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PROTESTA

hecha por D. Diego Ferrandes de Quiñones, conde de Luna, en la villa de Laguna á 27 de noviembre de 1170, porque llamado por Enrique IV temia que le mandase jurar á la Princesa Doña Juana, y él no queria quebrantar el juramento que tenia prestado á la Princesa Doña Isabel, como legítima heredera de la corona de Castilla.

(Original)

Existe en el archivo del Excmo. Sr. Duque de Frias-Papeles de la casa de Villena.

Por cuanto segunt es notorio é públicamente se afirma en estos regnos de Castilla é Leon, é en los regnos comarcanos, que el Rey D. Enrique nuestro señor es impotente é de calidad tan inhábile que no puede conoscer muger, ni tiene potencia para engendrar por la inhabilidad é frialdat suya; asimismo se dice é afirma por cierto, é es pública voz é fama que á consentimiento suyo D. Beltran de la Cueva, duque de Alburquerque, dormió con la Reina Doña Juana, muger del dicho Rey, en la cual hobo una fija, que se llama asimesmo Doña Juana, la cual es tenida por fija del dicho D. Beltran é non del Rey, ántes paresce que el Rey confesó non ser su fija, jurando por Príncipe heredero destos regnos al Rey D. Alonso, é despues dél, á la Princesa Doña Isabel su hermana, segunt esto paresce por las cosas pasadas; é agora nuevamente porque los escándalos é males destos regnos non cesasen, queriendo el Rey enagenar la sucesion de ellos en gentes extrañas, fizo jurar á la dicha Doña Juana, fija de la Reina é del dicho D. Beltran, por Princesa, en Rascafria,

la cual él asimesmo juró diciendo que era su fija, á la cual juraron por Princesa el maestre de Santiago, é duque de Arévalo, é marqués de Santillana é otros que ahí se acrescieron, lo cual se cree facer mas por inducimiento é promesas, que porque ella fuese fija del Rey, nin menos ser jurada para susceder en estos regnos, porque la verdadera suscesion dellos pertenesce á la muy Ilustre Princesa Doña Isabel fija del Rey D. Juan é hermana del dicho Rey Don Enrique, la cual asimismo fué jurada por Princesa é heredera destos regnos en las vistas que se ficieron entre Cebreros é Cadahalso despues que morió el Rey D. Alonso, interveniente en ellas el dicho Rey, é Princesa, é obispo de Leon D. Antonio de Veneris, nuncio apostólico, legado de latere, é el maestre de Santiago é otros grandes deste regno, donde fué pronunciado é publicado, é asimesmo en corte Romana é en los regnos extranjeros pertenecer la dicha legitimacion é suscesion á la dicha Princesa Doña Isabel, á la cual por mandado del dicho Rey yo juré é obesdecí por Princesa. E agora porque el Rey me ha enviado llamar, é manda que yo vaya personalmente donde quiera que él estoviere, é temo que me mandará é compellerá que yo jure á la dicha Doña Juana por Princesa, como otros han fecho, lo cual ellos nin yo non podemos facer; pero porque el mandamiento del Rey induce justo miedo, por manera que non lo faciendo, así á mi persona como casa é estado, podria venir grant daño, segunt todas las cosas van en estos regnos fuera de razon é justicia; por ende yo D. Diego Ferrandes de Quiñones, conde de Luna, merino mayor de Asturias, en la mejor forma é manera que de derecho debo é puedo, protesto que si el tal juramento ficiere de obedescer, é tener á la dicha Doña Juana por Princesa, que lo fago forzado por

el mandamiento del dicho Rey, al cual non puedo resistir, é fuera de mi propio é libre alvedrío, el cual se requiere para que el juramento valga; ántes me refiero é afirmo en el juramento primero que fice de obedescer é tener á la dicha Doña Isabel conformándome con el derecho canónico, el cual quiere que en dos juramentos contrarios se haya de tener el primero, al cual me afirmo é refiero la cual dicha reclamacion é protestacion fago así agora de nuevo despues que el dicho juramento ficiere, é la tengo por fecha para entónces, é protesto de non invalidar el dicho juramento por ninguna taciturnidad de tiempo, ántes quiero que siempre esté reclamado: é de lo por mí protestado pido al escribano presente dé testimonio, é á los presentes ruego que de ello scan testigos. Lo cual fué é pasó en la villa de Laguna á veinte y siete dias del mes de noviembre año del nascimiento de nuestro Señor Jesucristo de mill é cuatrocientos é setenta años: testigos que fueron presentes que vieron al dicho señor Conde firmar é otorgar esta escriptura, llamados é rogados, el Licenciado Diego de Bazan, é Diego de Cuellar, secretario del dicho señor Conde, é Juan Ferrandes de Gozon, escribano del Rey, é otros. E yo Johan Ferrandes de Gozon, escribano de nuestro señor el Rey é su notario público en la su corte é en todos los sus regnos é señoríos, fuí presente á lo sobredicho en uno con los dichos testigos; é á pedimento é ruego del dicho señor Conde, que esta escriptura en mi presencia é de los dichos testigos otorgó é firmó de su nombre, é lo reclamó, segund en ella se contiene, fis aquí mio signo atal en testimonio de verdad-Hay un signoJohan Ferrandes-Hay una rúbrica-El Conde de Luna.

CARTA ORIGINAL

del conde de Nieva, dirigida, al parecer, á D. Pedro Fernandez de Velasco, cuarto condestable de Castilla, y tercer duque de Frias.

Palermo 6 de setiembre de 1535.

Archivo del Excmo. Sr. Duque de Frias.

Regreso de Cárlos V de la Goleta á Sicilia y su proyecto de pasar á Nápoles-Noticia sobre varios individuos que fueron en aquella expedicion.

ILUSTRÍSIMO SEÑOR-Despues que partió Jorge de Melo, no ha ido posta sino Domingo de la Cuadra, y no escrebí con él á V. S. porque se despachó despues que estábamos todos embarcados, y lo de hasta allí ya el señor Infante D. Luis lo habrá contado muy particularmente. Lo que de nuevo hay que decir es que S. M. se determinó de ir á tomar una ciudad que se llama Africa, porque es cosa muy importante para la guarda destas islas, y así estuvo esperando tiempo once dias, que siempre tuvimos el aire contrario para lo que queriamos hacer, y muy bueno para venir á Cecilia; y de la goleta venimos con las galeras á tomar agua al cabo de Zafran, y desde allí venimos á Cabo Bono, donde estuvimos dos dias; y porque se comenzaba á pasar gran necesidad de agua y aun de mantenimientos, S. M. acordó de seguir su camino de Africa, aunque el tiempo era contrario, y ansí doblamos la punta de Cabo Bono, y venimos á un lugar que se llama Elquivia, y allí estuvimos surtos un rato donde vimos algunos moros, y por ser pocos y ruines mandó S. M. que no saliese nadie á ellos, porque estábamos esperando

á que el viento se mejorase; y visto que no habia mudanza, acordó S. M. de venirse su camino derecho á Secilia, porque, en la verdad, la falta de los mantenimien

tos y del agua era tan grande que no se podia sufrir, y los dolientes eran tantos que muy pocos pudieran saltar en tierra á pelear; y ansí comenzamos á caminar la vuelta de Trápana un sábado á las cinco de la tarde, y dende á una hora que caminábamos la mar se comenzó á engrosar, y con esto y con ser el tiempo contrario no sentiamos mucho placer los marineros nuevos, ni aun los viejos, especialmente que como la noche comenzó á cerrarse, la fortuna fué cresciendo de manera que se temia mucho lo que mostraba que habia de ser; y temiendo esto, y con gran trabajo pasamos toda la noche, y así venimos hasta la Faviana, que es diez millas de Trápana con mas priesa y mas miedo de lo que quisiéramos, y llegamos á Trápana el domingo á comer; y cuando S. M. desembarcó, le dijo Andrea Doria, que S. M. se desembarcase mucho enhorabuena, que él diera la noche antes de muy buena gana toda su hacienda, á quien le asegurara de poderle poner en salvamento en Malta, que son cuatrocientas millas mas hácia el levante, de donde estábamos; porque verá vuestra señoría qué noche y qué mañana debiamos llevar. Holgamos mucho de desembarcarnos en Trápana por beber buena agua y comer fruta; y porque el armada de las naos con el recio temporal corrieron á muchas partes, y no pudieron seguir las galeras, envió S. M. una fusta á Africa á llamar las que allí hubiesen ido, y halló allá quince ó veinte naos, y aunque tenian muy gran necesidad de agua, y habia en ellas buena gente de guerra, no osaron saltar en tierra por no tener comision del Emperador, y así á la hora que la fusta llegó á lla

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