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de seis años, fueran determinadas por los patrióticos gritos de 1820, y que á la muerte de Fernando VII, se hallase en medio de esa adolescencia cuyos sentimientos se inflamaron y cuyo heroismo excitó al ver aparecer la aurora de un nuevo dia de libertad.

En 6 de Diciembre de 1814 nació en la ciudad de Reus este eminente hombre politico, hoy Capitan general de Ejército, Vizconde del Bruch, Conde de Reus, Marqués de los Castillejos, Grande de España de primera clase, indivíduo del Poder ejecutivo y Diputado por Madrid en las actuales Córtes Constituyentes, D. Juan Prim, cuyos padres fueron el coronel graduado de infantería D. Pablo y Doña Teresa Prats.

Inclinado D. Juan á la carrera militar, al cumplir diez y nueve años obtuvo plaza de distinguido y luego de cadete en el batallon Tiradores de Isabel II, en cuyo cuerpo se encontraba un año despues de encendida la desastrosa guerra civil, cuyo principio trazó con tan vivos colores el animoso general Llauder en un parte dado al gobierno, y en la célebre exposicion que elevó á la Reina Gobernadora, y produjo la caida del gabinete Zea-Bermudez.

Muerto el 29 de Setiembre de un violento ataque apoplético el Rey Fernando VII, que habia correspondido á la adhesion y lealtad de su pueblo felicitando públicamente al César francés por la sangre española que derramaba; el Rey Fernando, que habia hecho espirar en el cadalso á cuantos abrigaron aquí sentimientos de libertad, gratitud y generosidad para el suelo que les dió la vida, habia quedado nombrada Regente del Reino y tutora hasta la mayor edad de sus dos hijas Doña María Cristina de Borbon, conocedora del partido liberal de España, que juzgó bastante noble y generoso para defender la causa de una niña entonces inocente, y le encomendó la empresa de salvar su trono contra las asechanzas del Infante D. Cárlos, ya abiertamente declarado, conforme á los sentimientos tradicionales de su familia, jefe del partido teocrático-reaccionario.

Once meses habian transcurrido desde el fallecimiento del Rey, y la simultánea aparicion, pronta derrota y reaparicion con distinta suerte, en las provincias de Barcelona y Tarragona de las primeras partidas carlistas, mandadas por Busens, Bagarro, Tristany, Llangé, Ros, Sobreyias (a) Muchacho, Boquica, Vilella, el Vicario de Oix, el Llarch de Copons y otros, cuando D. Juan Prim, á quien ya distinguian con singulares muestras de aprecio sus jefes y compañeros, á los seis meses de servicio, el dia 7 de Agosto de 1834, recibió su bautismo de sangre en una pequeña accion en que solo su compañía derrotó á la partida facciosa mandada por Triaxet, y en que Prim se distinguió hasta merecer el parabien de todos sus compañeros de armas, por el arrojo y serenidad de que ya dió muestras.

Operando más tarde en la línea de Columnas establecida por Llauder

desde Borradá hasta Coll de Fou para desbaratar á la faccion ó internarla en Francia, se encontró con su compañía y á las órdenes del coronel Oliver, en accion empeñada sobre el caserío del Raurell de Segás, contra el cabecilla Muchacho, á quien hirió con la bayoneta al pronunciarse este en retirada, avanzándose á él Prim desde la guerrilla, por lo que el Muchaco en premio de su valor que admiraba, y sin haberse fijado en que era un cadete, iba á mandarle con un arriero media onza; propósito de que desistió al decirle el arriero quién lo habia herido, y por no dar lugar á que con esta distincion pudiese lograr Prim el ascenso á oficial.

De otra manera que el cabecilla carlista, decretaba el destino el adelanto y elevado rango á que habia de llegar algun dia el entonces cadete, que recibió en premio de su comportamiento en dicha accion el grado de subteniente.

II.

Terminamos el párrafo anterior con el año de 1834, dejando consignado el principio de la carrera militar de Prim en la guerra civil, cuando la faccion, combatida en Cataluña activamente por las tropas liberales, y entregada por otra parte á los mayores excesos, odiada ya y sin apoyo de ningun género en los hombres honrados, hubiera sucumbido en el Principado, sin el aliento que volvia á infundirle la prosperidad que alcanzaba su causa en otras provincias.

Llegamos tambien à uno de los más notables rasgos de personal valor, abnegacion y esfuerzo del hoy Capitan general de Ejército D. Juan Prim.

Habíase empeñado accion por la columna en que iba, contra las facciones reunidas de Grau, Badia y Pelegrin; y en su ambicion de gloria con su ardor en el combate, se vió alejado de sus compañeros de accion, y en lucha personal con el faccioso Pedro Sanmartí, á quien dió muerte, costándole el sacrificio de casi todas sus fuerzas, á pesar del vigor que estas alcanzan á la edad de veinte años.

Salió del anterior hecho para concurrir á la victoria alcanzada por las tropas del brigadier Munt, compuestas del batallon de Tiradores que mandaba Mésguer, dos compañías de América, y la de granaderos urbanos de Vich, contra la faccion capitaneada por el cabecilla Caballería. Era el 14 de Marzo; el pueblo Sanquirse de Baxora testigo y admirador de la bravura de aquellos soldados celebraba con ellos el triunfo en la alegría de todos, en sus conversaciones, se percibia y escuchaba la alabanza de uno solo, y siempre del mismo nombre: ¿quién era? ¿qué habia hecho para merecer que los urbanos de Vich, que habian sido unos héroes, al ir á ser recompensados, renunciando á todo galardon, lo lla

maran á colocarse delante de ellos para recibir por todos el premio de la victoria? El brigadier Munt lo dijo, expresando los hechos y al recomendar como merecia en el parte detallado de la accion, al cadete Don Juan Prim, que ninguna recompensa recibió entonces por tan notorio hecho, necesitando ir á distinguirse nuevamente á la accion ganada en Ribas, donde con cuatro hombres resueltos á acompañarle y á los primeros tiros, sacó de entre la faccion á viva fuerza cinco magníficos mulos y el caballo del cabecilla carlista.

Momentos despues de este hecho, tuvieron que retirar del fuego á Prim con una peligrosa contusion que habia recibido en el costado izquierdo, la cual le costó dos meses de curacion en Ripoll, donde á los pocos dias recibió en cambio la mayor satisfaccion que se goza en la carrera, quizás solo por disfrutarse en esa edad en que el camino de la vida está aún á nuestros ojos por todas partes cubierto de flores. Ascendió por por fin á subteniente, empleo que ya tanto habia ganado con las an

teriores proezas.

Narramos hasta ahora solo triunfos de las armas liberales en la desastrosa guerra civil de que hablamos, y tales fueron los hechos en que hasta entonces intervino, ó que en algo se refieren á D. Juan Prim; por lo demás, la faccion seguia en Cataluña entre victorias y derrotas con suerte varia, sostenida siempre por las exacciones de la fuerza en los pueblos que ocupaba y por ese fanatismo religioso de que hablan tan alto las crueldades dei canónigo Tristany, y las de todos los eclesiásticos jefes de partidas facciosas, en abierta oposicion con su mision de paz en la tierra. Pruébalo un hecho entre mil, ocurrido el 22 de Julio, en que una partida mandada por un fraile franciscano de Reus, sorprendió y asesinó bárbaramente á un destacamento, que la milicia de dicha ciudad daba en punto fortificado en las orillas del Ebro.

Sonreíales alguna vez la fortuna, como en el mes de Mayo que, faltos de pólvora y prefiriendo á comprarla en Francia, quitarla á sus enemigos, acometieron con buen éxito la atrevida empresa de sacarla de la fábrica de Manresa, costando despues una derrota al coronel Novella el intentar recuperarla.

Restablecido Prim de la peligrosa contusion que recibió en Ribas, y destinado de subteniente al regimiento de la Albuera, que guarnecia las Baleares, consiguió á solicitud propia, por no alejarse de la guerra empeñada en defensa de la libertad, ingresar como teniente de francos, şin perder su carácter de subteniente de infantería en el batallon de Tiradores, mandado por D. José Rodriguez, jefe que le manifestó los mayores deseos de tenerlo á sus órdenes.

En Agosto asistió con ese batallon á la accion de Viladrau, en que las facciones reunidas de Camas-cruas y del Grabat de Guisona, se pronunciaron en vergonzosa fuga, poco despues de haberse roto el fuego.

En el mes siguiente, y mandando una mitad de compañía, se encontró en la accion de Juanet, donde, cargando á la bayoneta, consiguió desalojar de sus posiciones al enemigo que se libró de ser perseguido á causa de la fragosidad del terreno.

El 12 de Octubre huyó tambien la faccion mandada por el cura Armentera, que habia empeñado accion en Mafugall con el batallon en que servia Prim.

Y en el ataque y defensa de San Celoní, con una parte de su compañía el 14 del mismo mes, al dar cumplimiento á una órden de flanquear al enemigo que se corria á la derecha del pueblo, sufrió el choque de más de 200 hombres emboscados al abrigo de espesos matorrales y de dos casas de campo en que perdió parte de sus soldados; pero arrojándose sobre la faccion se apoderó de las casas, y cumplió con tal denuedo las órdenes recibidas, que mereció se le recomendara especialmente, por lo que contribuyó al éxito obtenido por todas las tropas de la Colonia.

Otra recomendacion especial de él hizo el comandante Rodriguez, por su comportamiento al frente de la compañía de cazadores en que servia y al desalojar á la faccion de las ventajosas posiciones que ocupaba en Arbuesas, el 9 de Diciembre, donde el cabecilla Grau corrió despavorido, abandonándolo todo ante el denuedo del puñado de valientes que á las órdenes de Prim le acometió. Por este hecho con que cerramos el relato de sus acontecimientos en 1835, le fué conferida la cruz de Isabel la Católica.

En esa época de tan tristes recuerdos para Cataluña, eran ya innumerables las víctimas injustamente sacrificadas en uno y otro bando: poseidos principalmente los carlistas de un vértigo de sangre y una insaciable sed de venganzas, que llevaba á todas partes el luto y exterminio, al ciudadano indefenso nada lo protegía de los constantes desmanes á que se entregaban las distintas partidas que infestaban el territorio. Yermos los campos, asaltados los pueblos, incendiados los templos muchas veces por los mismos que se llamaban defensores de la religion, habia llegado ya la guerra con la exaltacion de las pasiones políticas á tomar un carácter.de crueldad inesplicable en el siglo en que vivimos. Católicos hasta la intolerancia unos, y liberales de corazon otros, ¿dónde estaba el bien de la humanidad á que obedecian ambos partidos? Sacrificado en el choque de las pasiones, abandonado á las deliberaciones de la fuerza, que es tambien ciega y ultraja como aquellas á la religion, á la libertad y á la justicia.

En ese mal inevitable, pero en la mejor de las causas, luchando por la paz y libertad de sus conciudadanos, seguimos á nuestro héroe, cuyos gloriosos hechos superan siempre á lo exigido por la ordenanza al más perfecto oficial-«que no debe contentarse con hacer lo preciso de

su deber, sin que su propia voluntad adelante cosa alguna, buscando las ocasiones de mayor riesgo y fatiga..

Veamos como D. Juan Prim iba más allá de sus preceptos.

Entre una admiracion general y al grito unánime de sorpresa lanzado por el Ejército el 24 de Febrero de 1836 en la accion de San Hilario, asaltó, con una banderola en la mano, las dificiles posiciones ocupadas por la faccion, teniendo que luchar brazo á brazo con un carlista que intentó y no pudo disparar sobre él su fusil, ni emplear la bayoneta que tenia armada, sucumbiendo á manos de Prim, quien se libró entonces de una muerte cierta, y adquirió desde ese dia en todo el Ejército el tan merecido concepto que tiene de valiente.

Salió la noche del 26 con su batallon y dos compañías de la Albuera en direccion de Villamajor', donde se encontraba el cabecilla carlista Torres con 4000 infantes y 200 caballos. Propuesta allí por el comandante del batallon de Prim á su oficialidad reunida la empresa de sorprender á la faccion, con disgusto de dicho jefe todos enmudecieron, hasta que Prim se ofreció voluntariamente á descender al pueblo con una mitad de compañía. Apoyado por las demás fuerzas, emprendió la marcha, llegó á las puertas del pueblo, arrolló la gran guardia que encontró en ella, penetró en las calles, y sembrando con su espada la muerte y el espanto, asaltó la casa del cabecilla, hasta cuya habitacion no llegó por haber caido nuestro héroe en la escalera herido de un balazo en un muslo.

Retirado por sus soldados con la mayor fortuna, todavía tuvieron el valor de hacer prisioneros á un capitan y dos soldados carlistas, que sacaron del pueblo con su teniente herido y á favor de las sombras de la noche, envueltos entre la inmensa muchedumbre que acudió al sitio del peligro. Por tan brillante hecho de armas, ascendió al empleo de capitan de cuerpos francos.

Restablecido ya de su herida, y destacado en Tona el 22 de Noviembre, fué con su compañía á Taradell para atacar á la faccion que ocupaba dicho pueblo; mas como la faccion acabara de abandonarlo, al recorrer sus calles el capitan Prim, alcanzó á un lancero carlista, que al galope iba á reunirse á sus compañeros. La lanza del soldado rozó el hombro del capitan, y la espada de este abrió una ancha herida en la cabeza al carlista, quien rodó por un precipicio aturdido del golpe, dejando en poder del vencedor sus armas y caballo que Prim presentó á la compañía como trofeo de su victoria. El carlista herido, dice el historiador Gimenez, es un honrado jornalero que vive actualmente en Gracia, villa inmediata á Barcelona, y recuerda con orgullo aquella lucha personal, venerando los laureles que ha conquistado el invicto Marqués de los Castillejos.»

El 11 del mismo mes, en una salida que hizo de Granollers, su com

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