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Pero agora que algún poco siento que estoy en mi acuerdo tu misericordia invoco,

y si pequé como loco
me arrepiento como cuerdo.
Yo confieso que pequé
como ingrato y atrevido
y que he sido fementido,
pues he faltado á la fe
que a tal Dios he prometido.

Y digo que mi vivir

fué tan malo, o mi Jesu, que me atreveré á decir que otro no tal como Tú no me pudiera sufrir.

Y entiendo que si tuvieron sufrimiento aquellos dias los que mis maldades vieron,

solamente las sufrieron porque Tú me las sufrias.

De suerte que yo entendia

en irritarte pecando,
y Tú, Dios y gloria mia,
en andarme conservando
en tanto que te ofendia.

Y asi en el pago que doy y en lo mucho que me quieres, mostramos entrambos hoy, que yo pago cual quien soy y Tú das como quien eres.

Solo esto bueno han tenido,

o soberano Señor,

las culpas que he cometido,
y es que descubren mejor
la bondad del ofendido.

Mas ojalá yo no hiciera cosa en que fuera entendida tu bondad de esta manera, que mucho mejor estuviera encubierta que ofendida.

Pero pues no puedo hacer que lo que fué no haya sido, dame Tú, mi Dios, poder con que quiera mas no ser, que ser y verte ofendido.

Y para que mas no ofenda á tu divina bondad, rige Tú, mi Dios, la rienda de mi ciega voluntad, que yo propongo la enmienda, Porque si Tú no la enfrenas está tan mal inclinada, que me sirve poco o nada el proponer cosas buenas al acabar la jornada.

Y por esto es menester que pues me has querido dar principio en el proponer, me des constancia en obrar porque sin Tí no hay poder.

Haz que este principio crezca y ayuda á perfeccionallo, no porque yo lo merezca, sino porque no parezca que no supiste acaballo.

No me niegues este sí que todas las cosas obra, aunque bien sé yo de Tí que á Tí voluntad te sobra si hay disposicion en mí,

Y pues esta es la verdad yo me quiero disponer: pero aun no puedo querer si para esta voluntad Tú no me das el poder.

No valgo cosa sin Tí: Tú vences, Tuya es la palma, mas porque yo venza en Ti haz que viva en Tí mi alma y Tú en lugar de ella en mí,

Gran merced te suplico tras obras tan enfadosas, pero á pedilla me aplico, porque sé que un Dios tan rico no sabe dar pocas cosas.

Señor, esta carnecilla olvidada de la muerte, me lleva tras sí de suerte, ' que no tiene partecilla que no me incite á ofenderte. Y yo como vivo en ella tanto gusto de su gloria, que por no descomplacella niego al alma la victoria á trueco de darla á ella. Y viéndose vencedora queda tan vana y proterva que hace sierva á su señora, y si es que la llamo cierva luego se me queja y llora.

Propongo de sujetalla y al tiempo de hacello asi tiemblo luego en la batalla, porque para castigalla he de dar el golpe en mí,

Si Tú no me das favor contra tan fuerte enemigo no puedo ser vencedor, pues mi adversario mayor va siempre asido comigo. Como podré sujetalle ni librarme de sus lazos, pues aunque quiera matalle no puedo ni un golpe dalle si él no me presta sus brazos. O como querrá él cruel contra si mismo ayudarme: Dios mio, libradme de él, que sin Tí (viviendo en él) yo no puedo de él librarme.

Mas si Tú me das favor con que su poder deshaga, yo tengo por fe, Señor, que quedaré vencedor aunque el demonio mas haga. Y que mi soberbia carne

no me apartará de Tí
si haces Tú, Señor, en mí
que yo por Tí me descarne,
pues Tú encarnaste por mí.

Si, tierra, por verte alzada vas buscando libertad, dale á Dios humilde entrada y quedarás endiosada, y llena de magestad.

Porque es Dios tan liberal que en la posada donde entra ́ como su poder es tal, cualquier cosa que encuentra la convierte en celestial.

Pues si buscas en el suelo magestad, honra y riqueza, qué mayor gloria y alteza que siendo tierra, ser cielo de la divina grandeza?

Llega, mi Dios, que ya dice que es Tuya y que por Tí muere : el espíritu te quiere, la carne no contradice, pues porqué quieres que espere?

Señor, Tú no la llamabas? pues ya te quiere y adora: mas, bien es que espere agora, pues cuando Tú la buscabas hizo muy de la señora.

O cuantas veces llegaste á buscar posada en mí, y cuantas, Señor, te ví que á la Tuya te tornaste porque yo no te la dí.

Negábate yo mi pecho como si fueras extraño, y á Tí con amor estrecho pesábate de mi daño, porque amabas mi provecho.

Y aunque en extremo sentias el ver cuan sordo yo andaba, de ahí á un momento volvias mas por lo que yo ganaba que por lo que Tú perdias, Y como yo en mi placer tan embelesado andaba dejaba de responder, porque no echaba de ver que era Dios quien me llamaba.

Pero agora que entendí que él que llamaba eras Tú, de ver que no respondí estoy, mi dulce Jesu, corrido y fuera de mí.

Y pues ves que estoy corrido de ver que á tu santo amor tan ingrato y sordo he sido, vuelve á buscarme, Señor, y serás bien recibido.

Vuelve, Señor, vuelve á mí que yo te prendo mi fe por la que un tiempo te ví, que por hospedarte en mí de mi mismo me saldré.

Y si no quieres volver por castigarme y vengarte, mi palabra vuelvo á darte de que mientras tenga ser no dejaré de buscarte.

Y aunque en tal empresa huya de mis manos la victoria y en ella el vivir concluya, tendré por inmensa gloria el morir en busca tuya.

Porque aquel que por hallarte da en las manos de la muerte seguro tiene el gozarte, porque á Tí, Dios, sin tenerte, ninguno puede agradarte.

Llega que andan derramados todos mis cinco sentidos, y si estan contigo unidos quedarán por Tí ganados los que sin Tí van perdidos.

Llega, mi Dios, que de hoy mas ya aborrezco la altiveza: ya no quiero otra riqueza sino aquella en quien Tú estás, que es humildad y pobreza.

Llega, que ya la conciencia quiere que humilde y contrito me sujete á la obediencia, y que oprima el apetito con freno de continencia.

Y que el vano pensamiento que andaba descarriado haciendo torres de viento, en Cristo crucificado haga su perpetuo asiento.

Y la libre voluntad

que andaba á la flor del berro tras de la sensualidad, aborrezca su maldad

corrida de ver su yerro.

Y pues es tan codiciosa de lo que es bello y gracioso, no se aficione á otra cosa sino á Dios, que es todo hermoso y sin él no hay cosa hermosa.

Y mi ciego entendimiento quede afrentado de ver, que tuvo en vano placer ocupado un aposento donde Dios pudo caber. Y pues Dios le quiso dar casa libre y sangre hidalga, sépase en mucho estimar y no quiera aposentar

á quien menos que Dios valga.

ó á lo menos sea tan fiel que si á alguno recibiere, no se detenga con él si acaso el tal no viniere á tratar negocios de él.

La descuidada memoria tan larga en lo que no importa y en lo importante tan corta, deje la pasada gloria

en que andaba tan absortą
y si quisiere mostrar
á su hermano el pensamiento
algun pasado contento,
procúrele disfrazar

en trage de escocimiento.
Mas porque ella no sabrá
mostrar la deleitacion

sino como en ella está,
este cargo quedará
á la consideracion.

La que pues conoce que hay gran peligro en tal memoria, para quedar con victoria sacará del alma un ay! tras cada pasada gloria.

Y asi quedarán trocadas las potencias interiores, y siendo de Tí ayudadas quedarán, mi Dios, mejores que antes de estar estragadas. Y para mejor honrar vuestra venida, Señor, y el hombre viejo dejar, quiero tambien reformar toda la parte exterior.

Que aunque no morais en ella porque al alma luego vais, quiero que esté limpia y bella por ser el vaso de aquella en quien vos, Señor, estais.

Y porque suele gozar tambien algunos despojos de los que vos soleis dar, la quiero toda limpiar comenzando por los ojos. Estos porque causa fueron de muchos males mirando (pues mirando os ofendieron) bien es que paguen llorando lo que mirando perdieron. La justicia determina que porque se satisfaga á la Magestad divina, provean la medicina

los que causaron la llaga. Y si quieren extender

la vista miren al suelo

sin jamas mirar al cielo, porque no merecen ver cosa que les dé consuelo.

1

El atento y pronto oido que tras letrillas profanas andaba loco y perdido, escuche solo el sonido de alabanzas soberanas.

Lo cual puesto que es regalo al que de Dios es amigo, él lo tendrá por castigo porque es su gusto tan malo que es de lo bueno enemigo.

Y el gusto si acaso impide al alma el eterno bien, quiero si se descomide, que coma lo que le den y no le den lo que pide.

Y si acaso no gustare del manjar de agua y pan, quiero cuando se quejare y otro manjar codiciare, le quiten el que le dan.

El olfato pues ha sido curioso en buenos olores gozará de los mejores, que es del incienso ofrecido en los divinos loores.

El tacto ha sido tan malo y yo tan mal lo empleé, que en esta vida no sé en pena de su regalo, que penitencia le dé.

Pero mudará ejercicio de dormir en cama blanda, y para oprimir el vicio lleve un áspero cilicio por la camisa de olanda.

Y pues anduvo al reves sin que pudiese enfrenalle, yo determino trocalle

de la cabeza á los pies y pies y cabeza atalle.

Y asi la lengua parlera que hablaba muy demasiado y cosas que no debiera,

hable poco y bien pensado y esto no siempre que quiera.

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