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de nuevo todos sus reyes y provincias, se retiró á Mallorca, donde escribió varios tratados sobre los caminos que podrian tomarse para ir á Jerusalen, con muchos discursos militares para hacer la guerra santa con buen éxîto; pero cansado de ver que no se cumplian sus deseos, ni se tomaba buena resolucion en un asunto en que él creia vinculada la gloria y la dilatacion de la cristiandad, marchó al África con el fervor de un apóstol y allí por resultado de sus predicaciones padeció con heróyca constancia los trabajos y la muerte de los mártires (1). El zelo infatigable de Lulio por despertar en todas partes el espíritu de las primitivas cruzadas solo puede compararse al del hermitaño Pedro de Amiens que promovió la primera con sus exôrtaciones y su exemplo, y al de San Bernardo que predicó la segunda con sumo fervor y devocion por diversos paises de Francia y Alemania; pero estos tuviéron la satisfaccion de ver cumplidos sus planes y lleno el objeto de sus predicaciones, mientras Lulio halló siempre mayor tibieza ó dificultad en los príncipes y en los caudillos que podian executar sus ideas. Tal debia ser el resultado de los desengaños y escarmientos adquiridos en el espacio de dos siglos, en que á la sombra de la religion se hizo del Asia la morada de la ambicion, de la discordia y de la corrupcion de costumbres, el sepulcro de millones de hombres, y la sima de innumerables riquezas y propiedades. Los príncipes cristianos, ocupados en extender sus dominios y en afirmar su autoridad consideráron prudentemente que unos establecimientos tan lexanos de la Europa, rodeados de naciones guerreras, y animadas de un zelo no ménos exâltado que el de los mismos cruzados, estaban continuamente expuestos á su próxîma destruccion; y en tales circunstancias no era de esperar que las exôrtaciones de Lulio pudiesen mas que los desengaños y que los intereses mejor entendidos de los pueblos.

52. Pero por grandes que apareciesen en aquellos siglos los males que ocasionaban las cruzadas, no tiene duda que fuéron

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(1) Escolano, Hist. de Valencia, lib. III, cap. 21 y 22. Mut, Hist. de Ma

llorca, lib. II, cap. 2 y sig. Nicol. Ant. Bibliot. vetus, lib. IX, cap. 3.

mas generales y de mayor consideracion y trascendencia las ventajas que produxéron para lo sucesivo. Conmovidas repentinamente para tales expediciones casi todas las naciones de Europa, abriéron entre sí una comunicacion y trato, unas relaciones é intereses que hasta entonces no habian conocido. Estas relacio nes se extendiéron hasta con los árabes, como ya las habian establecido las repúblicas de Italia por medio de su contratacion, y los cristianos de España con los que dominaban en su península; y de aquí el cultivar el estudio de la lengua arábiga, participando de la doctrina de sus libros y de todos sus conocimientos científicos. Con los viages á ultramar adquiriéron tambien los latinos nociones mas extensas sobre la geografía y navegacion, sobre el comercio y las artes, sobre el gobierno y la política. Se mejoráron las instituciones sociales, ya consolidando la autoridad de los príncipes, ya conteniendo las demasías de los nobles, ya equilibrando su poder con la representacion civil del pueblo por medio de una influencia equitativa en los concejos y ayuntamientos municipales. La misma nobleza al paso que declinó de su influxo y de su poder, se abrió entre las ruinas de la anarquía y del gobierno feudal que habia dominado una carrera mas ilustre y gloriosa en las expediciones militares de las cruzadas, en las órdenes de caballería, en la inclinacion á los hechos heróycos y extraordinarios. La religion, la galantería, las aventuras, las batallas campales, la conquista de la ciudad santa de Jerusalen, el oriente en toda su magia y explendor, el entusiasmo universal á las empresas grandes y maravillosas, fuéron los elementos de la caballería que así como sostuviéron los principios de beneficencia entre el estruendo de las armas, despertáron tambien la musa de los trovadores, y difundiéron por Europa el mismo gusto y espíritu produciendo los caballeros andantes y las portentosas é inauditas historias de sus hazañas (1). Así la imaginacion y la

(1) El objeto de las cruzadas tan religioso como militar dió un carácter sublime á la caballería propio para elevar y ennoblecer las almas. No era el interes privado ni mira alguna temporal sino la exâltacion de la fe y de la iglesia, y la gloria de Jesucristo lo que inflamaba el ánimo y la imaginacion de todos estos guerreros cristianos para combatir en el Asia contra los infieles. Esta noble elevacion, desprendimiento generoso distinguirá siempre lo grande y maravilloso de lo vulgar y

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afectuosa ternura que inspira la poesía, y es por lo comun la precursora de los frutos de la razon y del entendimiento, facilitó el camino para que la aurora de las ciencias y de la ilustracion comenzase á rayar sobre el horizonte de la Europa.

53. Los pueblos de las orillas del Báltico, temidos hasta entonces y detestados de las demas naciones como piratas y usurpadores, adquiriéron costumbres mas dulces, y comenzáron á tratar con sus vecinos como traficantes. La pesca del arenque, que anualmente hacian en la costa de Schonen y que parece haber sido el orígen de su riqueza, hizo que todas las naciones llevasen á los dinamarqueses en cambio de este pescado el oro, la plata y todas las comodidades de la vida (1). Los navegantes de Lubeck y Brema hacia mucho tiempo se habian acostumbrado á recorrer y visitar las costas de Dinamarca y de Suecia hasta la isla de Gutlandia, en cuya capital se celebraba un mercado muy concurrido de todas las naciones del norte. Pero al impulso y

comun en las acciones de los hombres, y será el carácter propio de la caballería de estos siglos. El respeto y temor á las cosas divinas templaba y moderaba la ferocidad y rudeza de estos guerreros; y del mismo principio naciéron las máxîmas bienhechoras Y admirables á cuya práctica se dedicáron. La ofensa hecha al débil, al desarmado é indefenso se miró como un crímen: protegerlo, ampararlo, defenderlo de estas violencias fué uno de los deberes esenciales de los caballeros; y esta fuerza que se levantó en el seno mismo de la anarquía, era la única que pudo subsistir entónces quando ninguna policía ni magistratura velaba en Europa sobre la seguridad pública de los pueblos. He aquí el origen de la caballería andante, que degenerada con la sucesion del tiempo llegó á ser tan perjudicial como la lectura de sus historias. Nuestro culto historiador Fray Josef de Sigüenza refiriendo la peregrinacion de San Juan de Ortega (Historia de la orden de San Gerónimo, lib. III, cap. 10, pág. 455), dice á este propósito lo siguiente: estaba entonces la tierra santa en poder de cristianos, porque Godofre de Bullon la habia conquistado pocos años antes, que fué el del Señor de 1099. A esta sazon tenia su hermano Balduino el reyno, y comenzaba con harta prosperidad aquella infeliz orden de los templarios con grandes muestras de valor y santidad, teniendo por oficio en aquellas partes los caballeros valerosos de Jesucris ,, to, de acompañar á los peregrinos que iban á visitar los lugares santos, librándolos „, y defendiéndolos de la gente facinerosa que estorbaba pasos tan santos, poniéndose ,, en los mas peligrosos á robarlos y matarlos: obra de gran piedad y de igual difi,, cultad y peligro; donde les sucedian casos extraños, y de donde creo que tuvo fun,, damento la vanidad de muchos escritores ociosos de España de hacer libros de ca,, ballerías, tan fabulosos y de tan monstruosa invencion y tan sin arte como sus ingenios, recibidos de otros tales con no poco daño y pérdida de tiempo y de la virtud "Este daño fué el que quiso y logró curar Cervantes con su inmortal fábula del Quixote.

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(1) Robertson, Introduccion á la historia de Cárlos V, tom. II, nota 29.

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movimiento general de las primeras cruzadas osáron ya salir á mares mas dilatados y remotos, conduciendo á la Palestina en sus propias embarcaciones á los habitantes de los paises septentrionales; distinguiéndose ellos mismos por sus hazañas en las guerras. sagradas, donde reuniendo el valor militar á la caridad religiosa fuéron los principales institutores de la órden de los caballeros teutónicos (1). En Inglaterra se reuniéron inmediatamente en el año de 1096 con Roberto hermano mayor del rey muchos señores principales, que emprendiéron su viage á la tierra santa para militar baxo las órdenes de Godofredo de Bullon; y á su exemplo fuéron tambien en los años sucesivos Edgar hermano del rey Eduardo , y muchos caballeros ingleses que se señaláron por ac

(1) Mallet, De la ligue hanseatique, cap. II, pág. 19. Jauna, Hist. gen. de Jerusalen, lib. VII, cap. 2, art. 1. Este autor difiere de Maimbourg ( Hist. des crois. lib. III) en quanto al origen de los teutónicos. Dice Jauna, historiador aleman que residió muchos años en levante y escribió su historia con presencia de los documentos y memorias que conservan aquellas naciones, que la órden teutónica tuvo su principio y formacion en el sitio de Tolemaida que duró tres años, rindiéndose al fin esta plaza por capitulacion y entrando en ella los cristianos el dia 12 de Julio de 1191. Pereciéron en este sitio mas hombres que hubieran sido menester para conquistar todo el oriente. Entre ellos se contó un número inmenso de soldados alemanes, franceses, ingleses, dinamarqueses, frisios y levantinos, y muchos grandes señores y nobles distinguidos de todas las naciones, que fuéron víctimas de la peste y otras enfermedades, ó de las heridas que recibiéron en los combates. Tan lastimosa situacion excitó la cade ridad de algunos capitanes de los navíos de las ciudades hanseáticas de Lubek Y Brema, los quales condolidos de la miseria en que se veían tantos pobres soldados, que por falta de asistencia casi nunca curaban de sus heridas ó enfermedades, hiciéron con las velas de sus buques unas barracas ó tiendas de campaña donde recibian generosamente á estos desvalidos enfermos, cuidando no solo de servirlos y alimentarlos sino tambien de hacerlos curar á sus expensas.

El alivio que recibió todo el exército y especialmente los alemanes, de la piedad generosa de estas gentes caritativas, empeñó á varios prelados y señores de su nacion á contribuir con liberalidad á una obra tan cristiana. A su exemplo los personages mas ilustres de las demas naciones, no solo sostuviéron con dádivas considerables tan útil establecimiento, sino que unidos con los que le habian comenzado se aplicáron de mancomun á servir y consolar á los enfermos. Asi fué propagándose este fervor y espíritu de caridad hasta formar una compañía numerosa, que hallando apoyo y proteccion en todos los príncipes y señores alemanes que se halláron en este famoso sitio, fué el cimiento y la cuna de esta órden tan célebre y distinguida que la principal nobleza de Alemania se honra de entrar en ella y de condecorarse con sus insignias.

El instituto de estos caballeros fué siempre semejante al de los hospitalarios de San Juan. Como ellos exercian la hospitalidad, hacian la guerra á los infieles y se elegian un superior con el título de maestre. Solo se diferenciaban en el hábito; pues los teutónicos le llevaban blanco con una cruz negra, y los hospitalarios le usaban negro con la cruz blanca.

ciones memorables en la guerra santa; y numerosos cuerpos de tropas conducidos en grandes esquadras, como la que en 1107 entró en el puerto de Jafet ó Jope, acompañada de muchos baxeles de Dinamarca, de Flándes y de Ambéres (1). Sueyro forma una prolixa relacion de los principales señores y caballeros flamencos y de otros paises del norte que pasáron entonces al oriente; y asegura que no fué menor el número de los tudescos é italianos, así de la Toscana y Lombardía como de las repúblicas de Venecia y Génova (2). Pero á todos excediéron los franceses, pues habiendo sido los que principalmente promovieron las cruzadas, y quienes mas se aventajáron en ellas, fué tal el número de los que emigráron de su pais que hablando de la primera dice nuestra historia de ultramar. » É tantos eran los que iban que á malas penas "podria hombre fallar casa poblada de que algunos no saliesen. É casa habia donde salian el marido, é la muger, é los fijos » pequeñuelos quantos tenia: así que quedaba el lugar despobla❞ do. dellos habia que no querian dexar los fijos chiquillos que »mamaban: ni aún los perros ni los gatos que todo no lo leva"sen consigo « (3). Y respecto á la segunda cruzada dicen algunos historiadores, que las ciudades y los castillos habian llegado á quedar desiertos, no viéndose por todas partes-sino viudas cuyos esposos vivian aún (4).

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54. Pero estos europeos occidentales todavía ignorantes, inciviles y feroces, hiciéron sus incursiones en el imperio de oriente y en el Asia con todo el furor y grosería de los pueblos salvages. Unos baxo de los pretextos mas frívolos acometiéron y saqueáron varios lugares cristianos de la Hungría y de la Bulgaria, degollando á sus míseros habitantes: otros por un zelo exâltado é impertinente sacrificáron quantos judíos halláron á su paso, de los quales muchos vivian tranquilamente en las ciudades del Rhin

(1) Lediard, Historia naval de Inglaterra, lib. 1, cap. 2 y 3.

(2) Sueyro, Anales de Flandes, lib. V, años 1095 y 1096, tom. 1, pág. 127. (3) Lib. I cap. 30.

(4) Estas palabras las cita Fleuri como tomadas de la epístola 224 de San Bernardo pero es yerro conocido, pues no se hallan en ninguna de las cartas del santo al papa Eugenio, y asi creemos que sean de Othon de Fresinga. Véase á Villefore en la vida del santo, pág. 412.

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