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como se merece la decision de S. M., toca con modestia lá asistencia de los Procuradores á la apertura, sin calificarla. La nacion es la que juzgará de su conducta.

«El sistema atrabiliario, no es otra cosa que un sistema absurdo, desordenado, que se mueve como por un resorte estrepitoso. Esta ha sido la idea de la comision al darle este nombre, nombre que con la misma significacion, se halla consignado en el diccionario de la lengua. La comision ha querido espresar la inconstancia del gobierno pasado, siempre sujeto al mero capricho mas bien que del monarca, de los primeros agentes del poder. »

«S. E. ha espresado seria conveniente hiciese la comision una reticencia en punto al estado de la nacion; porque de lo contrario le parece se injuria á S. M. suponiéndola con menos penetracion que la que tiene. La comision no ha tenido tal intencion; pero sí ha creido conveniente espresarse en los términos que lo hace, porque sabe que no siempre los que rodean el trono, dicen al monarca la verdad desnuda: la cual solo conocen los que ven la choza del miserable pastor, el abandonado taller del artesano, y no los que viven siempre en la corte, esa cáscara engañosa, que cubre el abatimiento y miseria que hay en el resto de la nacion.»

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»S. E. ha pasado despues á hablar de la libertad de imprenta. Sus ideas en este punto no concuerdan con las de la comision: precisamente las obras voluminosas no se hallan al alcance de muchos, al paso que los periódicos y obras sueltas por esto mismo pueden circular mejor, y llevar á todas partes esa misma instruccion que S. E. reconoce ser tan necesaria. La libertad de imprenta es muy antigua. La comision sabe que en este punto es muy aplicable aquella máxima de Solon. «Es el mejor gobierno ó el mejor constituido, aquel en que la ofensa de un particular es vengada por la nacion entera.» En este caso se halla la libertad de imprenta; cuando está bien establecida, ella misma venga al ultrajado; ella misma defiende las leyes de los ataques de los malévolos, y forma una masa compacta é indestructible. Dice S. E. que si se concede esta li

bertad, nuestros enemigos abusarán de ella, y hasta defenderán la causa del pretendiente. »

Lo mismo que S. E. teme es una ventaja, pues la luz y la verdad no temen á nadie, y al momento pulverizan á la calumnia y á la impostura. Ademas: en una nacion tan heróica como la española, no puede haber quien defienda derechos tan absurdos como los del despotismo; la opinion general, reina del universo, opondrá una valla formidable, contra la que se estrellaria cualquiera tentativa insensata, y resultaria solo un triunfo mas para la libertad, mas glorioso que el oscuro y mezquino conseguido con la depresion de la libertad de imprenta. »

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« Convengo con S. E. en que la mayor responsabilidad del ministro es moral; pero no por eso creo que debemos privarnos de las ventajas que ofrece el establecerlas y consignarlas, asi como otros muchos puntos de que antes se ha hablado en un código fundamental. Puede un ministro sin ser traidor, cometer muchos desaciertos en el gobierno; y por eso no debe dejársele sin un freno que le contenga en su deber ó le obligue á renunciar su puesto, sino sabe llenarle. »

S. E. se ha estendido tambien respecto del jurado; pero como ya he dicho antes, la comision no ha propuesto se establezca al momento, sino cuando sea oportuno. La comision por lo tanto cree desvanecer asi los objeciones de S. E., antes de las rectificaciones sucesivas que se vayan haciendo. »

«Me habia propuesto, dijo el Sr. ministro de Estado, reservarme el uso de la palabra á que me dá derecho el ser Procurador á Córtes por una parte, y por otra la honrosa confianza de S. M., para despues de mas adelantada la discusion.... Mas al oir al Sr. individuo de la comision citar una máxima de Solon, se ha despertado en mí la idea de citar otra que es la condenacion mas absoluta de todo el proyecto. Solon la dijo y ha quedado por máxima inconcusa, despues de valerle la reputacion de uno de los siete sábios de Grecia: «he dado á los atenienses, no las mejores leyes posibles, sino las que les convienen mas. » Esta máxima de eterna sabiduría, comprobada con la felicidad de las naciones que han seguido una marcha progresiva, y con los

TOMO III.

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escarmientos de los que la han querido seguir á saltos, es la con denacion mas solemne del proyecto de la comision. »

«Ha tratado el señor preopinante de rebatir los principios y máximas de gobierno que ha sentado el secretario de Hacienda: no entraré en un exámen minucioso, y el Estamento podrá calcular de qué lado se halla la justicia: y en la misma manera qu ha tenido de defenderse despues el señor individuo de la comision, se está viendo le han hecho mella (no era de esperar menos de su talento), las profundas observaciones que le ha hecho mi digno compañero. . . .

«Hablando de la plaga asoladora que destruye tantas provincias, y ha estendido sus estragos hasta la capital, dice la comision, que es un suceso triste y lamentable; pero tal vez requeria que se tuviese en cuenta, cuando tan severamente se critican las operaciones de los encargados de la autoridad, esos males tan graves que no son culpa de los hombres, y las dificultades que presenta el socorrerlos y minorar sus funestos efectos. No reclamamos indulgencia, señores, sino justicia.»

Acerca del pretendiente, dijo: «No es única interesada la corona en esta cuestion; sino que la suerte presente y futura de la nacion, está pendiente de ella. Prueba clara y evidente, que el gobierno la ha considerado bajo dos aspectos. 1.o Respecto á un súbdito culpable, cualquiera que sea su clase y gerarquía, cuando se declara en rebelion: 2.° Que en estos casos graves, escepcionales, de grandísima necesidad, debe la política ir aun mas allá que la justicia. No basta castigar al rebelde: es preciso dar una prueba de seguridad á la nacion, para que no quede espuesta á los azares de la suerte. Se engañaria mucho el que solo mirase la cuestion actual, como de mera sucesion: no se trata de dos ramas de una dinastía, de dos nombres propios, sino de dos principios diametralmente opuestos que están en guerra abierta, guerra que mas o menos se siente en toda Europa, ó mas bien en todo el mundo. La ignorancia y los abusos empeñados en entronizar á un príncipe que parece protegerlos, por un lado; por el otro, todo cuanto hay de noble y generoso, de grande, y que existe afortunadamente unido con los princi

pios de la legitimidad. Esta es la causa de la Reina Isabel y de la libertad, unidas bajo la misma bandera. Ventaja inmensa que no debe olvidarse jamas. No es de temer, cuando la voluntad de la nacion está tan espresa, un retroceso; pero seria mirar únicamente la superficie de las cosas, creer que el sistema mas ó menos severo del gobierno y la clemencia con los vencidos, haya podido influir en la guerra civil. El gobierno, si llega el caso, dirá las providencias que ha tomado. Aunque sea tan laudable este movimiento de indignacion, cuando se ven los atentados de ese partido tan feroz y sanguinario, el gobierno nunca puede descender hasta el punto de ponerse á su nivel. El gobierno tiene en esta parte mas desventaja. Si; la que tiene un hombre honrado, respecto de un asesino. »

«Por lo que hace á Portugal, el gobierno no reclama una parte de la gloria que le ha cabido en el desenlace feliz de tan importante cuestion. ¿Pero no nos será lícito notar, que la comision que tanto se ha detenido en recargar la pintura de los males de la nacion, no haya encontrado siquiera algunas palabras para espresar su satisfaccion en este asunto? Cuando las naciones estranjeras admiradas hacen elogios del gobierno por el modo con que ha servido á la causa de la libertad general, ¿no habrá siquiera una espresion de gratitud para el ejército? Elejército español, que concluida la campaña de Portugal, vuela de Coimbra hasta nuestras provincias del Norte, y tal vez en el momento que hablo está derramando su sangre por la patria, por la Reina, por estas Córtes, ¿no es acreedor á que se haga de él algun elogio y no se le regateen, por decirlo así, las espresiones? Lo reclamo como español, no como ministro.........

«En cuanto á mejoras, la comision ha deseado presentar en perspectiva todas las que puede recibir la nacion; pero no vió en el modo de hacerlo, oportunidad ni objeto; oportunidad, porque no habia necesidad de hacer esta enumeracion, supuesto que la Reina misma ha dicho que el Estatuto ha echado ya el cimiento, y que á las Córtes toca concurrir á levantar el edificio. No pueden improvisarse desde el primer dia todas las mejoras de que puede ser susceptible. No se fiją tiempo, ni espacio.

¿Qué ventajas pueden resultar? Comprometer la opinion deł Estamento, sin causa ni motivo; dar esperanzas que si tardan en realizarse, se convertirán en quejas. No pueden remediarse de pronto todos los males que aquejan á una nacion; y no se crea que se alucinan los pueblos con palabras: ya saben lo que valen las falaces promesas con que otras veces se les halagó. Este mismo alarde de mejoras que tal vez luego no pueden realizarse, no es mas que un empirismo político, que ofrece curar en un dia inveteradas dolencias. En cuanto á libertad de imprenta, creo que sin apelar al ejemplo de la Inglaterra, bastaria con recurrir al de Francia y aún á España misma, y lo mismo respecto al jurado. Yo propuse en las antiguas Córtes hace mas de diez años, el juicio por jurados, y aún tuve la triste gloria de conseguirlo; pero á poco tiempo se vió, que aún no estaba preparada la nacion para semejante institucion: no sirvió para defender la potestad real de los ataques que se la daban; ni para poner á cubierto la libertad contra los que á pretesto de defenderla la asesinaban: ni pudo hacer respetar el honor de los individuos, las costumbres, la moral, el asilo doméstico....... Yo preguntaré: ¿cuáles son las leyes tan fuertemente represivas que evitan los abusos en esta materia? Se ha dicho muchas veces, que los estravios de esta opinion se corrigen con la libertad de la imprenta que esta es como la lanza de Aquiles, que curaba las heridas que hacia. No es cierto: en tiempos turbulentos y peligrosos (lo digo con franqueza), los partidos se apoderan de esta arma, y la usan en contra de esta sociedad que la permite. ¡Cosa singular por cierto! En todos los Estados, aún los mas libres, asi antiguos como modernos, se han puesto trabas, y se ha suspendido la libertad en tiempos borrascosos: en Roma, hasta los comicios se suspendian en caso de peligro: el Senado callaba, y se solia confiar á un solo hombre la salvacion de la república; y en esta nacion que acaba de salir del abatimiento y de la ignorancia, afligida de la guerra civil, ¿se quiere que desaparezcan de repente todos los límites y barreras?»

«Señores no hay que alucinarse queda un campo de mejoras sucesivas, que tal vez nuestra impaciencia puede malograr:

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