos víveres le entregó á los soldados del temple. Volvió el conde á España, pero no pudiendo lograr ver

(1) La gran conq. de ultramar, lib. II, cap. 30, fol. 113. v. y sig.

(2) Ib. lib. II, cap. 5+

(3) Ib. lib. II, cap. 43.

(4) Ibidem lib. III, cap. 299. Hist. Sacra. ap. Gesta Dei per Francos.

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