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Djemschild, que destronó á Zohak y le mandó | Astyages, habiéndole reconocido, y desimpreencerrar en una caverna del monte Demavend. sionado del efecto de su sueño, le llamó á la El Zend- Avesta atribuye á este libertador un córte. Cyro no vivió mucho tiempo en ella; de reinado de quince años. Quizá él es el Arbaces regreso en Persia recibió un mensage de Harde los griegos. A esta familia sucedió despues pages instigándole á que se sublevara. Inmede una larga serie de siglos la de los Ache-diatamente convocó á los persas y les hizo romenides ó Keianienos, hácia el año 720 antes de Jesucristo, que trae su nombre de su fundador Achemenes, y que salió de la tribu de los Pasargades, que era la mas poderosa entre los persas.

turar un campo cubierto de espinas. A la mañana siguiente por el contrario les hizo servir un opiparo banquete y les preguntó en seguida á cual de las dos cosas daban la preferencia. La respuesta no podia ser dudosa: todos contestaron que el banquete les parecia lo

Sea lo que quiera de estas relaciones en que la fábula desfigura la historia, parece cier-mejor. Entonces él les prometió que todos los to que los habitantes de la Persia (Fars ó Far- dias tendrian los mismos goces si se comprosistan) no representaron papel alguno impor- metian á seguirle. Los medos, vendidos por tante en las diversas revoluciones que hicie- su gefe Harpages, que solo pensaba en venron pasar el imperio del Asia de manos de los gar en Astyages el suplicio de su hijo, fueron asirios á las de los medos, y que sometidos su- vencidos en una llanura en la que Ciro hizo cesivamente (sin duda mas de nombre que de edificar despues á Pasargade en conmemorahecho) á la dominacion de estos dos pueblos cion de esta gran victoria. En esta ciudad es no trataron de salir de su pais. Dedicados álos donde se verificaba la coronacion de los reyes, trabajos de la agricultura y del pastoreo, nó- y en ella estaban sus sepulcros. Astyages fué madas ó sedentarios, los persas vivian enton-destronado y los medos pasaron á la dominaces ignorados, pero tranquilos. Se dividian en cion de los persas (560.) diez castas; tres de nobles ó guerreros, tres de agricultores y cuatro de pastores. Nada mas sencillo que su religion, porque adoraban á los elementos y á los astros, y se contentaban con ofrecerles sacrificios en la cima de los mas altos montes. Sus costumbres eran de admirable pureza si se ha de dar crédito al testimonio poco sospechoso de los historiadores griegos. ¿Y cómo no habia de ser asi con el sistema de educacion que seguian invariablemente y que Xenophonte se contenta solo con esponer para avergonzar á sus degenerados ciudadanos? Los primitivos persas no deben ser juzgados por lo que fueron, los que despues tuvo que combatir Alejandro cuatro siglos antes de Jesucristo.

Tal era el estado de los persas cuando descolló entre ellos el que les dió gloria y poder, Cyro.

Las noticias que encontramos en los historiadores griegos acerca de la juventud y vida de este conquistador, difieren de tal modo entre sí, que es imposible conciliarlas en una narracion. Las reasumiremos haciendo observar desde luego que parece que Xenophonte escribió la historia de Cyro con la misma intencion que Fenelon cuando compuso su Telémaco, la de presentar la imágen de un principe perfecto.

Segun Herodoto Astyages, rey de Media, soñó que un nieto suyo le destronaria y seria rey. Turbado por esta vision, casó á su hija Mandana, no con un medo, sino con un persa, con Cambyses, en la persuasion de que el hijo de un persa jamás podria pretender el imperio. Apenas Mandana dió á luz á Cyro, cuando Astyages, á pesar de su última creencia, le mandó matar; pero su órden no tuvo cumplimiento, y Cyro creció impunemente en la casa de un pastor, hasta el momento en que el rey

Xenophonte asigna á Cyro los mismos padres, Cambyses y Mandane; pero segun él, este jóven principe, lejos de ser abandonado á las fieras, fué criado en la corte de su abuelo y educado con el mayor esmero y desde luego se distinguió por la precocidad de su talento. Necesario es confesar que hay mucho de pueril en esta parte de la Cyropedia. Andando el tiempo Cyro no arrebató el poder á Astyages, sino que fué su general, y cuando murió este viejo rey le sucedió (560) Cyaxares II, que reinó hasta 536. Entonces fué cuando Cyro se hizo rey, no por conquista sino por sucesion. Xenophonte absuelve de este modo á Cyro de la nota de usurpador; ¿pero no es la narracion de Herodoto la que mejor idea nos da de un conquistador bárbaro? ¿El sueño de Astyages y la parábola de Cyro, no es lo que está mas en armonía con los hábitos de Oriente?

Sea de esto lo que quiera, Cyro hecho gefe de los persas y los medos hacia el año 560 (porque si Cyaxares II vivió, Cyro fué el que verdaderamente reinó en su nombre) se apresuró á pretender el imperio del Asia.

Dos grandes estados dominaban á la sazon en ella. El de Lydia, que estaba en toda la fuerza de su esplendor bajo el gobierno de Creso y el de Babilonia, que iba en decaden. cia ya hacia algun tiempo bajo los indignos sucesores de Nabucodonosor. Cyro se empeñó en someter á ambos y formar asi un solo reino de las tres potencias que se dividian el Iran. La Lydia, que se habia unido á los babilonios contra Cyro, fué la primera que sucumbió á pesar de su alianza con los egipcios y los griegos. Creso, que la regia, sufrió en efecto la terrible derrota de Thymbrea en Phrigia 548 años antes de Jesucristo y no pudo defender à Sardes, su capital, contra el vencedor.

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PERSIA

El precio de este triunfo fueron el Asia Menor y las colonias griegas. Babilonia cayó á su vez en el año 538. Balthasar ó Labnit fué asesinado por los persas en medio de los suntuosos festines que celebraba locamente, mientras el enemigo penetraba en su ciudad por el alveo del Eufrates que habia cambiado de madre. De este modo se fundó el poderoso imperio de los persas, que se estendia desde el mar Egeo al Oeste, hasta el Indus al Este; desde la Bractriana, al Norte, hasta la Arabia y el Egipto al Sur.

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arenas y el hambre diezmó las tropas que Cambyses conducia por sí mismo contra los etiopes.

El rey de Persia exasperado por tales desastres, no fué desde entonces mas que un loco de atar, si ha de darse crédito á todo lo que cuentan de él los historiadores enemigos suyos. Sea como quiera, es lo cierto que ó su ausencia ó el deseo de sustraerse á sus crueldades dió origen á un motin que concluyó en una revolucion.

Cambyses habia mandado el suplicio de su hermano Smerdis. Presentóse un mugo medo fingiendo ser Smerdis, y su impostura tuvo tanto éxito, que Cambyses se creyó obligado á salirle al encuentro; pero al montar á caballo se hirió y falleció, recomendando á los que le rodeaban no permitiesen que el imperio de Asia pasara á los medos (522.)

Cyro no se contentó con ser conquistador, sino que organizó tambien este vasto imperio. En primer término, en la parte mas elevada, estaba el rey, el gran rey ó el grande, como le llamaban los griegos, investido de una autoridad absoluta, y con un carácter sagrado segun la costumbre de Oriente. Ciento veinte Esta advertencia no fué echada en olvido. sátrapas ó gobernadores de las provincias administraban en su nombre las distintas partes Smerdis reinó mientras se le creyó hijo de del imperio. Su poder era puramente civil, y Cyro; pero luego que se descubrió su embusel mando militar se reservaba á oficiales es-te, siete señores fueron á matarle en su palapeciales. Las rentas del Estado consistian: cio. El pueblo aplaudió este golpe, mató con 1.o en tributos: 2.o en multas: 3.o en produc- él cierto número de magos, y desde entonces tos de los dominios, etc. Los tesoros cuyo in-se festejó anualmente entre los persas la mamediato empleo no exigian las necesidades gophonia, á pesar de los progresos que hacia del Estado, se reunian en algunas ciudades y incesantemente entre ellos la religion de Zose conservaban con el mayor cuidado á fin de roastro. hacer frente con ellos á las necesidades imprevistas. Tan desconocido era entonces el poder y fuerza del crédito.

Cyro, que se habia hecho muy poderoso, no desdeñó reparar la antigua injusticia que los reyes de Babilonia habian cometido, y devolvió á los judíos, cautivos hacia ya setenta años, el derecho de volver á su patria y de reedificar su templo (536.)

Los historiadores no están contestes acerca del fin de este grande hombre. Xenophonte nos le presenta moribundo en su lecho, rodeado de sus hijos, á los que da los mas sanos consejos. Herodoto le hace perecer de muerte violenta en una guerra contra Tomyris, reina de los mesagetas en las márgenes del Yaxarte. Ctesias pretende que murió peleando contra los indianos (530.) Habia sometido á todos los pueblos del Iran, y no pudo vencer á las naciones nómadas que cercaban sus

fronteras.

Muerto Smerdis, segun Herodoto, se reunieron sus asesinos para deliberar acerca del gobierno que convenia dar al pais. Escusado es decir que triunfó la forma monárquica, solamente que se colocó cerca del soberano un consejo de Estado compuesto de los personages mas considerados, para mantener y dar esplendor á la monarquía. El que ciñó la corona fué Dario, hijo de Hystaspes.

Las turbulencias ocasionadas por la usurpacion y por la muerte de Smerdis habian debilitado la autoridad y amenazaban causar la ruina del imperio. Dario dedicó desde un principio todo su cuidado á estas circunstancias y consiguió dominarlas haciendo algunos castigos ejemplares en varios señores que querian tratarle como á un igual, y en aquellas provincias ó imperios que pretendian recobrar su nacionalidad; pero los que mas esperimentaron la cólera del nuevo rey fueron los babilonios. Obligados á rendirse despues de diez y ocho Cambyses, que le sucedió, arrastrado por meses de tenacisima resistencia (gracias á la el gran movimiento de conquista á que su pa- decision de Zapyro), vieron arrasar sus muradre habia dado impulso, y no por los puerillas y condenar á muerte á tres mil ciudadales motivos que le imputan los historiado-nos (516.) Dario se aprovechó de estas revuelres griegos y egipcios, se dirigió á Egipto el tas para modificar la constitucion dada por año 525. Este pais fué sometido con la mayor Cyro á su imperio. El número de gobiernos ó prontitud y tratado con el mayor rigor, sin satrapias, que era de ciento veinte, se redujo que se atreviera á hacer la mas minima de-á veinte. Los impuestos, que hasta entonces mostracion, y los paises cercanos por la parte habian sido voluntarios, se hicieron obligatode Oeste, Cyrene y la Libia, prometieron es- rios, lo cual valió á Dario el apodo de Mercapontáneamente la obediencia. Pero dos gran-der. Solo los persas fueron los que conservades reveses compensaron tan fáciles triunfos; ron sus antiguas inmunidades.

el cuerpo de ejército que debia destruir el tem

plo de Júpiter Aminon, quedó enterrado en las

Las veinte satrapías eran: 4. Lydia y Psidia.

2.

a

3.

Lycia, Caria, Pamphylia.
Phrygia, Capadocia y Paphlagonia.

4. Cilicia y Siria del Norte.

8.a Susiana.

5.a Syria.

6.a Egipto.

7.

Transoxiana.

9.

Babilonia y Asiria.

10.

Media.

11.

12.

13.

Armenia.

Orillas del mar Caspio.

Bactriana.

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pensamiento. Todas las mañanas se le presentaba un oficial á decirle: «Acordaos, señor, de los atenienses. » Hippias, el tirano á quien Atenas habia arrojado vergonzosamente, estaba tambien alli para renovarle su odio.

¡Cosa estraña! la Persia que acaba de someter á sus leyes á todo el Iran, al Egipto, á la India Occidental y á la Thracia, va á ver estrellarse todo su poder contra los esfuerzos de algunas pequeñas poblaciones cuyo nombre apenas sabe Dario. Esto consiste en que los hombres, tan oscuros hasta ahora, son griegos y libres. Nunca brilló con mas esplendor la superioridad tradicional del Occidente sobre el Par-Oriente. Las guerras médicas son uno de los hechos mas grandes del mundo.

La primera espedicion enviada por Dario ni aun siquiera llegó á Grecia. (496.) Los vientos destrozan su flota contra los peñascos al pie del monte Athos: los thracios derrotan sus Luego que se apaciguó el imperio Dario infantes y Mardonio, su general, tiene que volvolvió á abrir á los persas la carrera de las ver à Asia los restos impotentes de su ejército. conquistas. Habia visto en sueños un águila Dario era demasiado rico y se encontraba cuyas inmensas alas cubrian el Oriente y el Oc-harto irritado para escuchar las lecciones que cidente, y no dudó que esta vision presagiaba á su pueblo una dominacion universal: asi es que en seguida se ocupó en buscar medios de realizarla.

mandados por Milciades consiguieron sobre los persas y sobre su aliado Hippias, la inmortal victoria de Maraton.

le daba la fortuna. Encargó á Datis y á Artaphernes (los persas seguian las mas de las veces la funesta costumbre de dividir el mando de sus ejércitos) que vengasen á Sardes incenSu primera empresa, sin embargo, no fué diada, á Mardonio vencido y á sus embajadomuy afortunada, porque los scytas, en quienes res asesinados. (490.) La campaña comenzó queria vengar las injurias del Asia, le vencieron bien; las Cyclades hicieron su sumision; pero huyendo, y perdido en medio de sus inmensos Eretria no sucumbió sino á la traicion; y diez desiertos, entre el Ister (el Danubio) y el Ta-mil atenienses socorridos por mil plateanos y nais (el Don) recibió de ellos el simbólico presente de una rana, un raton y una flecha. Fué pues necesario renunciar á someterlos, y hubiera perecido hasta el último hombre de los El dolor de Dario se convirtió en cólera y restos de aquel poderoso é inmenso ejército murió haciendo los preparativos de una tercesino hubiera sido por la adhesion un poco in-ra y mas formidable espedicion (485.) teresada del milesio Histico à quien se habia Xerxes que le sucedió con perjuicio de confiado la guarda de un puente sobre el Ister. Artabazės, principió por reprimir la insurrecLa sumision nominal de la Thracia, de los ge- cion de Egipto. Despues, instigado por su amtas, de los peonios y de una parte de la Mace-bicion por los Alevades de Tesalia, por Demadonia fué el escaso premio de esta grande es-rates, rey de Esparta, por Mardonio y por la pedicion. sombra misma de su padre que todas las noDario se indemnizó de estos reveses en Eu-ches venia á echarle en cara su lentitud, resolropa con la sumision de una parte de la India. Aunque no pueda especificarse la estension de esta conquista, es casi seguro que no la llevó mas allá del Indus, que vino á ser el límite de su imperio por el Este, y formó de ella la vigésima primera satrapia. (509.)

vió invadir por sí mismo la Grecia. En vano le disuade de este proyecto su tio Artaban á quien debe el trono, pues hasta éste concluyó por rendirse y el destino impuso silencio á su sabiduría.

¿Qué fuerzas reunió Xerxes? Esto es lo que Tal era el poder del gran rey, cuando una no puede asegurarse, pues los cálculos varian célebre revolucion le puso en pugna con nue-desde tres millones hasta setecientos mil comvos y mas terribles enemigos. No insistiremos batientes. Lo que hay de cierto es que fueron en las causas y circunstancias de la subleva- inmensas y que el gran rey media sus tropas cion de las colonias griegas de la Jonia. Baste no pudiéndolas contar. Xerxes siguió las oridecir aqui que sucumbieron gloriosamente las del Asia hasta el Helesponto, que pasó por despues de una lucha de seis años (504, 498.) un puente de madera, despues las de la ThraPero habian recibido auxilios de las dos ciuda-cia y Macedonia donde su ejército no hacia des griegas Atenas y Eretria, y Dario resolvió mas que aumentarse. ¿Habremos de dar crédicastigar á estos insolentes aliados. Desde que to á todas las estravagancias que los historiaSardes habia sido incendiada por los atenien- dores griegos refieren durante esta larga marses (502) no abandonaba un solo instante este cha? A lo menos tengamos presente que no le

conocemos mas que por sus enemigos, y que, ron el ejemplo y fueron vencidos; pero el todos los cuidados que se tomó para asegurar Egipto, mas afortunado, á las órdenes de su la subsistencia de tan formidable multitud protestan contra esos actos de locura.

Los griegos querian defender contra los persas los desfiladeros del monte Olimpo. El rey de Macedonia les indujo á que nada hicieran; Xerxes ocupó, pues, la Thesalia, hasta las Termopilas, y muchas ciudades griegas enviaron su sumision.

En las Termópilas fué donde Xerxes encontró por primera vez á los griegos y aprendió á conocerlos. Al mismo tiempo su flota que marchaba paralelamente al ejército fué destruida en gran parte en el cabo Artemisium por los griegos y por la tempestad.

Estas terribles advertencias tampoco le hicieron abrir los ojos, y no las tuvo en cuenta hasta el momento en que la maravillosa derrota de Salamina le obligó á huir casi solo á sus estados. ¿Y deberá darse entero crédito á todas las circunstancias con que los vencedores cuentan este terrible desastre?

Xerxes habia dejado trescientos mil hombres en Grecia. Fueron completamente vencidos en Platea, mientras que el resto de la flota persa sufria una nueva derrota en Mycala á las orillas del Asia (479.) ¡Cuanta gloria en dos años!

Entonces cupo á los persas la suerte de temblar por su propio pais; porque la Grecia victoriosa se apresuró á llevar al Asia la guerra que esta acababa de enviarle. Desde esta época data la decadencia del imperio fundado por Ciro aun no hacia cien años. Tal es la fragilidad de esas vastas monarquías de Asia, verdaderas estátuas de oro con los pies de barro.

Los spartiatas guiaron primero á los griegos en esta nueva lucha. Quitaron á Xerxes, ademas de las islas y las colonias del Asia Menor, todo lo que poseia en Europa. Cuando Pausanias hizo traicion á su patria, pasó el mando á los atenienses (407) que á las órdenes de Cimon y de Aristides no se manifestaron menos temibles.

Xerxes murió en medio de estos desastres (472 ó 465.) Artaban le asesinó para sucederle, y fue necesaria una guerra civil para destronar al usurpador y afirmar en el trono á Artaxerxes Longomano.

Las desgracias de la Persia no cesaron con la guerra civil. Los griegos mandados por Cimon dominaban entonces sobre todo el mar Egeo. Despues de una larga serie de triunfos impusieron al gran rey el vergonzoso tratado de 449, que estipulaba la independencia de las colonias griegas y fijaba un límite á los ejércitos y á los bageles de la Persia. Asi concluyó el primer período de las guerras Médicas.

Artaxerxes no tuvo que habérselas solamente con los griegos. Las turbulencias interiores principiaron en su reinado y prepararon la disolucion del imperio. Los bactrianos die

rey Inaro, resistió por espacio de siete años (463-456), y cuando el gefe que se habia dado murió en una cruz, su sumision fué causa de una nueva revuelta, la de Megabyses (448.) El gran rey, vencido por este sátrapa, consintió en aceptar sus condiciones; esto no era mas que alentar la rebelion.

Al mismo tiempo Artaxerxes solo reinaba en el nombre, pues el poder estaba en manos de su muger Amytis y de Amestris su madre. Un gobierno de serrallo reemplazaba á la enérgica administracion de Cyro y de sus inmediatos sucesores.

¿Qué hubiera sucedido si la Grecia hubiera seguido luchando contra un imperio tan debilitado? Pero despues de la muerte de Cimon los griegos se preparaban á destrozarse á sí mismos, y la guerra del Peloponeso no les permitia pensar en el esterior (431.) Hubo mas: lo que jamás pudieron los ejércitos mas formidables, lo lograron el oro y la intriga con el auxilio de la guerra civil: la Persia va á dominar á la Grecia.

Durante los primeros años de esta funesta lucha, la influencia de la Persia fué bastante débil, y los atenienses se contentaron con hacer perecer á los embajadores que Esparta enviaba á Artaxerxes (430.) Pero cuando las fuerzas de ambos partidos estuvieron casi agotadas, esta influencia fué dominante. Despues del desastre de los atenienses en Sicilia (415 —413), fué cuando los espartanos, faltos de barcos y de dinero, se dirigieron, aconsejados por Alcibiades, al sátrapa Tissaphernes para obtener de él lo que les faltaba. Tissaphernes aceptó con alegría y desde entonces la suerte de la Grecia dependió de él.

Aliado desde luego á los espartanos, el astuto sátrapa comprendió que debia mantener la balanza entre las dos ciudades rivales, y que perpetuando la guerra aniquilaria la Grecia. Este sistema le salió perfectamente hasta el momento en que Ciro el Jóven, hecho gobernador del Asia Menor y pretendiente al trono de Persia, quiso terminar la lucha. Dió todo á los espartanos, cuya alianza deseaba contra su hermano, y á esto fué á lo que Esparta debió su triunfo. Atenas fué vencida, pero mucho menos por Lisandro que por el oro de los persas (405.)

Sin embargo, ¿en qué estado se encontraba la Persia? Desde que Megabyses venció á las tropas reales y dictó á su soberano las condiciones de su sumision, sabian los sátrapas que sus insurrecciones, no solo quedarian impunes, sino hasta recompensadas. La disolucion del imperio data de esta época. Artaxerxes en lugar de luchar contra los progresos de la decadencia interior, se encerraba en el serrallo y dejaba á su madre y á su muger todos los cuidados del gobierno. A su muerte (424), Xerces II no hizo nada notable. Al cabo de poco tiempo fué

derrocado por Sogdieno, á quien á los seis
meses destronó á su vez Dario II Notho. Es-
tas revoluciones de palacio se encuentran en
todos los anales de Oriente. Bajo el nuevo rey |
continuó la decadencia. Su propio hermano,
Arsites, sostenido por el hijo de Megabyses y
por el sátrapa de Lydia, trató con efecto de
derribarle (422), y mientras que combatia á su
rival solo con crueldades, el Egipto le obligo
á reconocer al nuevo rey que se habia dado,
Amyrteo (414) ¿Era mas dócil el Alta Asia? Esto
es lo que nos es imposible especificar; solo es
cierto que muchas provincias del Este no ha-
cian verdaderamente parte del imperio persa,
y que los grandes reyes amenazados en el
Oeste por los griegos, casi se habian retirado
de esta porcion de sus estados para concentrar
sus fuerzas en el Asia anterior. Un siglo habia
bastado para reducir á este abatimiento al her-
moso reino de Cyro.

gas (399-398.) Agesilao, que les sucede, da á la guerra una direccion mas lata. Vencedor de Tissaphernes y de Pharnabaces, aliado con los sátrapas del Asia Menor y con los paphlagonios, trata para si nada menos que de marchar hácia Suze y vengar todos los insultos de Xerxes. Veinte mil griegos y cerca de cien mil bárbaros están prontos á seguirle y á hacer á sus órdenes lo que cincuenta años mas tarde ejecutó Alejandro (395.)

Esto hubiera sido de la Persia, gracias á la ambicion de Cyro, cuando una repentina diversion la salvó. El sátrapa Tithrauste envió á Grecia al retórico Timocrates con cincuenta talentos. Inmediatamente se formó una coalicion formidable contra Esparta, y Agesilao tuvo que evacuar al Asia para volar al socorro de su patria amenazada (395.) La conquista de Persia quedó aplazada por cincuenta años.

Al poco tiempo las disensiones de los griegos permitieron al gran rey ejercer sobre su suerte una influencia poderosa. Tal era el ascendiente que tenia sobre ellos por medio del oro que pudo disponer dos veces en ocho años de una completa supremacia, primero en favor de Atenas, y luego, cuando esta hubo abusado de sus beneficios, en favor de Esparta. Por premio de esta funesta intervencion obtuvo Artaxerxes el célebre tratado de Antacildas (988.)

La política seguida por Cyro el Jóven con respecto á la Grecia, iba entonces á ocasionar la ruina total del imperio persa. Este principe á quien Dario II habia confiado el gobierno del Asia Menor, no estaba satisfecho con su posicion. Aspiraba al trono; pero Parytasis no pudo obtener de su esposo que violase en su favor las leyes del imperio, y al morir designó para que le sucediese á Artaxerxes Mnemon (404.) Cyro trató de matar á su hermano y no habiéndolo podido conseguir aparentó resig Nada mas bochornoso que este tratado para narse con el papel de subalterno que le impo- la patria de Cimon. Todas las ciudades griegas nia su nacimiento. Asi es que todos sus cui- | del Asia Menor, y todas las islas del mar Egeo, dados tendian á preparar una poderosa insur- entregadas à la tiranía de los persas fueron reccion. las condiciones con que Esparta no se averCryo quiso emplear á los griegos en servi-gonzó de comprar la dominacion de la Grecia. cio de su ambicion. Los espartanos que le de- Una flota persa acudió á imponer á los griebian su supremacía, secundaron sus miras. Pe- gos la acepcion de su baldon. ro cuando murió en Cunaxa (401), los diez mil griegos que habia alistado bajo sus banderas no temieron proponer á Ariée, gefe de los bárbaros insurrectos, la corona de Artaxerxes.do Y asi hubiera sucedido infaliblemente con los descendientes de Cyro, si Ariée hubiera tenido mas valor. Nada manifiesta mejor la impotencia del imperio persa y el profundo menosprecio que inspiraba á los griegos, que este ofrecimiento hecho á un sátrapa vencido por un puñado de soldados europeos perdidos en medio del Asia.

Desde entonces la Grecia no pudo ya reponerse del abatimiento á que ella misma se habia reducido. ¡Y cómo podia ser de otro mo

en medio de los desórdenes que originaba la rivalidad de Thebas con Esparta! Estas dos ciudades buscaban con igual ahinco y afan la proteccion del gran rey, que adulado por los homenages de Pelopidas se declaró por Thebas. Pero el ejemplo de Atenas probará mejor basta qué punto habia degenerado la raza de los helenos. Habiendo el almirante Chabrias sostenido á Achoris, rey rebelde de Egipto, La célebre retirada de los diez mil fué, sin Artaxerxes intimó á los atenienses que le llaembargo, una prueba mas brillante aun de la maran inmediatamente. Ellos obedecicron, y superioridad de los griegos. Los persas no se llevaron tan allá su celo que dieron un decreatrevieron á emplear contra ellos otras armas to condenando á Chabrias á muerte si en un que las de la perfidia; y ¿puede darse una cosa plazo marcado no entraba en el Pireo. En semas vergonzosa para un gran rey que el per- guida enviaron á Iphicrates, su mas hábil gemitir á diez mil hombres que atravesasen im-neral á la cabeza de 20,000 griegos para conpunemente su imperio? Pero no fué esto todo. Las ciudades griegas del Asia, oprimidas por los persas en castigo de los socorros que habian suministrado à Ciro, invocaron á Esparta, que no tardó en aprovechar contra la Persia la supremacia de que le era deudora. Thymbron y Dercyllidas van á proteger las ciudades grie

tribuir á la reduccion del Egipto, y no temió en servir en él como sátrapa, á las órdenes y en provecho del gran rey. Sus esfuerzos fueron vanos. Los atenienses le citaron á juicio, y si le perdonaron fué porque el tribunal de Suze no continuó el proceso. Por lo demas, en este momento es donde en rigor concluye la his

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