Imágenes de páginas
PDF
EPUB

medios de embarque que se os han propuesto de mi ór»den; comunicando, para evitar nuevas dilaciones, vues>tra resolucion á mi enviado D. Luis Fernandez de Cór»dova, y en ausencia suya á D. Antonio Caballero, que tie>ne las instrucciones necesarias para llevarla á ejecucion. »Yo miraré cualquier excusa ó dificultad con que demoreis vuestra eleccion ó vuestro viaje como una pertinacia en »resistir á mi voluntad, y mostraré como juzgue convenien»te que un infante de España no es libre para desobede. »cer á su Rey. Rucgo á Dios os conserve en su santa guarda.-YO EL REY.-Madrid 30 de Agosto de 1833.

El Dios de la guerra habia alzado su espada sobre la nacion española y la existencia de Fernando era únicamente la que podia evitar los golpes que amènazaban á nuestra pátria si se precipitaba en el profundo abismo de males abierto á sus piés desde el momento en que el ambicioso principe se atrevió á lanzar el grito de guerra; pero el Todopoderoso en sus altos designios habia dispuesto que la España sufriese tantos males como le ocasionaron la guerra civil, y el Rey fué víctima en la tarde del 29 de Setiembre de 1833, de un fuerte ataque de apoplegia que en breves momentos le llevó al sepulero, á los 49 años de edad y venticuatro de su reinado, quedando nombrada por disposicion testamentaria, tutora y curadora de sus hijos y gobernadora del reino durante la menor edad de la reina Isabel, Dona María Cristina de Borbon.

[ocr errors][merged small]

Trata de continuar el régimen opresor, por el cual conspiran los realistas.-Guerra civil.-Triunfos de Espartero.-Pronunciamiento.-Caida de Cristina, que tiene que marcharse al extranjero y viajar de incógnito bajo el nombre de condesa de Vista-Alegre.

EL 4 de Octubre de 1833 publicó el Gobierno un mani

ᏗᏞ

fiesto, del que se deducia no estaba dispuesto á hacer ninguna innovacion, en el régimen político de España, en favor de los principios liberales.

Zea Bermudez creyó poder continuar mandando con el despotismo del fallecido Monarca, pues aunque trató de reformas positivas, rechazó las políticas que corrigiesen los abusos administrativos, que evitasen el atropellamiento de los derechos de toda la nacion y que la repusieran desde luego en su decoroso asiento, devolviéndole el ejercicio legitimo de sus derechos. Intento desatinado fué el de este ministro que, creyéndose más pujante á solas que con la ayuda de Fernando, se puso de frente á la opinion general.

Cabe en un soberano el empeño de su potestad ilimitada, prescindiendo de toda cooperacion. Pedro el Grande, segun dice un célebre historiador, ejerciendo su absolutismo por mano del verdugo, fué arrollando el contraresto de la barbárie á sus intentos civilizadores. Degolló á los Estrelices y sentenció á muertè á todo barbudo Mahmud, tremolando allá el pendon del profeta; alcanzó con el arrimo del pueblo el esterminio de los jenízaros, y con diestra briosa, derrumbando todo el edificio añejo de la barbárie, pudo llamar á la civilizacion en su auxilio.

1

Cupo á Fernando VII aquella potestad sin límites, pero la empleó para contrarestar la civilizacion, para hacer uso de su monstruosidad llevando al cadalso á los que defendian los derechos del pueblo. Pero ¿cómo hubo ministro que creyó podia seguir con el ejercicio de una potestad tan absoluta sobreviviendo á su inventor? Yerro gravísimo era el conceptuar á la España sentenciada á yacer sempiter namente maniatada con los cordeles de la arbitrariedad. No cabe pujanza que haga enmudecer los acontecimientos, cuya voz encierra un desengaño patente de la instabilidad de todo lo humano.

La guerra se hallaba concentrada en las provincias vascas, pues los cabecillas que en las demás del reino levantaron el estandarte de la rebelion, fueron completamente derrotados y tuvieron que acogerse en las provin cias del Norte ó á la vecina Francia, como sucedió en Cataluña al cabecilla Targarona, que perseguido por las tropas y urbanos de la capital del Principado, tuvo que atravesar el Pirineo.

Tal era el estado de la guerra vivil en Diciembre de 1833.

Inmensos eran los males que pesalan sobre la infeliz España. Ofrecia esta en su todo una amalgama de vicios, una sentina asquerosa que era preciso extirpar. Considerada esta nacion en lo relativo á su poblacion, sus campos estaban despoblados, al paso que los conventos abrigaban en su seno infinidad de indivíduos cuyos brazos eran de consiguiente del todo inútiles; el favor y la autoridad residian en las clases improductivas, que gobernaban á las que producian: un tercio del territorio español pertenecia. á manos muertas y el resto estaba gravado con las cargas impuestas á favor de ambos cleros; las artes, literatura y comercio hallaban mil obstáculos que impedian su progre so, como el fisco, los derechos señoriales, etc., etc.; la censura confiada á los frailes, como si no bastasen las leyes para contener los abusos; como si debiese haber otras trabas que las precisas para extirpar el contrabando, niotros

1

[ocr errors]

reglamentos que los que favorecieran el trabajo, ni otros monopolios que los del talento, cuya superioridad debe concederse á los inventores de las artes. ¿Cómo era posible que la España fuese feliz, si considerada con referencia á las contribuciones, la mayor parte de ellas pesaban sobre el proletario, mientras que las inmensas propiedades del clero se hallaban exentas? ¿Cómo era tampoco posible que lo fuese con respecto á la administracion, presentando la España un caos, un laberinto, dividida en provincias privilegiadas y en otras que no lo eran y aun en provincias conquistadas como fuera reputada la de Cataluña; en gobiernos de treinta mil especies; en audiencias ó chancillerias de una jurisdiccion sin límites y de una autoridad indeterminada; en autoridades que se combatian; en privilegios que unos á otros se devoraban; en límites, jurisdicciones, medidas, monedas, pesos desiguales, confusos, sin órden; con una policía á quien era preciso acudir á cada momento, que solo daba pasaporte para un mes, que solo lo entregaba al tiempo de la marcha, con otras vejaciones todavía más pesadas, cuando la nación no debe formar más que un solo todo, un solo territorio gobernado por unos mismos principios, unas mismas leyes? ¿Cómo era posible finalmente que fuese feliz la España, cuando para la formacion de una ley únicamente se consultaba la voluntad de un ministro, y tenia fuerza de tal sin otra formalidad ni otros trámites que haberla redactado el oficial de la secretaría que la expedia?

No era posible que los españoles continuasen por más tiempo siendo víctimas de un sistema que les despojaba de sus legítimos é imprescindibles derechos. Comprendiendo esto el general Llauder, que mandaba en Cataluña, y en vista de las continuas quejas que oia, de los patriotas catalanes, se asoció á estos y empezó á trabajar en secreto para que fuesen remediados tantos males como afligian á la española nacion. Sus dias se propagaron por todos los pueblos y era de esperar que produjesen un buen resultado.

« AnteriorContinuar »