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alteza iba solo. Al estribo de la derecha iba el capitan general de Madrid, y á la izquierda el Sr. Gomez Pulido.

Precedian al coche seis ayudantes y dos piquetes de batidores de caballería del ejército y de Voluntarios.

Detrás del carruaje iban gran número de generales y una considerable escolta, que daba gran brillantez al conjunto de la comitiva.

La carrera estaba cubierta por las tropas de la guarnicion de Madrid y por los Voluntarios de la Libertad, ocu. pando el ejército una de las aceras y la Milicia la otra.

La Guardia civil formaba enfrente del palacio de la Representacion nacional, la artillería en el espacio de la Carrera inmediata al Prado, y, en este paseo la caballería.

En la puerta del palacio de las Córtes descendió el duque de la Torre del carruaje y subió la escalinata de la entrada principal del Congreso, donde fué recibido por la comision nombrada de antemano por las Córtes para recibir y despedir al Regente. Esta comision la componian los señores Ortiz de Pinedo, Calderon Herce, Silvela, Rojo Arias, Calderon Collantes, Salmeron, De Blas, Merelo, Prieto, Baldrich, Ulloa D. A., Gasset, Sanchez Borguella, Godinez de Paz y Anglada, estando además nombrados como suplentes los Sres. Martinez Ricart, Carrascon, Soriano, De Pedro, Monteverde y Marquina.

La entrada principal desde el pórtico al salon de conferencias, inclusa la escalinata, estaba cubierta de una elegante alfombra y los balcones colgados.

El Regente entró en el salon de sesiones acompañado de la expresada comision.

Los diputados se pusieron en pié, y el Regente subió á la presidencia, hizo un respetuoso saludo á la Cámara y al presidente, é hincando la rodilla y puesta la mano sobre los santos Evangelios, se dispuso á prestar el juramento.

El presidente de las Córtes, en voz alta y con severo acento, dijo:

«¿Jurais guardar y hacer guardar la Constitucion de la nacion española de 1869 y las leyes del país, no mirándo

en cuanto hiciéreis sino al bien y á la libertad de la pátria?» El Regente respondió:

«Sí juro, y si en lo que he jurado ó parte de ello lo contrario hiciere, no debo ser obedecido; antes aquello en que contraviniere sea nulo y de ningun valor.»

El Regente tomó luego asiento en el sitial que se le habia reservado á la derecha del presidente, y este pronunció. las siguientes palabras, acordadas tambien en la fórmula adoptada por la Asamblea:

«Las Córtes Constituyentes han presenciado y oido el juramento que el Regente acaba de prestar á la Constitucion de la nacion española y á las leyes del país.»

El Regente dió luego lectura al siguiente discurso, en el cual resalta un espíritu de acendrado patriotismo, y se descubren las nobles aspiraciones del ilustre hombre de Estado que las Córtes elevaron al alto puesto de primer magistrado de la nacion. Hé aquí el discurso:

«Señores diputados: Con la creacion del poder constitucional que os habeis dignado confiarme y que acepto reconocido, empieza un nuevo período de la revolucion de Setiembre. La época de los graves peligros ha pasado ya, y comienza otra de reorganizacion en que nada tenemos que temer, como no sea de nuestra propia impaciencia, de nuestra desconfianza ó de nuestras exageraciones.

» Hemos levantado primero la losa que pesaba sobre España y nos hemos constituido despues bajo la forma monárquica, tradicional en nuestro pueblo, pero rodeada de instituciones democráticas.

»Ahora es llegado el momento de desenvolver y consolidar las conquistas realizadas y de fortalecer la autoridad, que es el amparo de todos los derechos y el escudo de todos los intereses sociales, estrechando al mismo tiempo nuestras relaciones diplomáticas con las demás potencias.

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>> Difícil es la empresa para mis débiles fuerzas, pero me infunden confianza en el éxito vuestra alta sabiduría, adhesion decidida de todo el ejército de mar y tierra, el esforzado pratriotismo de la Milicia ciudadana y el es

píritu sensato y nobilisimo de nuestra nacion regenerada.

»Desde el puesto de honor á que me habeis elevado no veo los partidos politicos: veo el Código fundamental que á todos obliga, y á mi el primero, y que será por todos obedecido y acatado; veo á nuestra querida pátria tan ansiosa de estabilidad y de reposo, como ávida de progreso y libertad; y por último, como suprema aspiracion en el desempeño de mi honroso cargo, el fin de un interregno durante el cual se practique sincera y lealmente la Constitucion del Estado, se ejerciten pacífica y ordenadamente los derechos individuales, se afiance el crédito dentro y fuera de España, y se cimente la libertad sobre la base firmísima del órden moral y material, para que el monarca elegido por las Córtes Constituyentes comience su reinado próspero y feliz para la pátria, á la que he consagrado y consagro todos mis afanes, todos mis desvelos y mi existencia toda.»

El señor presidente de la Cámara pronunció seguidamente las siguientes palabras, que fueron calurosamente aplaudidas por ser la verdadera imágen del acendrado patriotismo del Sr. Rivero:

«Las Córtes Constituyentes han oido con viva satisfacción las nobles palabras y levantados propósitos del Regente que acaban de elevar por la unanimidad de sus votos. Corresponder dignamente á los altos fines que las Córtes han tenido presentes al crear la regencia; cumplir severamente, liberalmente, cuidadosamente la Constitucion del Estado; practicar todos los dias, á cada hora, la soberanía del pueblo español; garantir y proteger el ejercicio libre, libérrimo, de los derechos individuales que forman la gloria de la generacion presente, tal es la obra grande que las Córtes han encargado á todos los funcionarios públicos, y que depositan en manos del Regente de la nacion española.

>Menester es convenir que a nadie podia corresponder con tanto derecho, si derecho pudiera haber para este grandísimo cargo, para la regencia del reino, como al neral Serrano; porque el cuidar de esta soberanía de la

ge

nacion, de estos derechos individuales, de estas gloriosas conquistas de la revolucion de Setiembre, á nadie, absolutamente á nadie, toca más de cerca que al general Serrano.

»El dia, señores, en que se amengüe esta soberanía de la nacion, el dia en que los derechos de los españoles se conculcaran ó se vieran usurpados, el nombre del general Serrano, hoy tan glorioso, y el recuerdo gloriosísimo de Alcolea, se sepultarian en la nada.

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Cuenta, pues, el general Serrano, y cuenta bien, cuenta el Regente con todos los españoles, porque las Córtes, porque el ejército, porque la Milicia, porque el pueblo, porque todos nosotros no tenemos con el Regente de la nacion española de hoy en adelante más que una bandera: todo para la pátria y todo por la pátria.»

Terminado el acto volvió á salir el señor duque de la Torre, y se dirigió á su morada de la presidencia por el mismo camino que habia llevado.

Al salir del palacio de la Representación nacional fué ardorosamente victoreado por la multitud, y los diputados le saludaron con cariñosa efusion.

Las tropas y Milicia desfilaron por delante de las Córtes despues de la partida del Regente.

El general Serrano estuvo visiblemente conmovido, hasta el punto de que apenas podia hablar; y su fisonomía, pálida como nunca, denunciaba la agitacion que embargaba su espíritu, dominado sin duda por la excesiva modestia que siempre le adornara, aun en medio de los grandes honores á que lo elevaron sus propios merecimientos y las Córtes Constituyentes, cuya mayoría dió una prueba inequívoca de su acierto y patriotismo, designándole para ejercer el importante cargo de Regente del Reino, del que se habia hecho digno el que, identificado con la revolucion, demostró en la rectitud de sus ideas, en la firmeza de su carácter, en la nobleza de sus propósitos y en la lealtad de todos sus hechos, que estaba dispuesto á sostener los principios de la revolucion, en los que se hallaban encarnados los intereses más sagrados de la pátria.

CONCLUSION.

REALIZADA

EALIZADA en España la más noble de las revoluciones, pues no fué ni regicida ni criminal como la francesa, ha llegado al período en que es necesario se estudie con más detenimiento el modo de consolidarla, para que ninguno de los elementos que luchan por hacerla infructifera obtengan el resultado para que trabajan desde el momento en que vieron enhiesta la bandera de la libertad.

Los iniciadores de la revolucion han tenido que combatir:

1. A los republicanos socialistas, que predicando sus disolventes ideas á las masas han exaltado sus pasiones y dado origen á sucesos como los de Málaga y Jerez, pues que estos ocurrieron, sin duda alguna, por la predisposicion en que se hallaban los espíritus con las malas predicaciones. Si se nos dice que estos sucesos tuvieron otro orígen, citaremos la crisis por que atravesó la culta y morigerada Barcelona la noche del 24 de Febrero, en que debió estallar una revolucion en sentido socialista, cuyas ideas se inculcaban en el club republicano de la calle de San Pablo, de dicha capital, del que era presidente un tal Viralta. Gracias á que en el momento en que empezaron á reunirse grupos en el sitio en que habian convenido los adeptos al socialismo, se dió la voz de alarma por las autoridades, y reuniéndose los Voluntarios de la Libertad, al caldes de barrio, dueños de establecimientos, etc., consi

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