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la historia de la legislacion en todos los paises.

«Paso ahora á manifestar como no es exacto que el gobierno apruebe en su totalidad la peticion cual está concebida. El principio que la ha dictado es noble, es generoso, es justo: la mayor parte de aquellos empleados han sido víctimas de una reaccion, reaccion funesta que el ministerio actual no se desdeña de llamarla asi; y aun tenemos la fortuna de venir á ventilar esta cuestion con suma imparcialidad. ›

Imparciales y desinteresados en esta cuestion, ya personalmente, ya como ministros, tampoco deseariamos que se tratase como una cuestion de principios, porque juzgamos mas bien inoportuno que conveniente, desentrañar la legalidad y validez de los actos del régimen constitucional, ó del gobierno que le ha sucedido. El ministerio no entra en estas cuestiones, de suyo delicadas, y aun tal vez peligrosas; pero como encargado de la aplicacion de cuantas reformas y medidas se adopten, tiene que calcular los obstáculos, los inconvenientes, los efectos que han de producir en la práctica.

El gobierno puede apreciar mas de cerca sus consecuencias probables, pues frecuentemente parece muy sencillo y muy fácil, todo aquello que se mira bajo el aspecto de la generosidad, que cautiva los sentimientos y aun ofusca hasta la razon de los señores Procuradores á Cortes, y cuando llega al ministerio y este tiene que hacer la aplicacion, tropieza con mil dificultades, que tal vez no se habian previsto.

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Si fuera posible que entrásemos en pormenores, yo desea, ria que se me dijese si el ministerio actual ha dejado de emplear á un gran número de individuos víctimas de las reacciones políticas de épocas anteriores, y no ha seguido el ministerio esta conducta desde que se ha hecho esta peticion, como inadvertidamente dijo ayer el señor Palarea. No señores; los secretarios del despacho han empleado á muchos beneméritos españoles, y apenas quedan ya cesantes; esta plaga que nos hace recordar una época en que se contaban á millares, y en que este artículo ascendia á mas de 70 millones en el presupuesto de Estado.. Concluyo, pues, diciendo que el ministerio solo

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desearia que esta peticion estuviese concebida en otros términos: el primer defecto que á mi modo tiene, es presentarla como un decreto, que solo necesita la sancion de S. M.; esto no es exacto: nunca podrá salir de la esfera de una peticion, que como tal no puede llamarse decreto: segundo; la peticion dice se declaran legítimos etc. El gobierno siempre rehusará que se use de esta fórmula: se declaran légítimos. ¿Porqué entrar en cuestiones acerca de legitimidad? No se trata de esto: la cuestion es de qué modo conviene á la nacion mejorar la suerte de sus emplea dos: esto lo hará el ministerio por su propia conviccion, porque está en sus principios hacerlo; y la regla general se podrá fijar de un modo mas lato, que deje mas ensanche sin lastimar otros intereses.

Pero los Procuradores de la oposicion, querian combatir en el terreno de la legalidad y la justicia. Cuanto mas trataban los ministros de eludir esta cuestion, tanto mas se empeñaban en no salir de su recinto..

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Despues de haber oido el estenso y enérgico discurso, dijo el Sr. Lopez, de nuestro dignísimo compañero el Sr. Alcalá Galiano, poco podré yo decir que contribuya á robustecer las razones que ha espuesto S. S. con aquella fuerza de lógica, con aquel vuelo de imaginacion siempre brillante, con que ilustra las materias que toma á su cuidado el defender. Con esta prevencion y con esta desconfianza de mí mismo, entraré en materia...

El gobierno á quien debieron su nombramiento los empleados que nos ocupan, descansó sobre una base la mas fija y respetable, á saber: el consentimiento general de la nacion entera; por consiguiente aquel nombramiento no puede en manera alguna perder su valor, á pesar de las vicisitudes de los tiempos.

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«¿Qué razon, pues, podrá alegarse para dejar de reconocerlos (los empleos), cuando al mismo tiempo se han reconocido otros de un origen mas oscuro y tiránico? ¿Y por qué en el sistema de justa libertad que felizmente nos rige, los hijos predilectos de ella, los que merecieron la honrosa confianza de

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servirla y de defenderla, los que por haber servido bien sus destinos se vieron en la dolorosa precision de emigrar de su patria, los que por un amor acendrado á su justa causa tanto han padecido, que apuraron hasta la última gota de la copa de la amargura, han de ver malogrado el fruto de sus trabajos y perdidas sus lisonjeras esperanzas hasta el punto de quedar reducidos al doloroso estremo de mendigar su subsistencia en la patria que debia recompensarlos de rigorosa justicia? Yo no soy amigo de la reversion de los empleos, porque sé que siempre produce agitaciones en los Estados: pero de la manera en que está redactada la peticion, se salva este inconveniente, sin faltar en lo mas mínimo á lo que dictan la equidad y la justicia.

El señor presidente del Consejo de Ministros, no ha dicho que las instituciones actuales no son las mismas que las porque ellos han sufrido, y que por consiguiente no están en el caso de ser tan esclusivamente atendidos. No puede menos de conocerse la diferencia entre las instituciones de ahora, y las de entonces. Pero pregunto yo: ¿no debe haber tambien diferencia entre los medios, entre los instrumentos de que se valga nuestro actual gobierno, y los que empleaba otro gobierno, si no diametralmente opuesto, al menos muy distinto? ¿Siendo tan diversas las bases, no han de serlo los resultados? ¿Qué término de comparacion puede haber entre un sistema absoluto y despótico, entre un gobierno tiránico, y el liberal, representativo y benéfico que debemos á la augusta Reina Gobernadora? Pero no es esta la cuestion, señores. Se pregunta si están suficientemente garantidos los derechos del hombre; si tenemos bastante libertad; si los hombres distinguidos que merecieron la confianza de su patria, gozan en ella de toda consideracion, de todo favor, mejor diré, de toda la justicia que deben gozar. . . . . . . .

«Se ha repetido por S. S., que debe consultarse la oportunidad de las reformas; y de esta máxima se ha hecho aplicacion á la cuestion del dia. No parece sino que la palabra oportunidad sea un talisman con que siempre se nos pretende sorprender, y con este motivo, séame lícito recordar el dicho de un filósofo que preguntándosele por qué no se casaba, contestó que aún no

era tiempo, y al cabo de algunos años, volviéndosele á hacer la misma pregunta, contestó que ya no era tiempo. No nos dejemos, señores, ofuscar, y tengamos mañana el desconsuelo de oir, que ya no es tiempo. ¡Pues qué! ¿Tan en la ignorancia y la barbárie está el pueblo, que no sea susceptible de las reformas y mejoras que con tan frívolos pretestos se pretenden dilatar?..... ¿Por qué han de estar tan desatendidos, tan olvidados, tan arrinconados (permitaseme la espresion), aquellos hombres que con su espada y sus talentos defendieron y consolidaron nuestra libertad? Diré mas: los héroes que la proclamaron en un rincon de la Península, y con una valentía inaudita, espuestos á una muerte inevitable, supieron afirmarla; estos héroes, digo, han visto con dolor, despues de haber sido arrojados de su patria, que cuando han podido volver á ella, no se les ha atendido para nada, no se hace de ellos la confianza á que son acreedores, y fluctúan entre la incertidumbre de una suerte precaria, y la oscuridad y abyeccion de la pobreza. Entre tanto, muchos empleos parece que se han acumulado ó como circunscrito á manos sospechosas ó ineptas; no parece sino que al emplear estos individuos, se ha consultado solo á la templanza: digo mal: parece que el cálculo de la cobardía, sea el solo título necesario para obtener ciertos empleos..

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Rechazaron los ministros estos cargos, haciendo ver lo interesados que estaban en atender à todos los hombres beneméritos. Manifestando aplaudir los sentimientos filantrópicos de la comision, se encastillaban en las graves dificultades de llevarla á efecto; en el gran número de los que habian sido empleados, en la diversa índole de sus destinos, en el tiempo desigual con que se habian servido; en varias disposiciones de las Córtes que declararon separados de sus empleos á varios individuos, etc. Su abierta oposicion se reducia á que se declarasen legitimos los de la época constitucional; tal cra su repugnancia y resistencia á que se la anudase á la del Estatuto. Fué dicha legitimidad apoyada por D. Agustin Argüelles, cuya voz autorizada puso término al debate.

Son tan graves y tan importantes, dijo, las cuestiones que

consideren acreedoras á que se les devuelvan sus goces, sino por el interés general que en ello tiene la patria. Conceptúo esta disposicion como una de aquellas medidas reparadoras que va á contribuir á reconciliar los ánimos, para que formemos todos, por decirlo así, una masa invencible contra la que se estrellen los enemigos de nuestras glorias: es un paso prévio; y sin que se crea que yo trate de hacer inculpacion ni reconvencion á nadie, me hubiera holgado de que el gobierno se hubiese anticipado á la peticion del Estamento. »

El ministerio, en mi opinion, lejos de oponerse á ella por su interés personal, por el interés público y por otras mil razones, debe desear que se lleve á efecto lo que se propone. Yo conozco muy bien la posicion en que se encuentra; no hay quien ignore las dificultades que se ofrecerán en la ejecucion; pero convenidos en la necesidad absoluta y en la conveniencia de esta medida, las dificultades no deben ser un obstáculo para su ejecucion.

En un pais en donde ha habido tanta distincion de épocas, tanta diversidad de partidos, tantos conflictos y tantos intereses opuestos, esta providencia puede contribuir á disminuir la irritacion de los ánimos, á reunir á los españoles en un centro comun, á obligarlos á que redoblen sus sacrificios si es necesario, para la salvacion de la patria. . . .

En cuanto al número de personas que puedan considerarse comprendidas en la peticion, yo no tengo los datos suficientes para hacer un cálculo aproximado; pero creo que no sea crecido su número. Los señores secretarios del Despacho podrán mas bien estar enterados de esto.

Y de paso diré, que no puedo menos de aplaudir que el ministerio actual anticipándose á disminuir los males pasados. por interés propio, por interés administrativo, haya echado mano de muchos de los comprendidos en la peticion, satisfaciendo con esto á sus principios de humanidad y de justicia. Ahora, adoptada la peticion, podrá llevar mas adelante, podrá ejercer mejor su beneficencia, y derramar inmensos beneficios por medio de esta medida general.

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