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claracion dirigida á la Reina y al príncipe de Gales, diciendo que no consentirian nunca en que la Reina ni el príncipe entrasen en Irlanda, sino despues de aceptar los artículos referentes á la religion, y que consistian en prohibir al Rey nombrar virey que no fuese católico; dar el mando de los ejércitos ni de las fortalezas á los hereges, ni hacer una paz contraria á los intereses de la Iglesia católica.

IV.

Por su parte, los comisionados mandados á Francia para que tratasen con la Reina y el príncipe, llevaron instrucciones secretas del partido que podríamos llamar civil ó anti-teocrático, para asegurar á S. M. su lealtad que no imponia condiciones y pedir que el príncipe fuese á Irlanda con armas y dinero, como el medio mas seguro de hacer triunfar su causa.

En aquellas circunstancias sirvió mucho á la Reina el marqués de Ormond, que antes de pasar á Francia se habia puesto de acuerdo secretamente con el Rey, prisionero á la sazon en Hampton Court; por consejo suyo, la Reina y el príncipe recibieron graciosamente los agentes irlandeses, aunque condenando la violacion de la paz, diciéndoles además que el príncipe no podia ir á Irlanda mientras permaneciese en ella el nuncio del Papa; pero que mandarian al marqués de Ormond como virey, con tropas que el rey de Francia pondria á su disposicion.

V.

Entretanto, el Consejo soberano de los católicos irlandeses estaba en la mayor consternación á causa de las derrotas de su gente, que habian casi aniquilado sus fuerzas, tanto que el mismo nuncio se humanizó hasta el punto de aconsejarles que tratasen con el herético Inchiquin, el que degolló los veinte eclesiásticos en la catedral de Cashell. Este señor, aunque parlamentario, estuvo siempre en tratos secretos con Ormond, y le escribió varias veces incitándole á que volviese á Irlanda para ponerse al frente de los partidarios del Rey, cosa que sin duda el nuncio no sabia.

Preston y Taafer, que mandaban fuerzas considerables de los rebeldes, ofrecieron abandonar á este y ponerse á las órdenes del virey, y los escoceses de Ullster hicieron la misma promesa; pero las excomuniones Y anatemas del nuncio, que á todo trance queria convertir á Irlanda en vasalla del Papa, fueron un obstáculo á estos planes.

Mientras Inchiquin representó á los republicanos ingleses, no tuvo aquel inconveniente en que se les propusiera una tregua; pero se opuso á ella en cuanto, abandonando la causa del Parlamento por la del Rey, Inchiquin trabajó abiertamente por el restableciento de la autoridad de Carlos en Irlanda.

Al efecto reunió el nuncio su legion de obispos, que protestaron contra la tregua, y como apesar de todo fué concluida, el nuncio corrió á arrojarse en brazos de Owen O‘Nial, pidiéndole en nombre de Dios У del Papa, que fuese con sus hordas á exterminar los traidores que transigian con los enemigos de la Iglesia.

En vano le pidió el Consejo que volviese para discutir razonablemente lo que mas conviniera. Renunciani, que así se llamaba él nuncio, no quiso tratos con él hasta que depusiera á los jefes que convinieron en la tregua, proveyese á Owen OʻNial de víveres niciones, y sometiera la resolucion de la paz ó la guerra á la voluntad del clero dirigido por

él.

y mu

No contento con esto, mandó poner su protesta á las puertas de la catedral de Kilkenny, y como fuese arrancada, excomulgó á cuantos propusieron, realizaron, aprobaron y se sometieron á la tregua, poniendo al pais entero en entredicho.

VI.

Todo se gasta á fuerza de usarse, y esto sucedió á las excomuniones del representante de Roma: así fué que en aquella ocasion, con escándalo de los verdaderos creyentes, se pusieron de parte de la paz, á pesar de las excomuniones У del entredicho, dos arzobispos, doce obispos con el clero secular de sus diócesis respectivas, los jesuitas, los carmelitas, muchos agustinos y dominicos, y mas de quinientos franciscanos.

Estas legiones de eclesiásticos no constituian, sin embargo, la mayoría del ejército clerical; de modo que el nuncio no se des

animó, y en lugar de llevar las bandas de Owen contra los herejes que imperaban en Dublin, las llevó contra Kilkenny, residencia del gobierno de los católicos, cometiendo despues mil estragos en el pais que atravesaron, sin catarse de si eran hereges ó no sus víctimas; pero unidas las fuerzas de Preston y de Inchiquin á las órdenes de Clanricarde, les salieron al encuentro, y obligaron al mismo y á sus huestes á ponerse á la defensiva y en tal aprieto, que él, que condenaba á sus correligionarios porque hacian la paz con los realistas, porque siendo protestantes no se sometian á discrecion al clero católico, no tuvo escrúpulo en tratar con Jones, el republicano y herético gobernador de Dublin, proponiéndole, no una tregua, sino una alianza ofensiva y defensiva. Pero, ¿qué tienen de extrañas estas anomalías? No hemos visto mas de una vez à los Papas aliarse con los turcos contra Reyes cristianos, y con los hereges contra los católicos.

Donde quiera que una iglesia ó sociedad religiosa se convierte en poder civil, se la ve siempre, arrastrada por las circunstancias del momento, ponerse en contradiccion consigo misma, al convertir una doctrina religiosa en arma política.

CAPITULO XX.

SUMARIO.

Discusiones.-Ormond virey.-Muerte de Carlos I.-Perfidia y maquiavelismo.-Derrota del virey.-Preséntase Cromwell en Dublin.-Se apodera de Irlanda.-Triunfos de los republicancs.

1.

Jones temia y aun sabia, que muchos de sus oficiales solo esperaban la llegada de Ormond para abandonar la causa del Parlamento por la del Rey, y despues de arrestar á unos y de mandar á otros. á Inglaterra, no tuvo inconveniente en ponerse de acuerdo con el nuncio y Owen, dejando á este pasar libremente para sorprender al Consejo soberano en su residencia de Kilkenny.

El gobernador comprendía muy bien, que los católicos, degollandose entre sí, le ahorraban trabajo facilitando la dominacion inglesa en Irlanda, que sin la política dominadora de la corte romana, que dividia en campos rivales las fuerzas del país, tuvo entonces la ocasion mas favorable para emanciparse; pero, ¡cuándo el fanatismo dejó de ser el mas peligroso enemigo de la independencia y libertad de los pueblos!

Томо III.

124

II.

Un cura llamado Pablo King se comprometió á entregar Kilkenny á O'Nial; pero Inchiquin llegó á tiempo de impedirlo acudiendo al socorro del Consejo, y obligó al general del ejército papista á refugiarse precipitadamente en sus montañas, donde el nuncio se reunió con él; y con esto los católicos partidarios del Rey reunieron en Kilkenny una asamblea compuesta de partidarios de la paz, que declaró traidor á Owen y no trató mejor al nuncio, y el presidente de la asamblea le escribió intimándole saliera de un reino cuya tranquilidad turbaba hacía tanto tiempo con sus odiosas intrigas.

Tal era el estado de los asuntos, cuando Ormond desembarcó en Cork, y fué recibido por lord Inchiquin como correspondia á su cargo de virey.

Su tarea era harto difícil, pues para conservar la Irlanda al Rey Carlos y sus hijos, debia poner de acuerdo á los realistas católicos con los protestantes, y solo engañando á unos y otros podia aspirar á conseguirlo: el Consejo supremo aumentó sus dificultades, obligándole á obrar de acuerdo con una comision de delegados suyos, lo cual coartaba extraordinariamente la libertad de accion del virey. Esto disgustó á Inchiquin y á sus tropas, y estas se amotinaron pretestando la falta de pagas y las concesiones exorbitantes hechas á los confederados católicos.

Felizmente, un mensajero del príncipe llegó á Irlanda anunciando que le seguia York con una escuadra cargada de víveres y municiones, y que el príncipe de Gales iria despues, con lo cual se tranquilizaron algo los ánimos. Tambien llegaron agentes de Roma cargados de reliquias y escapularios; pero como no traian armas ni dinero, que era lo que mas falta hacia, no fueron tan bien recibidos. como podian prometerse del fanatismo irlandés. Pero lo que mas contribuyó á que desaparecieran por el momento las desavenencias en los campamentos de los realistas, fué la noticia de la prision y proceso del Rey Cárlos en Londres.

La paz se firmó entre ellos, y Ormond fué reconocido como virey.

Todas las concesiones hechas por Ormond á los católicos no tenian otro objeto que reunir todas las fuerzas de Irlanda para libertar á

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