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do.....-Nuestras mezquitas se han trasformado en iglesias, y solo se ven en ellas cruces y c`mpanas.-Nuestros almimbares y santuarios, aunque de duro é insensible leño, se cubren de lágrimas, y lamentan nuestro infortunio.-Tú que vives en la indolencia..... tú te paseas satisfecho y sin cuidados: tu patria te ofrece encanto: ¿pero puede haber patria para el hombre despues de haber perdido Sevilla?-Esta postrera calamidad hace olvidar todas las otras, y el tiempo no bastará á borrar su memoria.—¡Oh vosotros, los que montais lijeros y ardientes corceles, que vuelan como águilas en los campos en que el acero ejerce sus furores:-Vosotros, los que empuñais las espadas de la India, brillantes como el fuego en medio de los negros torbellinos de polvo:-Vosotros que del otro lado del mar veis correr vuestros dias tranquilos y serenos, y gozais en vuestras moradas de gloria y de poder:-¿no han llegado á vosotros nuevas de los habitantes de España? Pues mensageros os han sido enviados para informaros de sus padecimientos.-Ellos imploran incesantemente vuestro socorro, y sin embargo se los mata y se los cautiva. ¿Qué? ¿no hay un solo hombre que se levante á defenderlos?...—¿No se alzarán en medio de vosotros algunas almas fuertes, generosas é intrépidas? ¿No vendrán guerreros á socorrer y vengar la religion?-Cubiertos de ignominia han quedado los habitantes de España: de España, que era poco há un estado floreciente y glorioso.-Ayer eran reyes en sus viviendas, y hoy son esclavos en el pais de la incredulidad.—¡Ah! si tú hubieras visto correr sus lágrimas en el momento en que han sido vencidos, el espectáculo te hubiera penetrado de dolor, y hubieras perdido el juicio... Y estas hermosas jóvenes tan bellas como el sol cuando nace vertiendo corales y rubies:-¡Oh dolor! el bárbare las arrastra para condenarlas á humillantes oficios; bañados están de llanto sus ojos y turbados sus sentidos.-¡Ah! que este horrible cuadro desgarre de dolor nuestros corazones, si todavía hay en ellos un resto de islamismo y de fé...!!»

Conquistada Sevilla, ganada la reina del Guadalquivir, fácil era preveer que no habria de tardar en someterse toda la tierra de Andalucía. Ni el genio activo de Fernando le permitia darse mas reposo que el necesario para dotar del competente gobierno á los nuevos pobladores de la ciudad conquistada. Asi, emprendiendo de nuevo la campaña, en poco tiempo se rindieron á las armas del monarca triunfador Sanlucar, Rota, Jerez, Cádiz, Medina, Arcos, Lebrija, el Puerto de Santa María, y en general todo lo que es faz de la mar acá en aquella comarca.» Las crónicas no espresan ni los capitanes que mandaron estas espediciones ni las ciudades que opusieron resistencia, como si con el silencio hubieran querido significar la

rapidez de estas conquistas, ó que se miraban como natural consecuencia de la rendicion de Sevilla. Solo nos dicen que las unas ganó por combatimientos, las otras por pleytesias que le trajeron.» De todos modos, pequeñas empresas eran ya éstas para quien acababa de dar cima á otras mas difíciles y gloriosas, y para quien abrigaba el pensamiento de llevar la guerra á las playas africanas y de combatir alli á los enemigos de la fé. Arrojado y aun temerario hubiera parecido este designio en otro que no hubiera sido el tercer Fernando de Castilla. Pero ni nada arredraba al vencedor de Sevilla, de Córdoba y de Jaen, ni habia empresa imposible para quien tenia tanta y tan pura confianza en Dios, en su espada y en el valor de sus soldados. Ya el almirante don Ramon Bonifaz tenia de órden del rey aparejada su flota victoriosa, ya el ejército se disponia á ganar nuevos triunfos del otro lado del mar, ya en Africa se habia difundido la terrible voz de que el poderoso Fernando de Castilla iba á pasar las aguas que dividen los dos continentes, ya el pavor tenia consternados á los moros, y el rey de Fez combatido por los Beni-Merines habia entablado negociaciones de amistad con el monarca castellano, cuando vino á frustrar todos los proyectos y á desvanecer todas las esperanzas el mas triste acontecimiento que se pudiera discurrir, la muerte del soberano, que en este tiempo quiso Dios pagase el fatal tributo que pesa sobre la humanidad.

Si gloriosa habia sido la vida del hijo ilustre de doña Berenguela, no fué ni menos gloriosa ni menos admirable su muerte. Atacado de penosa enfermedad en Sevilla, cesó el guerrero, el triunfador, el conquistador insigne, y comenzó el hombre devoto, el piadoso monarca, el héroe cristiano. Cuando vió al obispo de Segovia acercarse á su alcoba llevando en sus manos la hostia sagrada, arrojóse el rey del lecho del dolor en que yacia, postróse en el suelo ante la magestad divina, y con una humilde soga al cuello tomando con sus trémulas manos el signo de nuestra redencion y haciendo una fervorosa protestacion de fé, recibió con avidez el santo viático: despues de lo cual, mandando que apartasen de su cuerpo y de su vista toda ostentacion ó signo de magestad, pronunció aquellas edificantes palabras: «Desnudo salí del vientre de mi madre, desnudo he de volver al seno de la tierra.» Rodeáronle en el lecho mortuorio sus hijos don Alfon→ so, don Fadrique, don Enrique, don Felipe y don Manuel, habidos de su primera esposa doña Beatriz (1); don Fernando, doña Leonor y don Luis, hijos de doña Juana. Hallábase tambien esta señora vertiendo copioso llanto

(1) Don Sancho no se hallaba alli, sino en mo don Felipe lo era de Sevilla. Toledo, de donde era arzobispo electo, co

la cabecera del lecho de su moribundo esposo. A todos les dió el rey su bendicion; y despues de dirigir á su primogénito y sucesor don Alfonso un tierno razonamiento lleno de piadosas máximas y de saludables lecciones para el gobierno del reino que estaba llamado á regir, despidió á toda su amada familia, y quedando solo con el arzobispo y el clero pidió una candela, tomóla en su mano, ordenó que entonasen el Te Deum laudamus, como quien iba á gozar del mayor de los triunfos, y entre los cantos sagrados de los sa cer dotes entregó su alma al Redentor el mayor monarca que hasta entonces habia tenido Castilla, el jueves 30 de mayo de 1252, á los 54 años no cumplidos de edad, á los 55 y 11 meses de su reinado en Castilla, y á los 22 de haber ceñido la corona de Leon.

Tal fué el glorioso tránsito del tercer Fernando de Castilla, á quien la iglesia en razon de sus excelsas virtudes colocó después en el catálogo de los mas ilustres santos españoles (1). Lloróse su muerte en todo el reino como la de un padre. Al dia siguiente fué aclamado y reconocido su hijo don Alfonso rey de Castilla y de Leon, bajo el nombre de Alfonso X (2).

(1) Aunque la santidad de este rey era públicamente reconocida y aun se le daba culto como á santo, no fué solemnemente cánonizado basta 1671 por el papa Cle

mente X.

(2) Chron. del santo rey, cap. 76 á 78.Memorias para la v.da de S. Fernando, parte I., cap. 73 y 74.

CAPITULO XV.

JAIME I. (el Conquistador) EN ARAGON.

De 1214 á 1858

Principio del reinado de don Jaime.Cómo salió del castillo de Monzon.-Bandos y revueltas en el reino.-Casa con doña Leonor de Castilla.-Rebeliones é insolencia de los ricos-hombres.-Apuros de don Jaime en sus tiernos años.-Resolucion y anticipada prudencia del jóven rey.-Situacion lastimosa del reino.-Vánsele sometiendo los infantes sus tios: rindenle obediencia los ricos-hombres: paz y sosiego interior.-Resuelve la conquista de Mallorca.-Córtes de Barcelona: prelados y ricos-hombres que se ofrecen á la espedicion: preparativos: armada de 155 naves: dáse á la vela en Salou.Borrasca en el mar: serenidad del rey: arribo á la isla.-Primeros choques con los moros: triunfo de los catalanes.-Sitio y rendicion de la ciudad de Mallorca: prision del rey musulman: reparticion de tierras entre los conquistadores.-Vuelve don Jaime á Aragon: alianza y pacto mútuo de sucesion con el rey de Navarra.-Reembárcase el rey para las Baleares: conquista de Menorca: conquista de Ibiza.-Regresa don Jaime á Aragon.-Resuelve la conquista de Valencia.-Sitia y toma á Burriana.-Carácter y teson del rey.-Entrega de Peñíscola y otras plazas-Muerte de Sancho el Fuerte de Navarra: sucédele Teobaldo I. conducta de don Jaime en este asunto.-Segundas nupcias del rey con doña Violante de Hungría.-Prosigue la conquista: el Puig de Cebolla: firmeza del rey.-Sitio y ataque de Valencia: peligros y serenidad de don Jaime.-Entrégala el rey Ben Zeyan: condiciones de la rendicion: entrada triunfal del ejército cristiano en Valencia.-Córtes de Daroca: divide don Jaime el reino entre sus hijos. Diferencias con el infante don Alfonso de Castilla: su término: excisiones entre el rey de Aragon y su hijo.-Resistencia de Játiva: se rinde.-Completa don Jaime la couquista del reino de Valencia.

Al mismo tiempo que el tercer Fernando de Castilla y de Leon ganaba tan importantes y decisivos triunfos sobre los sarracenos en el Mediodía de España, tomándoles las mas populosis y fuertes ciudades y obligándolos á buscar un asilo en los climas africanos ó á guarecerse como en un postrer TOMO III.

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refugio dentro de los muros de Granada, las armas aragonesas conducidas por el jóven y valeroso príncipe don Jaime I. alcanzaban no menos señaladas y gloriosas victorias sobre los moros de Levante, y arrancando de su poder las mas opulentas ciudades del reino valenciano y lanzándolos de aquel bello suelo, ensanchábase Aragon al propio tiempo que crecia Castilla, y engrandeciéndose simultáneamente ambos reinos recobraban sus dos esclarecidos principes, Jaime y Fernando, á España y á la cristiandad las dos mas bellas y feraces porciones del territorio español, Valencia y Andalucía.

Destinado don Jaime I. de Aragon á ser uno de los soberanos mas ilustres, mas grandes, mas gloriosos de la edad media, asi como á alcanzar uno de los mas largos reinados que mencionan las historias, todo fué estraordinario y maravilloso en este príncipe, comenzando por las estrañas y singulares circunstancias de su concepcion y de su nacimiento (1). Entregado el tierno hijo de Pedro II. de Aragon y de María de Montpeller á la guarda y tutela del matador de su padre, el conde de Montfort; sacado de su poder por reclamaciones de los barones aragoneses y por mandato del pontifice Inocencio III.; llevado á Aragon á la edad de poco mas de seis años; jurado rey en las córtes de Lérida por aragoneses y catalanes (1214); encerrado en el castillo de Monzon con el conde de Provenza su primo bajo la custodia del maestre del Templo don Guillen de Monredon; pretendido el reino por sus dos tios don Sancho y don Fernando, y dividido el estado en bandos y parcialidades; estragada y alterada la tierra; consumido el patrimonio real por los dispendios de su padre el rey don Pedro; empeñadas las rentas de la corona en poder de judíos y de moros, y careciendo el tierno monarca hasta de lo necesario para sustentarse y subsistir, pocas veces una monarquía se ha encontrado en situacion mas penosa y triste que la que entonces afligia al doble reino de Aragon y Cataluña. Y sin embargo bajo aquel tierno príncipe, huérfano, encerrado y pobre, el reino aragonés habia de hacerse grande, poderoso, formidable, porque el niño rey habia de crecer en espíritu y en cuerpo con las proporciones de un gigante.

Su primo el jóven conde de Provenza Ramon Berenguer, recluido como él en la fortaleza de Monzon, habia logrado una noche fugarse del castillo por secretas escitaciones que los barones y villas de su condado le habian hecho para ello reclamando su presencia. El temor de que este ejemplo se repitiera con don Jaime movió al maestre de los templarios á ponerle en

(4) Véase lo que sobre ésto dijimos en el cap. 13 del presente libro.

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