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ocurrir á los gastos del Estado, sin echar mano de nuevas contribuciones, empréstitos ni distraccion de los bienes del Estado, es la que parece presentar alguna duda. Sabemos lo difícil que seria que el gobierno pudiese sacar nuevas contribuciones, sin estar votadas por las Córtes, y recurrir á nuevos empréstitos; sabe muy bien el señor secretario de Hacienda qué en este momento seria imposible, y disponer de los bienes de los particulares, seria un atentado contra el derecho de propiedad que de ninguna manera puede esperarse; de consiguiente, á ninguno de estos medios puede recurrir el gobierno; y aquí entra mi curiosidad. La comision parece que está satisfecha de las esplicaciones que en esta parte le ha dado el gobierno; pero cuáles son estas, no lo ha dicho. Tal vez no me seria difícil decir cuál es el objeto que el gobierno se propone; mas me abstengo de hacerlo, sin embargo de no hallarme en el caso en que la comision se encuentra, respecto de este particular. Yo quisiera que en esta parte nos diese el gobierno algunas esplicaciones, y aunque no nos dijese el objeto que se proponia, á lo menos señalase la cantidad que necesitase; mas digo; que si conoce que necesita 80 millones, diga que 100.›

El señor presidente del consejo de ministros: Ayer reconoció el gobierno cuan difícil era su posicion en el Estamento; hoy por el contrario, cree que nada puede serle mas glorioso, que la que en este momento ocupa, pues no ha habido un Sr. Procurador aun de los que han tomado la palabra en contra, que no haya manifestado que está pronto á darle su confianza, si bien se han puesto algunas dudas acerca del modo con que podrá hacer uso de esta misma confianza.

«Empezaré, dando gracias al Sr. Conde de Toreno por haber reservado el secreto, que no es estraño haya adivinado, pues como presidente del ministerio para que fui nombrado, y cuya honra debí á S. S., era dueño del secreto que entonces en mi concepto debia ser puesto en juego para evitar empréstitos, pues sabe muy bien S. S. que le dije desde Londres, que no seria yo el que tratase de hacer alguno, pues habiendo tenido la suerte de negociar un empréstito para una nacion vecina á 74

por 100, cuando D. Miguel con un ejército de 40 mil hombres estuvo seis meses á las puertas de Lisboa, no habia de hacer uno para mi patria á 40 por 100, ó á lo que pudiera hacerse. Respecto á lo que se ha dicho de las cuentas de mis antecesores, nada puede haber satisfecho mas al Estamento y al Sr. Conde de Toreno, que el consentimiento que el gobierno ha dado al artículo 4.° de la comision, obligándose á dar cuenta á las Córtes de las facultades que se le confiriesen por la presente ley, y de las conferidas anteriormente. . . . . .ɔ

Los señores que han censurado como demasiada, hasta la autorizacion que se da al artículo 1.o, se han olvidado de la obligacion que tiene el gobierno de reunir las Córtes revisoras, y de la que contrae en el artículo 4.° de presentarles el uso que haya hecho de estas facultades. Por lo mismo, admitiendo yo la suposicion de S. S. de que las Córtes actuales puedan durar tres meses y al cuarto vendrian las otras, la duracion del voto se reducirá á tres ó cuatro meses, y el mismo voto, podrá ser mucho, algo, ó nada, segun las circunstancias. Respecto al artículo 2.0, el Sr. Conde de Toreno ha dicho que el gobierno acaba en estos dias de alterar el órden para el cobro de las contribuciones. Contestaré á esto, que en la ley provisional de ayuntamientos, se eximió á estos de que las cobrasen; mas no se sustituyó otro medio de cobranza, y el actual presidente interino, se encontró á los 20 ó 30 dias con que las contribuciones no podrian cobrarse: se trató de que las recaudasen los intendentes, abonándoles el 6 por 100; mas no hubo ninguno que quisiese prestarse á ello, y como los individuos de ayuntamiento hacian dimision de su cargo, si se derogaba el artículo 30 de la ley provisional, el gobierno se vió en la precision de dar el decreto á que ha aludido. »

«Se ha dicho aqui, si el gobierno en virtud del artículo tercero tendria derecho de hacer uso de los bienes de los particulares; pero señores, un gobierno que no quiere apelar á poner una contribucion estraordinaria, ¿cómo es posible que quiera echar mano de los bienes de los particulares? Los que han tenido esta duda, parece que se han apoyado en el artículo de la Gaceta del 22 de

diciembre, que habla de la deuda interior; pero dije ayer y repito hoy, que aquellas son las doctrinas del actual secretario de Hacienda, pero que las ha sometido á la censura pública para oir el pró y el contra, y formar su juicio con mas exactitud antes de presentar la ley que ha de arreglar la deuda pública, y mejorar la suerte de los acreedores del Estado.....

En la sesion del 30, dijo el Sr. Galiano (copiamos solo las partes mas notables de su discurso): «Esta cuestion, señores, es la que nos dividió el año pasado, y la que nos divide en el presente, porque es cuestion entre dos opiniones, una de ellas caida, y que trata de conquistar el poder que perdió por su propia falta. Se ha dicho que esta cuestion es puramente económica, y que se debe apartar la vista de cualquiera otra cosa que no sea ella misma. ¡Bello modo de considerar la cuestion! ¿Pues qué es un voto de confianza, sino una concesion hecha por efecto de las circunstancias? ¿Qué otra cosa que estas, pudiera autorizar al gobierno á pedirle y nosotros á concederle? No otra cosa que la crísis terrible de que hemos salido, puede autorizar este desvio de todos los principios, desvio autorizado por la ley de la necesidad. Si negamos ahora los fondos necesarios, dígasenos de buena fé, ¿á dónde iremos á parar? Por una parte tendremos el carlismo, por otra la bancarrota y la revolucion: yo prefiriria el segundo estremo, en caso necesario; pero pues estamos á tiempo, pretendo evitar uno y otro. . . . .

Pero se dice: estamos prontos á conceder al gobierno que cobre las contribuciones existentes, sin aprobar los presupuestos para pasado mañana: ¡generosísima concesion! Dice otro: yo le concederé que altere la forma de las contribuciones: esta concesion es muy importante; no lo disimulo; pero si por alterar esa forma representando el tipo de ellas, se logran grandes economías que no podrian obtenerse de otro modo, ¿habremos de perder esta ventaja por un motivo que seria justo en tiempos ordinarios? El Sr. Gonde de Toreno en su discurso que le honra sobre manera, por su estraordinaria moderacion, dijo: «Si hay un secreto de esta naturaleza, imposible es que yo le revele, porque se malograria el objeto. ¿Y qué dicen los señores que se

oponen al proyecto? Revélanos el secreto, es decir; deshaz la operacion antes de hacerla. El gobierno dice: necesito el secreto, y se le responde: pues revelándole en esta sesion pública, y mandando á los circunstantes que le callen, y á los nacionales y estranjeros que le lean en los papeles públicos, que le callen tambien, entonces te concederemos este voto (Risas de aprobacion). Cuando la convencion francesa creyó que era necesario salvar la existencia de la patria, se olvidó hasta de la libertad: no nos olvidemos de ella nosotros, porque no estamos en igual caso; pero prescindamos si, de ciertas fórmulas, cuando se trata de salvar la patria, el trono y la existencia de los españoles, pues todo pereceria, si negando este voto de confianza al gobierno, este no pudiese llevar adelante sus obligaciones. . . . .›

Oigamos al Sr. Argüelles en la sesion del 31. Su discurso fué larguísimo. Comenzó haciendo una apologia de su propia persona como miembro del parlamento, haciendo ver que por carácter y sistema habia apoyado siempre al gobierno, y que cuando algunas circunstancias le habian colocado en la oposicion, jamás habia sido esta sistemática. Pasando á la cuestion del dia, dijo: Necesario es entrar ahora en esta cuestion que efectivamente reconozco casi resuelta; digo casi, porque habia esperado con grande impaciencia que alguno de los señores que me han precedido, hubieran tocado en un punto en mi concepto de los mas esenciales para su resolucion. La abundancia de ideas, la misma elocuencia con que han adornado sus discursos, tal vez les habrá ocultado por un momento lo que yo veo tan claro. ¿Y qué es? Que esta cuestion, repito, está resuelta. Nosotros no somos árbitros de negar al gobierno la confianza que ya le hemos dado, y respecto de la que está comprometida nuestra reputacion para con la patria. El gobierno no ha hecho peticion nueva en el voto de confianza.»

»¿Qué cosa ha hecho mas que especificar, reducir á términos precisos lo mismo que pidió en el discurso de la corona, lo mismo que votamos por unanimidad, escepto cinco personas de que me haré cargo? El 30 de noviembre, señores, por votacion nominal aprobamos todos, con escepcion de cinco personas, el

volo de confianza esplícito en el discurso de la corona, nada mas que estendido algun tanto, en el voto que se presenta ahora. De los cinco que se abstuvieron, hay que separar uno que por principio de delicadeza se unió con los otros cuatro, porque no obstante ser Procurador se consideraba en el momento reunido al ministerio, y no quiso aparecer como juez en propia causa (el conde de Almodóvar). Quedan, pues, cuatro señores procuradores, los cuales por consideraciones poderosísimas que yo respeto, pues nacen de la conciencia que para mí es hasta un ídolo á quien doy culto, tuvieron por conveniente no darse por satisfechos á pesar de las razones que se espusieron en aquellos debates.>

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Ahora entraré yo en una observacion particular, y es, que entre los señores que han pedido la palabra contra la comision, hay tres de los cuatro que se abstuvieron de votar la contestacion al discurso del trono (los señores Martinez de la Rosa, Perpiñá y Sampons). »

»Nada mas laudable, nada mas digno de consideracion que el que los señores Procuradores sean consecuentes. Las razones que la comisien tuvo entonces el honor de esponer al Estamento, no fueron suficientes para convencerlos, ni les arrancó entonces mas que aquel voto suspensivo. Podria suceder muy bien ahora que toda esta discusion no les hiciese impresion mayor, y tuvieran que repetir, que se abstenian igualmente: en esto serian consecuentes, y yo les aseguro que estoy tan lejos de creer que con ello pueden comprometerse en lo mas mínimo, ni con sus comitentes ni con nadie, que al contrario, creo que harán perfectamente, sino se dan por convencidos; pero hay gran distancia entre estos señores, y los que han ofrecido al gobierno lo que ahora viene á pedir que se realice. Esta es la cuestion importante que me propongo resolver.

No usaré de amenazas ó argumentos ad terrorem, no: pero sí presentaré á la consideracion del Estamento las consecuencias que podria traer el que nos condujésemos de un modo incongruente, sin tener prontos los medios de salvar una contradiccion; es decir, haber votado entonces sí, y ahora no............. En la

TOMO III.

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