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tilla. Mas ella con magnánimo desprendimiento y con mas abnegacion toda→ vía de la que habia mostrado al abdicar la regencia y tutela de su hermano don Enrique, hizo en el acto renuncia de su corona en su hijo don Fernando, con admiracion y con beneplácito de todos. En su virtud alzóse un estrado á la puerta meridional de la ciudad sobre el campo, y colocado en él el infante fué solemnemente proclamado rey por su madre, por los prelados, por los ricos-hombres, caballeros y procuradores del reino (31 de agosto de 1217).

Dejamos reconocido por rey de Aragon á don Jaime I. llamado después el Conquistador; dejamos ahora aclamado en Castilla á Fernando III. denominado después el Santo. Antes de referir los sucesos de los reinados de estos dos grandes príncipes, cúmplenos examinar el estado social de los diferentes reinos españoles en el periodo que hemos abrazado en estos capítulos,

CAPITULO XIII.

SITUACION MATERIAL Y POLITICA DE ESPAÑA

DESDE LA UNION DE ARAGON Y CATALUÑA HASTA EL reinado de SAN FERNANDO.

Do 1137 á 1217.

1. Juicio crítico sobre los sucesos de este periodo.-Consecuencias y males de haberse segregado Navarra de Aragon.-Reflexiones sobre la emancipacion de Portugal.--Comparaciones entre los reinados de Alfonso VI. y Alfonso VII.-Entre los Alfonsos VII. y VIII. de Castilla.-Juicio de Fernando II. de Leon.-Id. de Alfonso el Noble.-Sobre la batalla de las Navas.-II. Reseña crítica de los reinados de Ramon Berenguer IV., Alfonso II. y Pedro II. de Aragon.-Paralelo entre doña Petronila de Aragon y doña Berenguela de Castilla.-III. Ordenes militares de Caballería.--Templarios y hospitalarios de San Juan de Jerusalen, en Cataluña, Aragon, Castilla, Leon, Portugal y Navarra. Ordenes militares españolas: Santiago, Calatrava, Alcántara: su instituto, su carácter, sus progresos, sus servicios.-Influencia de la autoridad pontificia en España: su intervencion en los matrimonios de los reyes: censuras eclesiásticas.-IV. Progresos de la legislacion en Castilla.-Fueros: el de Nájera: Fuero de los Hijosdalgo: el de Cuenca: los de Señorios.-Córtes: las que se celebraron en este tiempo; cuándo comenzó á concurrir á ellas el estado llano.-V. Legislacion de Aragon.-Reforma que sufrió en tiempo de don Pedro II.. documento notable.-Ricos-hombres, caballeros, estado llano.-El Justicia.-Sobre el juramento de los reyes.-Comparacion entre Aragon y Castilla.-VI. Estado de la literatura.-Historias.-Otras ciencias.-Primera universidad.-Nacimiento de la poesia castellana.-Poema del Cid.-Gonzalo de Berceo.-Cómo se fué formando el habla castellana.-Primeros documentos públicos en romance.Causas que produjeron el cambio de idioma.

I.

Parece un drama interminable el de la unidad española. La reconquista, aunque lenta y laboriosa, avanza sin embargo mas que la union. No se cansan los españoles de pelear contra les enemigos de su libertad y de

su fé: se cansan pronto de mirarse como hermanos. No los fatiga una guerra perpétua; los fatiga subordinarse entre sí. El genio altivo, independiente y un tanto soberbio heredado de sus mayores, los hace infatigables para la resistencia á las agresiones y dominaciones estrañas, los hace indóciles, sordos á la conveniencia de la disciplina, de la concordia y de la fraternidad. Por eso los ilustres príncipes que al cabo de siglos lograron hacer de tantos pueblos españoles un solo pueblo español, gozarán de eterna fama y renombre, y antes faltará la España que falten alabanzas á los autores de tan grande obra.

Cuando nos congratulábamos por el feliz acontecimiento de la union de Aragon con Cataluña, paso importante dado hácia la unidad y en que mostraron aragoneses y catalanes una cordura que encomiarémos siempre, nos apenaba ver emanciparse de nuevo la Navarra y desmembrársenos el Portugal, dos manzanas nuevamente arrojadas en el campo de las rivalidades y de las discordias, y dos nuevos embarazos para la grande obra de la nacionalidad. No negamos á Navarra el derecho que tenia á darse un rey propio; que reyes propios y muy ilustres habia tenido, y fué uno de los paises en que se enarboló primero y con mas arrogancia la bandera de independencia en dias de tribulacion. Tampoco negaremos al animoso García Ramirez la justicia con que se le aplicó el titulo de Restaurador de aquel reino, ni el valor y la intrepidez con que supo sostenerle contra tantos y tan rudos embates como sufriera. Glorias son estas locales y personales, en que Navarra ganaba y España perdia. Una cosa dictaba el derecho, y otra reclamaba la conveniencia general. Precisamente se segregó de la corona aragonesa aquel reino al que tanto debió en los primeros siglos la causa de la independencia y del cristianismo, cuando parecia haber concluido su mision, cuando ya no tenia fronteras musulmanas que combatir, y solo sirvió la emancipacion de Navarra bajo los reinados de García y de los dos Sanchos sus sucesores, para embarazar la marcha del imperio que en Castilla acababa de formarse, para escitar la codicia de castellanos y aragoneses, para mútuas invasiones y usurpaciones, para guerras interminables entre principes vecinos, para tratados escandalosos de particion, para pleitos y litigios entre monarcas españoles que se sometian á la sentencia arbitral de un monarca estrangero, para gastar en querellas de ambicion las fuerzas que unos y otros hubieran debido emplear contra el comun enemigo, para que los Almohades se fueran apoderando de las bellas provincias del Mediodía, mientras los reyes de Castilla, Aragon y Navarra se disputaban entre si unos pedazos de territorio.

Mas de siete siglos han trascurrido, y todavía no podemos dejar de lamen

tarla segregacion de Portugal de la corona leonesa. La ambicion y el espíritu de localidad separaron é hicieron enemigos á dos pueblos que la geografía habia unido y la historia habia hecho hermanos. Alfonso Enriquez, á falta de derechos para formar un reino independiente de lo que era un distrito de la monarquía leonesa-castellana, tuvo en su favor un elemento que suele ser mas poderoso que el derecho mismo, el espíritu de independencia del pueblo portugués; y prosiguiendo con teson, con energía y con intrepidez la obra comenzada por sus padres, el hijo de un conde estrangero y de una princesa bastarda de Castilla fué subiendo paso a paso de conde dependiente á á conde soberano, de conde soberano á rey feudatario, y de rey feudatario á monarca independiente, de hecho por lo menos y tolerado después y consentido, ya que autorizado nó, por el monarca de Castilla. Aunque no podemos nunca reconocer ni en el hijo de Enrique de Borgoña ni en los portugueses el derecho á la emancipacion, confesamos que Alfonso Enriquez merecia por sus altas prendas ser el primer rey de Portugal, y que los hidalgos y guerreros portugueses se condujeron en su guerra de independencia con el denuedo y constancia de un pueblo que merecia ser libre. Era su principe el mas apropósito para hacerles olvidar con su patriotismo el orígen estrangero de su padre, para borrar con sus ilustres hazañas la memoria de las flaquezas y debilidades de su madre: y los portugueses acreditaron en Ourique y en Valdevez que eran los descendientes de los antiguos lusitanos, los hijos de Viriato, triunfadores en Tribola y en Erisana. ¡Lástima grande que no hubieran atendido á que ni los castellanos eran romanos, ni Alfonso VII. era un Vetilio ni un Fabio Serviliano! ¡Lástima que no miráran que los primeros eran hermanos suyos, y que los dos principes eran nictos de un mismo monarca de Castilla! Si en la mitad del siglo XIX. lamentamos todavía la segregacion de los dos pueblos hecha en la mitad del siglo XII., no nos abandona la esperanza y aun tenemos fé de que un dia conocerán am-> bos que Dios y la naturaleza, el comun origen y el comun idioma, los mares y los montes, colocaron á España y Portugal apartados del resto del mundo, y no éstablecieron entre ellos fronteras, y los hicieron para que formaran un solo pueblo de hermanos, un vasto y poderoso reino, una sola familia y sociedad.

Si Alfonso Enriquez merecia ser el primer rey de Portugal, Alfonso VII. de Castilla merecia ser el primer emperador de España. Tambien éste, como aquél, hizo olvidar con su grandeza el origen estrangero de su padre, las debilidades y flaquezas de su madre. Heredero de las altas prendas de su abuelo como de su trono, viéronse los dos en casi iguales circunstancias pa◄ ra que fuera cași igual su gloria. En el reinado de Alfonso VI. invaden la

España los Almoravides y arrojan de ella á los Beni-Omeyas: en el de Alfonso VII. la invaden los Almohades, y lanzan de ella á los Almoravides. Las razas africanas se renuevan y reemplazan en el territorio de la península.. Abdelmumen envia sus hordas á desembarcar donde setenta años antes habian desembarcado las de Yussuf, y los sectarios del Mahedi siguen el mismo itinerario que los Morabitas de Lamtuna. Unos y otros han sido llamados á España por los ismaelitas de Mediodía y Occidente. Por dos veces las tríbus del desierto han sido invocadas por los degenerados hijos del Profeta sus antiguos dominadores, ambas para libertarse de las terribles lanzas de los Alfonsos de Castilla, de Aragon y de Portugal. El último representante del imperio de los Beni-Omeyas, Ebn-Abed de Sevilla, apeló, para defenderse de los Almoravides, al auxilio del rey cristiano Alfonso VI. de Castilla: el último caudillo de los Almoravides, Aben-Gania de Córdoba, buscó la proteccion de Alfonso VII. de Castilla contra los Almohades. Ambos Alfonsos, el abuelo y el nieto, tuvieron la generosidad de tender una mano protectora á sus suplicantes enemigos y de pelear por ellos. Uno y otro tuvieron que combatir contra los nuevos dominadores. Si Alfonso VII. no excedió á su ilustre abuelo en gloria, le aventajó por lo menos en fortuna. Aquél sufrió una terrible derrota de los Almoravides en Zalaca y perdió su hijo Sancho en Uclés; éste triunfó de los Almohades en Aurelia, en Coria, en Mora, en Baeza y en Almería, y tuvo la satisfaccion de que sus hijos Sancho y Fernando presenciá– ran su última victoria y le sobrevivieran. Hasta en el morir fué afortunado el emperador, puesto que no medió tiempo entre los plácemes de los soldados victoriosos y los postreros sacramentos de la Iglesia, entre los aplau❤ sos estrepitosos del triunfo y el reposo inalterable de la tumba.

Otra vez, á la muerte de Alfonso VII., se dividen Castilla y Leon entre los hijos de un mismo padre: por tercera vez el mismo error, y por tercera vez las propias consecuencias: retroceso en la marcha hacia la unidad, discordias y disturbios entre Leon y Castilla, enflaquecimiento y decadencia en la monarquía madre. Al brevísimo reinado de Sancho III. de Castilla sucede la minoría turbulenta y aciaga de su hijo Alfonso VIII. Dos familias poderosas y rivales, los Laras y los Castros, enemigos ya desde el tiempo de dona Urraca, se disputan la tutela del rey niño, y la guerra civil arde en Castilla, y sus ricos y feraces campos se ven teñidos de sangre por la ambicion de unos magnates igualmente ambiciosos é igualmente soberbios. Prisionero mas que pupilo el niño Alfonso, prenda disputada por todos y arrancada de unas á otras manos, objeto inocente de pactos que no se cumplian, paseado de pueblo en pueblo y de fortaleza en fortaleza, sacado furtivamente de Soria é introducido por sorpresa en Toledo, los azares de la infancia de Al

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