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LIBRO TRIGÉSIMO PRIMERO.

ANTONIO PEREZ,

SECRETARIO DE FELIPE II.

1539-1615.

CAPITULO PRIMERO.

SUMARIO.

Nacimiento de Antonio Perez.-Su caràcter.-Su rápido encumbramiento.-Escovedo, nombrado secretario de don Juan de Austria.-Intrigas de Escovedo, y proyectos ambiciosos de don Juan.-Duplicidad del Rey y de Antonio Perez.-Escovedo viene á España y es asesinado.

I.

El célebre proceso formado contra el secretario Antonio Perez es uno de los sucesos mas dignos de llamar la atencion del historiador, tanto por las funestas consecuencias que produjo para nuestra nacion, dando lugar al levantamiento del reino aragonés y á la pérdida de sus libertades, como por sus extrañas peripecias en mas de treinta años que duró, y por las causas misteriosas, muchas de ellas aun no averiguadas, que lo provocaron. Vióse una vez mas al tribunal de la Inquisicion, fiel aliado de la tiranía, servir á esta en sus tenebrosos proyectos y perseguir con implacable saña á la víctima que la suspicacia del monarca le señalaba.

TOMO III.

94

Conocido el carácter sombrío y receloso de Felipe, fácil nos será comprender aquellos puntos que, por un efecto natural de la organizacion política y de la manera de proceder en asuntos criminales de aquella época, no se hallan suficientemente aclarados en la Historia.

IL

Antonio Perez nació en el año de 1539. Hijo natural de Gonzalo Perez, que habia sido durante mucho tiempo secretario de Estado de Carlos V y de Felipe II, fué legitimado por un diploma del Emperador, y llamado á tomar parte en los negocios desde muy jóven. Las teorías de la política italiana, generalizadas en aquella época, habian formado su espíritu, dándole una perversidad que estaba hasta cierto punto en armonía con su natural índole.

Dotado de inteligencia perspicaz, de carácter insinuante, de una fidelidad que no conocia límites ni escrúpulos, lleno de recursos ingeniosos, elegante y vigoroso en sus escritos, y expedito en el despacho de los negocios, habíase grangeado de un modo singular la estimacion de Felipe II, que habia ido poco a poco depositando en á él toda su confianza.

Era Zayas uno de los dos secretarios de Estado, y él el otro, y tenia principalmente á su cargo el despacho universal; esto es, el refrendo y expedicion de la correspondencia diplomática y de las órdenes del Rey.

Felipe le comunicaba sus mas particulares designios, le iniciaba en sus pensamientos, y Perez era el que al descifrar los despachos, separaba lo que debia comunicarse al Consejo de Estado para que diese su parecer, de lo que el Rey se reservaba para sí solo. Parece ser que tanto favor concluyó pordesvanecerle.

Del proceso resulta que afectaba hasta con el mismo duque de Alba, cuando comian juntos en la mesa del Rey, un silencio y un orgullo que revelaban á un tiempo el rencor de la enemistad y la arrogancia de la fortuna. Así pues, su falta de moderacion en la prosperidad, su excesivo lujo, su desenfrenada pasion por los placeres y sus desmesurados gastos que le obligaban á especular con todos, valiéndose de su posicion y favor, excitaban contra él la envidia y la

animosidad en la corte austera y dividida de Felipe II, debiendo dar por resultado inevitable su caida.

Precipitóla quizás él mismo sirviendo demasiado bien las pasiones suspicaces de Felipe.

III.

Habiendo muerto el gran comendador Requesens en 1576 sin haber pacificado los Paises Bajos, envió el Rey á ellos á su hermano don Juan de Austria.

La empresa era muy delicada, pero la persona elegida era la mas á propósito para poner remedio á aquellos males. Jóven lleno de nobleza y lealtad, precedido por el brillo de sus victorias y por la fortuna con que habia llevado á cabo mayores empresas, parecia ser el único á quien era dado reducir á la obediencia las diez y siete provincias que acababan de unirse por la pacificacion de Gante. Pero don Juan tenia al parecer otros designios; designios que databan de mucho tiempo, pues los habia concebido, segun Perez, des- . pues de la batalla de Lepanto y de la toma de Túnez: aspiraba á crearse una soberanía, bien fuera por medio de cesion ó de conquista.

Supo al mismo tiempo Perez que tan ambiciosos pensamientos se los sujeria á don Juan su secretario, Juan de Soto, que Rui Gomez habia colocado á su lado en la guerra contra los moros de Granada. Creyendo Felipe que debia sustraerse á don Juan de tan pernicioso influjo, nombró en reemplazo de Soto á Escovedo, á quien creia de una fidelidad á toda prueba, y que recibió antes de partir para Italia el encargo de procurar un cambio en las intenciones de don Juan. Con objeto de no enojar á su hermano separando enteramente á Soto de su lado, dejóle allí, confiriéndole el empleo de pagador del ejército.

IV.

No correspondió Escovedo á la confianza que en él habian depositado. Olvidó muy pronto las recomendaciones de Felipe II para entrar en las miras de don Juan. Avisóse que hacia á Roma frecuen

tes y clandestinos viajes. Causaba graves inquietudes el que aquel no informase lo que ocurria, cuando se supo inopinadamente la causa. No pudiendo ya don Juan aspirar al reino de Túnez, de que habian vuelto á apoderarse los turcos, ambicionaba hacerse dueño del de Inglaterra, gobernado por una princesa, cuyas opiniones religiosas la colocaban en el bando de la Europa católica. Este proyecto sonreia á la corte de Roma, que, despues de haber hallado en don Juan un defensor del catolicismo contra los turcos, creia poder sacar gran partido de su valor contra los protestantes.

Un dia, el nuncio del Papa, despues de haber descifrado los despachos que habia recibido de su corte, fué á avistarse con Antonio Perez y le dijo:

-«Quién es un tal Escado?»>

Perez contestó que seria el secretario Juan de Escovedo.

-¡«Eso es! contestó el nuncio, he recibido un despacho de su Santidad, en el que en sustancia se me dice que dé un paso con el Rey en favor del señor don Juan del modo y forma que me indicará Juan de Escovedo, á fin de que su majestad tenga á bien permitir se lleve á cabo la expedicion á Inglaterra, y suba el señor don Juan al trono de este reino.

V.

Perez informó sin pérdida de tiempo á Felipe II de lo que ocurria. La sorpresa de este príncipe fué extremada, y no menor su descontento. Cabalmente era esto en ocasion que encargaba á don Juan el gobierno de los Paises Bajos, y temió que si le manifestaba sus sospechas, ó le daba una negativa, tal vez le desalentaria, y no llenaria como era menester la difícil mision que le habia confiado. Aparentó pues que condescendia á sus deseos, y que permitiria á don Juan, en cuanto hubiese dado cima al negocio de los Paises Bajos, tentar la empresa de Inglaterra, sirviéndose de las tropas españolas, siempre que los estados generales de Flandes no se opusieran á su embarque.

Al mismo tiempo, para tener conocimiento de todos los proyectos de su hermano y vigilar las intrigas de Escovedo, autorizó á Perez que poseia la confianza del uno y la amistad del otro, para que se cartease con ellos, supusiese entrar en sus proyectos y apoyarlos cer

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