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que no hicieras este viaje, y los graves inconvenientes que para ti mismo y para Miguel ofrecerian tus movimientos en Portugal. ¿Cómo puedes decir ahora que no créias desagradarme, y citar mi primera condescendencia habiéndote hecho saber posteriormente mi opinion? Ya va cumplido un mes desde que me digistes, que sin embargo de tus dificultades, estabas resuelto á hacer mi voluntad; y mientras yo mas claramente te lo manifiesto, mas tropiezos hallas, y menos disposicion para ejecutarla. Tú mismo provocas los embarazos, y das lugar á que nazcan otros nuevos con tus demoras: todos se hubieran evitando si desde luego hubieses cumplido mis órdenes. Me espusistes como un motivo de corta dilacion, tu deseo de santificar el dia del Corpus en el monasterio de Mafra; y al dia siguiente olvidando á Mafra, me anuncias el viage á Coimbra, que debia detenerte mas tiempo. No reparaste entonces en que Leiria y otros pueblos del trán sito estaban ya infestados del cólera, y ahora no puedes pasar por temor de contiajarte en ellos. Y lo que nadie imaginará, en la misma propagacion del mal que fuera para todos un estímulo de ausentarse del pais, tu hallas la razon de permanecer, y dejas tranquilamente que te vaya cercando de todas partes el azote. No es necesario para volver á Mafra, que toques en los pueblos epidemiados; puedes rodearlos, y evitar su comunicacion. El puerto de Cascaes, es seguro: la estacion la mas serena y constante, y Gureceta no ha de embarcarte con una tempestad: el estado sanitario de la fragata, de que segun dices tienes que informarte y pudieras estar informado ya, es tan escelente como el de la escuadra inglesa, junto á la cual ha fondeado. Todo el mundo crees que te graduaria de temerario en tu embarque, pero mas bien es de creer que califique tu conducta y las dificul tades, como medios de entretener ó de frustrar el cumplimiento de mi voluntad. Quiero absolutamente que te embarques sin mas tardanza. Por medio de Córdoba podrás adquirir del comandante de la fragata, cuantas noticias necesites sobre la sanidad y seguridad del buque, y del embarcadero que elija, segun dictaren las circunstancias. Demasiado hemos hablado ya sobre el asunto, y no quisiera que se amargase mas esta prolija corres

pondencia, si tu conducta sucesiva conviniese tan poco con tus repetidas protestas de sumision. Mucho celebro que goces con tu familia de la buena salud que gozamos nosotros. Recibe nuestros afectos, y el cariño que te profesasa siempre tu amantísimo -Fernando.

¡ Inútil insistencia! Era claro que D. Cárlos no habia de salir de Portugal, sin ser obligado á ello por la fuerza. Ademas del peligro del contagio que alegaba en sus anteriores, espuso dificultades por falta de dinero. En 22 de junio decia entre otras cosas. Ademas te dije en mi carta del 6 de mayo, que necesitaba dos millones, sin los cuales no puedo emprender mi mar cha, sin dejarlo todo pagado aquí, y satisfechos á todos los que nos han obsequiado y servido con tanta voluntad. Mi suma delicadeza no me habia permitido tocar otra vez este asunto; pero te lo espongo porque es de absoluta necesidad, en medio de los innumerables apuros que me rodean. ¿Y habrá persona que desapruebe mi conducta, examinando con imparcialidad mis razo nes? Creo que si el público las entendiese, nadie me graduaria de desobediente. Repito, pues, que no provoco los embarazos; ellos me buscan: no te negaré que el embarcarme no es de mi mayor gusto: mas te añado, que en las actuales circunstancias lo miro como tú y yo mirábamos á Valencey y á Cádiz; pero tengo entera confianza en Dios que no me ha de desamparar. Me alegro que esteis tan buenos; nosotros lo estamos, gracias á Dios; y cree que te ama de corazon tu mas amante hermano. -Carlos.

Se verificó el 20 de junio, segun se tenia mandado, la jura de la princesa de Asturias, con toda solemnidad y ceremonia, observándose cumplidamente cuantas prescribian los antiguos usos en semejantes circunstancias. Se dirigió la corte á la iglesia de San Gerónimo, precedida y seguida de los grandes funcionarios, tanto de palacio, como del gobierno y de la municipalidad, cerrando la marcha los Guardias de la Real persona. Despues de las ceremonias religiosas, recibió el patriarca de las Indias el juramento que á la princesa Doña María Isabel, como heredera de la corona, prestó el reino. Comenzó el infante Don

Francisco de Paula: siguieron los demas infantes, los cardena. les, arzobispos y obispos y títulos de Castilla: en seguida vi. nieron los procuradores á Górtes; y en cuanto á la competencia que se suscitó entre los de Toledo y Burgos, sobre quien habia de jurar primero, dijo el Rey, que jurasé Burgos, pues Toledo juraria cuando se lo mandase. Los dos procuradores pidi eron testimonio de ello, lo que les fué otorgado sin dificultad.

Tuvieron lugar por la tarde las magníficas fiestas con que se solemnizó un acto, que á la parte del público bien intencio nado, fué un motivo de sincero regocijo. Desde entonces se tuvo por segura la caida del partido estremo absolutista. Continuaban mientras tanto las inquietudes de Fernando con motivo de la resistencia de D. Cárlos, á dejar el territorio lusitano..... Volvió á escribirle con fecha 30 del mismo mes de junio. «Ya no tratas el viage, le decia, sino para ponderar sus obstáculos. Si te hubieses embarcado cuando yo lo determiné, y me decias te daré gusto y te obedeceré en todo, hubieras prevenido el contagio de Cascaes: si aun despues de tus primeras demoras no hubieses emprendido la jornada de Coimbra contra mi espresa prohibicion, hubieras podido estar á bordo el 10 ó 12, cuyo plazo te prefijé; si hallando en este funesto viage infest ada la villa de Caldas, hubieses retrocedido como dictaba tu propia seguridad, ya que nada valgan para tí mis mandatos, no hallarias ahora tomado el camino de tu vuelta por una línea de pueblos contagiados. Quien por su voluntad propia y contra su dẹber permanece en el pais donde renacen y crecen los peligros, los busca, y es responsable de sus consecuencias. No te perseguiria el contagio, sino fueses tú delante de él. ¿A quién persuadirás que estás más seguro á dos leguas de la epidemia, sin saber si principiará en ese pueblo por tu familia, que poniendo el Océano de por medio. . . . . ? Alegas la dificultad de embarcarte en Cascaes, que era el punto designado anteriormente, con tan poca razon, como alegabas mi primer consentimiento para ver á Miguel, despues de habértelo prohibido. Con subterfugios tan fútiles, no se contesta cuando se habla con sinceridad. Llévate en buen hora al médico que deseas; yo le

quería á nuestro lado, ignorando tu empeño; pero no te negaré este gusto, como no te he negado ninguno que haya sido compatible con mis deberes. No es lo mismo lo del pago de los dos millones que solicitas, y de que he tomado conocimiento, como te ofreci. La deuda que reclamas es anterior al año de 23, en que por regla general se cortaron cuentas sin satisfacer les atrasos. Por gracia particular, concedí á los infantes un abono mensual, á cuenta de sus créditos, hasta la completa estincion: tú continúas percibiéndole, y para no exigir de una vez cantidad tan superior á la señalada en este pago privilegia+ do y singular, no es necesaria una suma delicadeza; basta el sentimiento de la justicia... Tienes dispuesta y provista abundantemente la fragata, y trescientos mil reales además á tu órden; sobra para el viage.. Yo no puedo consentir ni consiento mas que resistas con frívolos pretestos á mis órdenes; que continúe á vista de mis pueblos el escándalo con que las quebrantas; que manen por mas tiempo de ese pais los conatos impotentes para turbar la tranquilidad del reino, nunca tan asegurada.como ahora. Esta será mi última carta si no obe. deces; y pues nada han podido mis persuasiones fraternales en casi dos meses de contestaciones, procederé segun las leyes, si al punto no dispones tu embarque para los Estados Pontificios, y obraré entonces como soberano, sin otra consideracion que la debida á mi corona y á mis pueblos; quedándome el pesar de que hayan sido inútiles las insinuaciones cariñosas de qué solo quisiera usar contigo, tu muy amante hermano.-Fer nando..

La respuesta es curiosa.«Coimbra 9 de julio de 1833.Mi muy querido hermano, Fernando mio de mi vida: he recibido tu carta del 30 del pasado, y su contenido me ha causado el sentimiento que puedes considerar. Inútil es alegar razones, cuando no tengo otras que las espuestas, las cuales en mi juicio, son sencillas, sólidas y verdaderas; pero que no son atendidas, ó no se creen suficientes: ahora me dices que resisto tus órdenes, que quebranto tus mandatos con escándalo de tus pueblos, y que no emanen por mas tiempo de este pais los co

natos impotentes para turbar la tranquilidad del reino, viéndote precisado á obrar como soberano si no obedezco al momento, procediendo segun las leyes, sin otra consideracion que la debi dá á tu coróna y á tus pueblos, ya que nada han podido tus persuasiones fraternales. Estos son los cargos á que tengo que contestar; yo, tu mas fiel vasallo y constante, cariñoso y tierno hermano; nunca te he sido desobediente, y mucho menos infiel; pruebas te he dado de ello muy repetidas en todo el cur, so de mi vida, y particularmente en esta última época, en la que cumpliendo con mi deber, he hecho servicios muy intere santes á tu persona: creo obrar con rectitud, y por lo mismo aborrezco las tinieblas. Si soy desobediente, si resisto, si escandalizo y merezco castigo, impóngaseme en hora buena; pero sino lo merezco, exijo una satisfaccion pública y notoria, para lo cual te pido que se me juzgue segun las leyes, y no se me atropelle: si se examina toda mi conducta en este negocio, no se hallará mas delito que el haber terminantemente declarado, que convencido del derecho que me asiste á heredar la corona, si te sobrevivo sin dejar hijo varon, ni mi conciencia ni mi honor me permitian jurar ni reconocer ningun otro derecho. Yo no quiero usurparte la corona, ni mucho menos poner en práctica medios reprobados por Dios: ya, te espuse lo que debia obrar según mi conciencia, y todo ha quedado en el mas profundo silencio: te pedi que se comunicara á las cortes estranjeras, y no lo tuviste por decoroso á tu persona, por lo cual me ví precisado á pasar á todos los soberanos, con fecha del 23 de mayo, una copia de mi declaracion, y una carta simple de remision á los obispos, grandes y diputados, presidentes ó decanos de los Consejos, para que tuviesen la instruccion que debian de mis sentimientos, y se estraen todos del correo del 17; estos son los medios que se me ofrecian para defender mis derechos; estos son los que pongo en ejecucion, y se me hacen inútiles; se me podrá acusar de cuanto se quiera, pero se me debe probar. Dígase que este es mi crímen, y no la estancia aquí mas ó menos larga; para ella existen las mismas causas; y ademas, no ya razones, he chos positivos, como son los enfermos y muertos del cólera en

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