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Пaro y á otros ricos-hombres, nada bastó á hacerle desistir de aquella empresa, «teniendo, dice la crónica, muy á corazon de tomar la villa..... mostrando muy gran esfuerzo y muy gran reciedumbre, y por muchos «afincamientos que le hicieron, á la cima respondió que antes queria alli morir que no levantarse dende deshonrado (1).» Acudiéronle al fin el arzobispo de Santiago, y el infante don Felipe su hermano con un refuerzo de cuatrocientos caballeros; y las copiosas é incesantes lluvias, que tenian acobardado ya al ejército castellano, se convirtieron en provecho suyo, puesto que aquello mismo impidió al rey de Granada socorrer á los sitiados. Viendo, pues, Mohammed la insistencia del de Castilla, que por otra parte el de Aragon con sus almogavares le estaba devastando las tierras de Almería, que Ceuta le habia sido tomada por el antiguo wali de Almeria Suleyman ben Rebieh en union con los aragoneses, y que en la misma Granada se estaban urdiendo sordas tramas contra él, pidió la paz al castellano, ofreciendo entregarle Bezmar Quesada, y otras dos plazas de la frontera, con cincuenta mil doblas de oro (2), y reconocerse su vasallo siempre que levantára el cerco de Algeciras. El rey aceptó la proposicion, y firmada la paz, retiróse á Burgos á asistir á las bodas de su hermana Isabel con el duque Juan de Bretaña (enero, 1310).

La paz de Algeciras sirvió de pretesto á los descontentos y á los conspiradores de Granada para hacer estallar mas pronto la conjuracion. Un dia á la hora del alba de la fiesta de Alfitra cercaron el alcázar muchas gentes del bajo pueblo gritando: «¡Viva Muley Nazar! ¡viva nuestro rey Nazar!» Otra infinita chusma de gente menuda, dice el historiador árabe, acometió la casa del wazir Abu Abdalláh el Lachmi, y robó y saqueó el oro y la plata, vestidos, armas y caballos, destruyendo ricas alhajas, y quemando muebles y preciosos libros que tenia. Entretanto los caudillos de la sedicion cercaron al rey Mohammed y le intimaron que, pues el pueblo proclamaba á su hermano Nazar, le daban á escoger entre perder la corona ó la cabeza. El buen Mohammed, viéndose solo, prefirió lo primero, y renunció aquella noche el reino en su hermano, el cual sin querer verle le hizo conducir á Almuñecar, donde aun sobrevivió cinco ó seis años á su infortunio. El Nazar quedó solemnemente proclamado (3). Apenas se supo en Castilla la revolucion de Granada, el rey Fernando, de acuerdo con el de Aragon, determinó hacer una nueva espedicion á Andalucía. Las córtes de Valla

(4) Crónica de don Fernando el IV., ca- mil doblas. Part. IV. cap. 14. pítulo 55. (3) Al Katib, en Conde, cap. 45.-Otros (2) Crónica, cap. 56.-Conde dice cinco hacen á el Nazar tio de Mohammed.

dolid le votaron cinco servicios y una moneda forera, y el ejército castellano, conducido por el infante don Pedro, fué á poner sitio á Alcaudete, sin que el nuevo emir de Granada pudiera conseguir una tregua que pidió al de Castilla. El rey, despues de haber recorrido varios pueblos de Castilla y Leon, pasó á Jaen para incorporarse con su ejército en Alcaudete, dos meses hacía cercada por su hermano don Pedro. Al llegar á Martos mandó dar muerte à dos caballeros, de quienes se sospechaba que eran los que habian asesinado á un favorito del rey. El suplicio de estos dos caballeros hizo entonces gran ruido y adquirió después gran celebridad histórica, asi por haber ocasionado la muerte del rey con circunstancias bien singulares, como por haber dado motivo á que se le aplicára el sobrenombre de el Emplazado con que es conocido.

Cuenta la crónica, que hallándose el rey en Palencia (1), al salir una noche del palacio real el caballero don Juan de Benavides (2) de hablar con el rey, fué asaltado y asesinado por dos hombres. Sospechábase que los dos caballeros que el rey encontró en Martos eran los asesinos de Benavides, y aunque ellos protestaron ante el monarca y ofrecieron hacer una plena justificacion de su inocencia, el rey se negó á admitirla, y sin forma de proceso mandólos despeñar de la peña de Martos.» Al tiempo de morir, «viendo, dice la crónica, que los mataban con tuerto,» esto es, injustamente, emplazaron al rey para que compareciese con ellos á juicio ante el tribunal de Dios dentro de treinta dias. Eran estos dos caballeros hermanos llamados don Pedro y don Juan de Carvajal. Hecha la ejecucion, el rey se fué al campo de Alcaudete, donde le acometió una dolencia, que hizo necesario retirarle á Jaen, donde á pocos dias recibió la noticia de haberse rendido la plaza al infante don Pedro y haberse hecho la paz con el rey de Granada. Al decir de algunas crónicas, el rey parecia haber recobrado casi enteramente la salud, como que habiendo ido don Pedro su hermano á verle acordó con él y con los ricos-hombres que fuesen al otro dia á hacer la guerra al wali de Málaga, enemigo del de Granada, con quien estaban ya avenidos. Habiendo comido el rey, se fué á dormir, y cuando entraron á despertarle le hallaron muerto. Era el 7 de setiembre (1312), y se cumplia el plazo de los treinta dias que le habian señalado los hermanos Carvajales para comparecer con ellos ante Dios, por cuyo motivo se le dió el nombre de Fernando el Emplazado con que le designa la historia, y era natural que su

(4) No en Plasencia, como dice equivocadamente Romey.

(2) Romey le llama don Alonso, que es tambien un error.

muerte se atribuyera á castigo del cielo (1). Murió de edad de veinte y cinco años, y habia reinado algo mas de dicz y siete (2).

No dejando sino un hijo varon, el infante don Alfonso, en tan tierna dad que solo contaba un año y veinte y cuatro dias, el cual fué aclamado rey despues de la muerte de su padre, quedó Castilla, no bien habia salido de las turbulencias de una menoria, espuesta á las borrascas y agitaciones de una menor edad todavía mas larga.

Un acontecimiento memorable señaló los últimos tiempos del reinado de Fernando IV. de Castilla, acontecimiento que fué de los mas ruidosos é importantes que cuenta la historia de la edad media, á saber, la caida y destruccion de los templarios, cuyo suceso referiremos en otro lugar, por haberse verificado con mas estrépito y solemnidad y hecho mas eco en otros reinos que en el de Castilla.

(1) Entendióse, dice Mariana, que su poco órden en comer y beber le acarrearon la muertes Lo cual no estrañaríamos, pues al decir de la Crónica: «viuose para Jaen con la dolencia, y non se queriendo guardar comia carne cada dia y bebia vino.» Cap. 64. (2) La Crónica antigua de este rey, que muchos suponen escrita de órden de su bijo Alfonso XI., por Hernan Sanchez de Tobar, notario y canciller de Castilla, asi como las de Alfonso el Sábio y Sancho el Bravo, aunque al principio coloca bien los sucesos, empieza pronto á trastrocar la cronologia, poniendo en unos años lo que aconteció en otros. Nótase esto especialmente en los últimos de este reinado, en que supone el nacimiento del niño Alfonso en 1309, y la muerte de su padre don Fernando en 1310. Por lo que ha sido preciso para fijar bien la cronologia apelar á documentos mas segu

ros y á otras historias, entre las cuales ba servido mucho el Cronicon de do. Juan Manuel, que publicó Florez en el tomo II. de la España Sagrada.-Véase sobre esto á Ulloa, Cronología de España, en el tomo II. de las Memorias de la Academia de la Historia, pág. 432.-Pero no sabemos cómo Romey ba podido estampar lo siguiente: «La Crónica de Fernando IV. (cap. 62) dice que Alfonso XI. nació el viernes 3 de agosto de 1344..... La Crónica del rey don Alonso el Onceno dice espresamente que la reina Constanza dió á luz á Alfonso XI. viernes á 13 de agosto del año del Señor de mil y trescientos y once.» Romey, tom. VII. de su Hist., página 522, not. 4.-Nosotros que tenemos delante las dos Crónicas, estamos leyendo, no lo que dice Romey, sino lo que arriba hemos dicho

CAPITULO IX.

JAIME II. (El Justo) EN ARAGON.

De 1291 à 1327

Tratos y negociaciones de don Jaime dentro y fuera de España.-Guerra de Calabria: triunfos de aragoneses y sicilianos sobre los franceses.-Deseo general de paz: dificulta. des para ella.-Larga vacante de la Santa Sede: eleccion de Celestino V.: sus virtudes: su abdicacion.-El papa Bonifacio VII.: su carácter.-Célebre paz de Anagni: sus condiciones públicas: articulos secretos.-Renuncia el de Aragon al reino de Sicilia, á cambio de las islas de Córeega y Cerdeña.-Matrimonio de don Jaime con Blanca de Nápoles.Oposicion de los sicilianos al tratado de Anagni: proclaman y coronan rey de Sicilia á don Fadrique de Aragon.-Guerra entre los dos hermanos don Jaime de Aragon y don Fadrique de Sicilia.-Sitio de Siracusa: batalla de Falconara: batalla naval del cabo Orlando: retirada de don Jaime á Cataluña: constancia y heroismo de los sicilianos: estraño fin de la guerra de Sicilia.-Curioso episodio histórico de la espedicion de catalanes y aragoneses contra turcos y griegos: aventuras de Roger de Flor: de Berenguer de Entenza: de Bernardo de Rocafort: hazañas de los espedicionarios en Grecia y Turquia: su término.-Negocios interiores de Aragon: universidad de Lérida: Union de los nobles célebre sentencia del Justicia en las cortes de Zaragoza. -Famosa cuestion entre el papa Bonifacio y el rey Felipe el Hermoso de Francia: consecuencias y hechos notables.Aragon y Castilla: paz de Campillo: sitios de Algeciras y Almería.-Costosa conquista de Cerdeña y de Córcega.-Sabias leyes de Jaime II. en las cortes de Zaragoza: por qué mereció el título de Justo.-Su muerte.-MEMORABLE PROCESO DE LOS TEMPLARIOS: crimenes horribles de que se los acusaba: prision general de templarios en Francia.-Empeño y gestiones de Felipe el Hermoso para su total estincion: conducta del papa Clemente V.-Concilio general de Viena: decreto y bula de supresion.-Suplicios horrorosos de templarios en Francia.-Los templarios de Aragon, Castilla y Portugal: declaraciones solemnes de su inocencia: su abolicion: aplicacion de sus bienes.-Discúrrese sobre la naturaleza y causas de este proceso.-NAVARRA. Sucesion de sus reyes.-Luis el Pendenciero: Felipe el Largo: Cárlos el Hermoso: doña Juana y don Felipe de Evreux.

Tan luego como don Jaime II. vino de Sicilia y se coronó como rey de Aragon en Zaragoza, procuró arreglar las largas diferencias que su herma

no habia tenido con Sancho el Bravo de Castilla, viéndose los dos monarcas en Monteagudo y Soria, de que resultó aquel tratado de paz en que se ajustó el matrimonio del de Aragon con la infanta Isabel de Castilla, y el auxilio naval que ofreció al castellano para la guerra contra el rey de Marruecos y sitio de Tarifa: tratado que se ratificó después en Calatayud en medio de grandes fiestas y regocijos, pero del cual quedaron muy disgustados los aragoneses, considerándole desventajoso para su reino (1).

Pero la fuerza, la energía, la vitalidad de Aragon tenian que emplearse fuera de la península española, ya por la puerta que el testamento del tercer Alfonso dejaba abierta para nuevas complicaciones con los estados del Mediodia de Europa, ya porque reteniendo Jaime II. para si la corona de Sicilia contra lo ordenado en el testamento de su hermano y contra lo estipulado en Tarascon, quedaba espuesto á las consecuencias del enojo y mala voluntad de todos los príncipes comprendidos en aquel asiento. Asi la guerra que habia estado suspensa algun tiempo se renovó en Calabria, donde por fortuna suya los aragoneses, mandados por el valeroso don Blasco de Alagon, y los sicilianos conducidos por el terrible almirante Roger de Lauria, ganaron dos señalados triunfos sobre los franceses, aprisionando el primero al general enemigo, y volviendo el segundo á Mesina con su flota victoriosa y cargada de despojos y de naves apresadas. Era ya no obstante tan general y tan vehemente el deseo de paz y tan reco→ nocida su necesidad por todos, que nuevamente se entablaron negociaciones para ver de llegar á un arreglo definitivo, por el cual suspiraba ya todo el mundo cristiano. Repitiéronse, pues, las embajadas, las proposiciones, las entrevistas de soberanos, en que intervinieron, ó personalmente ó por representacion, el papa, los reyes de Nápoles, de Francia, de Aragon y de Castilla, y todos los demas príncipes cuya suerte se hallaba comprometida y pendiente del resultado de estos conciertos. Los puntos capitales de mayor dificultad para la concordia eran, por parte del rey de Aragon la devolucion de la Sicilia á la Iglesia, á lo cual se oponian enérgicamente los sicilianos y el infante don Fadrique, por parte de Carlos de Valois la renuncia de la investidura del reino de Aragon; á estas estaban subordinadas otras muchas cuestiones de no escaso interés é importancia, teniendo que atender al propio tiempo el rey de Aragon á los asuntos del vecino reino de Castilla, de los cuales y de los tratados y vistas que tuvo con Sancho IV. y de la suerte que e tonces corrieron los hijos del príncipe de Salerno, y

(4) Recuérdese lo que sobre las relacio nes de Castilla con Aragon en el reinado de TOMO III.

don Sancho el Bravo referimos en el capi-
tulo 4.° del presente libro.
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