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SANTA TERESA DE JESÚS (1 515-1 582)

Se incluyen aquí dos ejemplos de sus cartas, otro narrativo, de su propia Vida, que ella misma escribió, y cuya última redacción es de 1 565 ó 66, y un trozo doctrinal tomado de las Moradas, escritas en I 577.

La prosa de la Santa es el tipo perfecto del lenguaje familiar de Castilla en el siglo xvi, el mismo de la conversación, pues la autora al escribir estaba ajena de toda preocupación literaria; no redacta, habla sencillamente. Las cartas están escritas á vuela-pluma, á veces al final de ellas dice á su correspondiente: «si faltaren letras, póngalas»; la relación de la Vida, ella misma nos lo advierte, no le costó más cuidado ni tiempo que el que gastó materialmente en escribirla; así que por todas partes se ve el desaliño y la frescura de la palabra hablada, y hablada al descuido. Además, como el idioma castellano aún no estaba tan fijado por la literatura como hoy, el habla corriente entre la gente educada de varias provincias, no sólo se diferenciaba de la literaria en su sintaxis, sino en la forma de las palabras. La impuesta en la lengua escrita era la usada en Toledo, y difería muy frecuentemente de ella la que era usual en Ávila, en la tierra de Santa Teresa; el lenguaje de ésta es, pues, el familiar de Castilla la Vieja, inestimable por lo único, ya que los demás autores clásicos se ajustan todos al patrón común que entonces se imponía. En vano se

buscarán en otros la multitud de voces que caracterizan el habla de Santa Teresa, la mayor parte de las cuales subsisten hoy en el habla vulgar de muchas regiones, como añidir, cuantimás (cuanto más), enriedos, mesmo, naide, ortolano (hortelano), piadad; los subjuntivos caya, oyais, trayan; los epítetos familiares urguillas (cosa que hurga, carcoma, pesadilla), lloraduelos; el uso del posesivo con artículo la mi Isabela, la mi Parda, y multitud de giros, frases hechas y refranes enteramente populares.

Con este lenguaje y con este estilo la prosa de Santa Teresa encanta por su llaneza, por la ausencia total de propósitos literarios; su pluma obedecía sola-. mente á la alta inspiración que la guiaba al redactar su pensamiento: cuando el Señor da espiritu, pónese con facilidad y mejor; parece como quien tiene un dechado delante; mas si el espíritu falta no hay más concertar este lenguaje que si fuese algarabía. Por esto Fray Luis de León, que revisó las obras de la Santa para darlas á la imprenta, admirado del gracioso desaliño que se observa en sus libros, escribía: en la forma del decir, y en la pureza y facilidad del estilo, y en la gracia y buena compostura de las palabras, y en una elegancia desafeitada que deleita en extremo, dudo yo que haya en nuestra lengua escritura que con ellas se iguale.

Pero la exageración de estas cualidades es frecuente; la incorrección gramatical llega á extremos á veces insufribles. En los extractos que siguen se verá, por ejemplo, lo que abunda el pronombre él sin llevar expreso el substantivo ó antecedente que representa.

VIDA DE LA SANTA

Capitulo primero.

Cuenta cómo pasó su primera edad.

Éramos tres hermanas y nueve hermanos; todos parecieron á sus padres, por la bondad de Dios, en ser virtuosos, si no fuí yo, aunque era la más querida de mi padre; y antes que comenzase á ofender á Dios, parecía tenía alguna razón, porque yo he lástima, cuando me acuerdo las buenas inclinaciones que el Señor me había dado, y cuán mal me supe aprove char de ellas.

Pues 2 mis hermanos ninguna cosa me desayudaban en servir á Dios. Tenía uno casi de mi edad, juntábamonos entramos 3 á leer vidas de santos, que era el que yo más quería, aunque á todos tenía gran amor y ellos á mí; como vía los martirios, que por Dios los santos pasaban, parecíame compraban muy barato el ir á gozar de Dios, y deseaba yo mucho morir ansí; no por amor que yo entendiese tenerle, sino por gozar

1 Acordarse, construído como recordar con un dativo reflexivo y un acusativo, es poco usado,

Y como Ovidio escribe en su epistolio,

que no me acuerdo el folio,

estas heridas del amor protervas

no se curan con hierbas.

LOPE Gatom. 2.

2 Sobre pues, conjunción continuativa que encabeza las transiciones, véase BELLO. Gram. § 1267.

3 Anticuado por entrambos. Esta cláusula juntábamonos entramos á leer vidas de santos está sin duda trastocada, debiendo colocarse detrás de gran amor y ellos á mí.

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tan en breve de los grandes bienes que leía haber en el cielo; y juntábame con este mi hermano á tratar qué medio habría para esto. Concertábamos irnos á tierra de moros, pidiendo por amor de Dios, para que allá nos descabezasen, y paréceme que nos daba el Señor ánimo en tan tierna edad, si viéramos algún medio; sino que el tener padres nos parecía el mayor embarazo. Espantábanos mucho el decir qué pena y gloria era para siempre, en lo que leíamos. Acaecíanos estar muchos ratos tratando de esto; y gustábamos de decir muchas veces: para siempre, siempre, siempre. En pronunciar esto mucho rato, era el Señor servido, me quedase en esta niñez, imprimido el camino de la verdad.

De que ví que era imposible ir adonde me matasen por Dios, ordenábamos ser ermitaños, y en una huerta que había en casa procurábamos, como podíamos, hacer ermitas, poniendo unas pedrecillas, que luego se nos caían, y ansí no hallábamos remedio en nada para nuestro deseo; que ahora me pone devoción ver cómo me daba Dios tan presto lo que yo perdí por mi culpa. Hacía limosna como podía, y podía poco. Procuraba soledad para rezar mis devociones, que eran hartas, en especial el rosario, de que mi madre era muy devota, y ansí nos hacía serlo. Gustaba mucho, cuando jugaba con otras niñas, hacer monesterios, como que éramos monjas; y yo me parece deseaba serlo, aunque no tanto como las cosas que he dicho.

I Sino que en el sentido de pero. (V. BELLO. Gram. § 1 280.)

Acuérdome que cuando murió mi madre, quedé yo de doce años poco menos; como yo comencé á entender lo que había perdido, afligida fuime á una imagen de Nuestra Señora, y supliquéla fuese mi madre con muchas lágrimas 1. Paréceme que aunque se hizo con simpleza, que me ha valido; porque conocidamente he hallado á esta Virgen soberana en cuanto me he encomendado á ella, y en fin, me ha tornado á sí. Fatígame ahora ver y pensar en qué estuvo el no haber yo estado entera en los buenos deseos que comencé. ¡Oh, Señor mío! pues parece teneis determinado que me salve, plega á vuestra Majestad sea ansí; y de hacerme tantas mercedes como me habeis hecho, ¿no tuviérades por bien, no por mi ganancia, sino por vuestro acatamiento, que no se ensuciara tanto posada adonde tan contino habíades de morar? Fatígame, Señor, aun decir esto, porque sé que fué mía toda la culpa; porque no me parece os quedó á vos nada por hacer, para que desde esta edad no fuera toda vuestra. Cuando voy á quejarme de mis padres tampoco puedo, porque no vía en ellos sino todo bien, y cuidado de mi bien.

I

Pues pasando de esta edad, que 2 comencé á en

Nótese á cada paso la ausencia de retoque; este complemento con muchas lágrimas debiera ir inmediatamente después del verbo.

2 Después de oraciones temporales, que puede usarse en vez de la frase adverbial de tiempo luego que, después que; por ejemplo: «en estando lejos de aquí, que me vea libre del peligro, no me meteré yo en otra. » Si la oración temporal no lleva el verbo en gerundio ni infinitivo, sino en forma personal, el que es un tanto pleonástico, pues pudiera reemplazarse por la simple conjunción copulativa: «cuando esté lejos de aquí, que (y) me vea libre...» Por este mismo giro se explican modismos tales como estos: «jura que al volver que vuelva al Andalucía, se ha de estar dos meses en Toledo»; «en llegando que llegue.»>

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