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lo mas principal, lo mas urgente era salvar la nacion del precipicio á que la conducia el despotismo, y esto se consiguió. La salvacion del Estado es la primera necesidad: despues de esta viene el órden, el reposo, la estabilidad. Tenemos una representacion legal: tenemos responsabilidad de los ministros, los cuales no quieren ceder á nadie la gloria de ser ellos los primeros que la han propuesto. »

«

Respecto del poder judicial, el ministerio actual ha sentado ya las bases de su independencia; y supuesto que el ministerio establece la responsabilidad para todos los agentes del poder, inclusos los ministros mismos, en esto descansa, porque en esta responsabilidad halla una prenda de subordinacion y de órden necesario á la conservacion.de la sociedad. Para no molestar mas la atencion del Estamento, concluiré diciendo que las mejoras que se piden, sea cual fuere su utilidad, no deben ser obra de una improvisacion; exigen detencion y cordura para examinarlas; y no es su lugar oportuno, el de la contestacion al discurso de la corona. »

No continuaremos mas en esta discusion, por evitar repeticiones: reprodugeron los argumentos del ministerio los que le apoyaban: insistió el Sr. Lopez en la indicacion de que la comision no trataba de entrar desde luego en la formacion de las leyes que reclamaba, sino de manifestar al trono las verdaderas necesidades de los pueblos, supuesto que él mismo francamente habia dado motivo para ello.

Sobre el pretendiente, y su fuga de Inglaterra, he aquí lo que dijo finalmente el ministro de Estado.

«En vez de corresponder cual debiera á la generosidad que se usaba con un enemigo vencido, el obstinado príncipe prosiguió en querer defender sus quiméricos derechos; y en el mismo acto, el gobierno de S. M. declaró á sus augustos aliados de una manera clara y terminante, que no le consideraba ya Asi lo establece una sino como un súbdito rebelde. ley de Partida que habrá de recordarse en breve: no está lejos el momento, y aun el ministerio puede asegurar que ahora mismo se está discutiendo en el consejo de gobierno, el proyecto

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de ley que debe presentar á las Córtes.

«Se pregunta si el príncipe está en Navarra, y hasta se ha estrañado el silencio del gobierno. Ha callado, es verdad; pero todos los periódicos lo han anunciado, lo han discutido; cada cual ha manifestado su opinion; han copiado á su arbitrio los periódicos estranjeros. ¿Por qué ha guardado el gobierno este silencio? Porque lo ha creido conveniente al bien del Estado. Díjose primeramente que el príncipe D. Cárlos estaba enfermo; se dijo despues que estaba en los baños; que se habia fugado y cubierto de un disfraz; que habia desembarcado en una playa de Francia; que habia atravesado de incógnito aquella nacion, que habia llegado á la frontera.»

Estos avisos los tuvo el gobierno por medio de sus agentes diplomáticos y consulares en las naciones estranjeras, que dieron parte sin demora ; pero acompañando sus avisos de la duda racional y prudente que escitaba el decidir, si era el príncipe D. Cárlos ó un agente suyo, que se valia de este ardid para animar á sus parciales á tiempo que la llegada de las tropas de la Reina habia infundido en ellos el mayor desaliento. Todo era duda, incertidumbre, y aun la tuvo el ministerio pero luego que tuvo estos avisos, bien fuese el hecho verdadero ó falso, se dieron las órdenes oportunas por estraordinario para que se le persiguiese dia y noche, y se le tratase como á un súbdito rebelde, conduciéndole á una fortaleza si caia en poder de las tropas leales. >>

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Mashabia de tener el gobierno la imprevision de ser él quien proclamase el hecho, contribuyendo asi al logro de los fines que se proponian los malévolos? Si no es el verdadero príncipe, no importa; habrá un rebelde mas; si es él, como todas las probabilidades ya lo anuncian, recibirá un nuevo desengaño. Entre las tropas leales no ha habido un soldado que haya desertado para pasar á las filas de la usurpacion: los gobernadores de las plazas han remitido al gobierno, sin abrirlas siquiera, las órdenes que osó enviarles el príncipe rebelde; en las demas provincias de España, no ha encontrado eco la sedicion. ¿No se puede llamar esto un nuevo desengaño?»

Continuó la discusion el dia siguiente 4, mas no reproduciremos los argumentos que de una y otra parte se adujeron. Segun los contrarios manifestaban estar conformes en las bases del proyecto, y solo diferian en su oportunidad y en el modo de enunciarlas. Se dió al fin por discutido el proyecto en su totalidad, y habiéndose preguntado si habia lugar á votarle, se decidió nominalmente el punto en sentido afirmativo por 48 contra 56, del total de 84 presentes.

Se procedió despues á votar del mismo modo sobre si se aprobaba ó no el proyecto en su totalidad, y se decidió la afirmativa por 49 votos contra 35.

En ambas votaciones quedó el ministerio en minoria.

En la sesion del dia 6, se discutió el proyecto por artículos: los argumentos que se reprodujeron de una y otra parte, fueron los mismos que los de las sesiones anteriores. La comision tuvo la docilidad de admitir las enmiendas sobre ciertas espresiones que parecian mal sonantes. Gonvinieron en tributar al ejército español todos los homenages de estimacion y aprecio de que tan digno se habia mostrado y se mostraba: en otros puntos importantes, insistieron en sus mismos pensamientos. Habló en esta sesion el ministro del Interior, que habia guardado silencio en las dos anteriores; hicieron lo mismo el de la Guerra, los Procuradores Caballero y Gonzalez.

El gran caballo de batalla fué la libertad de imprenta, sobre cuyo punto los individuos de la comision hicieron tambien algu

nas concesiones.

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Hasta en la sesion del dia siguiente 8, no se aprobó definitivamente el proyecto enmendado y corregido. Desapareció en él la espresion de que «S. M. habia venido al seno del Estamento de Procuradores; la que se creia ofensiva á los ausentes que no habian asistido; la de sistema absurdo, la del sistema atrabiliario: la de que los males de la nacion eran todavia mayores de lo que S. M. se imaginaba, y otras varias que habian ofendido y alarmado.

Hé aquí lo que se dijo sobre los asuntos de Portugal, silencio que el ministro de Estado habia estrañado: «El Estamento

vé con complacencia el desenlace que han tenido los negocios de Portugal tan gloriosos para las armas españolas, asi como las relaciones amistosas que existen con el gobierno de S. M. el Rey de los franceses, el del reino unido de la Gran Bretaña é Irlanda, y de S. M. Fidelísima; relaciones que aseguran el triunfo del trono legítimo y de la independencia, en uno y otro reino de la Península. Tambien vé el Estamento con satisfaccion que varias potencias han reconocido á vuestra augusta hija, y si algunos gobiernos han suspendido hasta ahora el hacerlo, el Estamento descansa en la aseveracion de V. M., de que no han manifestado intencion ni deseos de entrometerse en nuestros asuntos domésticos, y que nunca lo toleraria V. M. contando con el apoyo de la nacion. »

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Sobre el ejército. «La fidelidad acrisolada del ejército de tierra y mar, llena de orgullo al Estamento y debe inspirar á V. M. la mayor confianza. Los valientes que juraron sostener el trono de Isabel, sabrán cumplir fielmente su promesa y aniquilar en breve los encarnizados enemigos del reposo público..

Sobre el estado de la nacion. «El cuadro que presenta la situacion interior del reino (nos ha dicho V. M.), está lejos de ser tan halagüeño como vuestro patriotismo deseara. Es muy cierto, señora: este cuadro no es halagüeño, es bien triste. Muchos años de un sistema desacertado, de una administracion arbitraria y de una reaccion obstinada contra los principios reconocidos como axioma en toda buena organizacion social, nos han traido por una progresion descendente á un notable estado de depresion y de miseria. V. M. está llamada al grandioso destino de reanimar esta patria moribunda, y de asociar á su nombre la alta gloria de haber llevado á cabo una empresa tan recomendable como difícil. »

Sobre los derechos de los españoles. «El Estatuto Real (ha dicho V. M. para concluir su discurso), ha echado ya el cimiento. A vosotros toca, ilustres Próceres y señores Procuradores del reino, concurrir á que se levante la obra con aquella regularidad y concierto que son prendas de estabilidad y firmeza.» Correspondiendo el Estamento á esta invitacion franca de V. M.,

trazará desde luego la linea de sus principios y de sus convicciones. La máquina política es un agregado de varias ruedas, y se necesita que todas caminen con proporcionado movimiento al impulso de un primer agente. Todos los derechos sociales deben ser igualmente protegidos, y sin este concurso exacto, el objeto de la asociacion queda defrauda do. La libertad de imprenta, esta centinela y puesto avan zado de las demas garantías, es de desear obtenga entre nosotros toda la amplitud que sea compatible con la moral y un sistema de política bien entendido; amplitud por la que sin incurrir en el riesgo de que se ofendan las costumbres, ni las bases ni principios de la sociedad, se logre la mas fácil es tension de los conocimientos y de las verdades útiles al gobier no y á la nacion.»

No tememos que el lector nos acuse de prolijos por haber presentado esta importantísima discusion en el Estamento de Procuradores, con todo el colorido que le es propio. Importantísima la llamamos, por ser la primera del Estamento popular; la que suscitó cuestiones de vital interés, la que muestra al vivo el espíritu que animaba entonces á los que se creian investidos del cargo mas importante del Estado; la que retrata fielmente la fisonomía de la época, y nos da la clave del papel importante que estaba reservado al Estamento. Se vé que si el de los Próceres podia estar algo en consonancia con el pensamiento que dominaba en la fábrica del Estatuto, se hallaban en muy diverso caso los Procuradores. Sucesores y continuadores se consideraron de los Diputados de Cádiz, de los de Madrid, en época mas reciente todavia. ¿Cómo y por qué habian de anudar su existencia política á tiempos remotos que fechaban ya de siglos; á instituciones poco conocidas de la generalidad, şin carácter fijo, y que representaban sobre todo, ideas, opiniones y necesidades que no eran las presentes? Tomaron asi las cosas el curso natural que los hechos les marcaban. Las Córtes fueron modernas en toda la espresion del término, y si tenian filiacion, era precisamente en lo que se queria condenar al olvido, y 34

TOMO III.

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