Imágenes de páginas
PDF
EPUB

sonas del consejo del rey, si el monarca no habia de poder proceder contra ningun rico-hombre, ni contra persona alguna de la Union sin prévia senteneia del Justicia y sin consentimiento de las córtes mismas? ¿Qué seguridad le quedaba al rey con la entrega de diez y seis castillos á los de la Union para que los tuviesen en prenda, y los pudiesen dar á quien bien quisiesen, en el caso de que faltase á alguna de las obligaciones del Privilegio? ¿Qué era sino una organizada anarquía la facultad que en aquel caso les daba para que dejáran de tenerle por su rey y señor, antes sin nota de infamia ni de infidelidad pudiesen elegir otro señor y otro rey cual ellos quisiesen? ¿Podria conservarse con tales tentaciones y elementos de revolucion el órden de la monarquía? Y sin embargo, tal era la consecuencia natural de anteriores sucesos, El reconocimiento de la Union como institucion legal por Jaime I. llevó al Privilegio general de Pedro III., y el Privilegio general produjo el Privilegio de la Union del tercer Alfonso (1).

Habia, no obstante, en ese mismo pueblo un contrapeso natural que oponer á esta desnivelacion de poderes: consistia éste en la sensatez aragonesa y en su respeto al principio monárquico. Muchos ciudadanos y caballeros, y hasta algunos ricos-hombres, considerando exagerado é injusto el Privilegio de la Union, unos se pusieron de parte del rey, y otros se apartaron de la liga y confederacion. Entró, pues, la discordia entre unionistas y antiunionistas, y aunque el partido de los primeros era por entonces el mas poderoso y de mas empuje, faltóle siempre al Privilegio la sancion y la autoridad del universal consentimiento. Asi fué que en mucha parte no tuvo ejecucion ni observancia, ni aun en el reinado del mismo monarca que le otorgó. Era, sin embargo, una ley escrita, é invocábanle con frecuencia les miembros de la Union. En esta situacion incierta y no bien definida veremos trascurrir algunos reinados, ni bien vigente, ni bien abolido el Privilegio.

Otro de los caracteres que distinguen el reinado de Alfonso III. y le dan fisonomía propia, son las cuestiones de política esterior. Muchas y muy graves y complicadas le legó en herencia su padre Pedro III., porque en su breve reinado no tuvo tiempo para dejarlas ni cortadas ni desatadas.

Eran las principales, la del trono de Sicilia, que poseyó él y en que se sentó con arreglo á su testamento uno de sus hijos, la donacion é inves

(1) El sello de la Union, segun le dibuja el historiador Gerónimo de Blancas, representa al rey sentado en su trono, y á los confederados de hinojos delante de él en actitud

suplicante para demostrar su lealtad. Pero en el fondo se descubre un campo y largas hileras de lanzas, destinadas á apoyar su humilde demanda.

tidura de los dominios aragoneses hecha por el papa al principe francés Cárlos de Valois, las excomuniones y entredichos de la Iglesia que seguian pesando y aun cayendo de nuevo sobre los reyes y reinos de Sicilia y Aragon, la prision del principe de Salerno, los disputados derechos de las casas reales de Francia y Aragon sobre la corona y reino de Navarra, el feudo de Mallorca, la retencion y problemático destino de los infantes castellanos de la Cerda, y otras de que dimos cuenta en su correspondiente capitulo histórico. Alli vimos tambien cómo se habia conducido y manejado en todas y cada una de ellas Alfonso III. de Aragon.

Al llegar á esta época de la historia del reino aragonés, se nos figura que hemos sido trasladados de repente á los tiempos modernos, salvando sin apercibirnos de ello un largo espacio de siglos. Ya las cuestiones de Aragon, ¡prodigioso y rápido adelantar de este pueblo! son cuestiones europeas: por lo menos se interesa, interviene y obra en ellas todo el Mediodía y Occidente de Europa, Sicilia, Nápoles, Roma, toda Italia, Francia, Inglaterra, Mallorca, Aragon y Castilla. Conducíanse ya las negociaciones y tratados casi por los mismos trámites y prácticas que ahora entre las modernas naciones se usan; cruzábanse de reino á reino las embajadas y los embajadores; dirigíanse de monarca á monarca propuestas, reclamaciones é intimaciones que hoy llamariamos n tas; habia una potencia mediadora; celebrábanse congresos europeos, que, mas o menos numerosos, no eran otra cosa las reuniones y conferencias de Burdeos, de Oloron, de Canfranc, de Tarascon y de Roma, á que asistian ó por sí ó por sus embajadores o representantes los soberanos y principes de Italia, de Francia, de Inglaterra y de España, juntamente con los legados pontificios, para tratar de los intereses gencrales de las naciones, transigir y arreglar sus diferencias, celebrar tratados y constituir y fijar la situacion de cada estado, invocando, restableciendo ó modificando derechos precedentes. Aparte de las embajadas permanentes y de algunas otras formas establecidas por el derecho público moderno, se ve ya jugar en aquellas negociaciones las combinaciones y recursos, ya que no podia ser todavía el refinamiento de la diplomacia, de esc arte de simulacion de que la cultura y la política hicieron mas adelante una ciencia. Admira ver empleado en tan apartados tiempos por un monarca aragonés un sistema, que dos siglos mas tarde otro rey de Aragon habia de ser el primero á plantear en Europa ya mas desenvuelto y perfeccionado.

Mas á pesar del genio activo, y de cierta habilidad, destreza y travesura que no puede negarse á Alfonso III., fué tan desastrosamente desgraciado en los negocios esteriores como en la politica interior. El tratado de paz

general de Tarascon en 1291 no fué menos ominoso para un rey que la concesion del Privilegio en las córtes de Zaragoza de 1288. En este puso la corona á merced de una junta de vasallos tumultuosos; en aquél sacrificó la independencia de Aragon y dejó vendido á su hermano el rey de Sicilia. Verdad es que se libertó á sí mismo y libertó á su reino de las censuras, que cortó las pretensiones de Francia á la corona aragonesa, y que quedó amigo de Nápoles, de Francia y de Roma, pero fué haciendo su reino tributario y vasallo de la Santa Sede, y restituyendo la Sicilia al patrimonio de la Iglesia; fué deshaciendo la obra de su abuelo y de su padre. Y es que de Pedro el Grande á Alfonso el Liberal, como de Fernando el Santo á Alfonso el Sábio, se representa la transicion del vigor y la firmeza á la flaqueza y la debilidad. Asombra y desconsuela el constante enojo y mal humor de los papas para con los monarcas aragoneses, y su insistencia en fulminar censuras contra ellos y contra sus reinos. En este punto los Martines, los Honorios y los Nicolases, todos seguian la misma politica y el mismo sistema, reproduciéndose los tiempos y las escenas de Gregorio VII. y Enrique IV.; como si fuese un delito en los reyes y en el pueblo aragonés no consentir en el vasallage de Pedro II. y procurar mantener la independencia de su reino en lo temporal y político, ó como si fuese imperdonable crímen haberse posesionado de otro reino por derecho legitimo de sucesion y por voluntad y aclamacion de sus naturales, siquiera hubiese sido antes la Sicilia un bello feudo de Roma. Acatando y venerando profundamente á los gefes visibles de la Iglesia, y respetando las causas y fundamentos que creyeran tener para ello, lamentamos hallarlos casi siempre severos é inexorables con los soberanos de esta nacion que por tantos siglos habia sido el baluarte de la cristiandad, y donde se profesaba la fé católica mas pura.

Digno es de notarse que mientras el papa daba la investidura del reino de Sicilia á Cárlos II. de Nápoles y excomulgaba al rey don Jaime y á los sicilianos, mientras don Alfonso de Aragon no solo abandonaba á su hermano, sino que se comprometia con el papa á hacerle renunciar la corone, mientras los soberanos y los ejércitos de Nápoles, de Roma, de Francia y de Aragon se confederaban y armaban para arrancar á don Jaime el aragonés el cetro de Sicilia, los sicilianos, cada vez mas adictos á los reyes de la dinastía aragonesa, y no olvidando nunca las tiranías del de Anjou, sostuviéronlos con admirable teson y brio, resistiendo ellos solos los embates de tan general conjuracion, arrostrando con impavidez los peligros de una guerra desigual, y luchando ellos solos contra el poder de tantos y tan formidables enemigos; nada bastó á quebrantar su constancia, y lograron afian

zar en Sicilia la dominacion de la estirpe real aragonesa. Grande honra para unos reyes, que siendo estraños al pais, eran con tanta decision y entusiasmo defendidos por sus mismos súbditos, y los mejores y mas irrecusables jueces para fallar y decidir si eran dignos de ceñir tal corona y de regir tal pueblo.

Hechas estas generales observaciones, volvamos á anudar nuestra narracion histórica.

TOMO III

29

CAPITULO VIII.

FERNANDO IV. (El Emplazado) EN CASTILLA.

De 1295 á 1310.

Criticas circunstancias en que subió al trono. Rebelion del infaute don Juan.-Conducia del infante don Enrique: se apodera de la regencia: córtes de Valladolid: firmeza de la reina madre.-Contrariedades que esperimenta por parte del rey de Portugal: del do Aragon: del de Francia: de los infantes: de los nobles: lealtad de los concejos.-Los prctendientes al trono se reparten entre sí los reinos de la corona de Castilla.-Invasion de un ejército aragonés: guerra: su resultado: retirada de los aragoneses: noble comportamiento de doña María de Molina.-Entrevista y tratado de la reina madre con don Dionis de Portugal.-Bula pontificia legitimando los hijos de doña María: virtudes de esta reina.-Ingratitud de su hijo, seducido por el infante don Juan y el de Lara: prudencia y amor de madre.-Córtes de Medina del Campo: confunde en ellas á sus acusadores.Reino de Granada; muerte de Mohammed II.: tratado de Mohammed III. con el rey de Castilla. Sentencia arbitral y resolucion del pleito entre Castilla y Aragon: renuncian los infantes de la Cerda á sus pretensiones.-Guerra contra los moros: sitios de Almeria y de Algeciras: conquista de Gibraltar: paz con el rey de Granada, ventajosa para Castilla.-Revolucion en Granada.-Nueva espedicion de Fernando á Andalucía: cerco y entrega de Alcaudete.-Estrañas circunstancias de la muerte de Fernando IV.-Por qué se le llama el Emplazado,

Niño de nueve años Fernando IV. cuando llamado á reinar por muerte de su padre Sancho el Bravo bajo la tutela y direccion de su madre doña María de Molina (26 de abril, 1295) fué paseado á caballo por las calles de Toledo entre prelados, caballeros y ricos-hombres, y en medio de aclamaciones populares, despues de haber jurado guardar los fueros del reino, pocos principes de menor edad subieron al trono en circunstancias mas dificiles y espinosas, y pocos habrán encontrado reunidos y prontos á estallar mas elementos de discordia, de ambicion, de turbulencias y de anarquía, que las

« AnteriorContinuar »