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pos pasados el servicio de su Majestad y agora hace lo mesmo; este es muy pobre y paresceria bien hacerle merced. El cardenal de Navala, el cardenal de Nápoles, el cardenal Ejidio, el cual dos veces delante de mí ha hablado en consistorio muy gentilmente en alabanza de nuestro amo, y en lo de Inglaterra ha dicho al Papa su parescer como le habemos necesario. El cardenal de Ravena, sobrino del cardenal de Ancona, muestra ser afectado servidor de su Majestad, y dice que le corten la cabeza si su tio no defendiere á todo el mundo la causa de la Señora Reina de Inglaterra, y él dice que dará voces hasta el cielo en defensa de lo mesmo. Cuando adelante conosciere otros muy inclinados al servicio de nuestro Emperador, siempre los escribiré á vuestra merced para que su Majestad sepa de quien ha de tener memoria en las provisiones del reino de Nápoles y Cecilia. Santicuatro está agora muy bueno, y en consistorio: siempre que se han ofrecido cosas tocantes á su Majestad, habla muy gentilmente en su servicio. El cardenal Monte es aquí hombre de mucho valor, y es bien que su Majestad le gane por suyo, haciéndole merced: yo le he dicho cuanto le estima la Cesárea Majestad y él se él se huelga dello. Otra vez digo que los dos hombres mas valerosos en este colegio son Monte y Frenesio, de los cuales el Papa hace mas cuenta que del resto, y digo que el Papa me lo ha dicho; pero lo que toca á bulas y breves Santicuatro es el mas útil. El cardenal de Mántua es mas francés que el embajador de Francía: Tarva y él están siempre juntos: hacen mil banquetes á costa del francés, los mas.

Lo que sigue va en cifra.

El embajador al parecer conmigo lo hace bien, y has

ta agora no ha hecho cosa notable de que se pueda reprender verdad es que de gordo ó de perezoso ó de no sé qué, se me figura que negocia poco y sale pocas veces de su posada, y creo que va de mejor gana á ver una antigualla que hacer negocios. El Papa ha dicho como burlando á Mujétula una vez, y otra al embajador, que Monseñor de Tarva le habia dicho que si le hacian cardenal, que haria con Florencia que se concertase con su Santidad, seria parte para hacerles perder la esperanza que en el Rey de Francia tienen; y puesto questo haya dicho riendo y burlando dél, creo verdaderamente que esto ha sido la causa de babelle dado el capelo, porque lo ha hecho tan callado y tan presto que cualquier hombre cuerdo anda á buscar la causa de tanta novedad y de obra tan fuera de prudencia.

y

Aqui concluye la cifra.

Suplico à vuestra merced que la primera vez que viere al señor Rey de Hungría despues que esta leyere, que le bese las manos en mi nombre. Yo tenia fé que era el mas excelente Príncipe del mundo, y agora lo veo pues vuestra merced de vista me lo escribe. Dios le guarde y le prospere como desco, y á vuestra merced acresciente como la señora doña María codicia. De Roma á 8 de junioServidor de vuestra merced Fr. G. Cardinalis Oxomensis.

Carla autógrafa que el cardenal de Osma escribió al señor comendador mayor de Leon. De Roma á 9 de junio de 1530.

Debate que hubo en el consistorio sobre lo que debia hacer el Papa con el reino de Dinamarca por la heregia-Castigo que debia imponerse al Rey de esta nacion por los homicidios que hizo de

obispos y abades-El modo como conviene proceder con los napolitanos por las revueltas pasadas-Hace presente el ingenio y los buenos servicios de Mujétula.

Señor-Despues de haber escrito otra mas larga, viendo que al correo detenia el Papa, acordé escribir estos renglones para hacer saber á su Majestad que lo que escribió en favor del Rey de Dinamarca se leyó en consistorio, y ninguna diferencia hubo en que le absolviesen en lo que tocaba á la heregía luterana, ni tampoco en que su Beatitud escribiese al reino en favor del Rey; pero fué larga discordia de votos en si le habian de absolver sin venir á Roma, de las crueldadades y muertes que hizo de perlados ántes que del reino fuese echado, porque la heregia era de una nacion entera, y ansí era necesario que sin penitencias graves y públicas fuesen absueltos; pero los homicidios que hizo de obispos y abades fueron cometidos de uno solo, y por esto era justo que con gran severidad se le diese absolucion. Yo dije la intencion de su Majestad, que no era menos derecha en el servicio de Dios y de la iglesia que la de los cardenales que estaban en el consistorio, y por esto me parescia que todo se debia cometer al legado, el cual consultado, su Majestad hiciese conforme á su consejo y parescer, declarándole primero la dificultad del negocio; y creo que el despacho irá consonante á esto.

En los negocios de Nápoles yo he oido hablar en esta materia á muchas personas que muestran desear servir á su Majestad, y les parece que se debia proceder con los rebeldes mas con clemencia que con rigor. Y en verdad, Señor, que esto es lo que á mí se me entiende que se acabe por composicion, y no se haga caso del rigor de derecho.

El reino de Castilla es la casa de su Majestad y en ella puede hacer justicia á su voluntad; pero en el reino de Nápoles es menester andar con respeto porque es reino de conquista, no visto de su señor, gobernado siempre en ausencia, y ansí es necesario conservarle mas con misericordia, disimulando culpas y beneficiando, que con rigores y puntos de derecho. Otra vez digo que con composicion han de despachar los mas de los culpados, y ansí fué el parescer de todos cuando en Mántua nos juntamos, y á este fin fuí yo la causa para que en el perdon quedasen tantos exceptuados porque hobiésemos dineros dellos, y sobre esto se tuviesen por beneficiados de su Majestad, y á esta causa contradije al señor canciller que defendia que todos los que hobiesen prestado homagio al Rey de Francia, que por este delito no merescian pena de derecho, y desta manera iban perdonados mas de cuarenta de los que exceptamos. Tambien holgaré que vuestra merced diga al Emperador nuestro Señor, que á mi parescer en la diferencia del Papa y Ferrara seria muy buena la concordia voluntaria de las partes, y que cuanto su Majestad pudiere guiar la cosa á este fin, tanto mas será servido y estimado. Todavía como quiera que sea, suplico á su Majestad que no deje pasar el tiempo del compromiso sin sentencia, que seria causa de inquietar lo que tiene pacificado.

Mujétula es un hombre de bien y afectuoso servidor de su Majestad, y de mucho ingenio, y en esta corte no es demasiado, En lo que toca á servir escribirá á vuestra merced en sus negocios. Yo le escribiré en que sean despachados favorablemente y como meresce.

Mos de Tarva dijo á su Beatitud que muerto este canciller de Francia, tenia ya promesa del Rey de subceder en el mesmo oficio. Tambien esto ayudó al capelo. Acrescien

te Dios la vida de vuestra merced con salud y prosperidad. De Roma á 9 de junio-Servidor de vuestra merced -Fr. G. Oxomensis.

Carta autógrafa que el cardenal de Osma escribió á su Majestad. De Roma dia de la Ascension. Respondida de Munich á 14 de junio de 1530.

Pide al Emperador que trabaje sin descanso en las cosas de Alemania, y que si no puede acabarlas con las armas, las acabe con dinero-Que seria conveniente dar el arzobispado de Tarragona al obispo de Barcelona-Le asegura de la cordial amistad del Papa.

Cesárea y Católica Majestad-Harto deseo que muchas veces me hobiese vuestra Majestad echado menos y se hobiese arrepentido de haberme alejado de sí sin culpa mia; pero pliegua á Dios que no me haya habido menester ni para el alma ni para lo del mundo, que con esto yo terné paciencia con mi injusto destierro. Si la ausencia mia de vuestra Majestad se ha de pagar con vuestra constancia en el bien, yo convertiré mi pena en placer. Señor: la cosa que al presente mas codicio en esta vida es que con esa empresa de Alemania salga vuestra Majestad gloriosamente. En Italia quedais por el mejor Príncipe de la tierra. Si sobre esto Dios nos hace merced que por vuestra mano las heregías levantadas en esa nacion se remedien, sin duda vuestra Majestad queda el mas bienaventurado Emperador que ha tenido la cristiandad, y creo que si esto se hace como yo deseo, ninguna cosa tomará vuestra Majestad á pechos en su vida por gran dificultad que tenga, que no la acabe prosperamente. Por esta causa oso suplicar á vuestra Majestad que cuando con armas no pudiere sanar esa dolencia, no temais comprar la fé con dineros, y

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