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CAPITULO XLVII.

Partidos. Moderados.-Progresistas.-Sale del ministerio el Sr. Martinez de la Rosa. Le sucede en la presidencia el Conde de Toreno.-Nombramiento de don Juan Alvarez y Mendizabal para el ministerio de Hacienda.--Disturbios.-Agitacion en algunas provincias Juntas.-Llegada del Sr. Mendizabal.—Nombrado presidente interino del consejo de ministros.-Su esposicion á la Reina. Otros nombramientos.-Principales disposiciones de la nueva administracion. Ejército del Norte.-Alocución del general en gefe con motivo de la agitacion de las provincias.-Algunos pormenor s de la guerra.

Los seis meses que mediaron desde el fin de esta primera, hasta

la segunda legislatura de las Córtes, serán recorridos aun con mas rapidez que las épocas pasadas. Cuanto mas se van acercando los tiempos anteriores á los que alcanzamos, mas crecen las dificultades de trazar con imparcialidad acontecimientos importantes, cuando vive la mayor parte de los personajes que figuraron en este gran teatro, y el mismo escritor no ha sido estraño á alguna de sus escenas principales. Fecundos fueron estos meses en pugnas, en agitaciones, en conflictos, en tempestades poli-. ticas, que si serenaron felizmente pronto, no abrieron menos campo á otras sucesivas.-No compran los hombres á poco precio las ventajas de vivir bajo un sistema representativo; cuando ha sido rápida la trasmision desde otro anteriormente nuevo; cuando es libre la emision del pensamiento; cuando la pugna de ideas, de pasiones, de intereses, conduce inevitablemente á la formacion de los partidos. Comenzaron entonces á tener su nom

bre propio los dos que se decian liberales; sostenedor el uno de la letra y espíritu del Estatuto, como de todo cuanto emanaba del poder ministerial; deseoso el otro de dar mayor ensanche á la ley fundamental, y propenso á censurar los actos del gobierno. Con las denominaciones de moderados y exaltados, de oscu ra significacion, se conocieron estos dos partidos en la época constitucional de los tres años: los primeros conservaron la suya; los segundos adoptaron la de progresistas. Algun mas sentido encerraba esta voz que la de exaltado; mas siempre era vaga, de significacion arbitraria y caprichosa. Todo va en progreso por una ley constante de la naturaleza; todo está en continuo movimiento, hacia atras ó hácia adelante. La progresion de los progresistas, era sin duda la ascendente; mas estas varian al infinito, segun la diversa índole y lo que en términos de la ciencia se llama el esponente. 1, 2, 3, 4, 5, forman una progresion: tambien tendremos otra con 1, 10, 100, 1,000, 10,000; los dos primeros términos son iguales en las dos. ¡Qué diferencia en los dos últimos! los progresistas no indicaron de un modo fijo de qué clase habia de ser su progresion; se les olvidó indicar el esponente. Por el pronto se comprendieron perfectamente bien, mas debieron, con el tiempo, formarse entre ellos escisiones, como consecuencia natural de lo vago de su título: lo mismo debió de suceder á los moderados, pues aun de mas interpretaciones era susceptible el suyo; pero los partidos políticos se hallan demasiado agitados de pasiones para que sean lógicos, y se muestren siempre ficles al titulo que han escrito en su bandera.

En la Gaceta de 9 de junio salió un real decreto de la víspera, admitiendo la dimision que habia hecho de su cargo de presidente del Consejo de ministros y secretario del despacho de Estado D. Francisco Martinez de la Rosa, y de cuyos distinguidos servicios al trono de la Reina y bien del Estado, se hacia un alto elogio. Con la misma fecha se espidió otro nombrando interinamente para entrambos cargos al conde de Toreno.

En 13 del mismo mes se dió á este la propiedad de los dos, y para reemplazarle en el ministerio de Hacienda, que resultaba

vacante, se nombró á D. Juan Alvarez y Mendizabal, entonces residente en Londres: para el ministerio de la Guerra, al duque de Ahumada que habia sido presidente del Estamento de Próceres; para el del interior á D. Juan Alvarez Guerra, Prócer tambien, y para el de Marina al general D. Miguel Ricardo de Alava del mismo Estamento; mas este no llegó á desempeñar su cargo.

Los ministerios se cambiaban como se ve, con bastante rapidez; lo mismo sucedió en la época constitucional de los tres años, y veremos repetido en adelante. En los sistemas representativos, donde los ministros tienen que luchar con vivas oposiciones, tanto en el Parlamento como fuera, por precision tienen que gastarse pronto.

A mediados de julio comenzaron á manifestarse síntomas de disturbios en varias capitales de provincia. Principiaron en Zaragoza, se estendieron á Barcelona, donde se derramó sangre, y se cometieron asesinatos populares en personas de importancia. El órden se restableció por el momento; mas quedó el fómes del descontento que pronto se tradujo, si no en los mismos actos de violencia, en manifestaciones públicas que tuvieron el aire de alzamientos.

Sobre estos sucesos pasaremos con suma rapidez por la razon ya dicha, y porque habiendo ocurrido cuando estaban cerradas las Córtes, no pudieron producir en ellas las sesiones que por precision nos deben ocupar con preferencia. Bástenos indicar, que en todo el mes de agosto hubo lo que se llaman pronunciamientos en la mayor parte de las provincias de España, sobre todo las de Andalucía. En muchas de ellas se crearon juntas de gobierno, primer recurso á que se acudia en estos conflictos; sistema tradicional, que fechaba desde el principio de la guerra de la independencia. Hacer representaciones al gobierno, ó por mejor decir al trono, era el primer paso de estas juntas, pues la Reina deña Isabel II y la Reina Gobernadora, no dejaron nunca de ser objeto de sus homenages.

¿Qué pedian estas juntas? En algunos puntos se habló del restablecimiento de la Constitucion de 1812, y aun se dieron

muchos vivas á este Código; mas en ninguna de las representaciones, se manifestó, al menos claramente, este deseo. Quejas de la mala direccion que se daba á los negocios; de que estaban revestidos de cargos importantes públicos, personas conocidamente desafectas al sistema liberal, y que en otro tiempo se le habian mostrado abiertamente hostiles; quejas sobre todo del mismo gobierno (el Sr. Mendizabal no se habia presentado todavia) cuya lenidad ó política torcida alentaba á los enemigos de nuestras libertades; los mismos síntomas, en fin, de los movimientos del año de 1821 en las provincias de Sevilla, Cádiz y otras del Levante, y que se achacaron entonces al carácter democrático de la Constitucion, á las facultades escasas de que estaba la corona revestida.

En algunas provincias hubo hasta alistamientos militares, y se movieron columnas en son de combatir con las tropas del gobierno. Se pusieron efectivamente estas en accion para sofocar la insurreccion de las provincias. Mas felizmente no hubo conflictos, ni se encendió una nueva guerra civil en nuestra España. Bastante espantosa era la que por parte de los carlistas la aquejaba.

La insurreccion cundia mientras tanto. Cada dia se iba reduciendo la esfera de la dominacion directa del gobierno. Se mantuvo este silencioso hasta el 2 de setiembre, que se espidió un decreto fulminante contra los que le negaban la obediencia.

Servia de preámbulo al decreto una especie de manifiesto de la Reina Gobernadora á la nacion: he aquí sus pasages principales:

«Desde el momento que la Divina Providencia puso en mis manos las riendas de la gobernacion de estos reinos á nombre de mi escelsa hija doña Isabel II, dirigí todo mi conato á conciliar los ánimos de los españoles, á unirlos estrechamente, procurando echar un velo sobre disensiones y disturbios pasados. Abri en seguida la senda de mejoras, empezando por las de la administracion pública..... Restablecí las antiguas leyes fundamentales de la monarquía, que el desuso del tiempo y los vaivenes de la fortuna habian casi puesto en olvido, dándoles ahora

nuevo vigor y consignándolas en el Estatuto Real. Se congregaron las Córtes..... Cerradas que aquellas fueron antes de trascurrir el corto espacio de tres meses, se llevaron al cabo otras providencias y reformas benéficas, entre las que descuellan como prominentes la disminucion de regulares, y el decreto sobre ayuntamientos; alteraciones y mejoras ejecutadas en pro vecho del reino..... motivos ambos que parecian bastantes para combatir á los impacientes, y refrenar á los perversos.»

Mas ha sido al contrario: valiéndose los descontentos de las armas que con la misma libertad se les habia prestado, y aprovechándose de las angustias que agoviaban al gobierno, han soltado unos los diques á su ambicion, fomentando otros el partido del pretendiente, siempre en acecho de ella, y convirtiéndose no pocos en víctima y juguete de entrambas y opuestas parcialidades. Ligas y confederaciones y aun rebeldía abierta en varias provincias, han sido las deplorables consecuencias del desencadenamiento de pasiones abiertas y á veces feroces, acompañando á las conmociones en muchos casos, robos, asesinatos y todo linage de violencias, tales que hasta el mismo órden social se conmovia en sus mas firmes y estables bases; pues al paso que olvidados los alborotadores de todo sentido de religion, de humanidad y de cultura, incendiaban los conventos y los templos, mataban alevosamente á sus respetables é indefensos ministros, hacian desaparecer de aquellos edificios las bellezas y aun la perfeccion de las artes, y ponian la mano de la destruccion en los establecimientos de industria, notables y ricos. De pretesto les ha servido siempre para tamaños escándalos y atrocidades el deseo de obtener mayores ensanches á la libertad, al mismo tiempo que la coartaban del todo ó la destruian, y ni unos ni otros han tenido por lo regular concierto sino en desobedecer la autoridad suprema, atropellar las propiedades de los individuos, atacar las leyes fundamentales de la monarquía y las prerogativas de la corona......... Esperanzada yo durante algun tiempo, que volviendo en sí los instigadores y perpetradores de semejantes violencias y desmanes, cesarian en sus nefarios proyectos y dejarian en breve de turbar la paz del reino,

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