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pas; yo me alegro mucho, porque ciertamente si él viniese, seria otra cosa; aunque en sus dias le respeté como otros muchos, porque sabia que su conducta le haria acabar, no como acabó en una cama, sino como acaban los que siguen su carrera. Asi, pues, creo que nos hallamos en el caso de aprobar en su totalidad el dictámen de la comision, sin perjuicio de hacer en sus artículos las variacianes que se tengan por oportunas. »

En efecto, se puso á votacion, y fue aprobada la totalidad en votacion nominal, por ciento cuatro votos contra treinta y dos. En la sesion del dia siguiente se pusieron á discusion los dos artículos de que consta el proyecto, sobre los que se dijeron las mismas cosas que sobre la totalidad,

No puedo menos de confesar á las Córtes, dijo el señor Melo en contra, que lo que aquí se pide por el gobierno, es para mí un misterio incomprensible; mas los señores de la comision parece que han adivinado el pensamiento del gobierno, el cual es, que habiendo riesgo que el gobierno permanezca en la capital, se le autorice para poder mudar de residencia, cuando las circunstancias lo exijan. Pero, señor, las Cortes autorizan al gobierno para su traslacion á otro punto. De ningun modo puede hacerse, y mucho menos cuando no se tiene noticias de la fuerza que ataca, ni de la que resiste, ni de la disposicion de la nacion, ni de otras cosas que deberian saberse antes de acordar sobre la materia........»

«Dice el dictámen de la comision, que si las circunstancias exigen que el gobierno mude de residencia, lo haga poniéndose de acuerdo con la diputacion permanente en un caso, y en el otro con el presidente y secretarios de las Córtes ordinarias. ¿Pero en qué se funda esto? ¿Cuáles son las facultades de la diputacion permanente? Véanse estas en la Constitucion, y se hallará que ninguna de ellas tiene conexion con este punto.

Lo mismo digo del presidente y secretarios de las Córtes ordinarias. Pero ademas de esto, esta disposicion tiene otro gravísimo inconveniente. Si el gobierno, habiendo creido llegado el caso de la necesidad de la traslacion, consultase á la diputacion permanente, ó en su caso al presidente y secretarios de las

Córtes, y cualquiera de estas corporaciones no asintiere á la propuesta del gobierno, ¿qué sucederia? ¿Quién decidiria esta discordia? Creo, pues, que la comision debia refundir en uno solo los dos artículos de su dictámen, y reducir este á decir; que si las circunstancias exigiesen la traslacion del gobierno y de las Córtes, se pueda verificar al parage que aquel determine. »

Defendió el Sr. Argüelles los artículos de la comision, y reprodujo en su discurso las consideraciones que habia espuesto el dia anterior. Insertaremos algunos pasajes del que pronunció en la misma sesion el Sr. Infante.

Todos han visto y reconocido la franqueza con que el gobier no ha presentado á las Córtes este negocio, lo mismo que sus antecedentes. Y si el gobierno ha dado tan repetidas pruebas de su franqueza y de su íntima union con las Córtes, ¿por qué no habia de ser consecuente, presentándoles este negocio del mismo modo que los anteriores? ¿No habia de consultar el gobierno á las Córtes para una operacion tan dificil como la que se discute? Yo quiero que francamente se me diga, si habria gobierno alguno en el mundo que obrase de buena fé, que no hiciese lo mismo que ha hecho el nuestro en igual caso. El gobierno nos ha presentado las notas diplomáticas que le han dirigido los gobiernos estranjeros nos ha instruido del contenido del discurso de Luis XVIII á las Cámaras francesas; este mismo gobierno no puede menos de saber, que con mas ó menos celeridad se acercan tropas estranjeras á nuestras fronteras; ve que llega el tiempo en que las Córtes tienen que cerrar sus sesiones estraordinarias, y á pesar de todo esto, ¿se querria que nada nos dijese ?.....

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El señor preopinante nos ha presentado en cierto modo un plan de campaña: yo tambien hablaré algo sobre este punto, porque creo que la cuestion mas bien es militar que política, y en mi concepto mas debiamos entrar en cuestiones estratégicas, que en las de otra especie. Yo creo que aun cuando tuviésemos un ejército de cien mil hombres perfectamente dispuestos, aunque tuviésemos fortificados perfectamente á Búrgos y otros puntos intermedios, seria conveniente el trasladar el gobierno á otro

punto, pues no creo que seria acertado arriesgar á la suerte de una batalla, la tranquilidad de la nacion y la seguridad de la persona sagrada del Rey. Señor, entre los militares se ha acostumbrado el enseñarse á jugar al agedrez, por la semejanza de este juego con el arte de la guerra; y es bien sabido que todo el artificio del juego, consiste en dar un mate ai Rey. En la presente guerra sucede lo mismo, y sabemos que el empeño del . enemigo es, ó de darnos otro Rey, ó el de reducir á la nulidad al que ahora tenemos, y los españoles no debemos consentir ni en lo uno ni en lo otro. El mejor medio de evitar un golpe de mano que causase un trastorno en el gobierno, es el de trasladar este á otro punto.

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Yo no sé si tengo miedo; solo sí que tengo pundonor, y que moriré en el puesto que el destino me señale; de consiguiente, acháquense á lo que se quiera mis espresiones; pero creo que aunque tuviésemos cien mil hombres, es posible que puedan los enemigos acercarse á la capital, pues yo no espondria el éxito de la nacion, á solo una batalla.

«El Sr. Septien ha dicho que antes de tomar esta medida, seria conveniente hablar á la nacion: yo ciertamente no me opondré á que se le hable; pero no puedo menos de decir, que todos los dias le están hablando las Córtes. Dígasc si no la han hablado en las sesiones del 9 y 11 del próximo pasado. Dígase si no le están hablando todos los dias, haciéndole ver el estado crítico en que se halla. »

«Dice su señoría que se tomen medidas, que se aumente el ejército, que se concedan facultades ilimitadas á las diputaciones provinciales. Todo se ha hecho en lo posible. Las diputaciones provinciales han obtenido una autorizacion casi ilimitada; se han decretado los reemplazos para el ejército, y se han mandado reparar las plazas fuertes. Todo esto no es obra de un momento como se quiere que lo sea, porque llegó la época de la crísis; al paso que cuando se ha creido distante, no se ha pensado en prevenirse. Yo me acuerdo muy bien, sin que sea una acriminacion, que se quiso el año pasado atender á todas las necesidades del Estado, con solo quinientos millones; seguro es que con esta suma

no se puede pensar en ejércitos, ni en aprestos de guerra. Sé muy bien que el patriotismo de nuestros militares y demas conciudadanos, suplirá lo que falta de instruccion militar y demas; pero no podemos exigir imposibles. Yo sé que en el dia se trabaja con actividad en todo lo necesario, tanto en el ejército, como en las plazas. Pero señor, ¿todo se repara en cuatro dias? Yo en vista de todo lo espuesto, y de las demas razones que han manifestado los señores preopinantes en favor del dictámen, creo que las Córtes no pueden menos de aprobarle. »

Así lo fué en efecto, en votacion nominal por 84 contra 53. Acogió con gusto la parte sana del público, esta resolucion tomada por las Córtes. Ninguna fué objeto de mas animadversion para sus enemigos y los del gobierno. No hubo pretestos especiosos, sofismas, y hasta consideraciones que parecian apoyarse en sentimientos nobles y patrióticos, que no se presentasen para desecharla y reprobarla. Cuanta mas oposicion por todas partes se le hacia, mas se confirmaba el gobierno en la opinion de que era indispensable. No era posible que la corte y el partido servil mostrasen tanta repugnancia á una medida, á no ser que esta destruyese planes tan peligrosos para la causa pública, como los que en otras épocas habian abortado tan dichosamente. Los que 10 pertenecian á este partido, pero que desaprobaban la remocion por motivos de rivalidad, obraban impulsados sin saberlo por los agentes de desunion y de discordia, y minaban el terreno donde los amantes de la libertad debian combatir todos de consuno. Como quiera que esto fuese, el gobierno se afirmó mas en la idea de llevar adelante este negocio, y se resolvió á ello con el teson que acostumbraba en tales casos, sin arredrarse por ninguna resistencia. Era para ellos, en vista de estos mismos obstáculos, un paso indispensable de salvacion de que ya no podia prescindirse. Entonces se volvió á hablar mas que nunca de su remocion, de la incompatibilidad de su sistema con la situacion apurada, que en el concepto de sus enemigos exigia indispensables modificaciones. Entonces se censuró de nuevo su inflexibilidad, su terca obstinacion en no plegarse á lo que exigia de ellos la prudencia. Serviles, camaristas, todos sus enemigos

personales, intrigaron para darles sucesores. Los primeros eran lógicos: los otros por espíritu de partido ó de pasion, se resis tian y obstinaban en no ver lo que era mas claro que la luz del dia. La generalidad de los liberales y la mayoría de las Córtes, se mostraron opuestas á un cambio de administracion en aquellas circunstancias. Para detener en parte el golpe que temia, tomó el Congreso una resolucion que produjo resultados del todo diferentes, á saber; la remocion súbita aunque momentánea, de todos los ministros.

Para poner el gobierno al frente de la guarnicion al general Ballesteros, cuando los fatales acontecimientos de Brihuega, habia pedido y obtenido de las Córtes autorizacion para emplear á los consejeros de Estado, lo que estaba prohibido por la Constitucion, sin este requisito. Luego que se disipó aquella crisis, hizo dimision de su mando el general; mas la autorizacion para emplear estos grandes funcionarios, subsistia. En aquella sazon en que tanto se hablaba de la próxima remocion de los ministros, se esparció la voz de que se les iba á reemplazar con algunos miembros del Consejo. Las Córtes, que de ningun modo querian un cambio de gobierno, creyeron parar por el pronto el golpe, suspendiendo una facultad de que temian se usase indebidamente en su concepto. El 18 de febrero, último dia de sesiones de aquella legislatura estraordinaria, se hizo la proposicion siguiente: Debiendo cesar desde el dia de mañana las facultades estraordinarias concedidas al gobierno, aunque no sus efectos, y no estando señalado el límite que en iguales términos deberá tener la últimamente concedida para conferir comisiones ó destinos á los consejeros de Estado, pedimos que igualmente cese desde este dia. »

Esta proposicion fue aprobada despues de un brevísimo debate, con la adicion siguiente del Sr. Argüelles: «Subsistiendo los nombramientos que para varias comisiones tenga hechos el gobierno.

Era indudable que esta medida habia desconcertado algunos planes. Ocupado mas que nunca el gobierno de los suyos, relativos á la salida de Madrid, resolvió entrar en una franca espli9

TOMO HI.

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