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CAPITULO XIX,

SUMARIO.

Nombramiento de Jones Gobernador de Dublin.-Toma de la catedral.-Nombramiento de once obispos.-Protesta de los obispos contra la paz.-Alianza del nuncio con los republicanos.

I.

Si la lucha de dos bandos à un tiempo políticos y religiosos basta para destruir un pueblo, ¿qué no sucederá cuando, como en Irlanda, son tres las fracciones religiosas que luchan por dominarlo? Decimos tres, y en realidad eran cuatro, porque los católicos estaban divididos entre el Papa y el Rey, como los protestantes entre el Rey y el Parlamento.

El coronel Miguel Jones fué nombrado por el Parlamento gobernador de Dublin y general del condado de Leinster. Esforzóse en restablecer la disciplina; pero, careciendo de recursos, tuvo que que hacer la vista gorda al vandalismo de sus soldados, que vivian sobre el país, devastado además por tres ejércitos de católicos opuestos entre si: el de Owen O'Nial, que no reconocia mas autoridad quela del Papa y su nuncio; el de Preston, que podria llamarse el de los católicos realistas sublevados contra el Rey, y el del condado de

Munster, el que estaba por los parlamentarios, pero que habia sido fiel al Rey hasta la retirada de Ormond.

De este fraccionamiento resultaban las coaliciones mas monstruosas.

El nuncio del Papa y Owen, su generalísimo, buscaron mas de una vez la alianza de los republicanos contra los realistas de Preston; y los anglicanos, defensores de la supremacia de la corona contra las pretensiones del Papa, se aliaron con el nuncio contra los republi

canos.

II.

La anarquía aumentó despues de la retirada del marqués de Ormond. Preston marchó contra Dublin esperando sorprender á los republicanos, con 7000 infantes y 1000 caballos, despues de obtener algunas ventajas parciales; pero Jones lo alcanzó en Dunganhill y lo derrotó completamente, volviéndose á Dublin con la artillería y bagajes del enemigo y muchos prisioneros.

El nuncio y su clero celebraron como propia la victoria de los republicanos sobre los católicos; porque si Preston se hubiera apoderado de Dublin, ellos hubieran perdido en influencia y poder lo que él ganara; mientras que, al verle derrotado, el llamado Consejo soberano de Irlanda lo destituyó, dando el mando de la mayor parte de sus tropas á Owen, el general del nuncio.

El lord Inchiquin, al frente de los parlamentarios, se apoderó del castillo de Cahir, y penetró en el condado de Tippherary, adelantándose hasta Cashell, cuyos habitantes se hicieron fuertes en una catedral situada en una altura bien fortificada y defendida por una respetable guarnicion.

Prometióles Inchiquin que pasaria adelante sin molestarles si á él le daban 3,000 libras esterlinas y un mes de paga á sus tropas, y como no aceptasen su proposicion, tomó la catedral por asalto y pasó á cuchillo á cuantos habia dentro, apoderándose al mismo tiempo de un cuantioso botin.

Entre los degollados en la catedral habia veinte eclesiásticos.

El nuncio puso el grito en el cielo clamando venganza; porque, si segun su doctrina era para los católicos acto meritorio exterminar hereges, era para estos pecado mortal degollar católicos, sobre todo

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si eran eclesiásticos. Lanzó anatemas y excomuniones contra los que no corrieran á las armas para tomar venganza, é imputó á la falta de fé en los católicos la responsabilidad de los crímenes de los hereges. Y a pesar de lo adelantado de la estacion de invierno, pues estaban en noviembre, el ejército católico emprendió la campaña y se encontró con Inchiquin en un lugar llamado Kervackñoness, donde fueron completamente derrotados, dejando en el campo de batalla mas de 6,000 muertos, 6,000 fusiles, bagajes, artillería y 38 banderas y estandartes.

III.

Tantos reveses desalentaron y dividieron mas profundamente todavía á los católicos,

La fraccion contraria al nuncio adquirió en la asamblea general mayor número de votos, y contó por este medio deshacerse del representante del Papa; pero el nuncio no era hombre que se parase en barras, y para restaurar su mayoría en la asamblea, acudió á los dos siguientes ingeniosísimos medios:

La provincia de Ulster mandaba ordinariamente sesenta y tres diputados á la asamblea; pero en aquella ocasion solo habia nueve presentes, y como fuesen partidarios suyos, el nuncio dijo que debian tener entre los nueve los sesenta y tres votos de la provincia que representaban.

Todos los arzobispos del reino eran miembros netos de la asamblea; pero habiendo once obispados vacantes, el nuncio habia propuesto once de sus hechuras al Papa, para que los nombrase; y aunque no se sabia en Irlanda si el Papa habia hecho los nombramientos ó no, se empeñó en que fuesen admitidos en la asamblea como obispos, amenazando con que, en caso contrario, él les daria la investidura de tales. La asamblea se intimidó y pasó por todo, pero el nuncio no tuvo sin embargo mayoría. Esta se declaró por la paz, y decidió enviar sus representantes á la Reina y al príncipe heredero, residente en Francia.

Temeroso el nuncio de que el resultado fuese la vuelta de Ormond con el príncipe de Gales, lo que daria al traste con su poder, insistió en que mandasen emisarios á Roma para implorar la proteccion del Papa, lo cual consiguió, y él y su clero firmaron una de

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