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ADVERTENCIA.

Cuando ideamos el plan de esta obra, determinamos encerrarlo en los límites de un solo volúmen de esta Coleccion de los mejores autores castellanos, de la que debia ser el complemento, como dijimos en el Prólogo del tomo primero; la novedad del argumento y la inseguridad del éxito nos imponian la necesidad de reducirnos à una mera probatura, y con efecto anunciamos que la obra constaria de un solo volúmen; pero estos cálculos se parecen á los del arquitecto que va á construir un edificio: rara vez la práctica deja de desmentirlos. Insensiblemente llegamos al fin de nuestro primer tomo sin haber empleado en él siquiera la tercera parte de los materiales que habiamos reunido para la coleccion; y como el mérito de unos, la dificultad con que habiamos adquirido otros, y en fin la consideracion de estar ya empezada la obra en proporciones mas anchas que las que pudieran dársele en un solo volúmen, nos hiciesen muy dura la idea de renunciar á una gran parte de aquellos y de deshacer todo lo hecho, resolvimos estendernos hasta dos tomos, á pesar de lo anteriormente anunciado. Escarmentados con lo que nos habia sucedido en el primero, redujimos en el segundo todo lo posible las materias restantes, aun á riesgo de dejar cierta desproporcion entre la estension de los artículos de ambos tomos, pero no podiamos sin grave injusticia reducir el número de los autores, y como este era muy crecido, no nos quedaban mas que dos arbitrios: ó añadir todavía otro tomo mas, lo que ofrecia muy serios inconvenientes, ó hacer muy abultado este tomo, completando en él la lista alfabética de los autores principales, como lo hemos hecho, reservándonos á dar á luz mas adelante un Apéndice en que se incluirán todas las omisiones voluntarias ó forzosas de los tomos anteriores, que formarán por sí solos no obstante una obra completa, en cuanto puede serlo una coleccion de esta naturaleza, formada en pais estrangero y por

consiguiente sin los medios de dejarla tan acabada como acaso lo hubiera quedado en España.

El complemento de los artículos que han resultado demasiado breves en este tomo y en el anterior, como los de los señores Escosura, Frias, Navarrete, Reinoso, Rivas, Roca, Torres Amat, etc.. los que por diferentes motivos no se han insertado en los sitios correspondientes, tales como los de los señores Benavides, Bigüezal, Campo-Amor, Cueto, Heredia, Lasala, Muñoz, Muñoz Maldonado, Muriel, Nandin, Pidal, Solis, Tejada, Vargas y Ponce, etc., y una rectificacion de los hierros que pueden haberse deslizado en el cuerpo de la obra, formarán la materia del espresado Apéndice, al que acompañará finalmente un breve exámen de la literatura española contemporánea.

PARA

UNA BIBLIOTECA

DE ESCRITORES ESPAÑOLES CONTEMPORÁNEOS

EN PROSA Y VERSO.

GALIANO

(EXMO. SEÑOR DON ANTONIO ALCALÁ).

Nació en Cádiz el 22 de julio de 1789. Fueron sus padres don Dionisio Alcalá Galiano, distinguidísimo oficial de marina, que murió con suma gloria en la batalla de Trafalgar, habiendo los poetas y oradores de aquel tiempo elogiado altamente su persona, y habiendo decretado las Córtes en 1811, que se diese su nombre á un navío que se estaba costruyendo, y doña María de la Consolacion Villavicencio, prima de su marido, señora de gran virtud, carácter firme é instruida, cuyos hermanos tambien se distinguieron en la marina, habiendo uno de ellos (don Juan María) llegado á capitan general y director de la real armada, sobre haber sido uno de los regentes del reino en 1812, durante la guerra de la independencia.

A los siete años recibió Galiano la gracia de cadete de reales guardias españoles para poder vestir el uniforme desde luego y contar antigüedad cuando cumpliese doce años. Largos viajes ocuparon por entonces, como ya anteriormente habia sucedido, á su padre, que en ellos adquirió honrosamente un caudal mediano, y aun podria decirse en cierto modo, crecido, pues llegaria á contar dos millones de reales, de que dos hijos, un varon y una hembra, debian ser herederos. Sin embargo el don Antonio siguió sirviendo cuando cumplió la edad.

En 1802 acompañó á su padre á Nápoles y Barcelona, y otra vez á Nápoles cuando se casó el príncipe de Asturias, luego don Fernando VII, con una princesa napolitana. En esta navegaciou se

aficionó el jóven locamente á la marina, pero su padre no quiso consentirle que pasase á ella.

Vuelto á España y á Cádiz, don Antonio Alcalá Galiano, con otros mozos de su edad, estableció una academía de bellas letras, como hijuela de la mas afamada y digna que con el título de buenas letras habia en Sevilla, con la cual estuvo en correspondencia. Allí se cultivaba la poesía y humanidades con celo mas que con acierto bajo la proteccion del despues malogrado marques del Socorro, don Francisco Solano.

La batalla de Trafalgar dejó huérfano á Galiano, quien aunque cadete todavía estaba con licencia prolongada al lado de sus padres, y ya pensaba en seguir la carrera diplomática, habiéndole prometido destino en ella el príncipe de la Paz, á la sazon omnipotente.

La heróica muerte del don Dionisio en vez de adelantar la colocacion de su hijo, la atrasó. Don Antonio, trasladado á Madrid, pasó allí dos años, ya sin ser militar ni seguir carrera. Cuando cayó el príncipe de la Paz y subió Fernando al trono, entró en el ministerio don Miguel José de Azanza, muy amigo de los Galianos, y con particularidad del difunto don Dionisio. Al presentársele su hijo, le abrazó con lágrimas prometiéndole favor eficaz. Poco despues ocurrió el viaje del rey á Bayona, su renuncia en favor de los Napoleones y el levantamiento nacional contra la Francia. Galiano, que contaba á la sazon diez y nueve años, se entusiasmó por la causa de la independencia, aunque ya de ideas por estremo contrarias á las que regian la antigua monarquía española. Así fué que vuelto Azanza de Bayona con José Bonaparte, reusó las ventajas que bajo el gobierno del pretendiente estranjero se le presentaban. Escribió ya entonces algun artículo suelto y una oda á las victorias de Baylen, Valencia y Zaragoza.

Pensó un momento volver á la carrera militar, pero le detuvo una pasion que le hizo contraer á los diez y nueve años un matri→ monio precipitado, imprudente, y al fin desgraciadísimo.

Cuando entró Napoleon en Madrid se retiró á Cádiz, donde empezó á escribir artículos de periódico sobre asuntos políticos. En febrero de 1812, siendo uno de los regentes su tio materno don Juan Villavicencio y ministro interino de estado don José Pizarro su íntimo amigo, á pesar de la diferencia de edades, logró su deseo de entrar en la carrera diplomática siendo nombrado agregado á la embajada de su magestad en Londres.

Por un disgusto con el conde de Fernan-Nuñez, embajador recien nombrado, y por haber tomado parte en él el embajador ingles en Cádiz, no pudo ir á su destino, y se le agregó en marzo de 1812, á la secretaría de estado, trabajando en ella como si fuese oficial, aunque sin mas carácter que el de agregado á embajada.

Año y medio trabajó allí en cuyo tiempo imprudentemente escribió un violento artículo contra la regencia de que era parte su tio, por su escesiva condescendencia con el gobierno ingles y el duque de Ciudad-Rodrigo, entonces marques de Wellington. Le salvó del

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