la verificacion de sus poderes. La Reina nombró el presidente del de Próceres: los procuradores le nombraron interino, pues el efectivo tambien era de provision real, entre cinco designados por el Estamento. CAPITULO XLII. Apertura de las Córtes. -Sesion régia.-Discurso del trono.-Instalacion de los estamentos.-Personas notables de que ambos se componen.-Proyecto de contestacien al discurso de S. M.-Discusion en los dos estamentos. -Consideraciones. Se De abrieron solemnemente las Córtes á las once de la mañana del 24 de julio, segun estaba prefijado en la real convocatoria. La Reina Gobernadora acudió espresamente de San Ildefonso á presidir la ceremonia, circunstancia muy notable si se atiende al estado lastimoso de la capital, donde el cólera morbo estaba haciendo entonces tanto estrago. Fue recibida en el salon por dos comisiones de ambos estamentos nombradas de antemano. Entró acompañada del infante D. Francisco, y se sentó en una silla bajo del sólio, haciéndolo el infante en otra fuera de él, pero á sus inmediaciones. Ocupaban los Próceres los bancos de la derecha, los Procuradores los de la izquierda. Inmensidad de espectadores habian concurrido á presenciar la ceremonia. Tampoco faltaron los embajadores de las potencias que habian reconocido los derechos de la Reina. Luego que S. M. ocupó el trono, pronunció la fórmula siguiente: «Ilustres Próceres del reino, señores Procuradores del reino, sentaos. En seguida el maestro de ceremonias dijo en alta voz: «S. M. se digna dar permiso para que todos los circunstantes tomen asiento.» El presidente del consejo de ministros puso á continuacion en manos de la Reina el discurso del trono, que leyć con voz clara é inteligible. Insertaremos de este documento los trozos que nos parezcan mas notables. Comenzaba asi: Ilustres Próceres y Procuradores del reino: al verme en este dia en medio de vosotros próxima á prestar el juramento prevenido por las leyes de la monarquía, como Reina Gobernadora, la primera necesidad de mi corazon es manifestaros los sentimientos que le animan, y las gracias que doy á la divina Providencia por haber accedido á mis votos..... ‹ A pesar de la satisfaccion que de ello me resulta (la union del trono con los derechos de la nacion) me es al mismo tiempo doloroso que este acto augusto se verifique en medio de la ca-, lamidad que aflige á varias provincias dela monarquía, y que ha estendido sus estragos hasta esta capital; y aun mas sensible me es si cabe, que prevaliéndose delterror que inspiróla aparicion repentina de esta plaga, que ha causado tambien en otros paises lamentables desórdenes, se hayan cometido por hombres malévolos desórdenes tan agenos del carácter noble y bizarro del pueblo español, que no pueden recordarse sin una indignacion profunda. Las leyes castigarán tamaños atentados; pero si cre-, yese que es necesaria vuestra cooperacion para impedir que se repitan bajo ningun pretesto, la reclamaré confiadamente, como que se trata de defender la misma base de la sociedad, el mantenimiento del órden público y la proteccion de la vida y propiedad de los particulares.» Tambien me causa sentimiento que el primer asunto grave que haya de presentarse á vuestra deliberacion sea la conducta observada por un mal aconsejado príncipe, que aun en la vida de su Rey, de su hermano, empezó á dar muestras de sus ambiciosos designios, y que despues de la muerte de mi augusto esposo (Q. E. E. G.), ha intentado por medio de la guerracivil arrebatar el cetro á su legítima heredera.» 30 No contento aquel príncipe con promover la rebelion dentro de España, atizaba el fuego de la guerra civil desde un estado vecino, y aún amenazaba entrar á mano armada por aquella frontera. En estas circuntancias, el deber de la propia defensa dictó las medidas enérgicas que reclamaban á la par la política, la justicia y el decoro de la nacion: las tropas españolas penetraron en Portugal, no para vulnerar la independencia agena, sinó para defender derechos propios: en el término de breves dias se puso fin á la contienda, y los dos príncipes que pertur-) baban con su presencia la tranquilidad de la Península, se vieron arrojados de su territorio; desengaño y escarmiento reciente, que anuncia el éxito que tendria cualquiera loca tentativa! «Al propio tiempo que se terminaba la cuestion de Portugal, se ratificó en Londres el tratado solemne que tenia por objeto su fin importantísimo, no solo para la tranquilidad de los dos reinos, sino para la paz y sosiego de la Europa, complaciéndome en manifestar con este motivo las amistosas disposiciones de que me están dando repetidos testimonios mis augustos aliados, el Rey de los franceses y el Rey del reino unido de la Gran Breta ña é Irlanda, asi como la buena armonía que felizmente existe entre el gobierno de S. M. Fidelísima Doña María II y el de mi escelsa hija; siendo tantos y tan estrechos los vínculos que unen la suerte de uno y otro reino, que bien puede decirse que se atiende á la causa propia, acudiendo á la comun defensa......» Hubiera sido de desear que todos los gobiernos hubiesen correspondido igualmente á las benévolas disposiciones del gabinete español; pero aunque ninguno de ellos haya mostrado intencion ni deseo de entrometerse en nuestros asuntos domés ticos, algunos han suspendido hasta ahora reconocer á mi augusta hija como Reina de España. Las leyes de la monarquía la han elevado al trono: la voluntad manifiesta de la nacion la sostiene: la razon y el tiempo harán que se tribute el debido homenage al principio conservador de la legitimidad........ La fidelidad del ejército, su constancia y denuedo que tan acreedor le hacen á mi especial benevolencia, reclaman de vosotros que me ausilieis con vuestras luces para perfeccionar este ramo importante del Estado, conciliando el bienestar de los valientes defensores del trono y de la patria, con lo que exigen el estado actual de la nacion y las demas atenciones del Estado.» A este fin se os pondrán de manifiesto, asi las varias obligaciones que tiene que cubrir el gobierno, como los recursos con que cuenta, y los medios estraordinarios de crédito á que habrá de acudir por esta vez, ya en razon de las pérdidas y desfalcos anteriores, ya á causa de las circunstancias del dia, y ya, en fin, para no aumentar el gravámen de los pueblos. Mas como de suyo es dañoso, y llegaria á ser imposible el apelar con frecuencia á recursos estraordinarios, el mejor órden en la administracion, una prudente y severa economía, la publicidad, la intervencion de las Córtes en el presupuesto de los gastos y en la imposicion de las contribuciones, conducirán en breve al término deseado de equilibrar los recursos ordinarios de la nacion con sus necesidades. Cuya esperanza es tanto mas fundada, cuanto estribará además en un arreglo de toda la deuda estranjera, compatible con nuestros medios actuales y apoyado en la franqueza y buena fé, que es la norma de mi gobierno, como asimismo en la mejora de nuestra deuda interior, y en su estincion progresiva facilitada con los recursos que se le podrán ir aplicando con prudente detenimiento, y despues de profundo exámen.. Mis secretarios del despacho, os darán tambien conocimiento de las reformas practicadas en varios ramos de la administracion: la division del territorio, y la separacion y deslinde entre la parte administrativa y la judicial; la supresion de antiguos consejos y las nuevas audiencias creadas en beneficio de algunas provincias; las muchas trabas que se han quitado al desarrollo de la riqueza pública; el alivio concedido á los pueblos, de varias exacciones onerosas, y otras mejoras que se están preparando, os mostrarán mi solicito anhelo y ofrecen ya á la nacion las mas lisonjeras esperanzas. No se ocultará, sin embargo, á vuestra ilustrada prudencia, que no es cosa hacedera remediar en pocos meses los males amontonados por espacio de siglos, y que mas de una vez, el mismo afan de querer suplir : |