Imágenes de páginas
PDF
EPUB

faltó consideracion ni argumento para que se diese el aire de gracia, á lo que los otros reclamaban como un acto de justicia. La misma caida de la Constitucion y los pocos esfuerzos que se habian hecho para defenderla, dieron armas á los que probablemente no la habian visto con ojos favorables; como si fuese esta la cuestion, y no se supiesen los verdaderos motivos de aquella catástrofe espantosa. El empeño de los ministros en que no se hablase de la legitimidad de dichos empleos, se dejase el resarcimiento ó reabilitacion de los interesados á merced de la voluntad y buenos descos de los mismos gobernantes, contribuyó poco á hacerlos populares; y la votacion final en que estuvieronen minoría, hizo dudar mucho de su sinceridad en las manifestaciones que hicieron de sus simpatías en favor de tanto desgraciado. No estará demas indicar que habiéndose votado y aprobado la peticion á últimos de octubre, no se espidió el decreto del reconocimiento de dichos empleos hasta el último dia de aquel año; dos meses de duda, de espectacion y de ansiedad, que no fueron ganados para la reconciliacion de los partidos.

Despues de las sesiones de ambos Estamentos, sobre todo del popular, lo que mas llamaba la atencion del público era sin duda la guerra civil, que parecia cada vez mas encrespada. La presentacion del mismo pretendiente en el teatro principal de sus operaciones le dió grandísima importancia en la parte política, si bien, al menos en nuestra opinion, contribuyó poco su presencia, ó tal vez dañó á la buena direccion de los que bajo sus banderas combatian. A la persecucion de este príncipe se dirijicron principalmente los esfuerzos del nuevo general en gefe (el marqués de Rodil) por especial encargo del gobierno, y aunque empleó en ello la mayor actividad y una singular perseverancia, siempre halló obsticulos muy superiores á sus medies. Ya hemos hecho ver en otra ocasion ias desventajas de las persecuciones cuando los perseguidos son mas ligeros de pies que los perseguidores, infinitamente mas prácticos del terreno, y por su arraigo en el pais dueños de dividirse, de subdividirse y hasta de dispersarse sin grave inconveniente. Varias veces se escapó el príncipe de entre las manos de los que sin tregua ni

descanso le seguian los alcances. Al fin se hubo de renunciar á este objeto, que parecia tan vital, y continuar mas en grande las operaciones de la guerra.

Es muy difícil, si no imposible, escribir en sus pormenores las contemporáneas, cuando viven la mayor parte de los que hicieron en ellas papeles principales. Aun prescindiendo de este inconveniente, se encuentra con el que ofrecen tantos movimientos á la vez, que tienen lugar en puntos diversos, muchas veces sin combinacion y con inciertos resultados. Eran muy pocos los que producian los diferentes encuentros en que nuestras tropas llevaban siempre lo mejor, sin que se adelantase un paso en el objeto importantísimo de poner término á la guerra. El público, no conocedor de esta clase de contiendas, atribuia muchas veces á falta de pericia ó de valor, lo que solo era efecto de que nuestras fuerzas, aunque superiores á las enemigas, no eran suficientes para una ocupacion del pais, y cortar de una vez todas las cabezas de la hidra. A favor de nuestros enemigos, obraba la naturaleza del pais, las ideas é inclinaciones de sus habitantes, su proximidad á Francia, y la circunstancia de tener á su cabeza un gefe hábil, emprendedor, gefe de las juntas como de las tropas, árbitro en materia de recompensas y hasta entendido organizador, como lo hizo ver por la esperiencia. Sus tropas se formaron muy pronto en batallones y escuadrones, á que cada una de las cuatro provincias contribuian con sus contingentes. Pronto tuvo su artillería, su fábrica de armas y de municiones, sus almacenes de depósito y cuanto contribuye á la organizacion del material de guerra, bajo la direccion de varios oficiales facultativos, que desde un principio se habian inscrito en sus banderas. Mandaba ya, en fin, lo que se llama un ejército; y aunque con respecto al nuestro no podia menos de ser inferior en instruccion y disciplina, llevaba la ventaja de conocer mejor el pais, y componerse en la mayor parte de su propios hijos. Si en nuestras filas se dieron bien pronto á conocer algunos gefes distinguidos, de que haremos alguna mencion en adelante, tambien oyó pronto el público los de los que hacian mas viso en las contrarias.

Todo aquel año estuvo concentrada la guerra del Norte en Navarra y las provincias Vascongadas. Las capitales de las cuatro y la mayor parte de otros puntos principales, eran nuestros. De otros éramos señores, el tiempo que materialmente los pisábamos. Los encuentros eran muchos, y siempre con los mismos resultados. Como éramos superiores en fuerzas, recorrian nuestras columnas el pais sin ningun inconveniente, y se puede decir que siempre arrollaba á las otras con muy pocas escepciones. La guerra se hacia á muerte, otro rasgo característico de la ferocidad y encarnizamiento de los enemigos, pues ellos dieron el ejemplo. La vigilancia en las tropas de la Reina tenia que ser mucha, en un pais donde por todas partes se hallaban radeados de enemigos: las sorpresas debieron de tener consecuencias muy fatales. A sorpresas se debió las acciones desgraciadas que tuvimos en Alegria de Alava en octubre de aquel año. El general Rodil no mandaba ya el ejército, no siendo pequeño inconveniente que en el término de un año hubiese pasado por cuatro manos. El enemigo iba conociendo poco á poco la importancia de sus fuerzas con estos descalabros. Verdad es que el ejército de la Reina volvió por su honor algun tiempo despues en Nazar y Asarta, en Larraga, en el puente de Arquijas, todos en Navarra; pero no sacaron de estos triunfos mas que sangre derramada, en lugar de que los enemigos agrandaban moralmente el campo de su dominacion en un pais donde tenian tan vivas simpatías. La necesidad de aumentar el ejército con fuerzas muy considerables era cada vez mas imperiosa; solo una ilusion podia hacer creer, que se habian de sujetar la Navarra y provincias Vascongadas á fuerza de batallas. Nada habia mas fácil para las tropas del pretendiente que evitar estas batallas y hacerlas ineficaces, aunque las de la Reina cantasen la victoria. Si estas eran mas militares, estaba á favor de las otras el pais, que era enteramente suyo. Si las primeras eran un ejército, constituian las segundas un pueblo, si no armado verdaderamente en masa, interesado al menos en nuestro vencimiento: si combatian aquellas en nombre de la legitimidad y de la Reina, invocaban estas el de otro Rey, tambien legítimo á sus ojos, el de las li

bertades de sus provincias, y por añadidura el de la religion, de que nos llamaban enemigos: peleaban en el pais que los habia visto nacer, su asilo natural en todas circunstancias. Las casas donde se alojaban nuestros combatientes tenian un hijo óun hermano en las filas enemigas, en lugar de que las que los recibian á ellos daban asilo á un deudo ó amigo, y cuando menos, á un hombre que combatia por su propia causa. Asi para sus rezagado ó dispersos no habia ningun peligro, en lugar de que de las columnas de la Reina, nadie se podia separar impúnemente. Mas este fenómeno, como ya hemos dicho varias veces, no era nuevo en nuestra España. Ejemplos á miles ofrece de él la famosa guerra de la independencia.

En lo mas incierto y áspero de la contienda llegó á su término el año 1854, cuando hacia dos meses habia ya tomado el mando del ejército el famoso general Mina, que de un modo tan inesperado por él, volvia al teatro de sus antiguas glorias. Considerando la guerra en sí, en la parte material, sin consideraciones políticas, y queremos hacer esta salvedad para que mejor se comprenda nuestra idea, se habian trocado los papeles. Aquel hábil caudillo que en la guerra de la independencia mantenia, vestia, armaba y aumentaba sus fuerzas con recursos del pais, se quejaba ahora, y con justicia al gobierno, de lo insuficiente de las suyas, de su falta de las cosas mas precisas. No tenia Zumalacárregui que contar con nadie, es decir, como superior para disponer del pais como mejor le parccia. Para mas singularidad, habia servido el segundo á las órdenes del primero en aquella guerra, cuando este habia sabido desembarazarse tantas veces de las tropas enemigas, que por todas partes le rodeaban. Sin pensar en hacer el paralelo de las dos contiendas, no se podia quejar el maestro de que el discípulo hubiese olvidado sus lecciones, y hecho poco caso de los recursos de su táctica. Asi la guerra se enseña sin querer, y sus grandes principios son observados en todas circunstancias por los hombres de instinto y de genio, pues solo el instinto y genio forman los buenos capitanes. Mina por otra parte, se ha Ilaba sumamente enfermo, y casi imposibilitado de moverse;

pero mostró por sus disposiciones, que á pesar de tantas desventajas era de los generales mas á propósito para aquella guerra. La agravacion de su mal que al cabo de año y medio le llevó al sepulcro, terminó un mando de cinco meses que habia hecho concebir las mas grandes esperanzas.

Volvamos á los trabajos de las Córtes. La aprobacion del presupuesto de Estado, la de parte del de guerra, cerró el año; mas antes de pasar al siguiente, volveremos algo atras, para recorrer muy ligeramente algunos otros trabajos importantes en que los dos Estomentos se ocuparon.

En la sesion del 11 de octubre se leyó en el Estamento de Procuradores una peticion reducida á suplicar á S. M., que el gobierno presentase inmediatamente el proyecto de ley relativo á la Guardia Nacional ó Milicia Urbana, como entonces se llamaba. En la sesion del 22, dia señalado para la discusion de este documento, se anunció por el presidente que el reglamento relativo al asunto estaba concluido, y en poder, entonces, para su exámen del consejo de gobierno, por lo cual se presentaria dentro de un breve término por el ministro del Interior al Estamento. Fue confirmada esta noticia por el ministro de Estado, quien esplicó brevemente los principales fundamentos en que el trabajo del gobierno se apoyaba.

En la sesion del 26 del mismo se presentó en efecto, y concluida su lectura, se nombró la comision que debia examinarle. En la del 10 de noviembre leyó esta su dictámen.

Poco se diferenciaban en lo esencial los dos proyectos. Abrazaban ambos los objetos principales que son de esencia en esta clase de trabajos, alistamiento, organizacion, servicio, disciplina, armamento, equipo, vestuario, etc., etc. La diferencia mas notable estaba en el nombre de estos cuerpos armados, designándolos el gobierno con el de Milicia Urbana, que habian llevado hasta entonces, y con el de Guardia Nacional la comision del Estamento.

Sobre este cambio de nombres rodó principalmente la discusion el dia 11 destinado á este asunto. Tambien se debatió si debia tener preferencia en la discusion el dictámen de la comi

« AnteriorContinuar »