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todo en los pasados. Yo quedé cual digan dueñas, pues vine a volverme al puesto con la caña.

¡Cuánto sentí entonces mis locuras! ¡Cuánto reñí a mí mesmo! ¡Qué de emiendas propuse, cuando 5 blanca para gastar no tuve! ¡Cuántas trazas daba de conservarme, cuando no sabía en cuál árbol arrimarme! ¿Quién me enamoró sin discreción? ¿Quién me puso galán sin moderación? ¿Quién me enseñó a gastar sin prudencia? ¿De qué sirvió ser largo en el 10 juego, franco en el alojamiento, pródigo con mi capitán? ¡Cuánto se halla trasero quien ensilla muy delantero! ¡Cuánta torpeza es seguir los deleites!

De seso salía en ver mis disparates, que habiéndome puesto en buen predicamento, no supe con15 servarme. Ya por vanas mocedades ni era tenido ni estimado. Los amigos que con la prosperidad tuve, la mesa franca del capitán y alférez, la escuadra en que me deseaban alistar, parece que el solano entró por ello y lo abrasó, pasó como saeta, corrió como 20 rayo en abrir y cerrar el ojo. Como iba faltando el

dinero de que disponer, me comenzaron a descomponer poco a poco, pieza por pieza; quedé degradado. Fué el obispillo de San Nicolás respetado el día del santo, y yo hasta no tener moneda.

2 volver al puesto con la caña: Expresión tomada del juego de cañas, y aplicada al que volvía al puesto sin haber arrojado o quebrado la caña.

23 obispillo: Nombre que dan en algunas partes a un muchacho que la víspera de San Nicolás de Bari se viste de obispo y le llevan con gran fiesta a la iglesia, donde al tiempo de las Vísperas está

Los que comigo se honraban, los que me visitaban, los que me entretenían, los que acudían a mis fiestas y banquetes, apurada la bolsa, me dieron de mano, ninguno me trataba, nadie me conversaba. Y no sólo esto, mas ni me permitían los acompa- 5 ñase. Hedió el oloroso, fué mohino el alegre, deshonró el honrador, solo por quedar pobre. Y como si fuera delito, me entregaron al brazo seglar: mi trato, mi conversación, era ya con mochileros. Y en eso vine a parar, y es justa justicia que quien tal :0 hace que así lo pague.

sentado en el coro, y baja después a cantar la oración al altar mayor; y el día del Santo asiste a la misa mayor. Covarrubias dice que éste era uso antiguo en las Iglesias Catedrales, en memoria de la santa elección que se hizo de San Nicolás para Obispo de Myra, y que se nombraba un infante de coro, y se hacía la función con varias solemnidades y abusos; pero aunque dice se quitó totalmente, aún se conserva en la Coruña y otras ciudades, como también en algunas Universidades y Colegios» (Dicc, Aut.).

CAPITULO X

DE LO QUE SUCEDIÓ A GUZMÁN DE ALFARACHE SIRVIENDO AL CAPITÁN, HASTA LLEGAR A ITALIA.

Qué agro se me hizo de comenzar, qué pesado de pasar, qué triste de padecer nueva desventura. Mas ya sabía de aquel menester y en él había traído 5 los atabales a cuestas. Presto me hice al trabajo, que es gran bien saber de todo, no fiando de bienes caducos, que cargan y vacían, como las azacayas tan presto como suben bajan.

Con una cosa quedé consolado, que en el tiempo 10 de mi prosperidad gané crédito para en la adversi

6 Haber traído los atabales: Tener experiencia y no espantarse, como la mula del atabalero, que no se espanta ni ha miedo de menores ruidos que los de atabales; dijo esto una mula a un muchacho que desde lejos la espantaba sonando unas pedrezuelas para que saliese de un trigo» (Correas, 517 b).

8 azacayas: así el orig. y 1615. Los Diccionarios no registran más que azagaya, «lanza pequeña arrojadiza». Algunas eds. han sustituido esta palabra por asuda, acaso por creer que corresponde mejor al sentido del texto.

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dad. Y no lo tuve por pequeña riqueza, habiendo de quedar pobre, dejar estampado en todos que era noble, por las obras que de mí conocieron. Mi capitán me estimó en algo, reconocido de las buenas 5 que le hice, quiso y no pudo remediarme, porque aun a sí mismo no podía. Conservóme a lo menos en aquel buen punto que de mi conoció luego que me trató, teniendo respeto a quienes debían de ser mis padres.

Necesitéme a desnudarme, poniendo altiveces a una parte. Volví a vestirme la humildad que con las galas olvidé y con el dinero menosprecié, considerando que no me asentaban bien vanidad y necesidad. Que el poderoso se hinche, tiene de qué y con 15 qué; mas que el necesitado se desvanezca, es camaleón, cuanto traga es aire sin sustancia. Y así, aunque es aborrecible el rico vano, tanto es insufrible y escandaloso el pobre soberbio.

Vi que no lo podía sustentar. Di en servir al ca20 pitán mi señor, de quien poco antes había sido compañero. Hícelo con el cuidado que al cocinero. Mandábame con encogimiento, considerando quien era y que mis excesos, la niñez y mal gobierno de mocedad me habían desbaratado hasta ponerme a 25 servirle, y estaba seguro de mí no haría cosa que desdijese de persona noble por ningún interese. Teníame por fiel y por callado, tanto como sufrido; hízome tesorero de su secreto, lo cual siempre le agradecí.

Manifestóme su necesidad y lo que pretendiendo

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