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que en el siglo no le encuentra, al mas inmediato pariente del finado monarca para entregarle el cetro y la corona: ejemplo notable del ejercicio práctico de la soberanía, y del respeto y consideracion que queria guardar el pueblo á la estirpe real, asi como de su decision por el principio de la sucesion dinástica (1).

Un concurso de circunstancias las mas estrañas y las mas singulares precedió y condujo al gran suceso de la union de Aragon con Cataluña, y en las cuales, sin embargo, no vemos se hayan parado á meditar nuestros historiadores, contentándose por lo comun con referir sin reflexionar. El cetro aragonés pasa de repente de las manos vigorosas y robustas de un rey batallador á las débiles y flacas de un monge, en ocasion en que la guerra activa era condicion necesaria para la existencia. Navarra aprovecha aquella coyuntura para emanciparse de Aragon y recobrar su nacionalidad. El rey de Castilla, conociendo la debilidad del rey monge, alegando antiguos derechos y apoyado en un ejército poderoso, penetra hasta la capital del reino aragonés, poco ha tan pujante y poderoso, y hace feudatario suyo al nuevo monarca. El rey sacerdote, desconceptuado en su mismo pueblo, teme al de Navarra y no puede resistir al de Castilla. Tan desfavorables circunstancias parece no pueden conducir sino á la pérdida de la independencia ó á la ruina de la monarquía. Y sin embargo, el que tiene en su mano los destinos de las naciones las convierte todas en provecho de aquel estado, y hace que produzcan uno de los sucesos mas prósperos y felices que pudieran apetecerse para la grande obra de la unidad española. Don Ramiro ha burlado los cálculos públicos teniendo una hija que le pueda suceder en el reino. Reconociendo que la carga del estado necesita de hombros mas robustos que los suyos, tiene la virtud de abdicar la corona y volverse á la vida sosegada del claustro. Diríase que obraba como inspirado, y como quien habia cumplido la mision á que estuvo llamado momentáneamente. Aquella hija, aquella tierna princesa, niña de dos años, es el lazo de union que refunde en un solo y respetable estado la monarquía aragonesa y el condado de Barcelona, dándola en matrimonio, á pesar de la distancia de edades, al conde barcelonés, el único príncipe que podia hacer la union sólida, perpétua, indestructible, sin menoscabo ni de

(1) Este derecho y facultad como innata á los pueblos de elegir persona en quien depositar la autoridad suprema, en circunstancias y casos dados, de que los mismos sarracenos habian hecho uso en tres distintas ocasiones, fué como instintivamente reconocido en la España cristiana desde los primeros tiempos de la restauracion. En

Asturias y Leon se puso muchas veces en práctica esta prerogativa, y los navarros hicieron lo mismo cuando ocurrió la muerte de Sancho el de Peñalen, dando por libre eleccion la corona á Sancho Ramirez de Aragon. La de Bermudo el Diacono en Asturias prueba que no era esta la sola vez que se babia ido á buscar un rey á la iglesia.

los derechos de Aragon, ni de los del condado de Barcelona; el único que no se habia mostrado hostil ni pretencioso hacia Aragon; el mas apropósito para defender el reino de las acometidas violentas del de Navarra, y guarecerle de las ambiciosas pretensiones del de Castilla; el que gobernaba un pueblo el me→ nos rival, si acaso no era el mas simpático del aragonés.

Con un monarca menos débil que don Ramiro los aragoneses no hubieran pensado en la incorporacion: con sucesion varonil no hubiera tal vez podido realizarse; sin una reina propia no la hubieran consentido, y sin la enemiga y hostilidad del navarro, y las antipatías que se conservaban entre Aragon y Castilla, acaso no hubiera sido buscado don Ramon Berenguer para esposo de doña Petronila. La misma diferencia de edades fué en ventaja de la seguridad de ambos estados relativamente á sus derechos políticos. Contentábanse los aragoneses con tener reina propia, aunque no gobernase por ser niña; contentábanse los catalanes con que su conde gobernase los dos estados aunque no fuese rey de Aragon, el cual toma por su parte el título inofensivo de príncipe de Aragon y conde de Barcelona. El fruto que nazca de este matrimonio podrá titularse ya rey de Aragon y conde de Barcelona, sin que ni aragoneses ni catalanes hayan visto lastimarse sus respectivos derechos, sino refundirse y aunarse por lazos y titulos legítimos. Admirable y providencial combinacion para estrechar de un modo indisoluble dos estados cristianos, é ir echando los cimientos de la unidad española.

Prosigamos ahora la narracion que estas observaciones nos obligaron á suspender.

CAPITULO VII.

ALFONSO VII. EN CASTILLA:

GARCIA RAMIREZ EN NAVARRA: RAMON BERENGUER IV. EN
ARAGON Y CATALUÑA.

De 1137 á 1157.

Alianza entre Garcia de Navarra y Alfonso Enriquez de Portugal contra el emperador.Algunos triunfos de los portugueses en Galicia.-Acude el emperador.-Paz y tratado de Tuy: desventajosas condiciones à que se sometió el portugués.--Atrevida irrupcion del emperador en Andalucia.-Conquista la gran fortaleza de Aurelia (Oreja).—Oportuna embajada de doña Berenguela á los moros, y galanteria de éstos con la emperatriz. -Tratado de Carrion entre el rey de Castilla y el conde de Barcelona, en que acuerdan repartirse el reino de Navarra.-Paz de Calahorra entre el navarro y el leonés: bodas que se concertaron.-Cataluña y Aragon: cesion que hacen las órdenes del Sepulcro y Hospital de Jerusalen de la herencia que les dejó en su testamento el Batallador: establecimiento de los Templarios en Aragon.-Conquista de Coria: episodio del famoso capitan Nuño Alfonso.-Casa el rey de Navarra con doña Urraca la Asturiana.-Grau revolucion entre los sarracenos: Almoravides, Almohades: sangrienta guerra civil entre los infieles; anarquia.-Júntanse todos los príncipes cristianos para la conquista de Almería: la toman.-Recobra el conde de Barcelona á Tortosa, Lérida y Fraga.-Tratados entre el navarro y el aragonés, y entre éste el emperador: estrañas y singulares condiciones de estos pactos.-Muerte de la emperatriz doña Berenguela: bodas entre príncipes: casa el emperador con una hija del rey de Polonia, el rey Luis de Francia con una hija del de Castilla. Otros enlaces de príncipes.-Nuevo tratado entre el emperador y el conde de Barcelona.-Piérdese otra vez Almería.-El último triunfo del emperador. Su muerte.-Justo elogio de este gran monarca.

Coronado emperador de España el séptimo Alfonso de Castilla, todos los principes de la España cristiana, y aun los condes y señores de los estados franceses situados de la parte acá del Ródano, acataban al poderoso monar

ca castellano, y mas o menos implicita ó abiertamente le tributaban ó vasallage, ó sumision, ó dependencia. Solo en un estrecho rincon de la Península habia un pequeño principe y un pequeño pueblo que no muy encubiertamente se negaban á obedecer al emperador y mantenian enarbolado un pendon de independencia. Este rincon, este pueblo y este príncipe eran Portugal y su conde Alfonso Enriquez, que apoyado en los altivos hidalgos portugueses proseguia el pensamiento y plan de la emancipacion con no menos energía y perseverancia que le habian comenzado don Enrique y doña Teresa sus padres. No le habian desalentado ni los descalabros que ya en sus anteriores tentativas le habia ocasionado su primo el de Leon, ni la pérdida del castillo de Celmes que éste le tomára, y en que quedaron prision eras multitud de familias nobles de Portugal. El emperador habia dejado algun tiempo tranquilo á Alfonso Enriquez, no creyendo sin duda que tan débil llama pudiera producir nunca tan grande incendio como levantó después.

Pero el joven y activo rey de Navarra, que deseaba ya sacudir el yugo del emperador á que antes se habia sometido, comprendió de cuánto provecho podia serle para su intento la alianza y amistad con un principe tan resuelto y belicoso como Alfonso Enriquez, y con un pueblo tan amante de su independencia como el portugués. Aliáronse, pues, el portugués y el navarro contra el emperador. Dos desleales y turbulentos condes gallegos, Gomez Nuño y Rodrigo Perez Velloso, que gobernaban por el de Castilla el territorio de Tuy, brindaron oportuna ocasion al de Portugal para apoderarse de Tuy y de los castillos y tierras de aquel distrito, que los dos rebeldes condes le fueron cediendo (1137), mientras el rey García de Navarra, rompiendo abiertamente con el emperador, le movia guerra por la parte de Oriente. Vencido por el de Portugal Fernando Joannes, que quiso oponerse vigorosamente á la invasion defendiendo como bueno el castillo de Allariz que por el emperador tenia; derrotados despues en Cerneja sus siempre enemigos los condes Rodrigo Vela y Fernando Perez (1), quedaba Alfonso Enriquez enseñoreando los distritos meridionales de Galicia. Mas habiendo tenido que acudir á Portugal, donde los sarracenos se apoderaron del castillo de Leiria, degollando toda su guarnicion, y desbaratando seguidamente un cuerpo de milicia portuguesa en Thomar, vióse aquel príncipe en una situacion comprometida y angustiosa, y abatieron á los barones de Portugal aquellos reveses tanto como antes los ha→ bian alentado los triunfos de Allariz y de Cerneja.

(1) Este último era el antiguo privado y amante de su madre doña Teresa, que expulsado del reino por el hijo seguia las

banderas del emperador, y era el mas cons、 tante y duro adversario del infante por tugués.

Habia estado en este tiempo ocupado el emperador en la guerra con cl navarro, sobre el cual habia logrado ventajas considerables; y como á su regreso á Castilla le informasen en Zamora de lo ocurrido en Galicia y Portugal, partió apresuradamente y en derechura á estos distritos, y logró entrar en Tuy sin resistencia que le obligára á pelear. Desde alli avisó á sus condes y caudillos, incluso el arzobispo compostelano Gelmirez, para que se preparasen á incorporársele y hacer con él una invasion en Portugal. Innecesaria fu¿ la reunion de aquellas fuerzas, puesto que de repente apareció ajustada una paz entre el emperador y Alfonso Enriquez, cuyas condiciones, todas desfa→ vorables al portugués, manifiestan cuán poco halagüeña debia ser la situa→ cion de éste para acomodarse á aquel pacto, que probablemente solicitó él mismo. Obligábase á ser amigo leal del emperador, y á defenderle contra cualquiera que intentase hacerle daño: prometia respetar los territorios del imperio, y si alguno de sus barones los invadiera, él mismo le ayudaría ú tomar venganza y á recuperarlos como si fuesen suyos propios; comprometiase á socorrerle en caso de invasion, fuese contra musulmanes ó contra cristianos; y los honores que el emperador le daba, los habia de restituir á él ó á su sucesor, sin tergiversacion ni engaño en cualquier tiempo que le fuesen pedidos. Este pacto, celebrado en Tuy ȧ 4 de julio de 1137, fué jurado por el infante de Portugal con ciento cincuenta de sus hombres buenos, á presencia del arzobispo de Braga y de los ob spos de Porto, Tuy, Orense y Segovia (1). Las estipulaciones de este tratado, desventajosas como eran á Alfonso Enriquez, prueban no obstante que él conservaba dominios como vasallo del de Castilla, al propio tiempo que demuestran cuánto faltaba todavía para que Portugal y su principe pudieran llamarse independientes. Y aunque en realidad, atendido el genio del portugués, aquel concierto no podia considerarse como una paz verdadera y sólida, sino como una tregua à que le habian forzado las circunstancias y que se habria de romper mas o menos tarde, separáronse los dos primos para emplear sus armas cada cual por su parte contra los enemigos de la fé, y las fronteras de Galicia y Portugal reposaron algun tiempo de tan largas y contínuas turbaciones.

Libre por entonces el emperador de las inquietudes que le habian causado los portugueses, y sin dejar de tener en respeto al navarro por medio de sus cpitanes, volvió las armas contra los infieles del Mediodía, y con las milicias de Segovia, Avila, Osma, Salamanca, Zamora y Ciudad-Rodrigo penetró en Andalucía sentando sus reales á orillas del Guadalquivir. Dividiéronse sus tro¬

1) Dist. Compostel. I. III.-Hist. del Mo- Imperat mast. de Sahagun, Apend. III.-Cbron. Adef.

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