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vez desposeídos; muertos á hierro ; acabados linajes, mudadas sucesiones de reinos; libre y extendido campo y ancha salida para los escritores. Yo escogi camino más estrecho, trabajoso, estéril y sin gloria 2, pero provechoso y de fruto para los que adelante vinieren: comienzos bajos, rebelión de salteadores, junta de esclavos, tumulto de villanos, competencias, odios, ambiciones y pretensiones, dilación de provisiones, falta de dinero, inconvenientes ó no creidos, ó tenidos en poco, remisión y flojedad en ánimos acostumbrados á entender, proveer y disimular mayores cosas; y así no será cuidado perdido considerar de cuán livianos principios y causas particulares se viene á colmo de grandes trabajos, dificultades y daños públicos, y cuasi fuera de remedio; veráse una guerra al parecer tenida en poco y liviana dentro en casa 3, mas fuera estimada y de gran coyuntura, que en cuanto duró tuvo atentos y no sin esperanza los ánimos de príncipes amigos y enemigos, lejos y cerca; primero encubierta y sobresanada 4, y al fin descubierta, parte con el miedo y la industria y parte criada con

1 Hoy no es muy corriente el uso de la preposición á para indicar el instrumento, aunque se conservan las frases á sangre y fuego, quien à hierro mata, etc.

2 Tácito dice in arcto et inglorius labor». La enumeración que antecede también recuerda algo el prólogo de las Historias de Tácito: «haustæ, aut obrutæ urbes... corrupti in dominos servi, in patronos liberti; et quibus deerat inimicus, per amicos oppressi>.

3 Mendoza explica en su historia cómo el desamor al bien público y la mala administración prolongaron excesivamente la guerra juntamente con el egoísmo y pereza de los que no querían acabarla pronto. Dentro en arcaísmo por dentro de. 4 Sobresanar cerrar una herida sólo por la superficie, quedando dañada la parte interior»,

el arte y ambición; la gente, que dije pocos á pocos junta, representada en forma de ejércitos; necesitada España á mover sus fuerzas para atajar el fuego; el rey salir de su reposo y acercarse á ella; encomendar la empresa á Don Juan de Austria, su hermano, hijo del emperador Don Carlos, á quien la obligación de las victorias del padre moviese á dar la cuenta de si que nos muestra el suceso; en fin, pelearse cada día con enemigos, frío, calor, hambre, falta de municiones, de aparejos en todas partes, daños nuevos, muertes á la continua: hasta que vimos á los enemigos, nación belicosa, entera, armada y confiada en el sitio, en el favor de los bárbaros y turcos 2, vencida, rendida, sacada de su tierra y desposeída de sus casas y bienes; presos y atados hombres y mujeres; niños cautivados, vendidos en almoneda ó llevados á habitar á tierras lejos de la suya: cautiverio y transmigración no menor que las que de otras gentes se leen por las historias. Victoria dudosa y de sucesos tan peligrosos, que alguna vez, se tuvo duda si éramos nosotros ó los enemigos los 3 á quien Dios quería castigar, hasta que el fin della descubrió que nosotros éramos los amenazados y ellos los castigados. Agradezcan y acepten esta mi voluntad libre y lejos.

I Nótese la supresión de la conjunción y. Aunque el estilo de Mendoza es cortado, más que nada lo es por la afectada omisión de conjunciones y verbos; el pensamiento, en cambio, permanece en suspenso á través de una porción de frases seguidas.

2

Los rebeldes buscaron apoyo en los moros de África y en el Sultán Selim II, que les proporcionaron algunas armas y soldados.

3 En la lengua corriente se suprimiría los, ó se haría resaltar más su fuerza demostrativa sustituyéndolo por aquellos.

de todas las cosas de odio ó de amor los que quisieren tomar ejemplo ó escarmiento, que esto sólo pretendo por remuneración de mi trabajo, sin que de mi nombre quede otra memoria.

GUERRA DE GRANADA

Libro VI, capitulo LXXIII.

El Duque de Arcos, encargado por el Rey de las operaciones militares en la sierra de Ronda, va á reconocer el fuerté de Calalui donde habían sufrido, en 1 501, una gran derrota los cristianos en la que había muerto Don Alonso de Aguilar, hermano mayor del Gran Capitán. Mendoza, imitando á Tácito, hace una sentida y patética descripción del lugar y del suceso.

(El Duque) mandó apercibir la gente de la Andalucía y de los señores de ella, de á pie y de á caballo, con vitualla para quince días, que era lo que parecía que bastase para dar fin á esta guerra. En el entretanto que la gente se juntaba, le vino voluntad de ver y reconocer el fuerte de Calalui en Sierra Bermeja, que los moros llaman Gebalhamar, adonde en tiempos pasados se perdieron Don Alonso de Aguilar y el Conde de Ureña 3: Don Alonso señalado capitán y ambos grandes príncipes entre los andalu

I Esta protesta de sinceridad recuerda la del comienzo de las Historias de Tácito: «sed incorruptam fidem professis, nec amore quisquam et sine odio dicendus est.»

2 El historiador Zurita le llama Calaluz, nombre hoy desconocido.

3 Aquí se perdieron, no quiere decir murieron, según entienden muchos, sino fueron desbaratados; pues el Conde de Ureña salvó la vida, como se verá.

ces; el de Ureña abuelo suyo 1 de parte de su madre, y Don Alonso bisabuelo de su mujer.

Salió de Casares descubriendo y asegurando los pasos de la montaña, previsión necesaria por la poca seguridad en acontecimientos de guerra y poca certeza de la fortuna. Comenzaron á subir la sierra, donde se decía que los cuerpos habían quedado sin sepultura 2; triste y aborrecible vista y memoria. Había entre los que miraban nietos y descendientes de los muertos ó personas que por oídas conocían ya los lugares desdichados. Lo primero dieron en la parte donde paró la vanguardia con su capitán por la escuridad de la noche, lugar harto extendido y sin más fortificación que la natural, entre el pie de la montaña y el alojamiento de los moros. Blanqueaban calaveras de hombres y huesos de caballos amontonados, desparcidos, según, cómo y dónde habían parado; pedazos de armas, frenos, despojos de jaeces 3. Vieron más adelante el fuerte de los enemigos, cuyas señales parecían pocas y bajas y aportilladas ♦. Iban señalando los pláticos de la tierra dónde habían

1 Suyo, es decir del Duque de Arcos. Debe evitarse la ambigüedad á que frecuentemente se presta el uso del posesivo.

2 Toda esta descripción está imitada de Tácito (Anales I, 61) cuando refiere cómo Germánico en tiempo de Tiberio, al ir á combatir con Ariminio, visitó el campo de Teutoburgo (al N. de Westfalia entre el Ems y el Weser) donde bajo el reinado de Augusto había sido derrotado y muerto Varo, perdiéndose con él tres legiones. Mendoza imita frases y palabras de Tácito: in quo reliquiæ Vari, legionumque insepultæ dicebantur... incedunt moestos locos, visuque ac memoria deformes.

3 Tácito: medio campi albentia ossa, ut fugerant, ut resisterant, disjecta vel aggerata, adiacebant fragmina telorum, equorumque artus...

4 Señales aportilladas, llenas de portillos. Este es el nombre castizo en vez de brecha que es palabra moderna y de origen extranjero.

caído oficiales, capitanes y gente particular 1; reserían cómo y dónde se salvaron los que quedaron vivos, y entre ellos el Conde de Ureña 2 y Don Pedro de Aguilar, hijo mayor de Don Alonso; en que lugar y dónde se retrajo Don Alonso y se defendía entre dos peñas; la herida que el Ferí, cabeza de los moros, le dió primero en la cabeza y después en el pecho, con que cayó; las palabras que le dijo andando á brazos: ¡Yo soy Don Alonso! las que el Ferí le respondió cuando. le hería: Tú eres Don Alonso, mas yo soy el Feri de Benestepar y que no fueron tan desdichadas las heridas que dió Don Alonso como las que recibió 3; dónde mataron los capitanes rendidos, dónde tomaron los estandartes, dónde los despedazaron y escarnecie

I Tácito: referebant hic cecidisse legatos, illic raptas aquilas, primum ubi vulnus Varo adactum, ubi infelici dextra et suo ictu mortem invenerit...

2 El pueblo, á quien conmovió profundamente la muerte de Don Alonso de Aguilar, no perdonó al Conde de Ureña el haberse salido con vida de la batalla de Sierra Bermeja, lo cual dió ocasión «á los cantares y libertad española,» según frase del mismo Mendoza. Un romance popular cantaba:

Decid, buen Conde de Ureña,

¿Dónde Don Alonso queda?

Hubo varios romances cantando el desastre. Uno muy famoso empieza con este sentido lamento:

! Ríoverde, Ríoverde,

tinto vas en sangre viva!
entre tí y Sierra Bermeja
murió gran caballería,

murieron duques y condes
señores de gran valía...

El hijo de Don Alonso, Don Pedro, peleaba de rodillas y mal herido al lado del héroe, quien le suplicaba le abandonase para ir á consolar á su madre, pero hubiera perecido con su padre si no le hubiese separado de allí Don Francisco Álvarez de Córdova.

3 Don Alonso al oir que luchaba con el odiado y terrible Ferí recogió sus últimas fuerzas para herirle, pero le faltó aliento y fué rematado.

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